Por: Marcelo Barros
En estos días, (24 octubre), la ONU completa 70 años de vida, mientras la humanidad vive bajo grave crisis civilizatoria. Para salir de esa situación, no contamos con gobiernos, ni la misma ONU puede ayudar. Incluso las religiones que deberían ofrecer caminos de salvación a la humanidad, no se han movilizado eficazmente para dar al mundo un rumbo más sano. Son militantes sociales, y pueblos originarios que tienen articulado nuevas resistencias y utopías. En los años 90, en el sur de México, por tres veces, indios y aliados se reunieron para "Encuentros de la Humanidad por la Vida y contra el Neoliberalismo". Desde 2001, la sociedad internacional ha celebrado 18 sesiones del Foro Social Mundial y muchos foros temáticos.
En 2017, científicos sociales y militantes de diversos continentes crearon la Fundación Audacia en nombre de la Humanidad. Ellos proponen que la humanidad pueda ser sujeto principal de la autorregulación del vivir juntos a escala global, responsable de la vida en la Tierra y por la vida de la propia Tierra, contra la mercantilización y la privatización de todas las formas de vida. De hecho, sólo la humanidad puede hablar y actuar para transformar el mundo y proteger la vida en la Tierra y todos sus habitantes. La primera acción colectiva será el Ágora de los Habitantes de la Tierra (AHT).
Retomando el antiguo Ágora de las ciudades griegas como espacio de discusión democrática, empieza a nacer una alianza de la humanidad, en nombre de todos los/las habitantes de la Tierra, incluso los no humanos. Ese proceso apoya la ONU, pero, al mismo tiempo, quiere crear una Organización Mundial de la Humanidad (OMHU). En diciembre, en el 70º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, los (las) habitantes de la Tierra tienen que reivindicar la fuerza de la vida, la libertad y la justicia, alcanzadas por los derechos conquistados hasta ahora. A partir de las comunidades locales, deben asumir la gestión de su futuro común sobre una base pluralista, cooperativa y participativa. Así se creará local e mundialmente un proceso que fortalezca una cultura colectiva que exija la erradicación de la guerra, declare ilegal la pobreza y la exclusión social. Esto supone desacreditar el actual sistema financiero especulativo depredador.
Muchos países, como el Brasil, viven un momento de radicalización à la derecha, que impone violencia y regreso a la barbarie. Es necesario defender la democracia, pero como eso es articulado internacionalmente, solo puede ser vencido por una nueva alianza de todos/as los/as habitantes de la tierra.
Fuente: amerindiaenlared.org
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