domingo, 7 de mayo de 2017

"La situación de la mujer en la Iglesia es una injusticia, una pérdida y un pecado"


"La Teología de los signos de los tiempos es el futuro de la teología"
Jorge Costadoat sj: "La situación de la mujer en la Iglesia es una injusticia, una pérdida y un pecado"
"Es difícil pensar que vaya a haber un Papa como éste: audaz, que habla sin papeles"

José Manuel Vidal, 06 de mayo de 2017.-

El Papa habla sin temor a equivocarse. Algo totalmente nuevo. En consecuencia, si el papa habla y se equivoca, los demás podemos hacer lo mismo. Y no hay un drama

Jorge Costadoat, teólogo e investigador

El prestigioso teólogo jesuita chlileno, Jorge Costadoat, aúna la profundidad intelectual con una clara capacidad crítica y de denuncia profética. En esta última clave, denuncia que la situación de la mujer en la Iglesia es "una injusticia, una pérdida y un pecado". Además cree que, a largo plazo, podríamos ir hacia un "cristianismo no clerical", que el futuro de la Teología está "en la teología de los signos de los tiempos", al tiempo que reconoce la inmensa labor reformista del Papa Francisco.

El padre Jorge Costadoat está en España para presentar el libro que tiene entre sus manos titulado "Francisco: palabra profética y misión. Homilías, discursos y testimonios" editado por la revista Reflexión y liberación, por Religión Digital y por Mensajeros de la Paz, donde tiene un capítulo, porque es un libro coral escrito por mucha gente. Y con los discursos del Papa. Un libro de apoyo a Francisco, sobre todo.

Bienvenido, padre Jorge.

Muchas gracias.

¿Cuál es tu situación personal en este momento? ¿Eres el director del centro Larraín?

No, lo fui por 12 años. Y hacia el final del año pasado dejé este cargo y lo tomó Fredi Parra, que fue anteriormente decano de la facultad de Teología de la Universidad Católica en Chile. Ahora trabajo como investigador del centro.

¿Investigador de ese centro?

Sí, sigo contratado por la Universidad Católica, dedicado por completo a la investigación, y en particular hago investigación en el centro teológico Manuel Larraín.

Los nuevos vientos del papa Francisco, en tu caso, ¿no se notan?

Para nada.

Tú te viste represaliado, obligado, un poco, a dejar la missio canónica por parte del cardenal Ezzati, en momentos en los que ya estaba el Papa Francisco. Es decir, que no estamos hablando del antiguo régimen.

Sí, no pesó para nada esto del nuevo Papa. Ni siquiera siendo yo un jesuita.

¿Te dolió aquello?

Mucho, sí. La verdad es que yo estaba con tarjeta amarilla. Había tenido dificultades hace tiempo, primero, con la Congregación para la Doctrina de la Fe. Eso terminó hace unos 12 años. Y después, Ezzati, tres años antes de lo que ocurrió hace dos años, me había advertido que yo estaba a punto de la segunda amarilla. Nunca tuve claro de qué se trataba el problema. Fue una respuesta muy vaga y hasta ahora no sé exactamente cuál ha sido el problema.

Te sacaron la amarilla, no la roja: sigues siendo jesuita, trabajando en la universidad.

Yo nunca he tenido ningún problema con la Compañía de Jesús. El problema era la Universidad. Uno pertenece a la Universidad católica como teólogo en la medida que tiene la confianza del obispo. Es el obispo el que te da la missio canónica.

Porque la Universidad Católica pertenece al arzobispado de Santiago.

Exactamente. Entonces, cuando me cita el obispo y me dice que no me da la missio canonica, pensé que iban a echarme, simplemente. Y eso fue lo que ocurrió. Se hacía impresentable que el motivo por el que me echaban de la Universidad era que yo enseñara con mucha libertad. Decirle esto a un profesor universitario... Ocurrió en una situación de cambio universitario en Chile muy grande, que afectaba en particular a las universidades privadas.

El rector de la Universidad y el consejo superior presionaron al obispo, de modo que yo no fui echado y me dejaron como investigador.

Recuerdo que se movilizó el claustro de los profesores. Prácticamente todo el mundo a tu favor.

Sí, tuve un apoyo muy grande de los profesores.

Pusiste tierra de por medio. Te fuiste unos meses a Roma.

No, eso fue antes. Estuve cinco meses en Roma haciendo un semestre sabático. Volví en enero, y en marzo me echaron.

Veo que lo asumes con paz. Con tranquilidad.

Mira, lo mío no es el pertenecer ni hacer carrera en la Facultad de Teología. Lo mío era la Teología, y eso, nadie me lo ha impedido. Lo estoy haciendo con mucho gusto, cada vez más concentrado en la investigación. Son temas importantes para América Latina. Trabajo con un equipo en el centro Manuel Larraín. Hemos ganado concursos públicos para hacer investigación.

¿Hay dinero público para investigación teológica?

Sí. Siempre hay que entrar por concurso. Hay un concurso nacional para investigadores, fondecyt se llama, y dentro existen filosofía, sociología, etc. Teología no hay en particular, pero hay otras disciplinas, o sea, que puedes postular. Entramos por ahí, ganamos un concurso y lo acabamos de cumplir con Carlos Schickendantz, que es mi socio.

Es otro teólogo argentino-chileno.

Es argentino. Un diocesano que vive en Chile ya hace muchos años. Y también está contratado a tiempo completo para la investigación. Es el director de nuestra colección.

¿Qué estáis investigando en concreto?

La Teología de los signos de los tiempos.

Muy interesante.

Para nosotros (yo lo digo de un modo un poco exagerado), es el futuro de la Teología.

¿El futuro?

Sí, y voy a hacer otra exageración más: todas las otras teologías son auxiliares respecto de la Teología de los signos de los tiempos. Es una exageración, pero, ¿qué es lo que pasa? Que nuestra intuición es la de que uno tiene que pensar fundamentalmente en lo que Dios está diciendo hoy, en el presente.

La teología, tradicionalmente, se ha abocado a pensar en la revelación de Dios en el pasado y tal como esa revelación ha sido trasmitida en la tradición de la Iglesia por el magisterio y por los teólogos. Y eso, es perfecto, es un acervo teológico que nos sirve hoy día, pero que fundamentalmente nos sirve para fundamentar cómo Dios está actuando ahora. El Dios que habló en el pasado, sigue hablando en el presente y nosotros sentimos que lo que tenemos que interpretar, fundamentalmente, es algo en el presente. Los grandes acontecimientos de la historia.

¿Una nueva corriente teológica?

Esto comenzó con "Gaudium et spes", un documento estructurado en base a que la Iglesia responda a los grandes acontecimientos de la época. En "Gaudium et spes", lo que se detecta como el gran signo de los tiempos son las grandes transformaciones, y transformaciones aceleradas, que están ocurriendo.

Esa teología viene especialmente de Schillebeeckx, Congar... Toda esa gente que quedó en el Concilio y es el caldo de cultivo de la Teología de la liberación latinoamericana. Son quienes generan el tronco en el cual nosotros, a cierta distancia histórica, nos vinculamos.

No estamos haciendo la teología de esos años, han pasado 40 - 50 años de eso. Hay otros temas. Nosotros nos hemos centrado especialmente en los asuntos metodológicos y algunos signos en particular. Hoy por hoy, surge como muy importante el tema de la teología de la mujer. Un tema muy importante y de mucho futuro en la Iglesia. Un tema central. De hecho, también está contratada en el centro Manuel Larraín Virginia Azcuy.

¿Sí?

La teóloga. La formadora de "Teologanda", un movimiento extraordinario de teología feminista en América Latina. Y también cubre teología iberoamericana. Trabajamos juntos. Son temas que no están explícitamente en los comienzos de la Teología de la liberación, que se fueron desarrollando después.

Y todo el tema ecológico, que hace 40 años no era tema y ahora sí. Es decir, que han surgido otros temas que requieren una postura de fe liberacionista y nosotros estamos ahí. El tema emigrante, por ejemplo, también.

El emigrante, los refugiados, es decir, los nuevos signos de los tiempos.

Exacto.

El libro en el que has intervenido ¿qué objetivo persigue, en el fondo, un libro como este que recoge las homilías, los discursos, los testimonios y una serie de glosas hechas por distintos autores?

Yo tengo la impresión de que el Papa, en cierto grado, está bastante solo. Ha tenido un enorme eco en el pueblo de Dios y también en otros que no son cristianos. En el laicado, en la Iglesia en general. Pero algo ocurre; como que su pensamiento, sus gestos, no han pasado a través del episcopado o han pasado con mucha dificultad.

Hay mucha gente que tiene la sensación de que se nos está yendo un gran papa, y un papa que ha dado en el clavo de la teología y de la Iglesia latinoamericana, que es la opción por los pobres.

¿Se nos está yendo sin aprovechar?

Exacto. Y se nos puede morir y venir otro papa que no nos va a dar las señales que nos está dando Francisco. Este papa ya es, en cierto sentido, un fuera de serie: en la línea de la Iglesia latinoamericana, de lo que ha sido en su trayecto de 50 años, no hay nadie que haya acertado como él.

No obstante, él en su época no considera ser un teólogo de la liberación, tiene sus reparos contra las versiones marxistas que en ese tiempo hubo. Pero está vinculado a la Teología del pueblo argentina, que también puede considerarse una Teología de la liberación bajo ciertos respectos.

Lo interesante es, que hoy los teólogos de la liberación están todos exultantes con este papa, porque en el fondo él responde muy bien a lo que es esa corriente, que por lo demás, en ella el marxismo no es lo esencial.

Yo conozco a los teólogos latinoamericanos. En algunos sí lo fue. Incluso coquetearon con el marxismo porque no había muchas alternativas, hace cuarenta años, de cambio social, más que esa. Pero no era esencial. Lo que era esencial, y sigue siendo, es el recurso de las ciencias sociales. Porque si tú quieres auscultar la realidad, los acontecimientos de la época, para incidir en esa realidad con una mediación teológica, también necesitas la mediación de las ciencias sociales, porque si no, va a ser algo muy artesanal.

El Papa ha vuelto a colocar la categoría de opción por los pobres en el centro.

Ese es el gran descubrimiento místico y teológico, creo yo, de la iglesia latinoamericana. Fíjate que en las cuatro Conferencias Episcopales latinoamericanas, se formula y se ratifica la opción preferencial por los pobres como algo central a lo cual la Iglesia tiene que responder. Es bastante interesante porque es lo que ha ocurrido en el postconcilio latinoamericano. Es decir, la Iglesia se entiende como una iglesia regional a partir de un foco principal integrador que es la opción preferencial por los pobres. Y eso está en las cuatro Conferencias con una importancia notable, ha permeado en toda la Iglesia de América Latina.

Y eso quedó congelado en cierto momento.

En la práctica, uno podría decir que sí. Pero las Conferencias lo anunciaron, incluso la conferencia de Santo Domingo que fue una conferencia intervenida por el Vaticano. Una intervención grotesca, por cierto. Aún así, en esa Conferencia hay una ratificación de la opción por los pobres.
La ratificación teórica, quieres decir. Pero después, en el episcopado y en la pastoral, se baja el tono.
Exactamente.

Y ahora lo que está haciendo el Papa, me imagino, es recuperar eso.

Claro, ha emergido de la ceniza algo que responde a una intuición central en la Iglesia latinoamericana.

¿Puede haber una vuelta atrás? ¿Es reversible esta primavera, que estamos viviendo, en un pontificado posterior?

En la historia de la Iglesia, esto no es nuevo. Es difícil pensar que vaya a haber un Papa como este: audaz, que habla sin papeles. Parla a braccio, que dirían los italianos.

Se remanga.

Sí, y habla sin temor a equivocarse. Algo totalmente nuevo. En consecuencia, si el papa habla y se equivoca, los demás podemos hacer lo mismo. Y no hay un drama. El Papa puede ser infalible cuando habla con solemnidad, y las otras veces puede ser falible.


Él mismo lo ha dicho. La gente tendrá que entender que cuando se equivoca, está tratando de comunicarse.


Es toda una catarsis, para lo que estamos acostumbrados.


Cuando el Papa era infalible en todo, los demás teníamos que quedarnos callados. No había disidencia. Todo era vigilado, castigado.
Hay asuntos que no están en la agenda que le pusieron al Papa, y el Papa salió con ellos. Se le ha pedido que reforme la curia y está en ello. Pero salió con la opción por los pobres, y esto ha sido, a mi juicio, lo más importante. Porque, un papa no está para hacer política y aunque tiene que hacerla, es secundario. Aquí, lo importante es que el Papa anuncie el Evangelio, y lo hace.
Eso significa quebrar huevos, romper, porque el Evangelio a Jesús le costó la vida. Lo normal de un cristiano sería hablar con libertad, por eso mismo tiene problemas. Si un cristiano no tiene problemas en un mundo injusto, ¿de qué se trata?

Pero los ciclos en la Iglesia tampoco suelen ser tan cortos. Venimos de un ciclo de involución, y lo lógico sería pensar en que se repitiese otro ciclo de Juan XXIII y Pablo VI.

Lo interesante sería que se instale la tendencia. Pero en una Iglesia que tiene 2000 años, esto necesita mucho tiempo.

Porque la tendencia, a tu juicio, está calando en el pueblo. Eso, se ve evidente.

Sí, pero no sé si está calando a alto nivel, en la jerarquía. Tengo serias dudas.

En el clero, dices, en el alto y el bajo clero.

Sí. En la Iglesia, los obispos y los sacerdotes. No sé si la formación sacerdotal de hoy en día es permeable a qué tipo de ministerio. Tengo dudas.

¿Por qué les cuesta tanto dejar las antiguas inercias? Dejar los palacios, por ejemplo. En España, todos los obispos viven en palacios (slavo contadas excepciones) y el Papa, desde su principio, deja su palacio y se va a Santa Marta.

En América Latina no viven en palacios. Los obispos tienen una vida bastante discreta, hasta humilde y pobre. Es lo que he visto y esto está muy bien. El tema es la relación que establece el sacerdote con los demás. Creo que aquí hay un problema de base, tengo la impresión de que el sacerdocio y la comprensión del sacerdocio, no ha asimilado los grandes criterios del Concilio.

El gran criterio es, que el bautismo es el gran sacramento que nos iguala a todos como hermanos y hermanas. Uno puede entender que hay un ministerio sacerdotal que está al servicio del pueblo de Dios. Eso obligaría a un modo de relación distinto, de igualdad, de fraternidad y de intercambio. Todos responsables de la Iglesia y cada uno en su respecto.

Pero, si tú tienes una formación sacerdotal donde te dicen que representas a Jesucristo y tienes que enseñar, y evidentemente que los otros tienen que aprender, en esos términos, es muy difícil que el sacerdote aprenda de algo de alguien. Él lo sabe, y para eso están los seminarios, las bibliotecas y que estudie lo más posible, y el día de mañana, se va a relacionar con los demás en estos términos.

Clericalismo, funcionariado, lo que tanto denuncia el Papa.

Fatal.

Cambiar eso es muy complicado. Y si no cambia eso, tampoco cambia esta institución, que al final está muy clericalizada. ¿O no?

Sí, claro, tremendamente. Tanto que, a veces, yo digo, exagerando: ¿Hay algo peor que un cura laico? Precisamente porque no hemos tenido un laicado suficientemente adulto.

Maduro.

Maduro, adulto, que diga lo que piensa. Que cree cosas nuevas. Están todos esperando lo que venga desde arriba, de los obispos, de los sacerdotes. Porque los modos de relación, en muchos casos, no son los adecuados. Todo depende mucho de la creatividad o del permiso del clérigo.

Yo creo que deberíamos de ir todos a un modelo de Iglesia más fraternal, donde el sacerdote sea realmente un hermano y en el camino, con la creatividad de todos, ir creando una Iglesia nueva. En nuevas versiones.





Con nuevos ministerios, incluso.

Sí. Se pueden inventar cosas nuevas.

Un sacerdocio casado, por ejemplo. Por qué no admitirlo.

Evidente que sí.

El sacerdocio de la mujer, ¿tardará más?

Va a tardar más, pero creo que no hay razones teológicas con el peso suficiente para impedirlo. Y esta situación de la mujer en la Iglesia, creo que es el desafío más grande de todos.

Porque es un contrasigno de los tiempos.

Total. Ahí tienen un caso de los signos de los tiempos y de la importancia de escuchar la voz de Dios en la historia. ¿Cómo puede ser ser que las mujeres no participen en ninguna decisión importante de la Iglesia, tomada a alto nivel? Claro que dicen, después, que las mujeres en las capillas son las madres; eso, todo es verdad. Pero, que una mujer no participe en un sínodo sobre la familia y vote...

Llevaron al sínodo la voz de algunas mujeres y las escucharon. Pero no participan en las decisiones. Esto, hoy por hoy, no lo entiende ninguna joven. Ni siquiera los hombres lo entendemos.

Ya no hay institución global ninguna que no tenga mujeres. No sé si el Comité Olímpico Internacional... Pero, en todo lo demás parece que es un gran contrasigno.








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