martes, 15 de enero de 2019

Nuevas formas de participación juvenil.



Individualistas, pasotas, más volcados en las redes sociales que en lo que sucede en su entorno más inmediato… Estos acostumbran a ser algunos rasgos con que a menudo se retrata a los jóvenes de hoy en día. Sin embargo, esta “fotografía” muchas veces encubre otro tipo de cuestiones sobre la realidad que vive la juventud hoy y la forma de desenvolverse en ella. Aquí van algunas notas para entender su contexto.

– Su realidad material no es fácil. Tan sólo hay que pensar en dos hechos: la alta tasa de desempleo juvenil (en 2017 era del 40,5% entre los menores de 25 años, la segunda más grande de Europa) y el inaccesible precio de la vivienda, tanto para a la compra (tienen muy complicado el acceso al crédito) como para el alquiler (la fuerte subida está dificultando aún más las sus posibilidades de emanciparse). Las condiciones existentes para obtener un trabajo y para independizarse son uno de los motivos que explican la baja tasa de natalidad actual y como la maternidad se está retrasando cada día más. En resumen, la juventud hoy tiene serias dificultades estructurales para desarrollar su propio proyecto vital.

– Hay un gran contraste entre las aspiraciones y la narrativa con que han sido socializados, y la realidad que se han encontrado. La juventud hoy ha asumido que vivirá peor que sus padres. El relato del “ascensor social” en el que la Universidad suponía un acceso para disfrutar de más oportunidades está en duda. Todo ello, unido al punto anterior, nos lleva a trazar un escenario de precarización, falta de oportunidades generalizadas y un éxodo notable, aunque muchos de ellos acumulan títulos universitarios e idiomas.

– Desconfían de la política (institucional) y de otros actores como sindicatos (y en menor medida, ONG). Su participación en las elecciones es más baja que la media (sólo votó el 61% de los menores de 35 años en las últimas elecciones, frente al 79% entre los mayores de 55 años) y su tasa de afiliación a partidos y sindicatos también es menor que en otros intervalos de edad. Ven estas instituciones jerárquicas y anquilosadas, especialmente en los casos de los partidos políticos tradicionales emanados de la transición. Prueba de ello es que son los partidos emergentes los que más apoyo reciben entre los jóvenes.

¿Quiere decir esto que los jóvenes pasen hoy de la política o que se resignen ante su complicada realidad material? No exactamente. Que desconfíen de los partidos tradicionales no significa que no hayan hallado otros canales para participar en la vida política, por ejemplo a través de los movimientos sociales donde han tenido un importante protagonismo, como con el 15M o con otros movimientos posteriores.

Del mismo modo, los jóvenes tienen otras pautas de consumo diferentes a las de sus padres. De hecho, entre ellos tienen gran éxito hoy en día las plataformas de intercambio o de compraventa de segunda mano (como Wallapop), diversas formas de economía colaborativa (BlaBlaCar, entre otras).

Pero, sin duda, el hecho que mejor explica cómo es su forma de socializarse y relacionarse con el mundo es su familiarización con internet. La red juega un papel fundamental en sus vidas y en su formas de relación con la política, con el consumo, su forma de informarse, en la búsqueda de otras formas de participación y para relacionarse con las sus amistades, e incluso ligar (aquí está Tinder).

En definitiva, la juventud hoy se caracteriza por vivir en un contexto vital marcado por la inseguridad y la incertidumbre material, pero también por buscar nuevas formas de socialización y participación política que en muchos casos se alejan de las de sus padres.

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