Bernardo Pérez Andreo (*)
Ya es oficial, en 2016 los súper mega ricos se lo quedan todo y el resto con las migajas. Según el informe de Intermon Oxfam, elaborado con ocasión del Foro Económico de Davos (Suiza), el próximo año, y por primera vez en la historia de la humanidad, el 1% de la población poseerá más de la mitad de toda la riqueza mundial. El informe lleva el explicativo título de ‘Tenerlo todo y querer más’.
Los ricos son voraces e insaciables y su límite está en el 100% de la riqueza, aunque eso suponga destruir a la humanidad entera y a ellos consigo. Son irracionales e inestables. Como los tiburones cuando hay carnaza, muerden y muerden sin mirar qué ni a quién, a veces a ellos mismos. Está claro que no van a parar hasta quedarse con todo, porque ellos lo quieren todo y lo quieren ahora, ya. Dicen que la ocasión la pintan calva y la crisis-estafa actual es la ocasión perfecta para robar cuanto se pueda con absoluta y total impunidad.30 años de neoliberalismo han puesto las bases para que los Estados y la población no sepan reaccionar y se queden pasmados mientras les roban hasta los calzoncillos.
Se trata de un proyecto globlal que empezó a finales de los 60 con la Sociedad del Mont Pelerin, en Suiza, siempre Suiza. Allí estaban los gurús del pensamiento que luego sería llamado neoliberal: Hayek, Freadman o Mises. Su propuesta era acabar con el keysianismo y volver a un capitalismo sin reglas que permita el enriquecimiento sin medida y sin control. Su punto de apoyo era la pérdida constante de la tasa de ganancia de los años 40 y su lema era privatizar a toda costa. Aquél proyecto se llevó a cabo en varias etapas, pero los verdaderos impulsores fueron Reagan y Thatcher, al grito de There Is No Alternatives(TINA). Tras ellos todo iba sobre ruedas: las políticas mundiales de desregulación impulsadas por el FMI y el BM se aplicaban a rajatabla por todo el mundo, teniendo como consecuencia la serie de burbujas que, empezando por 1986, el Big bang day y concluyendo con la eliminación de las leyes bancarias Glass-Steagall, llevaron a la etapa especulativa más larga de toda la historia. Esta etapa especulativa llevó a la crisis del 2008, pero esto no fue más que un jalón más en el camino hacia el enriquecimiento de los más poderosos. Mientras todo el mundo se hacía más pobre, ellos se enriquecían y ponían las bases para un mundo nuevo, el mundo del capitalismo feudal.
Sí, ya estamos en él. De la misma manera que en el feudalismo una pequeña porción de la humanidad, no más del 5%, amasaban prácticamente el 90% de la riqueza, mientras el resto debía trabajar para ellos, hoy estamos cerca de una posición en la que un grupo cada vez más reducido se hace con una parte cada vez más considerable de la riqueza global. Según el informe de Intermón, que coincide con los datos aportados por Piketty en su idispensable ‘El capital en el siglo XXI’, el ritmo de crecimiento de la riqueza de los ricos es exponencial. Cada año, los ricos, ese 1% de la población, acumula el 90% de la riqueza nueva generada, lo que lleva a que en pocos años, no más allá de 2030, el 90% de toda la riqueza mundial esté en sus manos. Ese momento será plenamente el del capitalismo feudal. Los pasos para ello ya se han dado: los Estados han sido reducidos a meros aplicadores de las políticas impuestas por las instancias internacionales controladas por la súper clase dominante. Las leyes se modifican para impedir que su fortuna sea ilegal o perseguida. Los últimos reductos de libertad, tales como la educación o sanidad no privadas, están siendo eliminados poco a poco. Las conciencias son secuestradas y el pensamiento de la élite se filtra en la cultura.
El capitalismo feudal es la etapa senil del capitalismo; incapaz de generar un espíritu que lo legitime, sólo le queda el instrumento del control físico y psicológico de los cuerpos y las mentes y la guerra como arma de imposición. Las guerras impuestas como las de Irak, Libia, Siria, Nigeria, no son sino el instrumento eficaz para controlar las masas que en un momento dado pueden llegar a no soportar el sufrimiento que se les inflige, sufrimiento que mora junto al lujo y el despilfarro de estos pocos. Los muchos, las ingentes masas de pobres, llegará un momento que nada tengan que perder salvo las cadenas que los amarran al sufrimiento; ese día será el principio del fin del capitalismo feudal. Sin embargo, nada asegura que el fin de ese modo de capitalismo nos lleve a una sociedad justa, si no hacemos nada por construir antes que llegue la destrucción. Antes de que llegue el día de la destrucción, deberíamos empezar a construir una realidad alternativa y viable. No importa lo que se tarde, siempre será mejor que esperar a que la rabia contenida de millones acabe con la injusticia y con la misma humanidad. O acabamos con la riqueza de los súper ricos, o no habrá futuro para la humanidad.
(*) - Bernardo Pérez Andreo es teólogo seglar, profesor y secretario general del Instituto Teológico de Murcia y miembro del Consejo de Dirección de Iglesia Viva. Este artículo fue publicado el 20 de Enero en su blog personal Rara Temporum y el día siguiente en iviva.org. Hoy lo reproducimos en ATRIO para comentar en esta entrada elForo de Davos y la progresiva desigualdad de la riqueza en el mundo.
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