Álvaro Cuadra
Más allá de la previsibles resistencias de un sector de la sociedad colombiana, representados en gran medida por el ex mandatario Álvaro Uribe, pareciera que la política de Paz encabezada por el presidente Juan Manuel Santos ha encontrado un apoyo sustancial entre los diversos actores en Colombia y mucho más en la comunidad internacional.
El Acuerdo de Paz negociado en la Habana, como toda obra humana, posee zonas grises y está lejos de satisfacer a todas las partes involucradas; sin embargo, constituye un sólido primer paso para poner fin a un estado de beligerancia que se prolonga ya por más de medio siglo y , definitivamente, marca un punto de inflexión en la historia colombiana y latinoamericana.
La política de pacificación implementada por el gobierno de Juan Manuel Santos debe ser destacada a nivel mundial como el triunfo de las armas democráticas por sobre la barbarie de bandos en pugna, algo que en otras regiones del planeta – como en Siria – parece, por ahora, un imposible. El camino que se inaugura no es fácil y no estará exento de detractores y múltiples contratiempos, como se sabe, es mucho más complejo desactivar una situación explosiva que desatar la violencia.
Es claro que la desmovilización de las FARC no significa que al día siguiente habrá desaparecido la violencia en Colombia, como sabemos, persisten obstinados otros grupos armados, desde organizaciones insurgentes degradadas hasta bandas criminales ligadas al narcotráfico, que siguen activas en el país. No obstante, es innegable que el logro político del gobierno de Santos debe ser puesto en perspectiva histórica, pues en Colombia se inaugura la posibilidad de alcanzar la Paz por la vía democrática.
Los colombianos se enfrentan hoy a la responsabilidad de construir una sociedad muy distinta para sus hijos y los hijos de sus hijos. Ha llegado el tiempo de restañar heridas. Abolida la llamada Guerra Fría, es tiempo de que Colombia y toda América Latina encuentre su lugar en el mundo del siglo XXI, un lugar de dignidad y justicia para sus pueblos, un lugar democrático y en Paz.
Fuente: Redes Cristianas
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