jueves, 24 de marzo de 2016

Más hospitalidad, más dignidad. Faltan profetas…


HOSPITALIDAD – Jesuitas (Alicante-Elche-Murcia) / Secretariado Diocesano de Migraciones – ASTI Alicante / Cáritas Diocesana Orihuela Alicante / Comunidades Cristianas Populares (Alicante) / CVX Alicante, sensibilizacion@asti-alicante.org
ALICANTE.

ECLESALIA, 21/03/16.- 

Hombres y mujeres que defiendan la vida de todo ser humano, en cualquier etapa de la vida y situación que se encuentre. Independientemente de su origen, cultura, sexo, color de piel o religión. Donde la persona y su dignidad sean siempre lo primero.

Desde la Segunda Guerra Mundial la humanidad no se ha visto en otro drama igual que el actual a escala mundial. Hoy día cuando recordamos las consecuencias de aquella Gran Guerra, nadie duda de cómo y cuánto fue degradada la dignidad humana. De ahí la posterior Declaración Universal de los Derechos Humanos, con la que se pretendía evitar situaciones similares en el futuro. Pero cuando comprobamos lo que está sucediendo y las respuestas que se siguen dando ante la mal llamada “Crisis de refugiados”, nos damos cuenta que no están a la altura de quienes promulgaron de buena voluntad lo que entendemos todos y todas por “Derechos Humanos”.

Quedando patente, después de esperar tanto ante la desesperada situación de millones de personas en nuestro mundo, que los llamados “Derechos Humanos” y su cumplimiento al parecer sólo atañe a una parte de la humanidad, dejando así de serlo universalmente para convertirse en los privilegios que tenemos unos sobre otros. Privilegios que habría que resguardar a toda costa, como las medidas ratificadas en las ya existentes expulsiones “en caliente”, la externalización de fronteras (y de Derechos) y el fortalecimiento todavía mayor de fronteras que seguirán provocando más muertes. Según la estimación de las Naciones Unidas más de 25.000 vidas humanas en los últimos 15 años. En 2015 podrían haber muerto más de 1000 niños y niñas. Hoy más de la mitad de las personas que buscan un lugar seguro para vivir son mujeres, niños y niñas en las condiciones que todos conocemos por los medios.



Esta situación y sus respuestas vienen a demostrar la verdadera Crisis de humanidad en la que está sumergido nuestro mundo. Especialmente de quienes tienen responsabilidades en la toma de decisiones al nivel que corresponda. El acuerdo UE-Turquía además de ser ilegal no solo afecta a los derechos humanos sino a los mismos tratados legales de la Unión Europea. Es la primera crisis humanitaria en suelo europeo. Los halcones han vencido y los pobres han perdido. Una propuesta propositiva tomada del Papa Francisco son los pasillos humanitarios como han hecho ecuménicamente en Italia. La historia dentro de medio siglo juzgará a esta generación, como el amor de Dios: ¿Cuándo te vimos extranjero y te acogimos? (Mt 25, 35).

Pero no nos hagamos los ciegos, también quienes desde nuestro cómodo silencio, no decimos o hacemos nada para remediarlo. Incluso dando credibilidad a justificaciones que hemos podido escuchar y hasta ser transmisores de mensajes de muerte en este valioso tiempo. Expresiones que menoscaban la dignidad de todo ser humano y hacen un flaco favor a la convivencia y cohesión social de quienes ya convivimos en este espacio protegido.

No nos hagamos los sordos, así como quienes reconocemos lo que está sucediendo y únicamente nos quedamos con resignación y lamentos al ver las noticias que nos llegan.

No nos hagamos los mudos, no podemos seguir permaneciendo callados. No podemos quedarnos pasivos, debemos posicionarnos por la vida y su dignidad. Hace falta seguir despertando nuestras conciencias y las de los que están a nuestro lado. Para reconocernos mutuamente, especialmente en quienes más sufren, también cerca de nosotros. Considerando de qué forma y con quienes podríamos organizarnos para reivindicar juntos una vida digna para todos y todas sin excepciones. Para construir juntos en nuestras comunidades y barrios una verdadera cultura de la hospitalidad a partir de las posibilidades que nos ofrecen nuestras relaciones cada día, en la aceptación y acogida asertiva del otro en quien está Cristo, por muy diferente que sea. Tengamos la voluntad de dejarnos convertir, especialmente por los crucificados y crucificadas de nuestra historia. En tiempos difíciles es urgente amar.

La Iglesia está preparada subsidiariamente para la acogida. Y quiere visibilizar a los emigrantes que ya tenemos aquí. La Palabra de Dios está ya escrita desde los orígenes, antes que en tinta, está en la vida misma. En ti y en mí, en todo ser humano, en cada persona, como lo son migrantes y refugiados que nos interpelan, la respuesta del evangelio de la misericordi (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Fuente: Eclesalia



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