Cerca de ocho mil inmigrantes, que en su mayoría intentan llegar a Tailandia o Indonesia, se encuentran a la deriva en alta mar.
Los países del Sudeste Asiático están "jugando al ping-pong" con los inmigrantes, al rechazar y empujar sus barcos de unas aguas territoriales a otras, según las organizaciones humanitarias.
Alrededor de un millar de inmigrantes bengalíes y rohingyas llegaron a varios puntos de la isla indonesia de Sumatra. El grueso del grupo, 420 bengalíes y 370 rohingyas, se encuentra en la localidad de Langsa, a la que llegaron ayudados por pescadores locales después de que la embarcación en la que viajaban naufragara cerca de la costa.
Además, un número indeterminado de embarcaciones más pequeñas, con una veintena de personas a bordo cada una, llegó a otros puntos de Sumatra, según el director de la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) en Bangkok, Jeff Labovitz.
Labovitz declaró a Efe que el Gobierno indonesio ha pedido ayuda a su agencia para asistir a dos grupos de inmigrantes, entre ellos los citados 790.
La OIM y la ONG Human Rights Watch han reiterado en los últimos días un llamamiento a Tailandia, Malasia e Indonesia para que rescaten a los inmigrantes y frenen lo que califican como "la estrategia del ping-pong humano".
"Tailandia, Malasia y Indonesia deberían dejar de jugar al juego a tres bandas de ping-pong humano y, en su lugar, deberían trabajar juntos para rescatar estos barcos aciagos", aseveró el subdirector de HRW en Asia, Phil Robertson.
Robertson también pidió a las autoridades de Birmania (Myanmar) que acaben con la discriminación de los rohingyas, una perseguida minoría musulmana a la que niegan la ciudadanía y limitan la libertad de movimiento.
Más de 2.400 inmigrantes bengalíes y rohingyas han desembarcado en Malasia e Indonesia desde el domingo pasado, y varios barcos han sido devueltos a aguas internacionales.
Tailandia insistió hoy en que no aceptarán barcos con inmigrantes, después de que una embarcación con al menos 300 indocumentados, incluidos mujeres y niños hambrientos, llegase al sur del país y partiese de nuevo ayer hacia Malasia tras proveerse de agua, alimentos y medicinas.
La embarcación, que había sido abandonada previamente por los traficantes, fue localizada a 17 kilómetros de la isla de Lipe, en aguas de la provincia de Satun, en el suroeste de Tailandia.
Según algunos medios, el barco había sido rechazado el día anterior por las autoridades de Malasia.
Panitan Wattanayagorn, consejero del Gobierno tailandés, indicó que seguirán esta política al menos hasta la reunión que han convocado el 29 de mayo con representantes de otros países de la región para abordar la crisis, según el diario Bangkok Post.
Hasta entonces, las autoridades tampoco decidirán si habilitan campos temporales para acoger a los inmigrantes víctimas de las redes de tráfico de personas.
A la reunión han sido convocados representantes de Australia, Indonesia, Malasia, Myanmar, Bangladesh y Vietnam, así como de organizaciones internacionales.
Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), unas 25.000 personas zarparon en barcos desde Bangladesh y Birmania (Myanmar) durante el primer trimestre de 2015, el doble del número registrado en el mismo periodo de 2014.
Muchos de ellos son miembros de la minoría rohingya que tratan de escapar de los campos de desplazados en Birmania, donde unas 140.000 personas viven hacinadas en condiciones precarias desde el estallido de un brote de violencia sectaria en 2012.
Desde que Tailandia comenzó a principios de mayo una campaña contra las redes de traficantes en el sur del país, donde desmanteló ocho campamentos clandestinos, se ha producido una desbandada de las mafias que han abandonado a miles de inmigrantes en la selva tailandesa y en precarias embarcaciones en alta mar.
Según la OIM, podría haber unos 8.000 inmigrantes en barcos fletados por traficantes de personas en el Sudeste Asiático.
No es la primera vez que la región padece una crisis con barcos de inmigrantes.
La Guerra de Vietnam provocó un éxodo masivo de vietnamitas entre los años 70 y 90 que, tras negociaciones en la ONU, fueron alojados en campos de refugiados temporales y posteriormente repatriados a terceros países.
En la actualidad, muchos barcos con inmigrantes y solicitantes de asilo tratan de llegar a Australia, que los envía a centros de detención temporal en Nauru y Papúa Nueva Guinea.
Fuente: elespectador.com
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