Por Lisandro Orlov. (*)
Buenos Aires.
La Cumbre de Líderes religiosos reunidos en Holanda ha terminado con una declaración que me parece que ha nacida ya como antigua y que no aporta absolutamente nada nuevo. Mucho esfuerzo para muy pocos resultados. En algunos casos lo considero un peligroso retroceso. La justificación de que es aquello que se ha podido lograr porque hay que consensuar y consensuar. Los tiempos de las y los líderes religiosos parecen ser muy distantes y diferentes del tiempo y las urgencias de las personas con vih.
El segundo párrafo es uno, por no decir el único, de los aportes más interesantes pero de una total cobardía porque no se animan a desarrollar sus contenidos. Al hablar del método SAVE estamos hablando de poder superar la propuesta de abstinencia como única prevención al vih. Hablar abiertamente de preservativos o condón. Respetar la autonomía de las personas y la diversidad de estilos de vida. Evitar relacionar las propuestas de prevención con posiciones morales. Nada de eso se cumple en el desarrollo del documento.
Asimismo se afirma que se debe utilizar la metodología de prevención que desafíe el “estigma” (Stigma) sin relacionar a lo largo de toda la declaración las complicidades y las dificultades que todas y cada una de las comunidades de fe han tenido en la producción, sustentabilidad y fortaleza de los diversos estigmas. En ningún lugar se asume esa responsabilidad ni hay una propuesta de cambio y conversión. Simplemente se pide que los demás cambien y que los demás se comprometan a prevenir el estigma. Esta es una posición de soberbia y de falta de humildad que rompe con la tradición de documentos religiosos previos.
Asimismo esta propuesta habla de la “vergüenza” (Shame) que al confundir un diagnóstico médico transformado en diagnóstico moral han provocado la vergüenza de revelar la situación de una persona con relación al vih. Las comunidades de fe con sus posiciones teológicas, pastorales y de difícil relación con las personas y grupos en situación de vulnerabilidad al estigma, la discriminación y la vergüenza relacionada con el vih tienen mucho que decir. El silencio no ha sido roto sino que se cubre con un documento que oculta las complicidades.
Esta declaración es un claro ejemplo de la “negación” (denial). Las identidades de las personas que viven con vih y los grupos afectados no se los puede nombrar porque nombrar es reconocer y considerarles como sujetos de derechos. Solamente las mujeres, las niñas y los jóvenes se los puede nombrar siempre y cuando no hablemos de sus derechos sexuales.
Este documento es un claro ejemplo de la “negación” y no podemos ser cómplices de esta actitud y tener la eterna paciencia que siempre nos piden estos líderes. No me siento satisfecho por este documento y tengo necesidad de decirlo y que todos lo sepan. Es otro fracaso en el proceso necesario de conversión que deben asumir nuestras comunidades de fe.
La Discriminación aún hoy es sufrida no por las personas que viven con vih pero por las identidades diversas de esas personas. No es posible decir que se ha de incorporar activamente a las personas con vih en todos y cada uno de los programas y acciones en vih de las comunidades religiosas si no se habla de sus identidades.
El conflicto no está relacionado con el virus sino con las identidades diversas de las personas. El documento con mucha astucia coloca el problema del vih y del sida en el mero nivel de tema de salud sin considerar que el “estigma”, “la vergüenza y el Silencio, “la discriminación y la negación” son temas teológicos y pastorales.
Nada de eso se encara en esta lamentable declaración. Luego de casi treinta años de convivir con el estigma y la discriminación nada se hace para revisar la “falta de acción” de nuestras comunidades. Fuera de las acciones de cuidado médico donde no tienen mayormente problemas las comunidades de fe, pero si en el área de la prevención donde hemos fracasado en un claro discurso que vaya en la línea del SAVE no se proponen cambios y nuevas acciones superadoras de la parálisis de nuestras comunidades.
Este reconocimiento nos hubiera permitido revisar nuestras “equivocadas acciones (misaction)”, pero nada de ello se ha hecho perdiendo nuevamente tiempo, oportunidad y recursos que se hubieran podido emplear para una empresa mejor. Me resisto a ser consolado, me niego a tener paciencia, no quiero ser cómplice de este documento que intenta hablar para ocultar que no se está dispuesto a cambiar ni decir realmente nada de nuevo.
El documento no es consistente con este párrafo ya que incurre en justamente todo lo que en este párrafo se quiere superar y evitar.
Lamentable. No somos ejemplo de buenas prácticas y no nos colocamos en la vanguardia aún de los mismos documentos del sistema de Naciones Unidas, de las iniciativas y mensajes de ONUSIDA ni de los diversos documentos de nuestras propias comunidades de fe. + (PE)
(*) Lisandro Orlov, pastor a cargo de la Pastoral Ecuménica VIH-SIDA de la Iglesia Evangélica Luterana Unida en Argentina se refiere al documento producido por una reunión internacional e interreligiosa realizada en los Países Bajos (Netherlands) desde el 21 al 23 de marzo de 2010. PE/Ecupres no publica la declaración por no estar en español.
PreNot 8804
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Fuente:
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