Valeria Méndez de Vigo y Carla Sala. [EuropaPress]
El día 23 y 24 de mayo se cumplió justo un año de la primera Cumbre Mundial Humanitaria, celebrada en Turquía, en la que representantes de los Estados, organizaciones no gubernamentales, sociedad civil, comunidades, sector privado y organizaciones internacionales se reunieron para reducir las necesidades humanitarias y el sufrimiento en todo el mundo.
El entonces Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, hizo un llamamiento, a través de la Agenda de la Humanidad, a los líderes mundiales para que asumieran cinco responsabilidades fundamentales: prevenir y poner fin a los conflictos, respetar las normas de la guerra, no dejar a nadie atrás, trabajar adecuándose a los cambios necesarios para transformar la vida de las personas e invertir en políticas y recursos de prevención de riesgos y alerta temprana de los agentes locales y los sistemas nacionales.
Sin embargo, en este último año, la escena mundial no ha mejorado y las guerras y conflictos armados que golpean a países como Siria, Yemen o Sudán del Sur, siguen provocando la huída de millones de personas. Según ACNUR, hay 65,3 millones de personas desplazadas por la fuerza en el mundo, de las cuales 21,3 millones son refugiadas, 40,8 millones desplazadas internas y 3,2 millones solicitantes de asilo[1].
Tal y como se señaló en la Cumbre Mundial, para reducir sustancialmente el riesgo, la vulnerabilidad y las necesidades humanitarias de protección y asistencia, es tan necesario prevenir los conflictos y ponerles fin, como respetar el derecho internacional humanitario, los derechos humanos y los de las personas refugiadas.
Abordar las causas fundamentales de los conflictos y reducir la inestabilidad invirtiendo en sociedades inclusivas y pacíficas recibió el mayor número de adhesiones[2]. La educación en situaciones de conflicto es imprescindible para crear espacios seguros, libres de violencia, que enseñen tolerancia y convivencia.
Sin embargo, las políticas migratorias, cada vez más restrictivas en distintos lugares del mundo, muestran el creciente control de las fronteras exteriores y la voluntad de contener los flujos migratorios.
Hostilidad hacia los refugiados
Además, el actual clima de hostilidad a la entrada de personas refugiadas en territorio europeo ha llevado a que países como el Líbano, Jordania o Turquía reciban el mayor número de personas refugiadas y se encuentren con sus servicios de protección y asistencia completamente saturados.
Qusai, refugiado sirio, fue primero al Líbano con dos familiares y, de allí, viajó a Turquía, donde volvió a frustrarse profundamente: “No hay posibilidades de estudio, trabajo, salud, posibilidad de salir… Me enfrentaba a los mismos problemas que en Siria”’.
Ante esta situación, garantizar una educación de calidad sigue siendo un reto para conseguir sociedades inclusivas y pacíficas. Cumplir con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) constituye una responsabilidad fundamental para no dejar a nadie atrás, tal y como se señaló durante la Cumbre Mundial Humanitaria.
Concretamente el ODS 4, pretende “garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos” antes de 2030. Además, el lanzamiento del fondo específico para la educación en situaciones de emergencia “La educación no puede esperar”, aprobado por la Cumbre, fue uno de los principales impulsos con el fin de cubrir la financiación de una educación de calidad en los próximos cinco años para 13,6 millones de niños, niñas y jóvenes.
Sin ir a la escuela
La educación es una herramienta clave para desarrollar la capacidad de resiliencia y construir esperanza de futuro. Sin embargo, más de 25 millones de niños y niñas entre 6 y 15 años no pueden ir a la escuela en zonas de conflicto. Países como Sudán del Sur, Chad y Afganistán tienen las peores tasas de escolarización a nivel mundial[3].
Se hace necesario, tanto un seguimiento de la puesta en práctica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como que los líderes mundiales asuman las responsabilidades fundamentales planteadas en la Cumbre Mundial Humanitaria, pero, además, se hace necesario que lo hagan rápido. Un año después de la Cumbre, el panorama mundial sigue siendo desmoralizador y el esfuerzo de todos los Estados debe ser mayor. Debemos invertir en humanidad, y el tiempo no juega a nuestro favor.
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[1] ACNUR. (2016). Tendencias globales: desplazamiento forzado en 2015, forzados a huir. Recuperado de: http://www.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/Publicaciones/2016/10627.pdf
[2] Naciones Unidas. (2016). Resultados de la Cumbre Humanitaria Mundial. Informe del Secretario General. Recuperado de: https://www.worldhumanitariansummit.org/sites/default/files/media/A-71-353%20-%20SG%20Report%20on%20the%20Outcome%20of%20the%20WHS%20%28Spanish%29.pdf
[3] UNICEF. (2017). 25 millones de niños en zonas en conflicto no van a la escuela. Recuperado de: https://www.unicef.es/prensa/notas/pa%C3%ADses%20en%20conflicto:%2025%20millones%20de%20ni%C3%B1os%20fuera%20de%20la%20escuela
Fuente: cristianismeijusticia.net
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