por Roberto Machado
El capitalismo, en su versión neoliberal, se impone en el mundo a partir de 1980 con los gobiernos de Margaret Thatcher en el Reino Unido (1979-1990) y Ronald Reagan en los Estados Unidos (1981-1988).
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Solimano (2015)[1] considera que el capitalismo neoliberal tiene las siguientes características:
Prevalencia de grandes conglomerados que operan en mercados monopólicos y oligopólicos en actividades económicas clave.
2. Legitimización del lucro por encima de otros motivos –como la solidaridad y el altruismo– como mecanismo fundamental para coordinar actividades humanas e incentivar la creación y (re)distribución de la riqueza.
3. Reducción importante del rol del Estado como productor, regulador y redistribuidor en la economía.
4. Concentración del poder económico e influencia política en pequeñas pero poderosas élites económicas; fuerte predominio del capital en la economía y en las decisiones de la política pública.
5. Alta frecuencia de crisis financieras, muy costosas para la sociedad.
6. Debilitamiento de la influencia de los sindicatos y disminución de la participación del trabajo en el ingreso nacional.
7. Control de los medios de comunicación masivos y de otros mecanismos de producción y divulgación de información y conocimientos a favor de intereses privados y conglomerados empresariales.
8. Democracia de baja intensidad con reducida participación ciudadana y fuertemente influenciada por grupos de alta riqueza.
A la luz de la experiencia peruana desde 1990, a esta lista habría que agregar, por lo menos:
Desasalariamiento de la fuerza laboral y proliferación del auto-empleo, la microempresa y el trabajo familiar no remunerado. En el 2015, 48% de los trabajadores y trabajadoras ocupadas en el país estaban en el auto-empleo y en el trabajo familiar no remunerado.
2. Creciente tendencia hacia la estructuración de una economía y sociedad dual, con un segmento pequeño, altamente eficiente, con altos niveles de capital por trabajador, uso intensivo de tecnologías modernas y alta integración a la economía mundial; y otro amplio, mayoritariamente de sobrevivencia, con bajos niveles de capital por trabajador, uso de tecnologías obsoletas y que está básicamente circunscrito a las fronteras nacionales. En el Perú, una trabajadora del sector formal produce 5,4 veces más que un trabajador informal[2].
3. Captura directa del Estado por parte de grupos de poder económico, en la forma de tecnocracias. Quizás los llamados “ángeles de Charly” sean la expresión más actual de esto. Pero no es el único caso.
4. Tendencia hacia la concentración de los medios de comunicación, no necesariamente en términos de la propiedad, pero sí respecto de la homogenización del discurso y las ideas en materia económica: no hay otro paradigma más que el neoliberal para manejar la economía. Los principales medios tratan de centrar los grandes debates nacionales en torno a menudas disputas caceras y de grupo. Para ellos, ni la Constitución de 1993, ni el modelo económico neoliberal, están o pueden ser puestos en cuestión.
5. Desprecio explícito respecto de formas de organización y comportamiento social que contravengan el paradigma del consumismo e individualismo extremo, con su componente adicional de racismo, machismo y “exitismo”[3]. Basta con salir a la calle o prender la televisión para darse cuenta de ello.
Desde 1980, el ascenso del neoliberalismo vino acompañado por una serie de fenómenos, como la mayor desigualdad en la distribución del ingreso y la riqueza; la preponderancia del sector financiero sobre el sector productivo de la economía (manufactura, agricultura, etc.), fenómeno conocido como “financierismo”; y la mayor frecuencia e intensidad de las crisis financieras. Seguiremos tratando el tema.
Notas
[1] Andrés Solimano (2015). Élites económicas, crisis y el capitalismo del siglo XXI. La alternativa de la democracia económica. Sección de Obras de Economía. Fondo de Cultura Económica. Santiago de Chile.
[2] Ver Roberto Machado (2014). “La economía informal en el Perú: magnitud y determinantes 1980-2011”. Apuntes Revista de Ciencias Sociales, vol. XLI, n. 74, enero/junio. Lima: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.
[3] Con ese término se alude a la concepción según la cual el objetivo último de todos los seres humanos es el éxito individual, medido a través del dinero: a más dinero, más éxito.
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