Esa era la frase que vi en un cartelón que llevaba un joven en la marcha del 1° de mayo. Otro decía: “Luchemos por nuestros derechos”. Pensé entre mí: ¿Por qué no hay un día de la dignidad?… porque todavía hace falta mucha dignidad entre muchísima gente. Tal vez no hay ‘día de la dignidad’ porque no es muy ‘comercial’ la dignidad: no hay multinacionales de la dignidad para poder negociarla y lograr grandes ganancias…
No hay dignidad donde no hay derechos, ni donde se vive sin la satisfacción de lo mínimo para una vida digna, es decir, tener una casa propia, un trabajo estable y justamente remunerado, la posibilidad de lograr educación y atención a la salud, para el campesino un espacio de tierra para cosechar lo necesario para su familia… Por eso el papa Francisco en su viaje a Bolivia invitaba los Movimientos Sociales a luchar por “3 T”: Trabajo, Techo y Tierra.
No hay dignidad cuando uno se ha dejado ganar por los vicios, como el alcohol, la droga, el chatear, el chisme, el consumismo, el individualismo, el desaseo, la desorganización, la acumulación de dinero, la ambición del poder, la búsqueda de la fama…
La dignidad es como una meta que está en cada uno de nosotros y que nos llama a alcanzarla, a luchar por ella. Por eso decía una pinta: “Cuando no hay dignidad, la dignidad es luchar por ella”. Muchos han dejado de luchar por ella, porque la dignidad es libertad, la dignidad es autoestima, la dignidad es crecer en todas nuestras dimensiones y capacidades, la dignidad es soberanía, la dignidad es tener un gobierno que responda a nuestras necesidades, la dignidad es sentirse bien con los demás, la dignidad es ser buen vecino y buen ciudadano.
“La dignidad es ser sujeto y no espectador”. Ser ‘sujeto’ significa ser responsable de mi vida y consciente de mis decisiones, de lograr mis sueños, alcanzar mis derechos, tener una vida sana, y no ser mero ‘espectador’ pasivo, indiferente, ciego y sordo a lo que pasa en mí y en mi alrededor, dejando que otros decidan y hablen por mí. La dignidad es dejar de ser cualquier o de segunda o tercera categoría humana. La dignidad es ser humano, es decir, hermano solidario. La dignidad es dar sentido a mi vida y definir un propósito a mi existencia, es alcanzar un logro que dé a mi alma la plenitud que necesito, es descubrir la espiritualidad inherente a mi condición humana, es gozar la trascendencia de estar en unidad con la naturaleza, el cosmos, el Todo.
¿Quién de nosotros puede dejar de luchar por esa dignidad? Esa lucha ha de ser premiada por la felicidad.
Fuente: redescristianas.net
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