viernes, 26 de enero de 2018

Desigualdad global 2018.



En notas anteriores hemos presentado estadísticas acerca de la creciente desigualdad de riquezas e ingresos (por ejemplo aquí). Dijimos también que la concentración de la riqueza en manos de los capitalistas, o la polarización social creciente, es inherente a la acumulación del capital (la transformación de la plusvalía en capital, para generar más capital). Por un lado, porque una parte de la población permanece en la indigencia, en tanto se desarrollan las fuerzas productivas y la acumulación del capital. 

Pero por otra parte, incluso cuando la clase obrera mejora sus ingresos en términos absolutos, en términos relativos puede permanecer en la misma pobreza. Este fenómeno, que es pasado por alto por los economistas y sociólogos burgueses, fue enfatizado por Marx en varios pasajes de su obra. Por ejemplo, en El Capital explica que si la clase obrera sigue siendo “pobre”, pero menos pobre en la proporción en que produce el aumento de la riqueza, “ello significa que en términos relativos es tan pobre como antes”. Y agrega: “Si los extremos de la pobreza no se han reducido, han aumentado, ya que lo han hecho los extremos de la riqueza” (pp. 813-4, t. 1, edición Siglo XXI). Y para mostrar empíricamente este fenómeno, presentó estadísticas de cómo evolucionaban en la Inglaterra del siglo XIX las ganancias gravables, en comparación con el consumo de la clase obrera (cap. 23, t. 1). 


Pues bien, todo indica que en los últimos 30 años, acompañando a la globalización del capital, la tendencia al aumento de la polarización social operó en prácticamente todos los países. En este respecto, es ilustrativo el informe World Inequality Report 2018 (http://wir2018.wid.world/). El mismo se basa, en buena medida, en “The Elephant Curve of Global Inequality and Growth,” de Facundo Alvaredo, Lucas Chancel, Thomas Piketty, Emmanuel Saez, and Gabriel Zucman, 2017, WID.world Working Paper Series (No. 2017/20). En lo que sigue presento, de manera resumida, algunos de sus resultados. 


1980-2016, aumento de la desigualdad global 


El principal resultado del WIR 2018 es que desde 1980 la desigualdad global aumentó rápidamente en América del Norte y Asia, creció moderadamente en Europa y se estabilizó a un nivel extremadamente alto en Medio Oriente, África Subsahariana, Brasil y en alguna manera América Latina de conjunto. Así, en Europa el 10% más rico de la población incrementó su participación en el ingreso hasta llegar, en 2016, al 35-40%. En América del Norte, China, India y Rusia, el aumento fue más pronunciado: en todas estas regiones el 10% más rico alcanzó, también en 2016, al 45-50% del ingreso. Por otra parte, es cierto que la mitad más pobre de la población global ha visto aumentar significativamente su ingreso gracias al alto crecimiento de Asia. Este es un punto que resaltan los apologistas de la globalización del capital, en contraposición a la tesis marxista de la polarización social. Sin embargo, según el WIR 2018, desde 1980 el 0,1% de la población adulta mundial de mayores ingresos captó tanto de ese crecimiento como la mitad más baja de la población adulta mundial. A su vez, el crecimiento del ingreso ha sido muy débil o incluso nulo para los individuos que están entre el 50% más bajo y el 1% más rico. Esto incluye los grupos de ingresos más bajos y medios de América del Norte y Europa. Si se hace el cálculo tomando los tipos de cambio corrientes, el 10% más rico tiene el 60% del ingreso; cuando se hace el cálculo con tipos de cambio a paridad de poder de compra, la proporción es el 53% del ingreso. 


Entre 1980 y 2016 el 10% más rico de la población mundial se quedó con el 57% del crecimiento del ingreso; el 1% más rico con el 27%. En cambio el 50% más pobre con solo el 12% del incremento; y el 40% del medio con el 31%. Las desigualdades en la captura de la mejora del ingreso pueden verse con claridad en el siguiente cuadro. 


Porcentaje del crecimiento global del ingreso capturado por grupos de ingresos, 1980-2016 




En el siguiente cuadro puede verse la participación en el ingreso del 10% más rico, según países y regiones. 




El WIR 2018 observa que “los modelos estándar de comercio fracasan en explicar estas dinámicas, en particular el aumento de la desigualdad en la parte más alta y dentro de los países emergentes”. Sin embargo, y como planteamos en la introducción de esta nota (y en notas anteriores; por ejemplo, en crítica al libro de Piketty, aquí y siguientes), esta dinámica puede ser explicada por la teoría marxista de la acumulación, y la incidencia de la lucha de clases. Entre los factores a tener en cuenta, la caída de los regímenes del llamado “socialismo real” -el estancamiento económico de la URSS, China y otros regímenes burocrático stalinistas iba de la mano de una desigualdad económica menor a la existente en el capitalismo-; el retroceso de los sindicatos, en especial en los países centrales; la presión de las tecnologías que desplazan mano de obra; y la movilidad globalizada de las inversiones y el comercio, que le otorga al capital un poder de chantaje permanente sobre la clase obrera. 


Todo ello ayudaría entonces a explicar por qué y cómo se produjo, en los últimos 35 o 40 años, un retroceso global de la participación del trabajo. En una nota del New York Times (reproducida en La Nación, 28/12/2017), titulada “El trabajo alcanza, pero los sueldos no”, Peter Goodman y Jonathan Soble señalan que hay una tendencia al estancamiento de los salarios, a pesar de la baja del desempleo, y que se trata de “un nuevo orden económico en el que los trabajadores están a merced de los patrones”. Y agregan: “Los sindicatos han perdido influencia. Las empresas utilizan empleados temporales y de medio tiempo, además de introducir robots y otros sistemas de automatización que les permiten producir más sin tener que pagar más a los seres humanos. La globalización ha intensificado las presiones competitivas….”. 


En definitiva, estamos muy lejos del mundo que imaginaba Keynes, de reducción de las diferencias sociales y de la “eutanasia del rentista”. Aunque no se trata de un “nuevo orden económico”, sino de la esencia misma del modo de producción capitalista: la mundialización del capital y la exacerbación de las presiones competitivas; el cambio tecnológico que ahorra mano de obra; la sed incesante de plusvalía, son sistémicas. Fenómenos todos que encajan en las explicaciones que derivan de la teoría marxista del valor y la plusvalía. ¿Será por eso que los economistas y estudiosos sociales ad usum sostienen que la teoría de Marx está obsoleta? 



Profesor de economía en la Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Fuente: 
https://rolandoastarita.blog/2018/01/15/desigualdad-global-2018/

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