domingo, 23 de septiembre de 2018

Denuncian a marcas internacionales por plagio de diseños indígenas.

Denuncian plagio de diseños indígenas mexicanos (Foto: Periódico Central)

La ONG Impacto denunció que seis marcas internacionales de ropa han copiado los diseños de varios pueblos indígenas de México, sin reconocer su autoría ni brindar una compensación económica. 

Se trata de la marca española Zara, la firma española Santa Marguerite, la tienda Inditex, el sello Forever 21, la marca francesa Christian Dior y el sello That´s It!.

Las firmas mencionadas son acusadas de robar las creaciones de los pueblos originarios de los estados de Oaxaca, Hidalgo y Chiapas. 

Según el informe del periódico Central, en México, las artesanas no solo deben lidiar con el impacto negativo que trae el plagio a su economía, sino que deben enfrentar la explotación de su trabajo por parte de los comerciantes urbanos.
Las artesanas de Aguacatenango 

“Hace dos años vinieron unos chinos, nos exigieron mucho trabajo, nos pagaron muy poco, vinieron solo dos veces y ya no aparecieron más”, apunta a eldiario.es María Méndez.

Esta es su principal hipótesis del origen del plagio denunciado, aunque también indican que podrían haberlo “robado” de imágenes obtenidos en redes sociales.

Méndez denuncia que los efectos son dañinos para la frágil economía de la comunidad.

“Nos afecta bastante porque la gente ya no nos compra a nosotras, ya que lo pueden encontrar en una tienda o nos dicen que son parecidos. Perdemos ese beneficio, que es nuestro principal sustento en el hogar”, comentó.

Además, declaró que los dibujos de sus prendas representan la manera de cómo su comunidad ve el mundo y son un símbolo de identidad que todavía hoy visten.

“Es una falta de respeto porque esos bordados son de nuestros ancestros, que nos enseñaron nuestros abuelos cuando fuimos creciendo, y así de generación en generación. Es una tradición, no es justo que la copien”, asegura.

María puede producir con mucha dedicación cuatro prendas al mes, ya que son hechas a mano; por ellas obtendrá aproximadamente 400 pesos. Mientras que Zara tarda solo unos minutos en fabricar sus prendas y las vende a unos 599 pesos mexicanos.
Desprotegidas ante multinacionales

Es la segunda vez que las artesanas de Aguacatenango denuncian que Zara ha utilizado sus diseños tradicionales sin tenerlas en cuenta, ya lo hizo en el 2016 con otra blusa, según explican.

Desde el año 2012, Impacto ha documentado ocho marcas internacionales que han copiado los bordados de pueblos originarios mexicanos de los estados de Oaxaca, Hidalgo y Chiapas sin reconocer los derechos de autoría o compensando a sus artesanas económicamente.

“Hay una protección al patrimonio individual con los derechos de autor, pero no al patrimonio colectivo que lleva cientos de años”, indicó Adriana Aguerrebere, directora de Impacto para eldiario.es.

Indicó también que la legislación no las protege porque no hay una organización colectiva que pueda hacer vinculante una ley y las autoridades no atienden estos casos.

Asimismo, el pasado octubre, publicaron en Instagram la imagen de una prenda de la marca estadounidense Santa Marguerite para advertir de que fue copiada de un huipil (tipo de camisa) de San Juan Cancuc, otra comunidad chiapaneca.

La empresa acusó a Impacto de usar una fotografía con derechos de autor y forzó a que Instagram cerrase la cuenta de la organización, que contaba con más de 40 mil seguidores.

Impacto respondió con el nuevo hashtag y la cuenta @viernestradicional, una campaña para que la gente publique cada viernes sus ejemplos de auténticas ropas de pueblos originarios.

“La culpa también es de los compradores, que deben informarse sobre esos abusos, hacerse conscientes, tener respeto y practicar un consumo responsable. Siempre reclamamos autenticidad y al final compramos copias, no vemos ni nos interesa el trasfondo”, remarcó Andrea Velasco.

Velasco, una diseñadora que trabaja de forma colaborativa con las mujeres de Aguacatenango, puntualizó que además hay una incongruencia de pagar precios muy altos en una tienda y no quererlos gastar en una comunidad indígena.
El comercio local y sus abusos

Las tejedoras de esta comunidad aseguran que también se enfrentan a diario a la explotación de su trabajo por parte de los intermediarios urbanos.

“Una dedica dos semanas para terminar una chamarra (camisa) y le dan 150 pesos. Es muy poco, pero no nos queda más remedio que aceptarlo por necesidad”, se queja Margarita, otra artesana.

Los principales compradores son los comerciantes del mercado de Santo Domingo, de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, donde enjambres de extranjeros acuden a llevarse un recuerdo de la tradición indígena.

“Hay mucho regateo y hay una mafia que domina el mercado donde es muy difícil entrar a vender tu producto directamente. Eso incentiva que los coyotes (intermediarios) paguen lo mínimo”, critica Aguerrebere sobre los chamulas, la etnia indígena de la zona que controla el comercio local.

Asegura que los comerciantes abusan de las mujeres de Aguacatenango por su situación de vulnerabilidad. En la localidad, ocho de cada diez personas viven en condiciones de pobreza, según datos oficiales, y la mayoría de las menores abandonan la escuela antes de los diez años.

Estos días de fiestas patronales se ven hombres en el pueblo. No es común. La única actividad económica en la comunidad es la siembra y cosecha de maíz. Por esta razón, los campesinos suelen irse durante largas temporadas para trabajar en la construcción.

“Aquí la milpa no rinde. Uno se va a buscar la plata por otros lados. Nos vamos tres o seis meses por fuera”, cuenta Miguel, marido de María.

“El esposo no tiene trabajo fijo, a veces se van pero no encuentran nada. El único sustento seguro son nuestros textiles, es lo que nos mantiene”, añade Margarita.

Así, el trabajo de la mujer se convierte en el principal sustento de la economía familiar y, por ende, en una forma de autonomía para las mismas tejedoras.

“El bordado nos hace sacar adelante a nuestra familia. Cuando tejo tengo que echarle ganas porque pienso que con eso voy a alimentar a mis hijos”, concluyó Margarita.

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Fuente: Servindi

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