viernes, 7 de febrero de 2020

La ira por la gestión del coronavirus plantea un reto sin precedentes a China

La muerte del doctor Li en Wuhan pone en guardia al Gobierno chino

Tras la oleada de ira y dolor públicos en internet, Pekín enviará a inspectores de su máxima comisión disciplinaria a investigar por qué no se hizo caso al médico



“La última vez que tanta gente estaba despierta era 1989”, escribía un usuario de Weibo el jueves por noche, mientras se esperaban noticias sobre la salud del doctor Li Wenliang, el oftalmólogo que contribuyó a dar la alarma sobre la epidemia de coronavirus en China. Para que no quedara dudas sobre la alusión, incluía una foto de las manifestaciones de Tiananmen aquel año, en un mensaje que la censura se encargó de bloquear a las pocas horas. El fallecimiento del médico, finalmente confirmado en la madrugada de este viernes (tarde del jueves en la España peninsular), desencadenó una oleada de mensajes de ira y malestar ciudadano sobre la gestión de la crisis, lo más parecido a una protesta generalizada que ha vivido China en años.

Un hombre con mascarilla en una calle de Pekín con los establecimientos cerrados, el miércoles. KEVIN FRAYER GETTY IMAGES


Fotos. Obituarios. Imágenes de velas. La melodía de Do You Hear the People Sing, la canción del musical Los Miserablesque las protestas de Hong Kong han convertido en un himno a la voluntad popular. A lo largo de la noche, las redes sociales chinas se dedicaban a un único tema: el homenaje al médico obligado a pedir disculpas por avisar de la verdad, y la desconfianza hacia las autoridades que lo ocultaron. Solo en Weibo, el Twitter chino, se acumulaban más de 1.100 millones de comentarios. El hashtag “Quiero libertad de expresión” acumulaba casi dos millones de comentarios. “Las autoridades de Wuhan deben una disculpa al doctor Li”, otra etiqueta popular, sumaba decenas de miles. Ambas fueron eliminadas a las pocas horas.


Era una avalancha sin precedentes. Aunque sí ha habido otros desastres que atrajeron la atención de los internautas —el terremoto de Sichuán en 2008, el choque de dos trenes de alta velocidad en 2011—, fueron acontecimientos puntuales que afectaron a una sola región. Ahora, la casi totalidad de los 1.400 millones de habitantes del país más poblado del mundo se encuentran en cuarentena total o parcial, afectados todos y cada uno de ellos en su vida diaria y con mucho tiempo en sus manos. La paralización casi total de la actividad económica, y la suspensión sin fecha de vuelta de las clases, han dejado a centenares de millones de personas sin mucho más entretenimiento que navegar en internet. E indignadas por lo que encuentran acerca de cómo se gestionó la crisis, que ha causado la muerte a más de 600 personas e infectado a más de 31.000.

“Dos cosas han quedado claras de la muerte del doctor Li. Que la sociedad china desea poder expresarse y no se la puede dejar de lado. Y que, con su fallecimiento, el doctor que ya alertó una vez de lo que pasaba ha vuelto a dar otro aviso. Esperemos que esta vez sí se le escuche”, apuntaba la internauta “Lin” en un comentario en redes sociales.

Es difícil decir si el descontento irá a más o, una vez expresado, la opinión pública pasará página. El Gobierno chino, desde luego, está alarmado. El presidente del país, Xi Jinping, ya había encabezado el domingo pasado una reunión del Comité Permanente del Politburó, el principal órgano de mando del Partido Comunista, en el que había declarado que el control de la epidemia “es una prueba clave para el sistema de China y su capacidad de gobierno”. Controlar el mensaje, insistía, era una de las prioridades. Había que fortalecer el control de los medios e Internet.

Fuente: elpais.com

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