martes, 7 de agosto de 2018

El Deber Cristiano, Contexto Global y la Praxis Latinoamérica.


El Deber Cristiano, una Revisión Filosófica.
por Alonso Ignacio Salinas García.

¿Qué vida debe vivir el cristiano? Jesucristo lo dice de forma muy directa: amarlo es creer en él, creer en él es seguirlo, seguirlo es imitarlo e imitarlo es amarlo (Juan 2:6). Ser Buena Nueva, ser un discípulo de Cristo es buscarlo, para ello deberíamos comprenderlo en los puntos cardinales de la virtud moral de Aristóteles, vale decir, buscar y ser su fortaleza para enfrentar la adversidad, su templanza para reflexionar sobre ella, la prudencia para actuar y la justicia para concretar la Buena Nueva. Entonces nos preguntamos ¿qué es ser la Buena Nueva? Rápidamente podemos decir que es anunciar, vivir y profetizar su mensaje, el cual, para entenderlo realmente debemos adentrarnos en los profetas del antiguo testamento, en las palabras de Jesucristo y un análisis de la realidad capitalista (el nuevo paradigma).

A la llegada del Mesías, en especial a la llegada de su mensaje en los corazones de los pueblos (desde una perspectiva aterrizada: en su costumbre), el profeta Isaías dictamina el fin de la ley natural: “El lobo vivirá con el cordero, la pantera se echará con el cabrito, novillo y león pacerán juntos, y en mucho será su pastor. La vaca pastará con el oso, sus crías se echarán juntas; el león comerá paja como el buey” (Isaías 11:6-7). Parece descabellado aquello, pues lo que esta ordenado naturalmente a no pasar ha de pasar, pero nosotros nunca lo hemos visto, al menos nunca de forma literal. ¿Ello implica que Jesucristo no es el Hijo de Dios? Pues claro que no, debemos desglosar el lenguaje metafórico, vale decir, abstraernos un poco, esta sentencia de Isaías no es más que un juego de palabras de la profecía de la justicia y la igualdad.

Empecemos por pensar que es la ley natural. Hesíodo en la Teogonía nos dice que en la naturaleza el más fuerte manda, ello es la ley natural (también llamada ley de la selva), pero Zeus no quiso eso para los hombres, y por ello mando a su hija, Nike (la justicia), a habitar entre estos para evitar que el más fuerte mande sobre los más débiles. Por ello es que Aristóteles hablaría de una justicia conmutativa que busque la igualdad entre las personas y la distributiva entre las personas que en la realidad son distintas (dinero, cargos, etc.), sin embargo estas nociones sacadas de las ecuaciones y la geometría respectivamente parecen distantes de la realidad. Los culpables de cohecho (como los exonerados de prisión de SQM), los terratenientes que han matado miles de campesinos en nuestra historia como humanidad, la esclavitud, el racismo, la pobreza y muchas otras injusticias nos parecen comunes, mucha gente ya ni cuestiona el orden económico actual. Por esto Tracimaco nos dirá, hace ya varios siglos, que la justicia no es nada más que la voluntad del más fuerte, por lo que parece que la ley de la naturaleza es la ley del hombre. Sin embargo basta recurrir al Aquinate, por ejemplo, para darse cuenta que no somos igual que los animales. ¿Entonces por qué la ley natural en la historia es la ley de las sociedades humanas? ¿Entonces Cristo vendría a romper la ley natural en que el hombre se ve encerrado?

La ley natural que nos habla Isaías es la misma que Hesíodo, pero como una metáfora para hablar lo mismo que nos señala Tracimaco, la ley natural de Isaías es la ley y orden de las sociedades donde el fuerte se sobrepone a los debiles. Por ende entendemos que la llegada del Mesías es la declaración de término de toda forma de vida deficitaria e injusticia, toda forma de dominación y violencia impropia sobre la dignidad de las personas. Pero es un término de Derecho, no de hechos, lo que diga el papel y la palabra ha de ser trasmitida y puesta en acción, es por ello es que en el Apocalipsis baja Jesucristo, como guerrero, pues es el momento de la “revelación” de llevar a la realidad finalmente la palabra. Esto no implica pasividad, todo lo contrario, ya veremos más adelante que la construcción del Reino de los Cielos recae en las y los creyentes, la venida del Jesucristo guerrero es una metáfora a la lucha final del bien y el mal para la edificación en términos de hecho el Derecho ya establecido por la profecía.

Sin embargo antes de seguir la naturalidad de la narrativa bíblica para poder decir cuál es el deber cristiano debemos partir de lo recién mencionado, el Jesucristo guerrero, el cual tiene un significado metafórico primordial para entender el deber de la Buena Nueva en la obra cristiana. Jesucristo viene a arrasar al Imperio Romano (Apocalipsis 19,11-19), pues si leemos desde una perspectiva metafóricamente nos damos cuenta que para el cristiano antiguo, Roma representaba la injusticia, injusticia que vive hasta nuestros días en manos de los nuevos imperios y de los ladrones que rigen el sistema económico actual que saquea el planeta y a todo lo que lo habita. Como una anécdota relevante, tenemos el relato de la injusticia en Roma en el testimonio del sacerdote cristiano Sabino en la obra del historiador Jacques Le Goff:

“Escuchemos a Sabino: Los pobres son despojados, las viudas gimen, los huérfanos son pisoteados, hasta tal punto que muchos entre ellos, comprendidas gentes de buen nacimiento y que han recibido una educación superior, se refugian entre los enemigos. Para no perecer bajo la persecución política, van a buscar entre los bárbaros la humanidad de los romanos, porque no pueden soportar más, entre los romanos, la inhumanidad de los bárbaros” [1].

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