lunes, 4 de mayo de 2015

El Islam necesita una transformación.


Dr Samuel Pagan

Las imágenes televisivas de personas quemadas, decapitadas y crucificadas, son una clara muestra de cómo la religión puede convertirse, no solo en opio enajenante, sino en instrumento de opresión, desesperanza y muerte. Y las explicaciones que hacen los líderes del Estado Islámico (EI) de esas ejecuciones, lejos de contribuir positivamente a la comprensión adecuada del Islam, presentan un rostro inmisericorde, irracional, agresivo y despiadado de esa religión. Además, el silencio, o en el mejor de los casos, las críticas tímidas de los líderes islámicos en Europa y las Américas, hacen que sea extremadamente difícil creer que el Islam es una religión de paz.

Las tres religiones monoteístas del mundo –a saber, judaísmo, cristianismo e islamismo-, provienen de la misma región, el Oriente Medio, y comparten muchos elementos literarios, culturales e históricos. Tanto la Biblia hebrea, como el Antiguo Testamento cristiano y el Corán, son reconocidos como libros sagrados por millones de creyentes. Y esa importante literatura antigua, es el fundamento de las enseñanzas de rabinos, sacerdotes, ministros e imanes.

Una lectura literal del Corán, revela, por ejemplo, que si una joven llega al matrimonio y se descubre que no es virgen, la pena por ese delito sexual y moral, es lapidación. Por otro lado, si un varón seduce o viola a una joven, lo que legalmente se le requiere, es pagar una multa al padre de la muchacha u ofrecerle matrimonio. Dinámicas similares también se encuentran en las Escrituras hebreas y cristianas.

Esa inconsistencia legal y ética, es producto de una cultura que entiende a la mujer como posesión de algún hombre, ya sea padre, hermano o esposo. Y los documentos religiosos lo que hacen es presentar el prejuicio contra las mujeres que se vive en esos pueblos.

Muchas comunidades cristianas y judías lograron superar estas lecturas literales, injustas e impropias de los documentos sagrados, porque experimentaron en la Europa medieval una serie importantes de cambios filosóficos, teológicos, políticos y sociales. La Reforma Protestante, la Ilustración y la Revolución francesa, dejaron huellas profundas en la cultura occidental, tanto en la política como en la religión. Con la influencia de intelectuales cristianos (p.ej., Lutero, Calvino, Kant y Descartes) y judíos (p.ej., Spinoza y Mendelsohn), las iglesias y las sinagogas comenzaron a leer la Biblia con nuevos ojos, e identificaron las distancias históricas, lingüísticas y culturales, que separaban las generaciones de creyentes europeos de los documentos religiosos que leían. Y ese importante ejercicio intelectual ha permitido que académicos y feligreses puedan identificar el corazón del mensaje de la Biblia, descubrir sus valores éticos, morales, espirituales, literarios, sociales y políticos, y superar las lecturas literales y simplistas, que pueden convertir el mensaje bíblico en fuentes de terror.

El Islam no recibió el impacto de esas experiencias de reflexión teológica y crítica en Europa. Salvo algunas excepciones honorables, no disfrutó del resultado de las transformaciones que sacaron a la mayoría de las iglesias y de las sinagogas del oscurantismo medieval, y las llevaron a tener diálogos importantes y necesarios con la modernidad y la post-modernidad.

La religión islámica, entendida desde una perspectiva inteligente y crítica, debe ser una expresión espiritual de entrega, sumisión, oración, paz… Sin embargo, pienso que ha quedado rezagada de este tipo de análisis intelectual y racional de la fe, y la mayoría de sus adeptos no reciben necesariamente las enseñanzas que valoran el respeto, la tolerancia y el diálogo. Es quizá esa una de las razones que motiva a muchos intelectuales islámicos a guardar silencio, o a ser tímidos en sus críticas, aunque podrían contribuir de forma destacada a la reformulación de la fe.

En efecto, el Islam, que a través de la historia ha contribuido al saber humano, necesita en la actualidad una transformación, una reforma, una iluminación, una revolución, que debe venir como la manifestación racional e inteligente de su sentido interno de preservación y pertinencia histórica…

Y las iglesias deben afirmar la importancia de las lecturas informadas y críticas de los textos bíblicos, para no retroceder en los avances que les ha permitido disfrutar una experiencia religiosa saludable, capaz de formar, informar, transformar, redimir y liberar individuos y comunidades.


Dr Samuel Pagan

El Dr. Samuel Pagán es profesor de Biblia Hebrea en Dar al-Kalima College en Belén. El Dr. Pagán es un ministro ordenado de la Iglesia de Cristo (Discípulos de Cristo). Prolífico escritor, ha publicado más de 35 libros sobre temas teológicos, bíblicos y pastorales. Ha sido decano académico y presidente de instituciones teológicas de grado en Puerto Rico y EE. UU., y ha sido director del departamento de traducción de la Biblia de la United Bible Societies en las Américas.

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