Por Juan Carlos Urquhart de Barros
Arzobispo de la Iglesia Episcopal Antigua
En esta sociedad del consumo en la que todos los días nacen “nuevos marginados” es nuestro deber como cristianos mantenernos “alertas” y “sensibles” frente a cualquier sufrimiento y marginación que sufren nuestros hermanos y hermanas de cualquier condición, hijos e hijas del mismo Padre.
Es tiempo de alegría, momento de felicidad, excusa para el rencuentro familiar (buena excusa) planifiquemos para que esta algarabía y compromiso cristiano, sea anual y no hasta el seis de enero.
Si bien es cierto que criticamos siempre la misma historia mundana potencializada por el capitalismo atroz, la de papa Noel mezclada con el pesebre y el cuentito de la estrella de belén y todo con un contexto bíblico adecuado para las intenciones de fuga y felicidad del hombre estresado que busca paz para un aciago año que culmina; sumado al poder adquisitivo (circunstancial) y el consumismo que generan una sensación similar a la felicidad y la paz (que desde luego no se compra; sino que se construye).
Y hasta aquí todo suena muy armonioso, bello y alegre, pero mundano. Aprovechemos este tiempo para hacer un balance cristiano, desde la óptica del objetivo primario que motivo a Dios hacerse hombre y venir al encuentro del hombre. ¿A qué vino Cristo? vino a liberar al cautivo y se inclinó por los más pobres y por las circunstancias de mayor sufrimiento: enfermos, marginados, pecadores, perseguidos, prófugos, hambrientos, sin trabajo, solitarios… ( de una manera u otra por incompletos e imperfectos: todos somos pobres).
Nuestra forma de actuar como cristianos no debe convertirse en una ideología ni en un sistema, para ello en el servicio de cercanía o encarnación (que es la auténtica caridad) no debemos instrumentalizar al pobre ni forzarlos a adoptar actitudes impuestas; tampoco aprovechar esta situación para enfrentar a las personas que sufren con los posibles causantes de este sufrimiento. Recordemos en todo momento, que el Evangelio no fomenta la división entre ricos y pobres, sino entre el amor y el odio.
En el caso de los más comprometidos, que han aceptado un llamado especial de Dios debemos recordar que la cercanía verdadera a los pobres supone la renuncia a convertirse en un ídolo de la gente o de la moda. Debemos estar por encima de la aceptación, de la persecución, de los resentimientos y de la gloria (2 Cor 12, 15).
El trabajo específico de quien entregó su vida al servicio de Cristo que es el anuncio, la presencialización y la comunicación del evangelio; debe estar en la misma línea de continuación con la obra de Dios redentor; es por ello, un trabajo cualificado que puede exigir dedicación plena y exclusiva, al menos como lo exigen otros trabajos especializados; por lo tanto sería bueno que todas y todos los clérigos y religiosos nos preguntemos ante este nuevo renacimiento si somos auténticos llamados por Dios.
Y que frente a todas las adversidades de la vida, los cristianos y cristianas, tomemos como ejemplo las acciones de Jesús que no se sintió frustrado ante las circunstancias humanas de Nazaret, y por encima de todo amó sin límites y transformó las circunstancias amando. Esa debe ser nuestra meta para lograr la conversión de este mundo desnorteado; por lo tanto el proceso de cambio no comienza escapando hacia el mundo de la imaginación, del consumismo, o hacia el campo de las utopías futuristas, sino aprendiendo a amar profundamente las eventualidades para transformarlas amando.
Aprovechemos este momento de sensibilidad y analicemos en esta materia como estamos todos los cristianos, creo que sería bueno antes de sentarnos a la mesa a brindar por los éxitos personales del año; orar por la conversión de todas las personas y por la perseverancia de los conversos.
Somos la Iglesia de Cristo, al igual que él, no excluimos a ninguna persona, oramos por todas y todos (y que cada lector incluya en sus oraciones a quienes involuntariamente olvidamos):
Oremos:
- por los 43 estudiantes desaparecidos por el Estado Mexicano y sus familias;
- por los damnificados por el tifón de filipinas;
- por los niños masacrados en Paquistán y por las familias afectadas;
- por el conflicto entre judíos y palestinos y sus respectivas víctimas;
- por las masacres internas de EE.UU., en escuelas, bares y en las calles;
- por los niños bolivianos esclavizados por las leyes bolivianas;
- por los presos y expresos de todo el mundo.
- por los políticos corruptos;
- por los políticos honestos;
- por las víctimas de violación y de crímenes contra la persona humana;
- por la recuperación sanitaria de violadores, pedófilos y asesinos;
- por los clérigos corruptos; para que se conviertan en la luz;
- por los clérigos honestos; para que perseveren en la luz;
- por la conversión de los capitalistas;
- por la conversión de los comunistas;
- por la conversión de los extremistas y terroristas;
- por las victimas del capitalismo, del comunismo y del extremismo;
- por la conversión de las mafias;
- por los sin techos para que puedan acceder al hogar digno;
- por los con techo para que puedan asegurar su vivienda;
- por los estafados y los estafadores;
- por la oscuridad para que sea absorbida por la luz;
- por la luz para que brille cada día más;
- por la paz entre EE.UU. y Cuba y por todas las victimas y victimarios;
- por los que sufren y provocan bullying;
- por los negreros, trata de blanca, homofóbicos, narcotraficantes;
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén. (oración de San Juan Crisóstomo; LOC)
¡FELIZ NAVIDAD¡
Juan Carlos Urquhart de Barros
Arzobispo
Iglesia Episcopal Antigua
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