Las urbes serán cada vez más calurosas en verano. Los climatólogos advierten de los peligrosos microclimas que hemos creado en los cascos urbanos.
Mientras en el cono sur hemos empezado a sentir los embates del frío, en el otro extremo del planeta están viendo venir el verano con recelo. No es para menos, pues esta estación es cada vez más inclemente y sus temperaturas alcanzan cada vez más máximos históricos.
Los climatólogos ya están acuñando un término para las dantescas moles de concreto que hemos estado construyendo por siglos: las ciudades son islas de calor urbano.
Si seguimos como hasta ahora, para el año 2100 las ciudades podrían ver sus temperaturas aumentadas entre 7 y 8 grados centígrados. De estos, 5°C en total serán atribuidos al calentamiento global el resto será al efecto de isla de calor, según se detalla en un estudio de la revista Nature Climate Change
Las islas de calor nacen por varios factores:
La ausencia de vegetación que generen sombra y consumen calor como combustible para la fotosíntesis.
La construcción de edificios cada vez más altos y más contiguos entre sí, lo que evita que entren y salgan suficientes ráfagas de viento que refresquen a nivel del suelo y hacia arriba cerca de este.
El hormigón, el ladrillo y el asfalto tienden a calentarse más rápidamente que otras superficies como el suelo de tierra y la vegetación.
La circulación de tránsito cada vez más denso hacen que se acumulen gases de efecto invernadero y elevación de las temperaturas a causa de los coches.
Efecto ecológico y económico mundial
El 5% de las ciudades más pobladas del planeta verían aumentadas sus temperaturas, incluso por encima de los 8°C, según advierte Francisco Estrada, especialista del Instituto de Estudios Ambientas de Amsterdam, y coautor de la investigación que analizó las temperaturas de 1.692 ciudades de todo el mundo entre 1950 y 2015.
Los especialistas desarrollaron, a partir de la información decantada, una proyección del impacto económico del fenómeno de las islas de calor. Las pérdidas en el PIB de los países más afectados fluctuarán entre -1.4% y -1.7% por año hasta 2050 y entre -2,6% y -5,6%, con picos de -10,9%, hasta 2100.
La infraestructura habitacional, pública, energética y turística se verán sumamente afectadas con el calentamiento global a causa del fenómeno.
Aunque las ciudades solamente ocupan el 1% de la superficie de la Tierra, consumen el 78% de los recursos energéticos, a la vez que producen el 60% de todo el CO2 que se libera a la atmósfera a diario, especialmente por la combustión de carbón e hidrocarburos para calefacción, generación energética y transporte.
Según vaticina la ONU, para el 2050 el 70% de la población mundial vivirá en ciudades, algo que tendrá efectos nefastos en el planeta: “Tendremos a un planeta progresivamente más urbano, donde el calentamiento que suponen las islas de calor se extiende, aumentando su intensidad y su escala de afectación, por lo que cabe esperar que constituya una contribución apreciable al calentamiento global”, advierte el climatólogo Javier Martin-Vide.
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