martes, 25 de febrero de 2020

Biblias para los últimos indígenas no contactados de Brasil.

Jair Bolsonaro coloca a un misionero evangélico al frente del área del Gobierno dedicada a los pueblos originarios que aún no han tenido contacto con el hombre blancoTres nativos de una tribu no contactada, en el estado de Acre (Brasil). REUTERS


El Valle del río Javari, que traza la frontera entre Brasil y Perú, alberga el mayor número de indígenas no contactados del mundo, es un enorme pedazo de selva amazónica con casi 7.000 nativos que, en su gran mayoría, nunca tuvieron contacto con el hombre blanco. Cuando lo hicieron fue para dejar claro que querían seguir solos.

La forma en que Brasil ha lidiado con estas comunidades ha ido cambiando con el tiempo, pero a finales de los 80, con el regreso de la democracia, se acordó que se respetaría su voluntad, poniendo fin a décadas de políticas de integración y asimilación. Ahora, los pueblos del Javari viven en una inmensa área protegida. A pesar de que sufren continuas invasiones de madereros ilegales, sobre el papel, nadie puede entrar en su territorio.

Pero las cosas están cambiando. Hace unos días, el Gobierno de Jair Bolsonaro colocó al misionero Ricardo Lopes Dias al frente del departamento para los Indígenas Aislados de la Fundación Nacional del Indio (Funai), el órgano estatal que cuida de la cuestión indígena. Para poderle nombrar, la presidencia de la Funai alteró el reglamento interno, retirando la exigencia de que el coordinador del área de indígenas aislados fuera un funcionario de carrera.

Los indígenas no tardaron en manifestarse en contra de una posible evangelización: "La actuación de misioneros en las aldeas ha sido tan nociva como las enfermedades, pues causa desorganización étnica, social y cultural de los pueblos indígenas. En el Valle del Javari los misioneros nos dividieron entre quienes eran de Dios y quienes eran del Diablo, y eso, para los asilados, significa la completa extinción". Quienes hablan son representantes de la Univaja, una entidad que agrupa a los indígenas del Javari que sí fueron contactados en el pasado: los Matsés, Marubo, Matis, Kanamary, Kulina, Korubo y Tsohom-Djapá.


Estos pueblos ya conocen el trabajo de las misiones evangelizadoras, que llegaron a la región en los años 60, sobre todo de la mano de ONG de EEUU. En una de ellas, de hecho, trabajó el nuevo fichaje estrella del Gobierno.

Lopes Dias formó parte durante 10 años de la Misión Nuevas Tribus de Brasil (MNTB) como parte de un trabajo de disertación sobre los indígenas Matsés. Se propuso "identificar las necesidad y oportunidades entre aquellos que nada o poco escucharon a Cristo". Lopes Dias estudió la lengua local para generar material didáctico que pudieran entender y les incentivó a que construyeran sus propias iglesias. Tal como ocurre hoy día en cientos de aldeas en otros territorios.
EXPLOTACIÓN DE LA AMAZONÍA

"Esto no es de ahora, es de siempre. Lo innovador es que ahora la Funai forme parte de este proceso", dice a EL MUNDO una portavoz de Indigenistas Asociados, una asociación de trabajadores de este organismo estatal que no quiso identificarse por miedo a represalias. "Donde el Estado falla estos grupos proselitistas tienen el espacio abierto. Imponen su religión pero al mismo tiempo llevan alimentación, ropa, agua... y con el tiempo pasan a condicionar esos beneficios a la participación en esa nueva fe", añade.

La presencia de misioneros es común en muchas comunidades. Los Terena, en el estado de Mato Grosso y los Baniwa, en el de Amazonas, por ejemplo, ya son predominantemente evangélicos. En otras zonas la presencia católica es más fuerte, por las misiones instaladas durante siglos, pero éstos perdieron terreno en las últimas décadas, tras las nuevas directrices de la Iglesia Católica a favor de la no imposición.

La ley brasileña tan sólo prohíbe expresamente la entrada de evangelizadores (y de todo tipo de personas) en aldeas de pueblos no contactados, precisamente el departamento que ahora gestionará Lopes Dias.

La Fiscalía presentó esta semana un recurso para frenar el nombramiento, alegando un evidente conflicto de intereses. Además, los procuradores resaltaron que los datos que este nuevo coordinador puede tener tras su paso por el Valle del Javari son extremadamente sensibles: "El acceso de misioneros a ellos puede colocar a los pueblos en riesgo de genocidio y etnocidio", advirtieron.

Los indígenas suelen argumentar que la entrada de estos grupos religiosos forma parte de una estrategia para asimilar a las poblaciones nativas a los núcleos urbanos, para así despejar sus tierras en favor de los intereses del sector agrícola y ganadero. Los mismos días en que resonaba la polémica por el nombramiento del misionero, Bolsonaro presentó a bombo y platillo una ley que abre la puerta a todo tipo de actividades económicas dentro de las tierras indígenas, desde minas y pozo de gas y de petróleo hasta presas hidroeléctricas.

Fuente:elmundo.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario