(Leyendo al obispo anglicano J. Sh. Spong)*
Creemos que existe una Realidad trascendente presente en el corazón de la vida. A esta Realidad la llamamos Dios.
Creemos que esta Realidad tiene una tendencia hacia la vida y la plenitud, y que su presencia se experimenta como una llamada para ir más allá de nuestros límites humanos, frágiles y temerosos.
Creemos que esta Realidad se encuentra en todo lo que existe, pero alcanza la autoconciencia y la capacidad de ser nombrado, compartido y reconocido solo en el ser humano.
Creemos que el cielo, ese lugar con el que se ha identificado tradicionalmente esta Realidad, no es un lugar, sino un símbolo que representa el infinito del Ser mismo.
Creemos que entramos a este estado celestial cada vez que rompemos las barreras que limitan la vida humana o devalúan la capacidad que tiene.
Creemos en Jesús, llamado el Mesías, o el Cristo.
Creemos que esta Realidad trascendente se reveló en su vida con tal intensidad, que causó que la gente se refiriera a él como el hijo de Dios, o el Hijo único de Dios. La intensidad abrasadora de Dios era tan real en él, que al ver su vida decimos: “En ti, entendemos el significado de Dios, así, que para nosotros, tú eres el Señor y el Cristo”.
Creemos que ese Jesús era una presencia de Dios, una experiencia poderosa de la realidad de esa Base del Ser, que nos ciñe a todos con la profundidad de la vida.
Creemos en ese regalo del Espíritu, que llamaron “el dador de vida”.
Creemos que este Espíritu inevitablemente crea una comunidad de fe que, con el tiempo, abrirá este mundo a Dios como la verdadera Base de su vida y de su Ser.
Creemos que estar en contacto con la Base del Ser crea la comunión universal de santos, el perdón de los pecados, la realidad de la resurrección y la puerta hacia la vida eterna.
*J. Sh. Spong. Por qué el cristianismo tiene que cambiar o morir. Editorial Abya Yala. Quito. Ecuador 2014. Epílogo.
Comunidad Cristiana Popular de Balsas
Zaragoza, Junio 2015
Fuente: Atrio
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