Las religiones predican paz, pero la Tierra está en guerra permanente. Muchas de ellas, por choques de creencias y defensas fundamentalistas de dogmas de fe. En los conflictos armados, más o menos activos o larvados, aunque todos sin declaración oficial de cese de hostilidades o procesos de desarme sellados, hay 67 países involucrados y 775 movimientos insurgentes.
MADRID
DIEGO HERRANZ
Otro año que vivimos peligrosamente... con más de una cuarentena de conflictos armados a lo largo y ancho del planeta. Algunos de larga duración, como el del Sáhara Occidental, con entre 14.000 y 21.000 muertos, que inició las hostilidades en 1970. O el colombiano, que aún mantiene en vilo a las fuerzas de seguridad con las FARC, el ELN, los paramilitares y los capos de la droga y sus poderosos cárteles, y que se inició allá por 1964 y ha acabado con la vida de más de 220.000 personas desde entonces. Pero también el de la República del Congo y que, a día de hoy, tiene al Ejército en una ofensiva en la región sureña de Katanga para combatir al movimiento rebelde e independentista Mai-Mai y que sólo desde 1997, año a partir del cual la contabilización de las víctimas se elabora con rigor objetivo, ha dejado más de 2.700 víctimas mortales.
Las más longevas de las confrontaciones bélicas no respetan continentes. Ni sistemas políticos. También han estado activas largas décadas, pese a los esfuerzos diplomáticos internacionales por conseguir algún tipo de armisticio. Cuatro de los más representativos siguen con la llama del enfrentamiento encendida. El conflicto palestino-israelí colisiona, desde 1948 -es decir, desde el instante mismo de la proclamación del Estado hebreo- la defensa del territorio, principio en el que asienta la doctrina de Tel Aviv, con la búsqueda del reconocimiento mundial a la creación de un Estado palestino en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental. Más de 120.000 personas han perdido la vida desde entonces.
En este escalafón hay que mencionar la guerra declarada y abierta entre las dos Coreas. A cuenta del paralelo 38, una superficie de 160 millas de largo y 2,5 de ancho que sigue siendo uno de los puntos más conflictivos del planeta desde la conflagración que duró entre 1950 y 1953 y que dividió en dos la península coreana. Más de 900 muertos. Una tensión permanente que guarda muchas similitudes con Cachemira. En este caso, entre Pakistán, India y grupos rebeldes que, desde 1947, reivindican este territorio al borde del Himalaya, entre los dos gigantes asiáticos, que conservan sus rencillas desde su segregación. Entre 47.000 y 100.000 muertos, según las fuentes que se consulten. ¿Demasiadas? No parece, si se tiene en cuenta que no ha pasado ni un sólo día, desde esa lejana fecha, en el que no haya habido algún intercambio de disparos.
El cuarto en discordia afecta a Indonesia, donde aún persisten ataques esporádicos a lo largo de la llamada Línea, entre movimientos separatistas indígenas de la Papúa indonesa y de la Papúa Occidental, que ocupan la mitad de Nueva Guinea, y que ha costado la vida, desde 1969, a unas 100.000 personas.
Un hombre lanza escombros desde un edificio en ruinas por los estragos de la guerra en Ucrania./REUTERS
El centro de investigación IRIN -originariamente, Integrated Regional Information Network- que, durante 17 años, hasta enero de 2015, perteneció a la estructura de Naciones Unidas y que, a partir de esa fecha, se auto-declara organización independiente dedicada a la información y el análisis de los conflictos bélicos asegura que, en 2017, hay más de cuarenta hostilidades activas en todo el mundo, que involucran, en mayor o menor medida, a 67 países, para un total de 775 grupos rebeldes armados, bien sean milicias, guerrillas o movimientos anarquistas, separatistas o terroristas. De ellos, África sufre el mayor número de embestidas. Nada menos que 29 de sus naciones, con 240 movimientos. Le sigue Asia, con 16 países y 171 grupos, Europa -10 Estados y 81 facciones- y Oriente Próximo, con 7 países, pero con una cifra más que notable de insurgencia activa: 253 organizaciones. América ha soltado lastre de manera extraordinaria: 6 naciones y 27 movimientos insurrectos, la práctica totalidad de ellos, cárteles de narcotráfico.
De todos ellos, 43 obtienen el tratamiento oficial de conflicto de origen independentista: 21 en Asia y 12 en Europa.
Sin embargo, también hay conflictos olvidados. Alejados de los focos de atención mediática de guerras como la de Irak, Siria, Afganistán o Ucrania. Aunque sean pasajeros en el tiempo. Estos son diez de esas guerras abiertas sin apenas repercusión internacional. Muchos de ellos pueden considerarse conflictos larvados. En estado latente. Otros, mantienen una intensidad oscilante, según los años. Pero todos están en activo y conservan su capacidad de destrucción.
10.- Guerra civil de Somalia
Estado creado en 1960, colapsó en 1991 cuando el presidente Siad Barre fue depuesto de sus funciones. Sin gobierno, el país fue presa de grupos insurgentes y señores de la guerra durante varios años. Un Ejecutivo débil y muy variopinto en su configuración política logró formarse en 2000. Fue un intento baldío de controlar el país. Hasta que, en 2012 se celebraron las primeras elecciones desde 1967.
El nuevo gabinete que salió de las urnas intentó estabilizar Somalia, pero su misión se ha visto permanentemente violentada por las acciones de grupos insurgentes que se relacionan con Al-Shabab y Al-Qaeda. Tropas estadounidenses entraron en 2007 en el país en otro intento de instaurar la paz, pero los movimientos armados lo impidieron.
9.- Guerra de Darfur
No news, good news? En este caso, la premisa no se cumple. Darfur continúa siendo atacado por parte de las fuerzas gubernamentales sudanesas. El año 2016 fue especialmente sangriento para la población civil. Hasta el punto de que, además, Naciones Unidas estima que la región soportó el desplazamiento de más de 190.000 personas. Las fuerzas de pacificación de la ONU han sido asediadas por el Ejército sudanés, que se ha hecho con el control de la zona. Más de 2,6 millones de personas han tenido que trasladarse para evitar los efectos de la guerra. Y la lucha continúa.
8.- Guerra civil de Myanmar
Antes conocido como Burma. En guerra desde hace décadas. La contienda civil se inició en 1948. Desde el golpe militar de 1962, varios grupos armados se oponen al control militar del poder. Hay numerosos grupos étnicos que combaten por ser el movimiento dominante que se enfrente al gobierno militar. Desde el Ejército Arakan de Liberación, al Ejército Chin Nacional o el Kachin. Pero hay una docena. Todo pretende crear el caos en Myanmar. Un acuerdo de cese el fuego fue firmado por la cúpula armada del gobierno y varios de los grupos insurgentes en 2016. Sin embargo, tres de ellos se negaron a rubricar el tratado y mantienen activas las hostilidades. En los últimos tiempos, estos movimientos tuvieron fricciones en la frontera china. No hay visos de que pueda pararse tampoco esta guerra de más de siete décadas.
Un soldado sujeta una metralleta en Myanmar./REUTERS
7.- Guerra civil de Sudán del Sur
El último estado en nacer tampoco ha tenido un parto incruento. Desde diciembre de 2013, más de 50.000 personas han perdido la vida en este conflicto nacional que también cuenta con 1,6 millones de desplazados. A pesar de que hay cerca de 14.000 cascos azules que han tratado de impedirlo. En un intento de acabar con la guerra civil, el presidente Salva Kiir firmó un acuerdo de paz con el líder rebelde Machar en 2015 por el que hacía a este último vicepresidente. Pero en 2016 la violencia rompió el trato y todo intento posterior de restablecer la estabilidad. Pese a que Machar abandonó el país, Sudán del Sur sigue en pie de guerra. Está, incluso, en una nueva escalada, con aumento del número de muertos y la reducción a casi la mitad (7.500) de efectivos de la ONU.
6.- La insurgencia en el Norte del Cáucaso
Esta región rusa ha protagonizado una violencia habitual desde hace dos décadas. A pesar de que se ha reducido el número de muertos en los últimos dos años. Pero, aun así, varios grupos insurgentes se han unido al Estado Islámico, que han realizado emboscadas contra el Ejército de Rusia. Oficialmente, el Kremlin dice haber cesado sus actividades de contra-terrorismo en el área pero, extraoficialmente, las escaramuzas y los ataques continúan rompiendo el frágil equilibrio en la región, que delimita con los mares Negro, Azov y Caspio.
5.- La Guerra de la Cabinda, en Angola
Conocida también como la Guerra Civil de Angola o la Guerra olvidada de Angola. Región rica en petróleo, varios líderes insurgentes han intentado la separación del resto del estado y acceder así a la fuente de riqueza del oro negro. El gobierno angoleño ha repelido todos los intentos, la mayor parte de ellos, cruentos. En 2009, las autoridades del país declararon acabada la guerra; sin embargo, las hostilidades son frecuentes. Y los intentos de la autoproclamada República de Cabinda de conseguir el reconocimiento exterior a una hipotética independencia, también. Tan sólo Francia lo ha hecho. Para el resto del mundo, Cabinda pertenece a Angola.
Una mujer se manifiesta por la paz en Angola./AFP
4.- La Guerra del terror en Egipto
El grupo terrorista Walayat Sinai lleva atacando las instituciones egipcias desde 2005, aunque la intensidad de sus actos ha experimentado numerosos altibajos. En los últimos tiempos declara una alianza con el Estado Islámico. Su objetivo declarado es el gobierno egipcio, pero las víctimas han sido, mayoritariamente, civiles. Las autoridades de El Cairo han intensificado las reacciones contra Walayat Sinai. Amnistía Internacional ha mostrado una creciente preocupación por la desaparición misteriosa de supuestos terroristas de esta organización en manos del gobierno lo que, a su juicio, dificulta las negociaciones de paz.
3.- La Guerra híbrida de África
Empezó en Mozambique, pero se extendió por África central y meridional hasta naciones como Zambia, Angola o Malawi. Inicialmente, surgió entre el gobierno mozambiqueño y RENAMO, el movimiento de resistencia nacional del país. La violencia se intensificó en 2013 y las tenciones siguen abiertas. De hecho, otro grupo, FRELIMO, el llamado Frente de Liberación, es el que tiene el control actual en la región. Entre ambos movimientos hay una lucha sin cuartel. El gobierno de Mozambique, una de los poderes económicos del subcontinente africano, teme la extensión del conflicto a otras latitudes si interviene de forma más directa.
Soldados del Ejército de Mozambique./AFP
2.- Tensiones militares en el Mar de China Oriental
Durante meses, Japón y China han elevado el tono por la hegemonía en el Mar de China Oriental. Ambos han incrementado, además, su presencia militar en la zona. Y se han producido algunas escaramuzas. China ha ampliado recientemente su flota naval y el número y la afluencia de sus patrulleras en las aguas internacionales. También Japón ha incrementado a más de 500 vuelos directos la frecuencia de sus incursiones aéreas. En disputa, las islas Senkaku/Diaoyu, que fueron reclamadas por Japón desde 1895. China reaccionó en los setenta del siglo pasado solicitando la soberanía sobre nueve de las islas de este micro-archipiélago. Japón echó más leña al fuego en 2012, cuando su gobierno adquirió tres islas de manos privadas.
1.- El conflicto de Nagorno-Karabaj
La violación del cese el fuego en abril de 2016 muestra que las tensiones por la disputa de las fronteras de esta región limítrofe entre Armenia y Azerbaiyán están lejos de remitir. Con un 95% de población armenia, de culto cristiano ortodoxo, el territorio pertenece a Azervaiyán, con unos habitantes mayoritariamente musulmanes. Tras el colapso de la Unión Soviética, iniciaron las hostilidades, en guerra abierta. A comienzos de los noventa, la región declaró su independencia. Desde el acuerdo de paz de 1994 las violaciones del acuerdo han sido frecuentes. Y violentos. Cinco soldados azeríes fueron asesinados por separatistas armenios en febrero de 2017 durante una batalla fronteriza entre ambas fuerzas.
Soldado del Ejército armenio./AFP
Fuera de este decálogo, hay otro conflicto, el de Yemen, que no sólo se podría encuadrar dentro de las contiendas bélicas semi-olvidadas. También es otro ejemplo de control de información y de opacidad. Sobre todo, desde que Arabia Saudí se hizo con la comandancia militar de la alianza del Golfo. Sin olvidar su capacidad para extender las tensiones a toda la región, otra de las más convulsas, ya de por sí, del planeta. Porque Riad ha gastado sumas ingentes de dinero en esta guerra, hasta descuadrar un presupuesto que habitaba en el superávit por los petrodólares, que también está utilizando para hostigar a su enemigo, Irán.
Yemen sufre una guerra civil que es un auténtico collage: luchas tribales, movimientos yihadistas y grupos que, sencillamente, luchan por la supervivencia. Pero, por encima de todo, lo que está en juego es la hegemonía del wahabismo saudí (suní) y la milicia chií Huthi, apoyada por Teherán. Naciones Unidas cree que tres cuartas partes de sus 28 millones de habitantes precisan de algún tipo de ayuda humanitaria. Su economía está colapsada y la esperanza de vida de la gente resulta una quimera. Por si fuera poco, a comienzos de diciembre, se hizo oficial el asesinato de Abdalá Saleh, el ex presidente del país y antiguo aliado rebelde. Probablemente a manos huthies, que le consideraban un traidor, según fuentes saudíes.
Dos hombres de la milicia chií Huthi, apoyada por Teherán, portan dos RPG ./REUTERS
El último Global Peace Index, del Institute for Economics and Peace, que incluye datos de 2015, ya revelaba que eran malos tiempos para la paz. Durante ese año, el número de muertes en combate había sido el más alto de los últimos 25 años, debido a los altos niveles de intensidad terrorista y a la mayor oleada de refugiados y desplazados desde la Segunda Guerra Mundial. La violencia, dice el estudio, tiene un alto coste. Nada menos que de 13,6 billones de dólares, si se mide en poder de capacidad de compra. Más que la economía de China a precios actuales del mercado. O cinco dólares por persona y día, si pagáramos todos los habitantes del planeta. U once veces el montante de la Inversión Extranjera Directa (FDI, según sus siglas en inglés) que fluye cada ejercicio económico por el mundo. Sólo en 2015.
Su versión de 2017 reconoce una ligera mejoría, que queda en stand by ante el creciente gasto militar de las grandes potencias. Estos son los cinco países que, a juicio de este barómetro, de reconocido prestigio internacional, lograron los mejores y peores resultados en los exámenes sobre pacificación de sus territorios.
Fuente: publico.es
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