jueves, 29 de noviembre de 2018

Nuestras imágenes de dios (1)


Por: Rosa Ramos

Las imágenes de Dios, no son Dios
Las ideas acerca de Dios, no son Dios
Sin embargo… 
“…quién me ha visto –dice Jesús a Felipe- 
ha visto al Padre” (Jn. 14, 9)



Muchas ideas acerca de Dios que aún sostenemos vienen de la filosofía griega, de varios siglos anteriores al cristianismo, que fueron adoptadas y petrificadas. A su vez muchas imágenes de Dios, que no pocos cristianos aún tenemos, corresponden al Antiguo Testamento y no al Dios revelado por Jesús. 

El Concilio Vaticano II llama la atención sobre nuestra responsabilidad en relación al ateísmo; tras señalar varias formas de increencia dice “en esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes” (GS 19). Esto fue planteado hace ya más de 50 años.


Frente a las razones, y sobre todo a las imágenes de Dios que evidencian ciertos argumentos, suelo decir “yo también soy atea del dios que ustedes como ateos rechazan”. Las formas de ateísmo que proliferaron en los siglos XIX y XX nos han ayudado a los cristianos a purificar nuestras ideas e imágenes de Dios. Es justo y necesario darles gracias a esas críticas serias, así como también a la contribución de la literatura. Ésta, a veces incluso en forma irónica, nos ha espabilado y horrorizado de lo que livianamente repetimos y hasta enseñamos en catequesis. 


Algunas imágenes e ideas acerca de Dios deberíamos “sacárnoslas con peine fino”, pues son dañinas para nosotros y muy irreverentes para con el Dios de Jesús. No cabe duda que la humanidad ha proyectado en Dios y le ha atribuido sus propias cualidades (crítica que han hecho varios filósofos), y no siempre las mejores. De tal modo que ese “dios” resulta ser peor que los humanos.


Reconocemos que la tradición cristiana privilegió ciertas imágenes e ideas de Dios, algunas de las cuales resultan inadmisibles hoy, a la luz de la evolución cultural y de nuestras conciencias, y los creyentes deberíamos ser los primeros en rechazarlas, porque además contradicen lo que Jesús revela de Dios. De ahí la necesidad de cuestionar ciertas imágenes -muchas de las cuales permanecen en la liturgia- y de hacerlo sin temor, madura y responsablemente.


En las últimas décadas lo dominante no es el ateísmo virulento sino la prescindencia de Dios, la indiferencia, pero quizá sea también aplicable aquí lo señalado en el Concilio. Asimismo serias investigaciones actuales señalan que existe gran número de creyentes en Dios, sin filiación eclesial alguna. El problema es complejo, entonces, pero no ajeno a nosotros.


Si “las imágenes de Dios, no son Dios”. ¿Debemos por ello renunciar a todas las imágenes?

En tanto somos seres encarnados necesitamos imágenes; de todo tenemos imágenes y elaboramos conceptos, también de Dios. No podemos vincularnos directamente con Dios sin imágenes o conceptos, tenemos una variedad y riqueza muy grande de imágenes, pero hay un límite a asumir: ninguna imagen de Dios es Dios, ninguna idea de Dios es Dios. 


No existe una imagen de Dios “verdadera”, absoluta, inmutable. 

Todas nuestras categorías e imágenes para referirnos a y para relacionarnos con Dios son construcciones humanas históricas, construcciones condicionadas culturalmente. 


Muchas veces son proyecciones de necesidades o de nuestros fantasmas y temores. Sin embargo también reconocemos en ellas las huellas de “encuentros en el caminar”, en la búsqueda constante de vida y sentido de la humanidad. En las imágenes siempre hay algo de proyección y también algo de trascendencia, de novedad y revelación del propio Dios.


Históricamente los pueblos van viviendo situaciones, enfrentando dificultades, superándolas o no, perdiendo y ganando batallas, se van encontrando en los caminos con la culpa, el error, el miedo, la alegría, la victoria, la muerte y la vida. También van encontrando situaciones y personas que dan vida, van aprendiendo a perdonar, amar y convivir. En esos encuentros van los pueblos descubriendo “un algo más”, “un Alguien”, “una fuerza”que no es sólo suya… 


En el AT hay muchos “nombres de Dios”, que corresponden a rasgos que el pueblo iba “descubriendo” o “adjudicando” a Dios según su experiencia histórica concreta. Implican una concepción teológica, correspondiente a una cosmovisión epocal. No podemos pedirle a la Biblia, (ni a otros textos sagrados como el Corán) conocimientos científicos ni paradigmas culturales actuales, pero sí es nuestro deber procurar una buena hermenéutica conocer los contextos y paradigmas en que surgieron esas experiencias y fueron escritos los textos.


En la historia común y personal nos vamos encontrando con Dios, lo vamos descubriendo y nombrando, con torpeza o con acierto. Las imágenes ayudan, permiten expresar lo descubierto o aprendido, pero no pueden petrificarse, so pena de crear ídolos y olvidar la apertura a los nuevos encuentros que permiten ir corrigiendo los propios hallazgos y descubriendo mejor el Dios de la vida, el Dios que peregrina con la humanidad.


Toda imagen es histórica y ninguna definitiva, pero, cuidado, eso no significa que todas son igualmente válidas.Tenemos una “norma normanda no normada” que es el Evangelio, la persona misma de Jesús, con sus gestos, acciones, palabras, su vida entera. (DV 4)


Dios habla a los hombres con lenguaje humano, dice el Concilio (DV 12), y a la inversa, sólo con lenguaje humano podemos decir algo de Dios, pero hay que asumir con humildad que a Dios nadie lo ha visto -salvo el Hijo- y que muchas veces pecamos de ingenuidad y/o soberbia al pretender encerrar a Dios en categorías y creer que allí está “la verdad” acerca de Dios.


No temamos dudar, cuestionar, estar atentos a lo que decimos, rezamos, creemos. Reflexionar sobre el Misterio de Dios es reflexionar sobre nosotros, siempre implica el Misterio del Ser Humano. Las preguntas más auténticas sobre Dios son preguntas sobre quiénes somos realmente, por aquello que nos hace más humanos, alcanzar Vida plena y abundante.


Muchos teólogos, a la luz de las herramientas hermenéuticas, atentos a la realidad, así como el diálogo interreligioso, y desde una espiritualidad encarnada, han dado grandes pasos en la revisión de imágenes y concepciones de Dios, gracias a la acción del Espíritu. (Jn. 14, 26) 


Dejar a Dios ser Dios, respetar el Misterio, será nuestro deber de criaturas, a la vez que asomarnos a él desde Jesús, plenitud de la revelación.



(En próximas entregas intentaremos profundizar en este tema nada menor)


Imagen: https://forosdelavirgen.org/62757/dios-nos-toma-examenes-periodicos-con-las-pruebas-de-la-vida-2014-05-22/

Fuente: Amerindia







No hay comentarios:

Publicar un comentario