domingo, 30 de septiembre de 2018

El eclipse de la ética en la actualidad.



Es necesario enraizar en aquellos valores específicamente humanos para que todos puedan asumir una nueva ética donde primen el cuidado, la solidaridad, la responsabilidad universal y la justicia.

Entre el 10 y el 13 de julio de 2018 se celebró en Belo Horizonte un congreso internacional organizado por la Sociedad de Teología y Ciencias de la Religión (SOTER) en torno a los temas religión, ética y política. Las exposiciones fueron de gran actualidad y de nivel superior. Voy a referirme solamente a la discusión sobre El eclipse de la ética que me tocó introducir.

A mi modo de ver, dos factores han alcanzado el corazón de la ética: el proceso de globalización y la mercantilización de la sociedad.

La globalización ha mostrado los diferentes tipos de ética, según las diferencias culturales. Se ha relativizado la ética occidental, una entre tantas. Las grandes culturas de Oriente y las de los pueblos originarios han revelado que podemos ser éticos de forma muy diferente.

Por ejemplo, la cultura maya centra todo en el corazón, ya que todas las cosas nacieron del amor de los dos grandes corazones del Cielo y de la Tierra. El ideal ético es crear en todas las personas corazones sensibles, justos, transparentes y verdaderos. O la ética del “bien vivir y convivir” de los andinos, asentada en el equilibrio de todas las cosas, entre los humanos, con la naturaleza y con el universo.

Tal pluralidad de caminos éticos ha tenido como consecuencia una relativización generalizada. Sabemos que la ley y el orden, valores de la práctica ética fundamental, son los prerrequisitos para cualquier civilización en cualquier parte del mundo. Lo que observamos es que la humanidad está cediendo ante la barbarie rumbo a una verdadera era mundial de las tinieblas, tal es el descalabro ético que estamos viendo.


La economía especulativa dicta los rumbos de la política y de la sociedad actual como un todo

Poco antes de morir en 2017, advertía el pensador Sigmund Bauman: “O la humanidad se da las manos para salvarnos juntos o, si no, engrosaremos el cortejo de los que caminan rumbo al abismo”. ¿Cuál es la ética que nos podrá orientar como humanidad viviendo en la misma casa común? El segundo gran impedimento a la ética es la mercantilización de la sociedad, lo que Karl Polanyi llamaba ya en 1944 “la gran transformación”. Es el fenómeno del paso de una economía de mercado a una sociedad puramente de mercado. Todo se transforma en mercancía, cosa ya prevista por Karl Marx en su texto La miseria de la filosofía de 1848, cuando se refería al tiempo en el que las cosas más sagradas como la verdad y la conciencia serían llevadas al mercado; sería el “tiempo de la gran corrupción y de la venalidad universal”. Pues estamos viviendo ese tiempo. La economía, especialmente la especulativa, dicta los rumbos de la política y de la sociedad como un todo. La competición es su marca registrada y la solidaridad prácticamente ha desaparecido.

¿Cuál es el ideal ético de este tipo de sociedad? La capacidad de acumulación ilimitada y de consumo sin límites, que genera una gran división entre un pequeñísimo grupo que controla gran parte de la economía mundial y las mayorías excluidas y hundidas en el hambre y la miseria. Aquí se revelan rasgos de barbarie y de crueldad como pocas veces en la historia.

Tenemos que volver a fundar una ética que se enraíce en aquello que es específico nuestro como humanos y que, por eso, sea universal y pueda ser asumida por todos.

Estimo que en primerísimo lugar está la ética del cuidado, que según la fábula 220 del esclavo Higinio, bien interpretada por Martin Heidegger en Ser y tiempo,constituye el sustrato ontológico del ser humano, aquel conjunto de factores sin los cuales jamás surgirían el ser humano y otros seres vivos. Por pertenecer el cuidado a la esencia de lo humano, todos pueden vivirlo y darle formas concretas, conforme a sus culturas. El cuidado presupone una relación amigable y amorosa con la realidad, de mano extendida para la solidaridad y no de puño cerrado para la dominación. En el centro del cuidado está la vida. La civilización deberá ser biocentrada.

Otro dato de nuestra esencia humana es la solidaridad y la ética que de ella se deriva. Sabemos hoy por la bioantropología que fue la solidaridad de nuestros ancestros antropoides la que permitió dar el salto de la animalidad a la humanidad. Buscaban los alimentos y los consumían solidariamente. Todos vivimos porque existió y existe un mínimo de solidaridad, comenzando por la familia. Lo que fue fundacional ayer, lo sigue siendo todavía hoy.


Las culturas de Oriente y los pueblos originarios han revelado que podemos ser éticos de forma muy diferente

Otro camino ético ligado a nuestra estricta humanidad es la ética de la responsabilidad universal: o asumimos juntos responsablemente el destino de nuestra casa común o vamos a recorrer un camino sin retorno. Somos responsables de la sostenibilidad de Gaia y de sus ecosistemas para que podamos seguir viviendo junto con toda la comunidad de vida.

El filósofo Hans Jonas que fue el primero en elaborar El principio deresponsabilidad, le agregó la importancia del miedo colectivo. Cuando este surge y los humanos empiezan a darse cuenta de que pueden conocer un fin trágico e incluso llegar a desaparecer como especie, irrumpe un miedo ancestral que los lleva a una ética de supervivencia. El presupuesto inconsciente es que el valor de la vida está por encima de cualquier otro valor cultural, religioso o económico.

Por último, es importante rescatar la ética de la justicia para todos. La justicia es el derecho mínimo que tributamos al otro de que pueda continuar existiendo y recibiendo lo que le toca como persona. Las instituciones especialmente deben ser justas y equitativas para evitar los privilegios y las exclusiones sociales que tantas víctimas producen, particularmente en nuestro país, uno de los más desiguales, es decir, más injustos del mundo. De ahí se explica el odio y las discriminaciones que desgarran a la sociedad, venidos no del pueblo sino de las élites adineradas, que siempre viven del privilegio y no aceptan que los pobres puedan subir un peldaño en la escala social. Actualmente, vivimos bajo un régimen de excepción en el que tanto la Constitución como las leyes son pisoteadas mediante el Lawfare (la interpretación distorsionada de la ley que el juez practica para perjudicar al acusado).

La justicia no vale solo entre los humanos sino también con la naturaleza y con la Tierra, que son portadoras de derechos y por eso deben ser incluidas en nuestro concepto de democracia socioecológica.

Estos son algunos parámetros mínimos para una ética válida para cada pueblo y para la humanidad, reunida en la casa común. Debemos incorporar una ética de la sobriedad compartida para lograr lo que decía Xi Jinping, jefe supremo de China: “Una sociedad moderadamente abastecida”. Esto significa un ideal mínimo y alcanzable. En caso contrario, podremos conocer un armagedón social y ecológico.

Leonardo Boff es teólogo. Es autor de Cómo cuidar de la casa común (Vozes).

Traducción de María José Gavito Milano.

Fuente: elpais.com

sábado, 29 de septiembre de 2018

Aprueban mayor planta desalinizadora de América Latina.

Imagen: Emol.com

El proyecto se ubicará en la región de Atacama y busca suplir la demanda de agua de una zona desértica y, además, de un sector con fuerte actividad minera.

El miércoles 26 la Comisión de Evaluación Ambiental de Chile dio el visto bueno a la instalación de la planta desalinizadora más grande de América Latina, que se ubicará en la región de Atacama. El proyecto Enapac (Energías y Aguas del Pacífico), de la compañía Trends Industrial, cuenta con una inversión inicial de unos US$500 millones.

“De esta manera, Enapac será uno de los proyectos más avanzados en el mundo con una combinación de desalación por ósmosis inversa con energía fotovoltaica”, dijo Trends Industrial en un comunicado, haciendo alusión a la capacidad de 2.630 litros por segundo de la planta.

El objetivo, señalan desde empresa, pretende abordar la escasez del recurso en zonas desérticas como la de Atacama, además de suplir la necesidad de la industria minera.

“El proyecto generará oportunidades de empleo en la región y para los proveedores, y nuestra visión es que muchos usuarios puedan acceder a una fuente de agua sustentable de manera que se vayan dejando de utilizar las aguas continentales y las cuencas de la región, la que sufre un severo estrés hídrico”, destacó Rodrigo Silva, CEO de Trends Industrial.

El proyecto, además, está nominado para el premio más importante de Diseño y Sustentabilidad del mundo, el Design to Improve Life INDEX: AWARD 2019, también conocido como el “Premio Nobel de Diseño”, patrocinado por la corona danesa; y también está nominado a los Premios ALADYR 2018 de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua, en la categoría “Mejor Proyecto de Desalación”.
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Fuente: Servindi

viernes, 28 de septiembre de 2018

¿Razones para el desarme? ¡Todas!



Nunca las armas sirvieron para hacer avanzar verdaderamente al ser humano. Siempre se utilizaron para beneficio de unos pocos a costa de la vida, el dolor y el sufrimiento de la gran mayoría, aunque se utilizara y se siga utilizando a ésta como reclamo. Y las victorias –de haberlas– siempre son pasajeras porque portan en su esencia la revancha de los perdedores, en una cadena de violencia que no encuentra fin.

El desarrollo de las armas como forma de supervivencia podría entenderse hace miles de años, lo que seguramente no quiere decir y no justifica que la “elección” de esa vía por parte de la humanidad no fuera un gran error, que todavía estamos pagando y del cual no hemos salido, habiendo llegado al día de hoy, en el que está en riesgo la supervivencia de la especie y del planeta entero.

A la carrera armamentística que estamos viviendo y que nos ha devuelto a los peores momentos de la llamada Guerra Fría, le acompaña las campañas para hacer crecer una sensibilidad que se va potenciando incluso en las escuelas, alimentando una imagen ideal –asociada al ocio– acerca del “beneficio” de las armas. Lo estamos viendo en países de la antigua Europa del Este o en Inglaterra últimamente. Estas campañas de sensibilización van acompañadas de la construcción imaginaria de “enemigos”: países como Rusia, Irán, Corea del Norte… (países que no se doblegan), grupos humanos como refugiados, migrantes (desplazados por los desastres que la misma industria de las armas produce), etc., aumentando violencias de otros tipos como el hambre, el racismo, la xenofobia, la discriminación por creencias religiosas, etc., que alimentan la espiral de la violencia en una carrera loca.

Es alarmante el incremento en gastos militares a nivel mundial[1], con EEUU[2] a la cabeza y su política de empleo de la fuerza y la amenaza, una política que impone y que aceptan sus socios de la OTAN; algunos gobiernos como el de Colombia[3], modificando sustancialmente el mapa geomilitar de la región, o Japón[4], el ejemplo más evidente de la barbarie a la que hemos llegado pero que hoy claudica a las presiones de Trump, multiplicando la tensión en una de las zonas más calientes del planeta.

Esta “moneda” que aumenta de tamaño cada día, la del gasto militar, tiene como toda moneda dos caras, ambas negativas. La otra cara es la cara de los daños colaterales, hablando en términos bélicos. Si el presupuesto de un país sube la partida de los gastos militares, de modo sistemático se recortan los derechos y baja el presupuesto en políticas sociales (educación, sanidad, pensiones donde las hay, investigación, etc.).

Ejemplos claros abundan. La misma población estadounidense ve cómo aumentan las armas mientras cuenta con una pésima sanidad pública; en España, durante la que han denominado engañosamente ‘crisis’, los gobiernos de turno han recortado en educación, sanidad, pensiones públicas… mientras mantenías sus compromisos con la industria armamentística y aumentaba el presupuesto militar[5]; la Grecia de Txipras traicionaba la voluntad popular, siguiendo la estela de gobiernos previos, y entregaba a su pueblo a los pies de los caballos de los intereses de bancos centroeuropeos, sin importarle recortar salarios, derechos laborales, sanidad, educación, pensiones públicas… mientras paradojalmente compraba material militar[6].

Esto por hablar de casos escandalosos que han estado y están en todos los medios de comunicación, claramente por pertenecer al ‘norte’ del planeta. Pero, si esto sabemos de la vieja Europa o de USA, ¿qué ocurre y no se cuenta de toda África, de gran parte de Asia, de zonas con grandes recursos naturales, cuya población vive en la pobreza más extrema como consecuencia de guerras que no eligieron y que los mantienen ‘entretenidos’ mientras les son robados todos los recursos?

Allí, donde se invierte en armas, aumenta la violencia en cualquiera de sus formas (física, económica, sicológica, moral, racial, religiosa, sexual…), aumentan las desigualdades sociales, las hambrunas, el cambio climático, los desplazamientos forzados de población, etc.

Es muy gráfico ver, además, cómo esta carrera armamentística acompaña el proceso de concentración de la riqueza[7]. El negocio de la guerra es el mayor del mundo, no lo olvidemos.

Supervivencia de la humanidad

En cualquiera de los casos, hoy no hay situaciones que justifiquen las armas y las guerras si hablamos de supervivencia y de la defensa de los intereses de toda la humanidad como planteáramos al comienzo de este escrito. Hoy existe en todos los campos riqueza suficiente acumulada, como consecuencia del trabajo de miles de generaciones, para que toda la Humanidad viva en condiciones de vida dignas. Y esa riqueza, que fue generada por todos, por justicia social ha de volver por tanto a todos. Y contamos con todos los medios para que la riqueza pueda compartirse.

¿Por qué decimos que le corresponde y cómo podríamos hacer? Sin necesidad de hacer historia siempre llena de injusticias traiciones, pongamos un ejemplo de absoluta actualidad y alrededor del cual existen conflictos armados. Sabemos que en el norte del planeta se cuenta con mayores avances científicos y tecnológicos y en el sur se cuenta con elementos como el coltán, que tan imprescindible es para los dispositivos electrónicos, para que aquellos avances tecnológicos del norte puedan concretarse. ¿Qué posición sabia o moral y que abra el futuro de todos justifica seguir derramando la sangre de millones de seres humanos para quitarles estos recursos y negarles poder disfrutar de esos avances?

Imaginemos por un momento cuánta energía en todos los campos podría ganar la humanidad entera si, en lugar de potenciar el enfrentamiento, renunciamos a la guerra como resolución de conflictos (ver ya el ejemplo de la Constitución de Bolivia 2009, en su artículo 10.1[8]), si trabajamos en políticas de acercamiento y cooperación, si invertimos en educación gratuita, en sanidad universal, en asegurar comida y vivienda para todos. ¿Qué pasaría si se investigara y se desarrollaran una educación y una cultura para desarmar la violencia interna y eliminar todas las formas de violencia externa?... Estaríamos ante el aumento exponencial de la salud física y sicológica de las poblaciones, ante un ser humano que ganaría en fe profunda en su futuro, estaríamos poniendo la condición para que las distintas formas de violencia no encuentren abono en las conciencias individuales y colectivas.

Si todos los recursos que se desvían hacia la carrera armamentística se emplearan en función de la vida y la liberación del ser humano, contaríamos con el suelo para pasar a otra etapa de la historia, podríamos pasar a construir y contar la verdadera historia humana, como dijera el pensador latinoamericano Mario Rodríguez (Silo)[9].

Así es que, mientras no encontramos razón alguna para seguir alimentando la violencia y a la industria armamentística, decimos alto y claro ‘¿Razones para el desarme? ¡Todas!’.

Juana Pérez, periodista y narradora de documentales, es editora y redactora de Pressenza para España, y activista humanista.




















Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento: Paz y NoViolencia: Rebeldía a un sistema violento 17/09/2018


https://www.alainet.org/es/articulo/195462
Fuente:  alainet.org

jueves, 27 de septiembre de 2018

Gloria a Dios: Presidente Obrador (AMLO) promete esclarecer caso de los 43 estudiantes desaparecidos en México


El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), prometió este miércoles esclarecer "el lamentable" caso de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural "Raúl Isidro Burgos" de Ayotzinapa, la noche del 26 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala (Guerrero,sur). 

Al cumplirse este miércoles cuatro años de los acontecimientos, el futuro presidente de México, que tomará posesión el próximo 1 de diciembre, se reunió con los padres de los jóvenes desaparecidos, a quienes dijo que creará la "Comisión de Investigación para la Verdad y la Justicia", para esclarecer este caso del que, además de haber indignado a la comunidad internacional, considera que hay muchas dudas sobre las investigaciones de la Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía) de México. 


El presidente electo de México prometió esclarecer "el lamentable" caso de la desaparición de los 43 estudiantes en 2014 en la ciudad de Iguala.

"El 1 de diciembre vamos a emitir un decreto para crear, si no se ha hecho, la comisión de investigación, y definir todo el procedimiento que vamos a llevar a cabo hasta llegar a la verdad y a la justicia", explicó López Obrador. 

En declaraciones a la prensa, y al terminar su encuentro con los familiares en privado, dijo que además "se acordó abrir las puertas del próximo gobierno de nuestro país a los organismos internacionales de defensa de derechos humanos que hayan ayudado, contra viento y marea, a que este asunto no fuese cerrado, y nos permitió llegar hasta este momento en que se retoma". 

A este encuentro, celebrado en el Museo de Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, asistió el representante en México de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Jan Jarab, y el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de México, Luis Raúl González. 

La hipótesis gubernamental en torno al caso es que los estudiantes fueron raptados por policías que los entregaron a miembros del grupo criminal Guerreros Unidos bajo la sospecha de que se trataba de integrantes de una organización rival. 



Al cumplirse cuatro años de los acontecimientos, López Obrador se reunió con los padres de familia de los jóvenes desaparecidos.

De acuerdo con declaraciones de presuntos criminales detenidos por el caso y un estudio pericial, su hipótesis apuntaban a que integrantes de Guerreros Unidos habrían asesinado y cremado a los jóvenes en un basurero de la vecina municipalidad de Cocula. 

No obstante, los padres de los normalistas rechazan esa versión porque existen dos estudios forenses llevados a cabo por expertos de la CIDH y del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) que descartan tal posibilidad pues en ese basurero no pudo registrarse un fuego capaz de calcinar a los jóvenes. 

Para el representante de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), el caso no es sólo una herida abierta, también es un símbolo de las desapariciones en México. 

Asimismo lamentó las "deficiencias e inconsistencias" de parte de las autoridades mexicanas responsables de resolver el caso. "Son cuatro años de portar una dolorosa carga con entereza. Su exigencia firme de justicia ha sido una fuente de inspiración en medio de un camino pedregoso que han sabido transitar con dignidad", añadió en declaraciones separadas. 

Asimismo refrendó su compromiso de seguir caminando con las familias de los estudiantes desaparecidos y de las otras víctimas y de cooperar con las autoridades del Estado mexicano en todos los esfuerzos encaminados a esclarecer el caso.


miércoles, 26 de septiembre de 2018

Las 4 ecologías: “ambiental, política y social, mental e integral”.


Por: Pablo Richard
Reflexiones sobre el libro de Leonardo Boff que tiene este mismo título (2012), Tenemos presente la encíclica del Papa Francisco: “EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN” (Laudatus Si” año :2015).

1: Ecología ambiental. En los inicios del siglo XXI se escribe la “La carta de la tierra”, representando la mejor consciencia ecológica, humanista, ética y espiritual de la humanidad. Estamos dentro del medio ambiente, que formamos, con los demás seres de la comunidad terrenal, el ambiente entero. Una visión desde la luna no pudo distinguir entre Tierra y Humanidad. Nosotros somos tierra que siente, que piensa, que ama, que cuida y venera. Por eso nuestra tierra es “pachamama”, nuestra madre tierra. No basta crear una tecnología limpia, sino crear una nueva civilización que trabaje junto con la tierra.

2: Ecología política y social. No podemos quedar en una ecología solo ambiental, sin considerar una ecología social y política. Debemos cuidar la relación de la tierra con la sociedad, que la naturaleza no sea sólo una fuente de negocios y dinero. La tierra hay que cuidarla para que no convierta en un “supermercado”.

3: Ecología mental. Tomar conciencia que no somos el centro de la tierra, sino los encargados de cuidarla. Nosotros entramos en la evolución de la tierra cuando el 99,98% estaba ya todo arreglado. No debemos ser “antropocéntricos”, sino “biocéntricos”.La ciencia tiene que ser hecha con conciencia y con inteligencia emocional, ética y espiritual. El neoliberalismo y el consumismo provoca una ruptura de nuestra mente con la vida de la tierra. La destrucción de la tierra destruye nuestra mente.

4: Ecología integral. Formamos una inmensa comunidad cósmica. La ecología integral nos muestra la integración de la tierra y el ser humano como un todo.

Leonado Boff termina citando una “orientación para educadores” (del autor Romualdo Dias): “cómo hacer que los pensamientos se articulen con las actitudes. Cómo las ideas pueden tocar nuestro cuerpo. El desafío es conseguir conectar aquello que pensamos con aquello que sentimos, tenemos así mas posibilidades de alcanzar cambios en nuestra actitudes. No queremos oir muchas conferencias para ser eruditos y para estar llenos de muchas informaciones. Queremos descubrir como algunos pensamientos ganan eficacia cuando tocan la realidad y comienzan a tocar nuestro cuerpo” (p.38). 

Después de este libro de Leonardo Boff del año 2012, entramos en “EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN” del año 2015 (Laudato Sí) del Papa Francisco. Documento que debemos poner junto a la Biblia en nuestra biblioteca.



martes, 25 de septiembre de 2018

¿Para qué nos sirve la historia?


Décadas atrás, salvo en ambientes muy intelectuales y círculos de imaginación reducidos, nadie ponía en duda que “la historia es maestra de la vida”. La historia, se pensaba, como depositaria de la gran experiencia humana, encierra en sí un rico depósito de luces y sombras capaces de darnos a conocer el pasado de la humanidad, de ayudarnos a entender un presente, siempre revuelto y convulso, y de orientar pedagógicamente nuestros pasos hacia el futuro. La historia es maestra de la vida.

En este contexto, los ancianos y ancianas, por el mero hecho de haber vivido una historia larga, estaban en condiciones de aportar un caudal de sabiduría útil y beneficioso para la formación de las nuevas generaciones. El anciano Sheila, entre los indios cuna ­­—Islas de San Blas en Panamá— podía repetir ante la asamblea varias veces en la semana la génesis y hazañas de la tribu en el pasado que explican su situación actual y son garantía de supervivencia en el futuro. Además de jefe político, el Sheila es memoria viva de la experiencia colectiva que se transmite, de forma oral, de generación en generación.

Pero la historia, con el paso del tiempo, ha venido cambiando a un ritmo vertiginoso. Las mentes más creativas siempre han desbordado, como las actuales migraciones, todos los límites. Ni la ilustración ni la modernidad se sintieron a gusto con el magisterio de la historia. Tampoco en nuestro ahora, iniciada ya la era del conocimiento o “tiempo axial” (Karl Jaspers), podemos caer en la torpeza de no saber para qué nos sirve la historia. Pudiera ocurrir que se nos estuviera yendo el niño con el agua de la bañera.

Bajo el reinado de la telemática, todo se define por la instantaneidad y simultaneidad. ¿Para qué nos sirve entonces la experiencia del pasado que, por más que lo intentemos, no va a volver a repetirse? Además del interés por lo que fue y ya no es, ¿qué puede aportar a un ahora, siempre volátil y escurridizo, o a un futuro que no existe porque aún no ha llegado a ser?

Lo que son las vías para el paso rápido del tren, es la historia para el ritmo vertiginoso del tiempo: duración y suceso, continuum y volatilidad, vivencia y mecánica se asocian en la instantaneidad y simultaneidad de cada momento. Difícil separar las dos dimensiones si no es meramente en el concepto.

Ya desde el siglo IV lo advertía San Agustín en el siempre sugestivo libro de las Confesiones: “Resulta claro y evidente que ni lo futuro ni lo pasado son, y no puede decirse con propiedad que los tiempos son tres: pasado, presente y futuro. Más propiamente debiera decirse que los tiempos son tres: presente de lo pasado, presente de lo presente y presente de lo futuro. En efecto, estos tres modos son, de algún modo, en el alma y no veo otra forma de comprenderlo: el presente de lo pasado es la memoria, el presente de lo presente, la atención, el presente de lo futuro, la expectación” (Libro XI, cap. 27).

No puede ser esta mera introducción el mejor lugar para dar respuesta a estas cuestiones que han calentado la cabeza de tantas personas en la ya larga trayectoria humana. Las colaboraciones que siguen, por encima de la dificultad teórica, tienen por objeto aportar elementos para una solución práctica y realista, útil, de la historia.

Pero no deja de llamar la atención que desde Utopía, que justamente se coloca del otro lado de la historia, nos veamos obligados a hacer hoy este tipo de cuestionamientos. Por el mero hecho de existir, Utopía ya está anunciando que hay mucha realidad que no cabe en la historia. Cada punto de la historia es una encrucijada en la que ninguna de las posibilidades a nuestro alcance está determinada a ser inevitable. Ni las fijaciones geográficas, ni las biográficas, ni las económicas, ni aún las dogmáticas son definitivamente tan cerradas para no dejar siempre algún margen a la sorpresa.

Con toda legitimidad nos preguntamos en las siguientes páginas por la utilidad de la historia en nuestro ahora. Modestamente, queremos seguir la fantasía de aquellos espíritus románticos que, desde la música y la poesía, lograron romper la férrea dictadura del clasicismo para abrir las puertas a otra estética diferente.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Hasta los vientos contrarios nos conducirán a puerto seguro.

Leonardo Boff

El pueblo brasilero se ha habituado a “enfrentar la vida” y a conseguir todo “en la lucha y a la fuerza”, es decir, superando dificultades y con mucho trabajo. Por qué no “enfrentaría” también el último desafío de hacer los cambios necesarios, en medio de la actual crisis, que nos coloquen en el recto camino de la justicia para todos.
El pueblo brasilero todavía no ha acabado de nacer. Lo que heredamos fue la Empresa-Brasil con una élite esclavista y una masa de destituidos. Pero del seno de esta masa nacieron líderes y movimientos sociales con conciencia y organización. ¿Su sueño? Reinventar Brasil.

El proceso comenzó a partir de abajo y ya no hay cómo detenerlo, ni por los sucesivos golpes sufridos como el de 1964 civil-militar y el de 2016 parlamentario-jurídico-mediático.

A pesar de la pobreza, de la marginación y de la perversa desigualdad social, los pobres inventaron sabiamente caminos de supervivencia. Para superar esta anti-realidad, el Estado y los políticos necesitan escuchar y valorar lo que el pueblo ya sabe y ha inventado. Sólo entonces habremos superado la división élites-pueblo y seremos una nación no escindida ya sino cohesionada.

El brasilero mantiene un compromiso con la esperanza. Es la última que muere. Por eso tiene la seguridad de que Dios escribe derecho con líneas torcidas. La esperanza es el secreto de su optimismo, que le permite relativizar los dramas, bailar su carnaval, luchar por su equipo de futbol y mantener encendida la utopía de que la vida es bella y que el mañana puede ser mejor. La esperanza nos remite al principio-esperanza de Ernst Bloch que es más que una virtud; es una pulsión vital que siempre nos hace suscitar sueños nuevos, utopías y proyectos de un mundo mejor.

Existe en el momento actual, marcado por un casi naufragio del país, cierto miedo. Lo opuesto al miedo, sin embargo, no es el valor. Es la fe de que las cosas pueden ser diferentes, de que organizados podemos avanzar. Brasil mostró que no es solo bueno en el carnaval y la música, sino que puede ser bueno en la agricultura, en la arquitectura, en las artes y en su inagotable alegría de vivir.

Una de las características de la cultura brasilera es la jovialidad y el sentido del humor, que ayudan a aliviar las contradicciones sociales. Esa alegría jovial nace de la convicción de que la vida vale más que cualquier otra cosa. Por eso debe ser celebrada con fiesta y ante el fracaso, mantener el humor que lo relativiza y lo hace soportable. El resultado es la levedad y la vivacidad que tantos admiran en nosotros.

Se está dando un casamiento que nunca antes se dio en Brasil entre el saber académico y el saber popular. El saber popular es “un saber hecho de experiencias”, que nace del sufrimiento y de las mil maneras de sobrevivir con pocos recursos. El saber académico nace del estudio, bebiendo de muchas fuentes. Cuando esos dos saberes se unan, habremos reinventado otro Brasil. Y seremos todos más sabios.

El cuidado pertenece a la esencia de lo humano y de toda la vida. Sin cuidado enfermamos y morimos. Con cuidado, todo se protege y dura mucho más. El desafío hoy es entender la política como cuidado de Brasil, de su gente, especialmente de los más vulnerables, como indios y negros, cuidado de la naturaleza, de la educación, de la salud, de la justicia para todos. Ese cuidado es la prueba de que amamos a nuestro país y queremos a todos incluidos en él.

Una de las marcas del pueblo brasilero bien analizada por el antropólogo Roberto da Matta, es su capacidad de relacionarse con todo el mundo, de sumar, juntar, sincretizar y sintetizar. Por eso, en general, no es intolerante ni dogmático. Le gusta acoger bien a los extranjeros. Pues bien, estos valores son fundamentales para una globalización de rostro humano. Estamos mostrando que ella es posible y la estamos construyendo. Infelizmente en los últimos años ha surgido, en contra de nuestra tradición, una oleada de odio, discriminación, fanatismo, homofobia y desprecio a los pobres (el lado sombrío de la cordialidad, según Buarque de Holanda) que nos muestran que somos, como todos los humanos, sapiens y demens, y ahora más demens. Pero eso seguramente pasará y predominará la convivencia más tolerante y apreciadora de las diferencias.

Brasil es la mayor nación neolatina del mundo. Tenemos todo para ser también la mayor civilización de los trópicos, no imperial, sino solidaria con todas las naciones, porque incorporó en sí a representantes de 60 pueblos diferentes que vinieron aquí. Nuestro desafío es mostrar que Brasil puede ser, de hecho, una pequeña anticipación simbólica de que todo es rescatable: la humanidad unida, una y diversa, sentados a la mesa en una comensalidad fraterna, disfrutando de los buenos frutos de nuestra bonísima, grande, generosa Madre Tierra, nuestra Casa Común.

¿Es un sueño? Sí, el necesario y bueno.

*Leonardo Boff ha escrito Brasil, ¿concluir a refundación o prolongar la dependencia? Vozes 2018.

Traducción de Mª José Gavito Milano

Fuente: redescristianas. net

domingo, 23 de septiembre de 2018

Denuncian a marcas internacionales por plagio de diseños indígenas.

Denuncian plagio de diseños indígenas mexicanos (Foto: Periódico Central)

La ONG Impacto denunció que seis marcas internacionales de ropa han copiado los diseños de varios pueblos indígenas de México, sin reconocer su autoría ni brindar una compensación económica. 

Se trata de la marca española Zara, la firma española Santa Marguerite, la tienda Inditex, el sello Forever 21, la marca francesa Christian Dior y el sello That´s It!.

Las firmas mencionadas son acusadas de robar las creaciones de los pueblos originarios de los estados de Oaxaca, Hidalgo y Chiapas. 

Según el informe del periódico Central, en México, las artesanas no solo deben lidiar con el impacto negativo que trae el plagio a su economía, sino que deben enfrentar la explotación de su trabajo por parte de los comerciantes urbanos.
Las artesanas de Aguacatenango 

“Hace dos años vinieron unos chinos, nos exigieron mucho trabajo, nos pagaron muy poco, vinieron solo dos veces y ya no aparecieron más”, apunta a eldiario.es María Méndez.

Esta es su principal hipótesis del origen del plagio denunciado, aunque también indican que podrían haberlo “robado” de imágenes obtenidos en redes sociales.

Méndez denuncia que los efectos son dañinos para la frágil economía de la comunidad.

“Nos afecta bastante porque la gente ya no nos compra a nosotras, ya que lo pueden encontrar en una tienda o nos dicen que son parecidos. Perdemos ese beneficio, que es nuestro principal sustento en el hogar”, comentó.

Además, declaró que los dibujos de sus prendas representan la manera de cómo su comunidad ve el mundo y son un símbolo de identidad que todavía hoy visten.

“Es una falta de respeto porque esos bordados son de nuestros ancestros, que nos enseñaron nuestros abuelos cuando fuimos creciendo, y así de generación en generación. Es una tradición, no es justo que la copien”, asegura.

María puede producir con mucha dedicación cuatro prendas al mes, ya que son hechas a mano; por ellas obtendrá aproximadamente 400 pesos. Mientras que Zara tarda solo unos minutos en fabricar sus prendas y las vende a unos 599 pesos mexicanos.
Desprotegidas ante multinacionales

Es la segunda vez que las artesanas de Aguacatenango denuncian que Zara ha utilizado sus diseños tradicionales sin tenerlas en cuenta, ya lo hizo en el 2016 con otra blusa, según explican.

Desde el año 2012, Impacto ha documentado ocho marcas internacionales que han copiado los bordados de pueblos originarios mexicanos de los estados de Oaxaca, Hidalgo y Chiapas sin reconocer los derechos de autoría o compensando a sus artesanas económicamente.

“Hay una protección al patrimonio individual con los derechos de autor, pero no al patrimonio colectivo que lleva cientos de años”, indicó Adriana Aguerrebere, directora de Impacto para eldiario.es.

Indicó también que la legislación no las protege porque no hay una organización colectiva que pueda hacer vinculante una ley y las autoridades no atienden estos casos.

Asimismo, el pasado octubre, publicaron en Instagram la imagen de una prenda de la marca estadounidense Santa Marguerite para advertir de que fue copiada de un huipil (tipo de camisa) de San Juan Cancuc, otra comunidad chiapaneca.

La empresa acusó a Impacto de usar una fotografía con derechos de autor y forzó a que Instagram cerrase la cuenta de la organización, que contaba con más de 40 mil seguidores.

Impacto respondió con el nuevo hashtag y la cuenta @viernestradicional, una campaña para que la gente publique cada viernes sus ejemplos de auténticas ropas de pueblos originarios.

“La culpa también es de los compradores, que deben informarse sobre esos abusos, hacerse conscientes, tener respeto y practicar un consumo responsable. Siempre reclamamos autenticidad y al final compramos copias, no vemos ni nos interesa el trasfondo”, remarcó Andrea Velasco.

Velasco, una diseñadora que trabaja de forma colaborativa con las mujeres de Aguacatenango, puntualizó que además hay una incongruencia de pagar precios muy altos en una tienda y no quererlos gastar en una comunidad indígena.
El comercio local y sus abusos

Las tejedoras de esta comunidad aseguran que también se enfrentan a diario a la explotación de su trabajo por parte de los intermediarios urbanos.

“Una dedica dos semanas para terminar una chamarra (camisa) y le dan 150 pesos. Es muy poco, pero no nos queda más remedio que aceptarlo por necesidad”, se queja Margarita, otra artesana.

Los principales compradores son los comerciantes del mercado de Santo Domingo, de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, donde enjambres de extranjeros acuden a llevarse un recuerdo de la tradición indígena.

“Hay mucho regateo y hay una mafia que domina el mercado donde es muy difícil entrar a vender tu producto directamente. Eso incentiva que los coyotes (intermediarios) paguen lo mínimo”, critica Aguerrebere sobre los chamulas, la etnia indígena de la zona que controla el comercio local.

Asegura que los comerciantes abusan de las mujeres de Aguacatenango por su situación de vulnerabilidad. En la localidad, ocho de cada diez personas viven en condiciones de pobreza, según datos oficiales, y la mayoría de las menores abandonan la escuela antes de los diez años.

Estos días de fiestas patronales se ven hombres en el pueblo. No es común. La única actividad económica en la comunidad es la siembra y cosecha de maíz. Por esta razón, los campesinos suelen irse durante largas temporadas para trabajar en la construcción.

“Aquí la milpa no rinde. Uno se va a buscar la plata por otros lados. Nos vamos tres o seis meses por fuera”, cuenta Miguel, marido de María.

“El esposo no tiene trabajo fijo, a veces se van pero no encuentran nada. El único sustento seguro son nuestros textiles, es lo que nos mantiene”, añade Margarita.

Así, el trabajo de la mujer se convierte en el principal sustento de la economía familiar y, por ende, en una forma de autonomía para las mismas tejedoras.

“El bordado nos hace sacar adelante a nuestra familia. Cuando tejo tengo que echarle ganas porque pienso que con eso voy a alimentar a mis hijos”, concluyó Margarita.

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Fuente: Servindi

sábado, 22 de septiembre de 2018

Autocrítica y fundamentalismo.


José Ignacio González Faus

Frutos de la era postverdad, son la desaparición de toda autocrítica y la reaparición de los fundamentalismos.

La palabra autocrítica la encontré por primera vez en “El Ciervo” de mis años mozos, que pedía saber ser críticos con la propia Iglesia, envuelta entonces en un caparazón de sacralidad que la hacía intocable. Pese a acusaciones irritadas (“malos hijos”, “falta de amor a su madre”), la autocrítica acabó imponiéndose (unas veces bien hecha y otras mal, como suele pasar en las historias humanas).

Aquellas confesiones fueron generando propósitos de enmienda que cuajaron en el Vaticano II y han contribuido a que la Iglesia (con todos sus defectos) siga viva y haya dado ejemplos sorprendentes de calidad humana. Queda mucho por hacer pero queda también el balance de que la autocrítica, hecha con espíritu penitencial y no de resentimiento o protagonismo, acaba siendo fecunda aunque duela.

En un libro-antología de textos antiguos (”La libertad de palabra en la Iglesia y en la teología”), mostré que la Iglesia, al recuperar la autocrítica, recuperó la fidelidad a su propia tradición. Hoy en cambio, cuando tras algún atentado se nos dice que el terrorista “ha sido abatido”, nadie osa preguntar qué hay tras esa expresión ambigua. Y desde esta Catalunya en la que escribo, hay derecho a ser independentista o no serlo, pero ¿quién encontrará una mínima palabra de autocrítica en uno de los dos bandos? Y ¡mira que amos han hecho mal las cosas! Pero en ambos, la más mínima autocrítica supone el fin de una carrera política. Con lo que pasamos al punto siguiente.

El fundamentalismo es una identificación tan absoluta con las propias convicciones que considera débil y ofensivo el mero intento de pasarlas por el tamiz de una razón crítica. Los matices son como virus en su ordenador mental. Está tan seguro de sus propias posiciones y las vincula tanto con su identidad, que se siente dispensado de toda ley que las contradiga. Es una de las actitudes a las que más propensos somos los humanos, por nuestra necesidad de seguridad.

Se lo vincula con algunas sectas pseudocristianas de EE UU que toman literalmente todas las afirmaciones de la Biblia, sin aceptar no ya la crítica histórica sino ni siquiera los más elementales géneros literarios. Si el mito del Génesis dice: “Dios creó al hombre del barro de la tierra”, eso solo puede ser entendido en el sentido literal de modelar una figura de barro y luego soplar sobre ella. Que al hombre se le llame de Adam (en hebreo: terrícola) no aporta nada para entender la intención del relato bíblico…

Pero el fundamentalismo no es solo religioso. Es hora de caer en la cuenta de la presencia de actitudes fundamentalistas en la sociedad laica y, en concreto, en el campo político. Pues ahí es donde más nos pica hoy y donde más habrá que rascarse o ponerse alguna pomada razonante. Veamos ejemplos:

Un partido anegado por una riada de corrupción que no solo inundó a personas concretas sino al partido mismo, sufre una pérdida de votos que acaba posibilitando una moción de censura que lo saca del gobierno. Pues bien: la reacción ante un desastre, que reclamaba una seria regeneración, es enterrar toda autocrítica como si la corrupción no existiera, proclamar el orgullo partidista y girar a posiciones de extrema derecha, calificadas como centro-derecha y donde no hay más “centro” que el del ego-centrismo.

En sus discursos, ni un argumento ni una razón: solo eslóganes y peroratas (“vamos a dar miedo” etc). Su presidente (acosado por un master ambiguo) declara que no hay más ética que lo legal (ignorando que según santo Tomás la ley ha de mirar al bien común y no a la moral individual). Pero luego califican de “felonía” una moción de censura totalmente legal. Para ellos y Ciudadanos la intransigencia sustituye a la inteligencia.

Por el otro lado, la “sultana de la alegre Andalucía” proclama el orgullo de ser del PSOE como si fuera un partido concebido sin pecado original y ve ahí una razón para reclamar el voto. Para los independentistas no existe la Constitución ya antes de ser independientes. Y Puigdemont se permite decirle a Sánchez que “el tiempo de gracia termina”. Como si fuera Dios…

Según esos ejemplos, las únicas fuentes de autoestima son la incapacidad para enfrentarse con la realidad tal cual es, y la ausencia de honradez autocrítica. Así reaccionan cuando la porquería los envuelve de manera total, y tan pública que es imposible disimularla: “si he cometido algún error…”, dicen en situaciones donde sobra la condicional y solo cabe decir: “he cometido un robo mayúsculo”. ¡Qué contraste con el viejo Lao Tse: “de la humildad brota la grandeza”!…

Decían los sabios, con cierta preocupación que estábamos pasando del clásico “homo sapiens” al “homo oeconomicus”. Si Cicerón me permitiera el barbarismo añadiría que ahora estamos pasando al “homo chulus”. Mi antiguo profesor de latín no aceptará ese adjetivo, pero el lector lo entenderá sin esfuerzo.

Es pues hora de sembrar trigo de autocrítica entre tanta cizaña fundamentalista. Pues aquí se cumple a nivel grupal, una frase de Jesús: “quien quiere salvar su vida la pierde; y el que entrega su vida por una causa noble es el que la salva”. Fundamentalismos y falta de autocrítica acaban haciendo un daño inmenso a la causa que pretenden defender.

viernes, 21 de septiembre de 2018

El curioso caso de unos “refugiados” que piden a su gobierno que los regresen a su país.



Hoy estamos viviendo una tragedia con los desplazados que están hoy llegando a Colombia. Necesitamos la ayuda de la comunidad internacional.
En Venezuela hay de 4 a 5 millones de colombianos.
Si solamente se desplazan esos colombianos de nuevo a nuestro país, ya tenemos una tragedia como la que estamos viviendo”
Andrés Pastrana Arango, expresidente de Colombia


Carlos E. Lippo


Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), institución intergubernamental asociada a la ONU que se ocupa del fenómeno de las migraciones a nivel planetario, un migrante es cualquier persona que se desplaza o se ha desplazado a través de una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar habitual de residencia; siendo esa condición de migrante totalmente independientemente de: su situación jurídica; el carácter voluntario o involuntario del desplazamiento; las causas del desplazamiento; y la duración de su estancia.

Considero que de las varias categorías que engloba el término migrante revisten particular gravedad, debido al terrible drama humano asociado a ellas, la categoría de los refugiados y la de los desplazados internos.

La categoría de los refugiados, porque con arreglo al estatuto de refugiados de la ONU, ellos son personas que se han visto obligadas a abandonar el país del que son originarias o en el que han residido habitualmente debido a un temor fundamentado de persecución por razones de etnia, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social u opiniones políticas, y que no pueden o no quieren reclamar la protección de su país para poder volver.

Los desplazados internos, porque se trata de personas que se han visto forzadas a dejar su hogar, aunque manteniéndose dentro de las fronteras de su país por causas que normalmente son: la violencia generalizada, los conflictos armados y las violaciones masivas a los derechos humanos; dándose el caso de que algunas veces son amparadas por su gobierno, pero en otros es el mismo gobierno el causante de su desplazamiento.

Con arreglo a una reciente investigación (1) de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), nuestra vecina Colombia se encuentra detentando por segundo año consecutivo el más alto sitial mundial en lo que a desplazados internos se refiere, con 7,7 millones de habitantes desplazados dentro de su territorio, cifra cercana al 20 % de su población total. Algo que resulta totalmente contradictorio es que tan espeluznante cifra, sustancialmente mayor de la de Siria que padece desde 2011 una cruenta guerra promovida por el imperio y sus aliados de la OTAN, ha sido alcanzada durante el primer año completo de implementación de los acuerdos de paz con las FARC, a cuyo accionar había venido atribuyendo tendenciosamente el gobierno la existencia de la mayor parte de los desplazados. La creciente cantidad de asesinatos de líderes sociales y defensores de los derechos humanos así como los de ex miembros de las FARC registrada durante el mismo período (2), da pie para pensar que la cantidad de desplazados habrá de aumentar durante 2018 y que la causa fundamental de los desplazamientos no era precisamente el accionar de esta fuerza insurreccional.

Así mismo, en lo que respecta a migrantes totales, la cantidad alcanzada por Colombia, unos 12 millones de personas, cerca del 30 % de su población, según estimaciones divulgadas recientemente por el Presidente Maduro (3), le asegura un primer lugar en esa categoría en el ámbito de la región suramericana, siendo así mismo, y con mucho, el país suramericano que menos migrantes acoge dentro de sus fronteras.

De esa inmensa cantidad total de migrantes colombianos, unos 5,6 millones (46,66 %) viven en Venezuela según las mismas estimaciones divulgadas por el Presidente Maduro. A aquellos que puedan considerar exagerada esta cifra debería bastarles con el hecho de que Andrés Pastrana Arango, expresidente de Colombia durante el período 1998-2002 y uno de los más aviesos detractores de la Revolución Bolivariana, poseedor de un extenso prontuario de acciones injerencistas ejecutadas en nuestro propio territorio ha admitido con singular desparpajo en diferentes oportunidades, la más reciente de ellas en la entrevista de la cual se extrajo la cita que da inicio a este artículo (4), que en Venezuela viven entre 4 y 5 millones de sus compatriotas.

Siendo oportuno señalar que esa inmensa cantidad de ciudadanos colombianos que han recibido refugio en Venezuela, representando casi el 20 % de nuestra población actual, tienen acceso a empleo remunerado, atención de salud gratuita, educación gratuita para sus hijos y vivienda propia a ser pagada con arreglo a sus posibilidades económicas en el marco de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Pero no sólo colombianos viven entre nosotros, ya que en nuestro territorio hemos acogido nacionales de todos los países de la región y del mundo, que sumados alcanzan cerca del 30 % de nuestra población. Venezuela es pues, aún en medio de la severa crisis económica que estamos padeciendo, uno de los países de la región con mayor cantidad de inmigrantes.

Ha de servir esta extensa introducción para dejar plenamente establecido: que no todo aquel que emigra de su país es un refugiado; que la élite gobernante de Colombia que es, y con mucho, la que más denigra de nosotros en la región a causa de nuestros migrantes, carece totalmente de autoridad moral sobre el tema por ser la responsable de que ese país ocupe el primer lugar en el mundo en materia de desplazados internos y sea el de mayor cantidad de migrantes de la región suramericana; y que aun en medio de la crisis económica por la que estamos atravesando seguimos acogiendo una importante cantidad de inmigrantes procedentes de la región así como de todos los rincones del mundo.

Entrando de lleno en el tema central de estas notas es necesario comenzar diciendo que si bien no nos encontramos en medio de una crisis humanitaria, tal como el imperio y sus aliados han pretendido establecer apoyándose en su gigantesco aparato propagandístico, si estamos padeciendo una crisis económica señalada entre otros por el experto independiente de la ONU Albert de Zayas, en un informe presentado ante la Consejo de Derechos Humanos de la ONU el 10 de septiembre del presenta año (5); informe en el cual el citado experto además de señalar que dicha crisis no es en nada comparable con las verdaderas crisis humanitarias existentes actualmente en países como Yemen, Libia, Siria, Irak, Haití, Malí, la República Centroafricana, Sudán, Somalia o Myanmar, sostiene además que las sanciones económicas contra Venezuela, de la naturaleza y el alcance de las ordenadas desde Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, causa fundamental de la crisis a juicio nuestro, “contravienen el espíritu y la letra de la Carta de las Naciones Unidas” porque “afectan a poblaciones inocentes”.

Como es natural, por efecto de esa crisis se ha venido produciendo un flujo migratorio hacia los países de la región que, tal como ya señalásemos en un trabajo anterior (6) con apoyo en recientes informes de la OIM y ACNUR, dista mucho de tener las dimensiones que le han venido atribuyendo tendenciosamente los gobiernos de dichos países y está motivado por razones económicas, factor que muy poco o nada tiene que ver con la condición de “refugiados” que se ha intentado proyectar hacia el mundo.

Un reciente informe de ENCOVI (Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana, proyecto desarrollado por un equipo multidisciplinario de alto nivel perteneciente a tres de las universidades más importantes del país: USB, UCV y UCAB, todas ellas de tendencia fuertemente opositora a la Revolución Bolivariana) (7), al mostrar que el 72 % de la población migrante venezolana corresponde a los estratos sociales económicamente más favorecidos (clases alta, media alta y media), pone en evidencia que tal migración no debe representar una carga económica de mucha consideración para los países receptores, que por el contrario se tienen que haber visto favorecidos por un inusitado ingreso de divisas fuertes y una mano de obra que en su gran mayoría es altamente calificada. Este hecho aunado a que según el mismo informe sólo un 3 % de los migrantes dicen haber migrando por razones de orden político debería ser más que suficiente para demostrar que no se trata de refugiados, como los gobiernos de los países receptores han querido hacer ver con el doble propósito de agradar al imperio, al intentar convalidar la tesis de que Venezuela representa una amenaza para la seguridad regional debido a la avalancha de “refugiados” que estaría volcando sobre ellos y al mismo tiempo procurarse una buena porción de los recursos financieros ofrecidos por los Estados Unidos y la Unión Europea para ayudar a paliar la presunta “crisis humanitaria”.

Es oportuno y necesario señalar que esta emigración también ha sido estimulada mediante una campaña mediática de terror, por medio de la cual se ha hecho ver a Venezuela como un país en el que no se puede vivir por múltiples razones, entre las cuales se encuentran el aumento sostenido de los precios, la inseguridad o las pocas posibilidades de ascenso social, al mismo tiempo que se ha intentado hacer creer que cualquier destino fuera de nuestras fronteras, representa una mejor alternativa de vida. Esta campaña aunada a otra denunciada por el presidente Maduro y el vicepresidente de comunicación, cultura y turismo, Jorge Rodríguez, según la cual desde varios países de la región como Colombia, Chile y Perú, se hicieron ofertas engañosas de empleos de baja calificación pero bien remunerados, ha debido ser la causa de que buena parte de ese otro 28 % de personas pertenecientes a los sectores menos favorecidos de nuestra población, de los que habla el mismo informe, tomasen la decisión de emigrar.

Una parte de este grupo de conciudadanos son aquellos cuyo destino laboral se ha visto relacionado con la venta de comida en las calles y labores agrícolas temporales, o han tenido que solicitar ayuda de otros nacionales o hasta dedicarse a la mendicidad, factores por los cuales han sido objeto de explotación laboral y de mafias que se dedican a la trata de personas y en muchos casos han sido víctimas de ataques de xenofobia en países como Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, cuyos nacionales migrantes reciben y han recibido siempre un trato digno y considerado dentro de nuestras fronteras, motivo por el cual no han optado por abandonar masivamente el país sino que aún permanecen entre nosotros compartiendo las dificultades derivadas de la crisis económica.

Desde que el 28 de agosto pasado casi un centenar de conciudadanos fueron repatriados del Perú como parte de una operación totalmente financiada por el gobierno venezolano, como corresponde a un gobierno responsable y presto a resolver los problemas de sus ciudadanos dentro y fuera de las fronteras (8), se cuentan ya por miles (unos 2.780 al 11/09/2018) (9), los compatriotas que han regresado voluntariamente de Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, en el marco del “Programa Vuelta a la Patria”, destinado a la atención de los migrantes venezolanos que, encontrándose en situación de vulnerabilidad en alguno de los países de la región, decidan regresar voluntariamente. Son precisamente ellos, parte de los protagonistas de ese curiosísimo caso de unos mal llamados refugiados que, contrariando todos los supuestos, piden ayuda a su gobierno para regresar a su país.

El total desmontaje de la despreciable patraña urdida sobre la existencia de una crisis humanitaria en Venezuela por vía de mecanismos diplomáticos como la presentación del ya señalado informe De Zayas en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, importante instancia de la cual Estados Unidos se ha retirado recientemente, aunado al palmario desmentido del infundio de que nuestros migrantes eran unos refugiados, logrado por vía de los hechos ante el nutrido grupo de compatriotas migrantes que ha regresado voluntariamente al país a pesar de la crisis y el más nutrido aún que trata de regresar, han tenido el nada desestimable efecto de hacer bajar sustancialmente la intensidad y el tono de las campañas mediáticas desplegadas sobre estos temas por el imperio y los gobiernos cipayos de la región, con el insano propósito de hacer aparecer a Venezuela como una amenaza para la seguridad regional y justificar de esa forma su intervención militar. Sin embargo, como era de esperarse no lograron el efecto de detener las acciones injerencistas representadas durante la semana que hoy termina por acciones como: una reunión oficiosa del Consejo de Seguridad de la ONU y una visita del secretario Almagro a Colombia.

Sobre la reunión oficiosa del Consejo celebrada el día 10, un auténtico aquelarre diurno protagonizado por Nikki Haley en su condición de presidenta temporal de esa instancia, además de comentar su nada diplomática e infundada acusación a Diosdado Cabello, presidente de nuestra Asamblea Nacional Constituyente de ser responsable de una red de narcotráfico que lleva cargamentos de droga desde Venezuela a Europa (10), sólo cabría reseñar la presentación de Miguel Ángel Martín (11), un desconocido jurista que preside el írrito TSJ en el exilio, a quien el imperio estaría promoviendo como presidente de un eventual gobierno venezolano en el exilio que sea capaz de solicitar la intervención.

En cuanto a la gira de Almagro, motivada por el interés de ponerle la mano a la mayor cantidad de los recursos financieros que fuesen aportados para paliar la inexistente crisis migratoria, sólo valdría la pena reseñar una visita suya a la ciudad fronteriza de Cúcuta, en donde con aires de “mariscal de campo” caído en desgracia se atrevió a decir, como si estuviese pasando revista a la fuerza militar multilateral, que la intervención de Venezuela era una de las opciones a considerar para defenestrar al Presidente Maduro (12).

Al concluir estas notas debo señalar con particular beneplácito que habiendo ya concluido las Maniobras Navales UNITAS LIX no se produjo, por razones que habremos de analizar en detalle en próximos artículos, la intervención militar asociada a ellas que fuese pronosticada en artículos anteriores; no obstante, hechos como los dos señalados en los párrafos anteriores desafortunadamente nos demuestran que la amenaza de invasión está muy lejos de haber sido conjurada.

¡Hasta la Victoria Siempre!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(1) https://www.telesurtv.net/news/colombia-ranking-desplazados-internos-refugiados-acnur-20180620-0061.html

(2) https://www.nodal.am/2018/07/colombia181-lideres-sociales-y-67-exmiembros-de-farc-asesinados-en-los-ultimos-dos-anos-segun-fiscalia/

(3) http://albaciudad.org/2018/09/maduro-venezuela-exigira-indemnizacion-a-colombia-por-56-millones-de-sus-ciudadanos-viviendo-en-el-pais/

(4) http://reporteconfidencial.info/noticia/3312650/ex-presidente-andres-pastrana-la-paz-de-colombia-pasa-por-la-democracia-en-venezuela/

(5) http://albaciudad.org/2018/09/informe-alfred-de-zayas-experto-onu-sobre-venezuela/

(6) https://www.alainet.org/es/articulo/195221

(7) https://www.ucab.edu.ve/wp-content/uploads/sites/2/2018/02/Presentaci%C3%B3n-Emigraci%C3%B3n-ENCOVI-2017-1.pdf

(8) https://www.voanoticias.com/a/venezolanos-que-huyeron-a-per%C3%BA-regresan-en-vuelo-pagado-por-gobierno-de-maduro/4563859.html

(9) https://www.telesurtv.net/news/Plan-Vuelta-a-la-Patria-desmonta-tesis-de-crisis-humanitaria-en-Venezuela-20180910-0036.html

(10) https://www.voanoticias.com/a/consejo-de-seguridad-de-la-onu-trata-situaci%C3%B3n-en-venezuela/4564690.html

(11) http://talcualdigital.com/index.php/2018/09/10/eeuu-opta-por-formula-arria-en-crisis-venezolana-para-evitar-veto-de-rusia/

(12) https://actualidad.rt.com/actualidad/288692-almagro-no-descartar-intervencion-militar-venezuela

Caracas, septiembre 16 de 2018

jueves, 20 de septiembre de 2018

El pan y la paz amenazados.


Evaristo Villar

Universidad Andina Simón Bolívar de Quito (Ecuador), 23 agosto 2018.
Reflexión presentada en el Simposio Internacional de Quito (Ecuador) “La justicia y la paz se besan”: Jubileo en homenaje a Mons. Leonidas Proaño a los 30 años de su resurrección y a los 50 años de la Conferencia de Medellín. 

La amenaza sobre el pan y la paz ha sido un desafío permanente para el ser humano. Desde el maná que reclamaban los exiliados israelitas de Egipto hasta la conquista del paraíso, soñado y prometido tantas veces, la tensión entre el “danos hoy nuestro pan de cada día” y la tentación del pan (“no solo de pan vive el hombre”) nos ha acompañado siempre. Y con la tensión, también el conflicto y la guerra.

Las guerras por el pan llenan la historia. También las propuestas de pan abundante. Desde las más radicales —como la de Jesús de Nazaret en la multiplicación de los panes (Mc 6, 38 y ss.; 8, 1 y ss.) o la de Carlos Marx— hasta las que se siguen haciendo en nuestros días, las propuestas de pan, alternativas a la precariedad actual, nunca han cesado en la historia humana.

No voy a entrar ahora en este enmarañado campo de las promesas y su cumplimiento. Mi propósito es más modesto: se trata tan solo de ver hasta qué punto y cómo el compromiso de hoy con el pan y con la paz puede inspirarse, salvando las distancias, en los intentos realizados en el último medio siglo por quienes hicieron posible Medellín 68, entre los que destacó, con luz propia, Mons. Proaño.

1. Un contexto alarmante

Con ocasión del 50 aniversario de Mayo 68, visto in extenso, se ha escrito mucho, pero me han interesado sobre todo las reflexiones del tenor siguiente. El siglo XX se puede dividir en dos mitades: la primera, muy violenta (con dos guerras mundiales, 1914-18 y 1939-45) y la segunda, dominada por la guerra fría (con muchos conflictos regionales) y el miedo a la posible hecatombe nuclear. Al final de siglo, con la Caída del Muro de Berlín (1989), aparece un panorama que es doblemente interesante tanto por lo que se derriba como por lo que se desvela.

* Se derriban los sistemas comunistas, alternativa al capitalismo, y esto conlleva un colapso de los Movimientos de Liberación Nacionales en el Tercer Mundo. Lo que supone la quiebra del paradigma “emancipador” que había venido impregnando a toda la izquierda en la segunda mitad del siglo XX. Una izquierda que había creído descubrir en el proletariado el sujeto social capaz de implantar, por la lucha de clases, el socialismo y la igualdad. (Esta caída del muro también sacudió las políticas socialdemócratas reformistas que, desde entonces, no han levantado cabeza).

* En segundo lugar, se ha desvelado que estamos inmersos en un monosistema mundial —siempre en crisis, de la que renace como el ave fénix— que apoya su expansión económica y financiera sobre una revolución tecnológica brutal y en la mundialización de un mercado desregulado y competitivo. Este monosistema está impidiendo la generación de pan para todos y todas y está poniendo, en desafío constante, la paz.

Por su propia lógica darwinista, el sistema único está agrandando la brecha de desigualdad entre países ricos y empobrecidos. El mundo rico del Norte (simbólico) ya no necesita al Sur como esclavo, le bastan sus materias primas, sus tierras; no necesita sus gentes como mano de obra barata, el trabajo lo hacen hoy las máquinas. Al pueblo se le excluye, se “descarta”, como gusta de repetir frecuentemente Francisco.

El PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) viene reflejando periódicamente esta brecha de la desigualdad. En sus últimos informes, después de mostrar su satisfacción por los logros alcanzados con los Objetivos del Milenio y de cara a la Agenda del 2030 —en la que, entre otros objetivos se fija erradicar la pobreza extrema, poner fin al hambre y reducir la desigualdad de género— refleja algunos datos que siguen siendo muy preocupantes. Tomo solo algunos ejemplos directamente relacionados con nuestro propósito:
* La desigualdad ante el pan: el 1% de la población posee el 46% de la riqueza; el 99% tiene que contentarse con el 54%. Es decir, 700 millones de personas acaparan en el mundo casi tanto como las 6.300 millones restantes.

* Con referencia al hambre: 1 de cada 9 seres humanos (que representa unos 700 millones) padece hambre. Juan Carlos García Cebolla, jefe del Equipo de Derecho a la Alimentación de la FAO, dejaba el pasado año en Madrid (II Conferencia contra el Hambre, Madrid 2017) unos datos parecidos: 793 millones sufren desnutrición crónica; 2.000 tienen carencias de nutrientes, y 600 millones padecen obesidad.

* La mujer, la mayor víctima del pan: además de admitir que la pobreza se ha feminizado —ya a principios de siglo el PNUD había dado la alarmante cifra de que las ¾ partes de pobres son mujeres—, ahora aporta otros datos bien llamativos de su ausencia del poder real —solo un 23% de las mujeres en el mundo son parlamentarias—.
* Inmigrantes y refugiadxs: a principios de siglo el PNUD reflejaba ya la existencia de la población mundial migrante en el 2,3%, (es decir, 161 millones). Ahora, debido a las guerras y la hambruna, habla de 244 millones, la mayoría refugiadxs, de los que 65 millones carecen de protección social alguna. (No entro ahora en las migraciones forzadas de América Latina o de EE.UU. Soy testigo de que el desconcierto que está atravesando la Unión Europea en este campo es monumental y vergonzante).

Solo una breve referencia a la paz. No es necesario ser politólogo para ver que detrás de la geopolítica y los conflictos y guerras de hoy se oculta, como siempre, la lucha por la hegemonía del pan. Según la Escola de Cultura de Pau —Centro de Investigación sobre la Paz, conflictos armados y Derechos Humanos, creado por la UNESCO en la Universidad Autónoma de Barcelona, que ofrece cada tres meses un informe de situación mundial sobre el tema— actualmente hay 22 países en guerra, siendo los continentes africano y asiático (con unos 300.000 niños soldado) los más afectados. En Occidente siguen teniendo presencia diaria en los medios las guerras de Siria e Israel/Palestina; y menos (a veces olvidada) la guerra de exterminio que Arabia Saudí y los Emiratos Árabes están llevando a cabo en Yemen. Hay guerras viejas que se mantienen desde la lejanía de la historia, como la de Birmania (desde 1948, año de su independencia del Reino Unido) o la Israel/Palestina (desde la misma proclamación del Estado de Israel en 1948).

2. El pan, la paz y la vida
Sin pan no hay vida; y, sin paz, tampoco se produce el pan, necesario para la vida. La vida, en última instancia, depende del pan y de la paz.
Nunca agradeceremos suficientemente a la II Conferencia de Medellín el haber acercado el cristianismo latinoamericano a esta realidad tan básica, su apuesta por el pan y por la paz. A una conciencia cristiana que, inspirada en el Evangelio de Jesús, proclama la igualdad y solidaridad de todos los seres humanos, no le puede resultar nunca indiferente la proyección o dimensión social del cristianismo. Desde esta conciencia social, la II Conferencia de Medellín se hizo cargo de la realidad del continente, la calificó desde la inspiración cristiana y propuso la Promoción humana fundada en la justicia y la paz como vía de salida.

* Ante el reto del pan, Medellín se hizo cargo del empobrecimiento socioeconómico del continente, sumergido bajo el desarrollismo reinante, y en vísperas de incrementar sus niveles de pobreza con la inminente implantación de la Alianza para el Progreso —una especie de Plan Marshall que, contra el mal ejemplo de Cuba, pretendía controlar desde el Imperio el desarrollo del que considera su Patio Trasero—. En esta situación, Medellín apostó por mirar el continente desde la Teoría de la Dependencia (de los científicos del CEPAL, Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la UNO) que trataba de romper la relación causal entre el bienestar del primer mundo y la precariedad y empobrecimiento del resto. Desde la dependencia aparece la verdadera causa de “la miseria que margina a grandes grupos humanos y la frustración de legítimas aspiraciones que crea el clima de angustia colectiva”. Y, confrontada con la igualdad y la justicia de Evangelio, la miseria y la angustia colectiva son “un hecho que clama al cielo” y que exige un cambio de rumbo urgente: la promoción humana. (Cfr. La Iglesia ante la actual transformación de América Latina. Medellín: conclusiones. Promoción humana 1. Justicia).

* Ante el desafío de la paz, Medellín constata las consecuencias dramáticas que el empobrecimiento está teniendo en el contexto sociopolítico del continente. Una situación muy crispada debido a la ideología de la “Seguridad Nacional”, implantada a sangre y fuego por las Juntas Militares impuestas por el Imperio y la proliferación de las guerrillas populares que se multiplican a todo lo largo y ancho del continente. En este contexto de crispación Medellín se inspira en la constitución Gaudium et Spes del Vaticano II y en la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI para entender y denunciar valientemente la situación: “Si el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”, el subdesarrollo latinoamericano, con características propias en cada uno de los países, es una injusta situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz” (cfr. La Iglesia en a actual transformación de América Latina a la luz del Concilio. Medellín: Conclusiones 2. Paz).
A juicio de Gustavo Gutiérrez, “este mirar cara a cara sus problemas” y descubrir que, además de las guerras, “la pobreza no era el único pero sí el más grande desafío al anuncio del Evangelio”, fue la mayor aportación significativa de la Conferencia de Medellín.

3. ¿Qué podemos hacer hoy? Una respuesta posible (Mons. Proaño)
En definitiva, si el pan y la paz, la justicia y la paz, están íntimamente relacionadas con la vida, esto nos exige alguna respuesta.
Lo decía proféticamente Mons. Proaño: “estamos obligados a volver a las fuentes para redimir la vida… Debemos actuar antes de que sea demasiado tarde, antes de que la ambición y la locura de unos hombres conviertan a nuestro planeta Tierra en una luna muerta, en un cementerio del espacio”.

Acoger hoy este encargo de Monseñor Proaño supone, al menos estas dos convicciones:
a) Que, enfrentados como estamos a estos dos grandes desafíos del pan y de la paz, debemos hacerlo con la confianza de que vamos a superarlos con éxito, porque “la humanidad siempre ha encontrado soluciones a los grandes retos”; y b), que, en este viaje, siempre podemos mirar de reojo el ejemplo de la Madre Tierra, la Pacha Mama, pues “la naturaleza es la única empresa que nunca ha quebrado”.

Con estas convicciones necesitamos optar por una de las dos alternativas siguientes:
1ª Tomar conciencia de que la solución capitalista neoliberal, no por ser la mundialmente imperante, es la más acertada, ni la más inteligente. Ya no podemos seguir confundiendo desarrollo con crecimiento indefinido, solo los locos y los economistas podrían hacerlo; ni tampoco podemos seguir confiando en que los pueblos con mayor crecimiento económico van a ser los mejores guardianes de la paz (ahí tenemos, como esperpéntico ejemplo, a Mr. Trump).

El crecimiento tiene límites porque la tierra es finita y actualmente está en situación agónica. Ya no puede dar pan para toda la humanidad. (Desde el 01 de agosto, según los expertos en el tema, hemos agotado el presupuesto ecológico que genera la Tierra para todo el año; y ya desde 1970 se viene advirtiendo que la huella ecológica va creciendo en proporción alarmante. De seguir a este ritmo, para el 2050 se necesitarán tres Planetas Tierra para alimentar a la humanidad).

[El Occidente desarrollado y guerrista ha cedido a la “tentación del pan”, rompiendo nuestra vinculación vital con la tierra. Nos hemos creído, justificándolo en dudosos planteamientos bíblicos (Lyn White), dueños de la Tierra y que sus recursos eran ilimitados. Pero ya es hora de empezar a pensar que con menos harina, por más que agrandemos el horno o multipliquemos los cocineros, no vamos a producir más pan].

En definitiva, el capitalismo no resuelve sino acrecienta el problema del pan y pone en constante riesgo la paz.

2ª La solución ecológica. No obstante, hay vida más allá de la economía occidental y capitalista. Aunque minoritaria y más selectiva, existe también la “economía ecológica”, la que ya desde los años 90 se llamaba “biomímesis” o ciencia que estudia y toma la naturaleza como fuente de inspiración. Más tarde se ha llamado “bioeconomía” o ciencia de la gestión de la sostenibilidad.

Esta forma de abordar la cuestión del pan no pone su mayor acento en el crecimiento cualquier precio, —registrable en el PIB o bienes y servicios sin más—, sino en todo aquello que hace que “la vida valga la pena ser vivida”.

Su mayor riqueza o novedad no está en la acumulación de bienes materiales, sino en el tiempo que tenemos para vivir, soñar, amar. Y este tiempo se limita cuando tenemos que emplearlo en cuidar los bienes, protegerlos, defenderlos, etc.
Esta forma de asegurarnos el pan y la paz de cada día, y evitar los conflictos y la guerra, da mayor importancia al bien-estar que al bien-tener, más al buen-vivir/convivir que al vivir-bien.

El Sumak Kawsay que refleja, entre los pueblos originarios, otro modo alternativo de abordar el problema del pan y de la paz, puede aportarnos una buena ayuda para superar la política económica neoliberal que no solo no ha encontrado el modo de hacer frente con éxito a los problemas del pan y de la paz, sino que, con su apuesta por el crecimiento sin límites y su forma de producción, los acrecienta.

En la actualidad, varios países, entre ellos Bolivia y el Ecuador, han inspirado sus constituciones en el Sumak Kawsay. Los 16 artículos en los que la constitución ecuatoriana recoge diferentes dimensiones prácticas del buen-vivir muestran un buen ejemplo a seguir. El preámbulo de la Constitución comienza así: “Nosotros y nosotras el pueblo soberano del Ecuador, reconociendo nuestras raíces milenarias, forjadas por mujeres y hombres de distintos pueblos, celebrando a la naturaleza, la Pacha Mama, de la que somos parte y que es vital para nuestra experiencia… (sigue una larga invocación a Dios, a las religiones y a la sabiduría de las diversas culturas), decidimos construir una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el Sumak Kawsay”, etc.

Finalmente, esta apuesta por el buen vivir para un cristiano no está lejos de la utopía del Reino de Dios anunciado por Jesús de Nazaret.