lunes, 30 de enero de 2017

El pueblo mapuche se levanta en defensa de sus ríos

 


Yasna Mussa, desde río Muco, Región de la Araucanía. Viernes 20 de enero 2017


La lucha del pueblo mapuche abarca mucho más de lo que ha aparecido en los medios durante las últimas semanas. Decenas de comunidades luchan en silencio contra hidroeléctricas y represas que amenazan sus recursos. En el río Muco, en el corazón de la Araucanía, casi 20 comunidades se oponen a la construcción de un embalse que amenaza con inundar sus territorios.
El silencio se interrumpe con el sonido de un kulkul. Ocurre justo en la orilla del río Muco, a unos 6 kilómetros de Pillanlelbún, en la comuna de Lautaro, región de la Araucanía. Allí se encuentra un grupo de comuneros mapuche, quienes han bloqueado con árboles los caminos aledaños para anunciar una advertencia: este es el Wallmapu. Territorio mapuche que defiende su autonomía y rechaza cualquier intervención que busque alterar la convivencia histórica con la naturaleza.

A ese lado del río, miembros de la comunidad Mateo Ñirripil autónoma cumplen con su turno de vigilancia. Es una mañana de sol. El aire es ligero, los animales se pierden entre las plantaciones y la armonía del paisaje con el sonido parecen inquebrantables, pero Elvis Millán, vocero o más bien werkén, como se le denomina en mapuzungun, explica a qué responde su reclamo. “La principal amenaza es el tema del río. Quieren hacer un embalse pasándonos a llevar. Son más de 20 comunidades hoy en día que se están oponiendo a esa construcción que va en derecho beneficio a particulares. Ahora, el Estado lo está disfrazando, diciendo que es en beneficio de las comunidades pero no es así. Las comunidades que están dentro del rango de la construcción de este embalse se están oponiendo igual, entonces ellos sí o sí quieren establecer este tema obligatoriamente”.

Las comunidades han recurrido a distintas instancias jurídicas e institucionales para exigir que cese la intención de intervenir el río, espacio natural que no consideran de su propiedad, sino más bien, del que se sienten parte indivisible. Millán, asegura que la postura que han tomado las comunidades de Lautaro y Vilcún ha significado la presencia de un gran contingente policial permanente en la zona.

“Acá el hostigamiento es a diario. A distintos miembros de la comunidad. Llegan de noche incluso, provocando y disparando a diestra y siniestra. Nosotros lo vemos como un ataque político, una forma en que ellos nos quieren amedrentar, avalados obviamente por el Estado chileno. Y nosotros como comunidades autónomas nos defendemos de cada ataque que se está realizando porque ya no queremos decir resistencia, porque la resistencia es cuando uno recibe y no se defiende. Nosotros hemos tomado una posición radical y nos vamos a defender de cada ataque que se haga a miembros de la comunidad o a las comunidades que se están movilizando en contra de la construcción de este embalse”, dice Millán.

Los ataques a los que se refiere se repitieron una y otra vez durante el pasado 2016. En una zona que se encuentra en constante conflicto desde 2008, el nivel de estrés al que son sometidos los comuneros, sobre todos los niños, es permanente. Esta mañana de enero, a un lado de las barricadas se instalan los jóvenes mapuche, muchos de ellos menores de edad, quienes cubiertos con una capucha prefieren resguardar su identidad por motivos de seguridad. Hugo Ñirripil es presidente de esta comunidad autónoma y desde el otro lado del río apunta a los responsables. “Acá tenemos hartos niños que en esa época, en esos años, que tenía 7 u 8 años, eran investigados en el colegio. Eran molestados, atajados en el camino y hoy día esos mismos niños están acá. Porque ellos buscan, traen el problema, traen el odio hacia las comunidades. Lo que le decíamos nosotros, le recalcaba yo al señor intendente: Yo tengo dos hijos, Tengo uno de 13 y otro de 3 años. Si ellos ven que al papá lo vienen a molestar, lo vienen a hostigar, con qué sentimiento o cómo creen que mis hijos van a ver a la policía. De qué forma los van a mirar. Solamente odio”, sentencia Ñirripil.
Y el odio al que se refiere comienza a llegar cerca del mediodía. A unos 500 metros al otro lado de la barricada, observamos las primeras patrullas de Carabineros que se instalan cerrando el paso, en posición de ofensiva. Los jóvenes se ordenan, arman una hilera detrás de la barricada y preparan sus hondas artesanales. Elvis exhibe los cartuchos de perdigones y lacrimógenas que han quedado como muestra irrefutable de la represión.

“El Estado chileno directamente es responsable de este conflicto. Ellos no quieren reconocer que si hoy en día hay terrenos en manos de particulares es porque ellos avalaron esa usurpación de terrenos. Ellos trajeron a colonos extranjeros, nos despojaron de nuestras tierras, nos están despojando en este momento de los recursos naturales, como son los ríos con la construcción de embalses o como son las construcciones de hidroeléctricas. Ellos, de una u otra forma, saben el conflicto que han creado por eso que atacan políticamente diciendo que acá hay violencia, pero la violencia viene de parte de ellos”, dice el werkén.

Los comuneros también han denunciado irregularidades en el otorgamiento de permisos ambientales y, si bien se han reunido en reiteradas ocasiones con José Miguel Hernández, intendente de la Araucanía, aún no reciben la única respuesta concreta que están dispuestos a aceptar: El cese de cualquier construcción que intervenga el curso natural del río y que atente contra su cosmovisión.
Antes ya lo habían conversado con el ex intendente, Andrés Jouannet, con quienes sostuvieron conversaciones desde que se enteraron de las intenciones del Ministerio de Obras públicas, de la Dirección de Obras Hidráulicas, y el trabajo de la consultora SIGA, quienes buscaban la aprobación de las familias aledañas al río. Hugo Ñirripil, presidente de la comunidad autónoma Mateo Ñirripil desmiente tajantemente que la construcción de este embalse sea en beneficio de los suyos.

“En el fondo, esto es para los grandes latifundistas de acá. Para regar 400 ó 500 hectáreas. Y lo que nosotros le recalcamos el otro día en Temuco al señor intendente, que no puede ser posible que en beneficio de dos comunidades matemos a 18 o 19 comunidades más acá. Porque usted sabe que el agua quieren pasarla por ductos o sistema de canales. El agua iría a los predios de estos fundos y volvería con todo el residuo que hoy día se usa ya sea de fertilizante, elementos químicos para fumigar, entonces se haría un lavado y todo eso vendría al río. Y como mi comunidad es la última comunidad aquí que pertenecemos al río Muco y recibiremos todo el desecho acá”, dice Ñirripil.
Al final de la mañana, los comuneros adelantan que será otra jornada de enfrentamientos y resistencia. Aseguran que seguirán allí hasta las últimas consecuencias. Reafirman un principio: no es que esta tierra sea suya. Es que ellos son de esta tierra.
*Fuente: Diario UdeChile

Fuente: Servindi

sábado, 28 de enero de 2017

“No hay justicia sin pan a los hambrientos, acogida a los extranjeros, cuidado a los encarcelados…”


Xabier Pikaza Ibarrondo

El problema de fondo es saber si hoy (año 2017) existe un Estado Legal, en ese sentido, capaz de garantizar la comida a todos los hambrientos, o si el poder real está en manos de un orden económico que no tiene en cuenta a los hambrientos.

Las seis tareas principales que han de cumplirse
"No hay justicia sin pan a los hambrientos, acogida a los extranjeros, cuidado a los encarcelados..."
"No pueden imponerse como ley, pero marcan el sentido de la Justicia"


...Y sin bebida para los pobres, vestido para los desnudos y curación para los enfermos. Así lo proclama Mt 25,31-46. Este pasaje expone las seis tareas principales de la justicia, pues el evangelio no les llama "obras de misericordia", como hará la tradición posterior, sino de justicia, en el sentido estricto de la palabra, como seguiré indicando:

Mt 25, 31-46 ofrece así la primera tabla de justicia social (universal), con los derechos y deberes de lo hombres, como indicaré de manera programática, exponiendo luego su sentido:

‒ No hay justicia si los hambrientos no comen… El derecho del hambriento a la comida es anterior a todas las leyes concretas. Un Estado que no se comprometa a alimentar a todos los que tienen hambre no es justo.

‒ No hay justicia si los sedientos no beben… Un Estado que (teniendo medios) no garantiza el agua a todos los ciudadanos no es un Estado de derecho, sino una asociación de delincuentes, al servicio del aprovechamiento social de algunos.

‒ No hay justicia si no se acoge y defiende a los extranjeros. Las formas concretas de hacerlo pueden variar... Pero si un estado no acoge y protege a los extranjeros deja de ser Estado de Derecho, para convertirse, a lo más, a una asociación de egoísmo compartido.

‒ No hay justicia si no se ofrece vestido (dignidad) a todos. También aquí pueden variar las formas de hacerlo, pero un Estado que no respeta y ofrece dignidad a desnudos (a los disidentes y distintos, a las minorías) termina convirtiéndose en una masa de delincuentes legalizados.

‒ No hay justicia si no se visita-cuida a los enfermos. Si el Estado no toma como prioridad el cuidado de los enfermos deja de ser Estado de Derecho y se convierte en una especie de nazismo más o menos barnizado de racionalidad, que se siente capaz de abandonar o expulsar a los menos fuertes.

‒ No hay justicia si no se visita, cuida y ayuda (re-educa) a los encarcelados. Frente a la ley del talión o la venganza que sigue imperando en muchos estados (y en la conciencia de muchos ciudadanos), un Estado que no es justo con los encarcelados, en línea de acogida y ayuda no es Estado de derecho.

Desde eso fondo he querido desarrollar aquí el argumento principal de mi conferencia en el CMU de Chaminade, Madrid, de la que hablé inicialmente ayer.



Éstas son obras de...

‒ Las "obras de Mt 25, 31-46 son obras de obras de justicia, como dice expresamente el texto, pues aquellos que las cumplen se llaman justos: “Entonces responderán los justos (dikaioi)”, es decir los de la derecha (25, 37), es decir, los que han dado de comer y beber a los necesitados. Al utilizar este lenguaje, el texto asume no sólo toda la tradición de la justicia del Antiguo Testamento (tsedaqa: ayuda a los necesitados), sino todo el mensaje de Jesús en el evangelio de Mateo, a quien podemos llamar el evangelio de la justicia (cf. Mt 5, 20 hasta 23, 23).

Por eso, en sentido estricto, las obras de Mt 25, 31-46 no son de “misericordia” separada, esto es, no tratan de algo que puede o no hacerse (de algo que queda a discreción de los hombres), sino expresión de la justicia de Dios, que se expresa en la vida de los hombres. Eso significa que esos dolores no remediados provienen de la injusticia de los hombres, de manera que el sufrimiento de los encarcelados, en el que culminan los seis males de la humanidad, puede y debe entenderse como signo de máxima injusticia.

Más aún, al interpretar esas obras como expresión de la “justicia mesiánica” (que, como hemos visto, está en el fondo de la vida y mensaje de Jesús), aquellos que no las cumplen corren el riesgo de destruirse a sí mismos (de caer en el fuego eterno). En ese contexto, para defender precisamente la misericordia, para darle toda su seriedad, ella debe situase en un contexto más alto de riesgo de juicio: Allí donde los hombres no “cumplen” esas obras, es decir, no se abren al continente de la misericordia, corren el riesgo de destruirse a sí mismo, de destruir la misma humanidad.

‒ Son obras de servicio, es decir, de diakonía, como dice expresamente la pregunta de los “condenados”: ¿Cuándo te vimos hambriento, sediento… y no te servimos” (kai ou diêkonêsamen soi?; 25, 44). No se trata pues de unas obras de tipo más o menos discrecional, sino de servicio interhumano, en el sentido radical de la palabra, en el centro del mensaje de Jesús de la tarea de la Iglesia.

En un sentido extenso, el Nuevo Testamento distingue entre el doulos o esclavo, que sirve por necesidad, es decir, por condición social, el diakonos o siervo, que es un hombre libre, que sirve a otros por su propia voluntad., aunque a veces los matices se solapan. Sea como fuere, Jesús aparece en el Nuevo Testamento como el gran servidor o diakonos, aquel que ha venido a servir a los demás, regalándoles la vida (cf. Mt 20, 28).



Aquí se expresa la gran revelación de este pasaje: El hombre está hecho para “servir a Dios”, sirviendo a los necesitados (en esa lista que va del hambriento al encarcelado), es decir, a los hombres y mujeres de su entorno, en un sentido universal, abierto a toda la humanidad. Servir es dar o, mejor dicho, darse para que el otro viva. Este descubrimiento de la solidaridad universal y del servicio concreto a los demás, como expresión y presencia de Dios (plenitud del hombre) constituye el mensaje central del evangelio.

En esa línea sigue siendo necesaria la advertencia final de juicio, con el riesgo de la destrucción eterna. El hombre es el viviente cuya realidad se expresa en forma de amor activo a los demás, en línea de servicio, de manera que allí donde unos hombres no sirven a los otros (empezando por los padres que sirven a sus hijos…), la misma humanidad corre el riesgo de destruirse a sí mismo. Como he dicho ya, en contra del lema latino fiat lex, pereat mundus (cúmplase le ley, aunque deba hundirse el mundo), hay que elevar aquí el principio más alto: fiat misericordia, ne pereat mundus (hágase misericordia, para que el mundo no pereza)… Los que no hacen misericordia corren el riesgo de perderse a sí mismos.

‒ Son obras de solidaridad y comunión humana, que se realiza a través de una salida (ir donde los necesitados: los enfermos y los encarcelados) y de acogida (de recibir, synagogein, a los extranjeros…). En este contexto evoca la palabra clave de la tradición judeo-cristiana de su tiempo, que es la de recibir y crear espacios de diálogo y convivencia, tal como se realizan especialmente a través de las “sinagogas” (pero no de unas pequeñas sinagogas judías, sino de la gran sinagoga de la humanidad, donde caben todos, empezando por los más pequeños).

La tradición cristiana ha puesto más de relieve la palabra “iglesia”, entendida en sentido más confesional, como asamblea en la que se reúnen los “convocados” y celebran el misterio de Jesús (cf. Mt 16,18 y 18,17). Pero en Mateo (y en la iglesia primitiva) sigue siendo fundamental la experiencia de la “acogida” humana, tal como se expresa por la palabra synagogein, sinagoga.

No se trata, pues, de ayudar simplemente desde fuera (como podría suceder en el caso de dar de comer y de beber), sino de acoger en el propio grupo, formando así comunión humana, un espacio de diálogo integral, superando las divisiones que se van estableciendo entre grupos y grupos. Así lo ha destacado 25, 35. 38. 43, poniendo de relieve la importancia de la “acogida”, como creación de un espacio de convivencia humana. Pues bien, en ese contexto, los que no acogen a los demás corren el riesgo de destruirse a sí mismos.



‒ Son finalmente obras de episcopado, en el sentido también radical de la palabra. Como estamos viendo, en un sentido radical, los representantes del sentido más profundo de la humanidad de Dios son los que sufren, los necesitados (de los hambrientos-sedientos a los enfermos-encarcelados). Pues bien, en sentido activo, los representantes del Dios salvador son los que hacen justicia, sirviendo a los otros y acogiéndoles. No se trata, pues, de dejar que las cosas sean, de dejar que el mundo siga siendo como era, sino de transformarlo desde la misericordia.

En ese contexto ha proclamado Jesús la palabra central del “episcopado”, es decir, del cuidado por los demás, tanto en referencia a los enfermos (me cuidasteis: 25, 35), como en referencia a los enfermos y encarcelados (25, 43), utilizando en ambos casos el verbo episkeptomai (tener cuidado de, ayudar), del que viene el sustantivo episcopos, obispo, que es una especie de “superintendente”, encargado del servicio mutuo en la comunidad. La iglesia posterior reservará el nombre y función de episcopos, obispo, a unos ministros especiales de la comunidad, que están al servicio de ella, en una línea que terminará siendo básicamente ritual y sagrada. Pero en este pasaje todos los seguidores de Jesús están llamados a ser obispos.

En ese sentido, la iglesia entera tiene un carácter “episcopal”, pues todos los cristianos responsables del cuidado de los demás (de los hambrientos, exilados, desnudos…), y en especial, de los enfermos y encarcelados. En esa línea, allí donde unos no cuidan a los otros se destruyen a sí mismos, quedando en manos del puro talión de ley, que se expresa en el infierno. Así culmina el sentido de estas obras que la iglesia posterior ha llamado de “misericordia”, obras que son mesiánicas y humanas (divinas) en el sentido radical de la palabra, pues expresan la presencia activa de Dios en el mundo.

No hay justicia si…

Ciertamente, la justicia legal de los estados y del sistema de "comercio" (mercado) del mundo no reconoce de hecho ni cumple estos seis principios (dar de comer, de beber, acoger a los extranjeros, vestir a los desnudos, cuidar a los enfermos y encarcelados...).

En esa línea podemos afirmar que no es justo el sistema económico mundial (no cumple esos seis principios), ni son justos los grandes estados como USA,China, Rusia a España... porque que presumen de leyes e instituciones judiciales. En principio esos estados, son representantes y defensores de la injusticia organizada.




En su forma actual, los estados de occidente dicen ser “estados de derecho”, que cumplen la justicia. Pero, conforme a la experiencia más honda de la Biblia (y en este caso de Mt 25, 31-46), podemos afirmar que ellos son en general injustos, porque ponen su economía, educación y bienestar al servicio de algunos, no de todos.

Ciertamente, las obras de Mt 25, 31-46 no puede imponerse como ley, por justicia coactiva, pero ellas están en el fondo de la mejor conciencia jurídica de occidente, de manera que quien no las cumple no puede llamarse sin más justo, en un plano personal y social.

Esas obras marcan el sentido de la justicia, tal como ha sido formulada por la Revolución Francesa (libertad, igualdad, fraternidad) y las revoluciones sociales posteriores, como indica la Declaración de los Derechos Humanos (derecho a la educación, al alimento, a la casa, al trabajo y la asistencia sanitaria etc.) de manera que podría decirse:

‒ No hay justicia si los hambrientos no comen… El derecho del hambriento a la comida es anterior a todas las leyes concretas y a todas las normas de justicia estatal o social, como reconocen la misma declaración de los derechos humanos. Esto era algo inconcebible dentro de una justicia entendida en clave en clave grecolatina.

En esa línea, hay que afirmar que un Estado que no se comprometa a alimentar a todos los hambrientos no es justo no es justo, aunque diga ser un Estado legal. El problema de fondo es saber si hoy (año 2017) existe un Estado Legal, en ese sentido, capaz de garantizar la comida a todos los hambrientos, o si el poder real está en manos de un orden económico que no tiene en cuenta a los hambrientos, en contra del principio de la justicia misericordiosa de Mt 25, 31-46.

‒ No hay justicia si los sedientos no beben… Un Estado que (teniendo medios) no garantiza el agua a todos no es un Estado de derecho, sino una asociación política, al servicio del aprovechamiento social de algunos.

Pero también aquí el problema está en saber si el Estado (todos los estados) tienen medios para garantizar el agua para todos los necesitados, o si el Estado ha hecho dejación de autoridad, pues el tema real del agua, como el de la comida, no depende ya de un estado concreto, sino de la economía mundial. Sea como fuere, allí donde una serie de hombres y mujeres no tienen acceso al agua no puede hablarse de justicia real sobre el conjunto de la tierra.



‒ No hay justicia si no se acoge y defiende a los extranjeros. Las formas concretas de hacerlo pueden variar, pero si una determinada formación política no acoge y protege a los extranjeros deja de ser Estado de Derecho, para convertirse, a lo más, a un grupo de justicia particular. Conforme a Mt 25, 31-46, el que dice “tuve hambre…, fui extranjero” no es el miembro concreto de un Estado, sino un hombre o mujer sin más, por encima de los estados concretos.

En esa línea, conforme a Mt 25, 31-46 una justicia estatal que no reconoce el derecho de los extranjeros ni les ofrece unos espacios de acogida no es justo, de manera que los individuos concretos (los grupos humanos) pueden elevarse en contra de ese Estado, pues los derechos y deberes de cada persona están por encima del mismo Estado.

‒ No hay justicia si no se garantiza vestido (dignidad) a todos los hombres. Las formas de hacerlo serán también distintas, en cada circunstancia, pero la dignidad (vestido, educación) de los desnudos o desprotegidos ha de ser principio, fuente de inspiración, de toda justicia, de manera que está por encima de las leyes particulares de un Estado o del mismo orden económico mundial.

En ese sentido, las obras de misericordia/justicia que se deben a cada ser humano en cuanto necesitado tienen prioridad sobre todas las leyes particulares de la economía mundo o de los estados. En esa línea podemos afirmar que no existe Estado de derecho (es decir, un Estado justo) si no se compromete a cumplir esos principio (ofrecer alimento, acogida, dignidad, servicio sanitario y espacio de reeducación) a los necesitados (hambrientos, extranjeros, enfermos, encarcelados). El Estado ha de estar al servicio de eta justicia superior, y no a la inversa.

‒ No hay justicia si no se visita-cuida a los enfermos. Si el Estado, que asume la autoridad legal sobre un territorio y/o grupo de personas no toma como prioridad el cuidado de los enfermos deja de ser Estado de Derecho y se convierte en una institución para el servicio particular de algunos privilegiados o del sistema económico.

Ciertamente, no todos los estados del mundo reconocen este principio “supra-legal”, de manera que algunos (como USA) tienden a dejar el servicio sanitario en manos del dinero de los particulares (condenando a los pobres a la enfermedad y a la muerte). Pero ese principio ha sido fijado de una vez y para siempre en Mt 25, 31-46, como fuente y base de toda ley particular, de manera que allí donde no se cumple los hombres corren el riesgo de destruirse a sí mismo.

‒ No hay justicia si no se visita, cuida y ayuda (re-educa) a los encarcelados. Frente a la ley del talión o la venganza que sigue imperando en muchos lugares, un Estado que no ponga de relieve la exigencia de visitar (de acompañar, cuidar…) los encarcelados, en línea de acogida y ayuda, no es Estado de derecho, termina siendo injusto.

En esa línea, unas acciones y gestos que en otro tiempo se concebían como pura misericordia han de concebirse hoy como obras de justicia, como había presentido Mt 25, 31-46 al llamarlas obras de justicia. Según eso, unos gestos que en otro tiempo aparecían como “religiosos” han venido a convertirse en expresiones de justicia racional, dentro de un Estado concebido como defensor de los derechos de todos los ciudadanos.



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Fuente: periodistadigital

viernes, 27 de enero de 2017

La hospitalidad con los refugiados en el hinduismo.


Javier Ruiz Calderón (Shánkara)

El hinduismo es una religión de emigrantes. Alrededor del año mil AEC llegaron a la India unas tribus indoeuropeas procedentes del norte de Asia que probablemente habían abandonado su lugar de origen buscando mejores climas. Se instalaron en el norte de la India, donde se mezclaron con los nativos dando lugar a la religión híbrida —como todas— que actualmente conocemos como el hinduismo.

La India ha sido un hogar para los refugiados de todas las religiones y sectas. A lo largo de milenios han ido llegando al subcontinente oleadas de personas que huían de la persecución política y religiosa, no solo de los países vecinos (los actuales Pakistán, Bangla Desh, Tíbet y Sri Lanka) sino también de Afganistán, Irán, Irak, Somalia, Sudán y hasta Uganda. Eso se debe en parte a que la tolerancia de la diversidad característica del hinduismo hace que le resulte más fácil acoger a los que llegan de otras latitudes.

Merece la pena citar extensamente a este respecto el final de la intervención de Swami Vivekananda en el parlamento de las religiones de Chicago de 1893, documento inaugural del hinduismo moderno:
«Me enorgullezco de pertenecer a una religión que ha enseñado al mundo tanto la tolerancia como la aceptación universal. No sólo creemos en la tolerancia universal, sino que aceptamos que todas las religiones son verdaderas. Me enorgullezco de pertenecer a una nación que ha amparado a los perseguidos y refugiados de todas las religiones y todas las naciones de la tierra. Me enorgullezco de deciros que hemos acogido en nuestro seno los restos más puros de los israelitas, que vinieron al sur de la India y hallaron refugio con nosotros el mismo año en que la tiranía romana hizo pedazos su templo santo. Me enorgullezco de pertenecer a la religión que ha protegido y sigue sosteniendo lo que queda de la gran nación zoroástrica. Os voy a citar, hermanos, unos versos de un himno que recuerdo haber repetido desde mi primera infancia, que recitan todos los días millones de seres humanos: «Como todos los diferentes ríos nacidos en lugares diferentes mezclan sus aguas en el mar, del mismo modo, Señor, los diferentes caminos que toman los hombres debido a sus tendencias diversas, aunque parezcan distintos, sinuosos o rectos, todos llevan a Ti».

A los mencionados por el swami habría que añadir más recientemente los refugiados tibetanos, los rohingyas de Mianmar, etc.
Esta tradicional apertura a lo diferente y a lo ajeno sigue vigente en el estado laico actual. Aunque la India no haya firmado la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y no cuente con una ley nacional sobre refugiados, la constitución protege los derechos humanos de los refugiados y los solicitantes de asilo, que tienen acceso a los servicios de salud y cuyos hijos pueden asistir a la escuela.

Sin embargo, en el hinduismo siempre han coexistido un ala abierta, tolerante y acogedora y un ala intolerante y cerrada al diálogo con las demás religiones, en especial con el islam y el cristianismo, a los que considera religiones extranjeras e invasoras, lo que ha dado lugar a conflictos con esas comunidades. En esta línea se encuentra el partido que está en el poder en estos momentos, el «nacionalhinduista» BJP, cuyo primer ministro, Modi, ha declarado que la India es el hogar natural de todos los hindúes (no de todas las personas de origen indio) y que todos ellos serán bien recibidos en ella cuando lo necesiten. Eso hace que se tienda a acoger con los brazos abiertos a los refugiados hindúes, pero no tanto a los que no pertenecen a esa tradición, en especial a los de las religiones que se ven como adversarias. Lo que piensa en el fondo este hinduismo integrista es que la India es una civilización esencialmente hindú, y que las demás religiones pueden ser más o menos toleradas, pero de ninguna manera tratadas en pie de igualdad.

En las escrituras hindúes no hay mucha doctrina explícita sobre la manera correcta de tratar a los refugiados. Sin embargo, en las epopeyas —el Mahabhárata y el Ramáyana— se plantean narrativa y concretamente toda clase de cuestiones éticas, y queda claro que a los emigrantes que se comportan noblemente hay que tratarlos con la misma hospitalidad con que se debe acoger a las personas que llegan a nuestro hogar familiar. De hecho, los principales protagonistas de ambos relatos —los cinco hermanos Pándava y Rama y su familia, respectivamente— pasan años exiliados, lejos de su hogar y de su país, y se elogia abiertamente el comportamiento de las personas que, sabiendo quiénes son o sin saberlo, los reciben generosa y hospitalariamente.

Veamos, pues, lo que dicen las escrituras hindúes sobre el modo correcto de recibir a los visitantes. El Código de Manu, principal texto sobre el dharma (deber) del hinduismo, dice que, como siempre hay que ser generoso y compasivo con todos los seres vivos, al átithi (el visitante, «el que no se queda»), sea conocido o desconocido, hay que honrarlo y tratarlo con veneración, recibiéndolo aunque llegue a una hora inconveniente, y ofrecerle sin dilación un asiento, agua, comida lo mejor cocinada posible y conversación agradable. Solo se debe comer cuando el visitante haya acabado de hacerlo. Hay que prepararle un lugar para descansar, servirle adecuadamente y despedirse de él cuando se vaya. Todo esto en la medida de las posibilidades de cada uno. El Código de Manu no es un texto en absoluto igualitario, y por eso insiste en que el modo de recibir al visitante debe adaptarse a su nivel social, tratándose mejor a las personas de casta más elevada, pero no excluyendo de este buen trato a los siervos, las mujeres, los enfermos y las personas dependientes. Pero matiza que habría que abstenerse de ser hospitalario con las personas malvadas e hipócritas, incluidos los heréticos y los racionalistas —a los que la sociedad hindú de principios de la Era Común veía como pecadores de la peor especie—, así como cuando se tratara de una muchedumbre a la que sería imposible recibir adecuadamente.

El prestigioso intelectual hindú Satya Vrat Shastri trata el tema del «Respeto a los visitantes» en las páginas 235-240 de su libro Human values. Definitions and Interpretations, vol. I (Calcuta, Bharatiya Vidya Mandir, 2013), donde, citando una docena de textos tanto religiosos como literarios, da una versión actualizada del mismo asunto. Empieza enunciando el principio fundamental: átithi devo bhava: «que el visitante sea un dios para ti». Al visitante hay que tratarlo como si fuera Vishnu (Dios). Repite con otras palabras lo dicho por Manu, y añade que el átithi no es un invitado conocido (abhyágatas), sino un desconocido que llega a nuestro hogar y que, aunque haya que recibir con generosidad a cualquiera que llegue, conviene tener cuidado con los desconocidos y ser precavido con aquellos cuyos motivos no estén claros, para que no abusen de nuestra hospitalidad.

Tanto el hinduismo antiguo como el moderno, pues, predican una actitud hospitalaria, aunque prudente, con aquellos que llegan a nuestro hogar. Que esto no es una mera teoría sino una realidad práctica, lo demuestran los consejos sobre la etiqueta en la India que se leen www.protocolo.org, y que resumo a continuación: Los indios dan mucho valor al trato de sus invitados. Son unos excelentes anfitriones. Son tan atentos con los invitados y con los forasteros que estos pueden sentirse un poco abrumados por la gran cantidad de personas que los invitan a los más diversos eventos o actos tanto sociales como familiares. Generalmente, cuando alguien llega a la casa de una familia india a la que ha sido previamente invitado, es habitual que le pongan un pequeño collar o guirnalda de flores en señal de bienvenida. Para ellos el invitado es el «rey» de la casa y por ello se le trata lo mejor posible, con toda clase de atenciones. Tanto es así, que los errores que puede cometer el visitante en cuanto a las normas de comportamiento y etiqueta de la India le serán disculpadas.

Nunca hay que dar gracias por la comida, pues se considera un insulto agradecer algo que se ha ofrecido generosa y gratuitamente. Para ellos, dar las gracias por la comida es como pagar por ella, y pueden interpretarlo como una ofensa. La mejor manera de agradecerles la invitación es corresponderles con otra comida de características similares a la que ellos ofrecieron. Esa invitación significa que se valora la buena relación que se tiene con ellos.
Cualquiera que haya viajado a la India puede confirmar lo hospitalarios y generosos que son los indios con los forasteros. Hasta las familias más humildes se desviven para compartir de lo que no tienen con los desconocidos que aparecen por la zona donde viven. Recuerdo una familia musulmana que nos invitó a entrar en su chabola y se gastó lo que para ellos era un dineral para comprarnos una coca cola.

Así pues, en resumen: la hospitalidad para con los invitados y visitantes es una norma tanto del hinduismo como de la cultura india en general. Esa actitud debe extenderse a la manera en que hay que tratar a los refugiados, que son una clase de visitantes (átithis): personas desconocidas que llegan a donde vivimos y que necesitan que los acojamos y los atendamos de la mejor manera posible.

jueves, 26 de enero de 2017

Alarmante aumento de amenazas y ataques a defensores de DD. HH.

Foto: Paulina Avevedo

Estudio elaborado por el Centro de Información sobre Empresas y DDHH considera casos de violencia y criminalización contra de defensores y defensoras, líderes y lideresas comunitarias, sindicalistas y organizaciones, en un contexto de conflictos sociales en escalamiento. Destaca entre las causas la competencia por la explotación de recursos naturales, la ausencia de espacios de participación e incidencia para las comunidades y pueblos afectados y la falta de acceso a la información ambiental.

Por Paulina Acevedo*

25 de enero. En el marco de un desayuno con distintas organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación, fueron presentados los resultados del Informe “Foco sobre Defensores/as de Derechos Humanos bajo amenazas y ataques en América Latina”, elaborado por el Centro de Información sobre Empresas y Derechos Humanos, organización internacional con sede en Londres, que monitorea de acuerdo a lineamientos internacionales las afectaciones a derechos humanas por parte de empresas y corporaciones a lo largo del mundo.

Este es el segundo informe que produce dicha organización bajo el mecanismo de respuesta de las empresas, las que son requeridas por ésta ante denuncias de vulneración a estos derechos fundamentales. Desde este modo, desde septiembre 2013 hasta diciembre de 2016, el Centro contactó en 156 ocasiones a empresas respecto que reportaban abusos contra de defensores y defensoras, respondiendo el 43.8% del total.

El informe subraya que una de las problemáticas más serias de la región en el ámbito de empresas y derechos humanos en los últimos años son los ataques a las libertades civiles y a las y los defensores de derechos humanos. Experimentando América Latina un alarmante aumento en el número de casos de violencia y criminalización en contra de defensores y defensoras, líderes y lideresas comunitarias, sindicalistas y organizaciones. Como evidenció el informe de 2016 de Global Witness, que reporta 185 casos de activistas ambientales asesinados durante 2015, dos tercios de ellos en América Latina.

El informe fue presentado por Amanda Romero, investigadora y Representante para Suramérica del Centro de Información sobre Empresas y Derechos Humanos y Karen Hudlet, investigadora y Representante para México, Centroamérica y el Caribe del mismo Centro. Contándose además con comentarios a los resultados y alcances del informe, por parte de José Aylwin, director del Observatorio Ciudadano.

Siguiendo los lineamientos de los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de la ONU (2010), y los estándares fijados en la Declaración de los defensores de los derechos humanos (1998), ambos de Naciones Unidas, donde este último reconoce como defensor a toda persona que defiende derechos propios o de terceros, basado en los instrumentos de derechos humanos, y que no recurre a la violencia, el informe evidencia que el mayor número de casos de vulneración produce en los sectores energético (41%), minero (27%), construcción (13%) y agrícola, alimentos y bebidas (12%), incluyendo muertes (36), desalojos (34) y golpizas o diferentes formas de violencia (27), siendo los países de mayor ocurrencia Colombia, México, Guatemala, Honduras y Brasil.

Comentarios y conclusiones

Tras la presentación del informe, Amanda Romero recalcó que este “aumento radical en los ataques y amenazas, en la mayoría de los casos se da en sectores donde hay conflicto por los recursos naturales. Ataques que incluyen también el uso de la herramienta penal para la persecución de los defensores”. Asimismo, sostuvo que es común el uso de la intimidación o medidas directas de los gobiernos, como por ejemplo procesos de expropiación u órdenes de desalojo, “para imponer un proyecto de inversión en razón del desarrollo”.

En cuanto al proceso recolección de información y de consulta a las empresas en el marco del informe, la investigadora Karen Hudlet destacó que “en general no existen códigos de conducta en la mayor parte de las empresas, y que la primera reacción de estas al ser requeridas frente a los hechos que se denuncian, es negar cualquier involucramiento, y en los casos en que esto es evidente, siempre negando participación en la transgresión, responden que condenan el hecho”. Por eso, afirma Hudlet, “garantizar la libertad de expresión es fundamental para la visibilidad de estos hechos”, apuntando a las amenazas de las que son víctimas también periodistas y comunicadores que dan cobertura a estos hechos.

De importancia es también, agrega Romero, “no olvidar considerar los contextos de conflictividad social y de desigualdad en que se producen estos hechos, donde las empresas no pueden beneficiarse de la conflictividad social que tienen sus proyectos para imponerlos”. Señala, por lo mismo, que es “vital que los gobiernos actúen para salvaguar los derechos de las personas que son vulnerados, no sacándolas de sus territorios para resguardarlas, pues ello las aleja de sus demandas y comunidad”, puntualizó.

José Aylwin, director del Observatorio Ciudadano, quien comentó los resultados del informe, destacó que este: “llega al país en un momento muy significativo, donde la situación de los defensores de Derechos Humanos ha llegado a un estado crítico”. Como permite ver un informe reciente del Observatorio de Defensores de la OMCT-FIDH sobre tierras, así como un estudio de OCMAL (2015) en el cual se registran 161 casos de conflictos relacionados con la minería, principal producto de exportación del país, y el mapeo de conflictos socioambientales realizado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), donde la mayor parte de los 102 casos catastrados corresponden al sector energético, 40 de los cuales involucran a pueblos indígenas y 90 están vinculados al derecho al agua.

Aylwin resaltó a su vez el impacto que tienen los acuerdos comerciales y de inversión en la generación de estos escenarios de conflictividad, ya que “detrás de esto hay una región abierta a la inversión externa, también entre países de América Latina, siendo varios los países que mantienen inversiones fuera de sus fronteras”. De hecho, cerca del 80% de las inversiones chilenas fuera de fronteras, “destacando el caso de Codelco, con situaciones de denuncias por vulneración de derechos en Ecuador, o la empresa Arauco, acusada de impactar al pueblo Guaraní, en Misiones, Argentina, como dio cuenta un informe del Comité DESC”.




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*Paulina Acevedo es periodista y coordinadora del Área de Comunicaciones del Observatorio Ciudadano en Chile. Correo: pacevedo@observatorio.cl Telef. +569 89006510.

Fuente: Servindi

miércoles, 25 de enero de 2017

Nuestra humanidad amenazada.



Francisco José Pérez. 

El avance de los discursos basados en el desprecio y el odio a los inmigrantes y a los refugiados, el rechazo visceral del cambio climático… que reflejan el triunfo de Trump y el avance de la extrema derecha en Europa, se convierte en indicador (signo de los tiempos) del grado de deshumanización que está alcanzando nuestra civilización, no tanto por la emergencia de esos personajes, como por los millones de personas ponen su confianza en ellos y en sus ideas. Una situación que devuelve toda la actualidad a esa disyuntiva entre la vida y la muerte que planteó E. Fromm: “No hay distinción más fundamental entre los hombres, psicológica y moralmente, que la que existe entre los que aman la muerte y los que aman la vida”[1], y que también recoge el Deuteronomio: “Os he propuesto la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia” (Dt 30, 19).

Esa opción parece inclinarse del lado de la muerte (no sólo por el auge electoral de esas ideas, sino por lo que está ocurriendo en las fronteras con migrantes y refugiados; lo que sufren tantas poblaciones sometidas a guerras, violencias, violaciones de derechos…) y amenaza con apagar nuestra fe en la persona y en la humanidad. Evitarlo requiere explicar por qué tantas personas apuestan por la muerte, y para ello tendremos que recuperar la categoría de “pecado estructural” que Juan Pablo II desarrolló y que el Papa Francisco ha definido como “… un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte; es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor” (Evangelii gaudium, 59).

No se trata, por tanto, de un mero problema de bondad o maldad del ser humano; de más o menos cultura… se trata de que nuestra sociedad se levanta sobre un sistema perverso, el capitalismo, que no es sólo un modo de producción, sino también un sistema de producción cultural que tiende a configurar nuestro corazón y nuestro cerebro.

Fromm, relacionaba la deshumanización con el abandono de la esperanza en el futuro, a la vista de lo que estaba ocurriendo en el siglo XX: dos guerras mundiales, la inhumanidad del régimen de Hitler y del estalinismo, el peligro inmediato de la total aniquilación del hombre por las armas nucleares… Un fracaso asociado al hecho de que el ser humano se ha hecho acumulador y consumidor, haciendo que su experiencia fundamental en la vida sea cada vez más “yo tengo, yo utilizo, yo disfruto”, y cada vez menos “yo soy”; y ello a causa de que las categorías de la economía (beneficio, competencia…) se han trasladado a la persona, que queda convertida en cosa, en algo muerto, sometida a la degeneración, convirtiéndose en un peligro para sí misma, para los demás, para el medio ambiente…, pues en ese proceso ha perdido los lazos naturales de la solidaridad y de la comunidad; se ha convertido en una persona que está sola y atemorizada; que es libre pero tiene miedo a la libertad.

Esa deshumanización, según Fromm, va acompañada de dos graves enfermedades:
La enajenación, que asemeja a la idolatría[2] que denunciaban los profetas del Antiguo Testamento o la enajenación[3] en Marx y Hegel, y que en el s. XX queda simbolizada de modo trágico y horrible en las armas atómicas, que manifiesta los logros del ser humano, unos logros que le dominan y es dudoso que pueda dominarlos.
La indiferencia frente a la vida, descargando las propias responsabilidades en las estructuras, burocracias… lo que produce un colapso moral.

Actualmente, el Papa Francisco viene profundizando en la globalización de la indiferencia señalando que “para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia…” (Evangelii gaudium, 54)

Si volvemos al hombre y la mujer del siglo XXI y, en particular a los que optan por poner su confianza en Trump, en Marine Le Pen…. ¿no son un reflejo de esa deshumanización?, ¿un exponente de la globalización de la indiferencia?, una forma de idolatría que pone su confianza en el poder del dinero, de la fuerza, de la violencia…. para mantener su bienestar.

Volver a la senda del humanismo se ha convertido en uno de los desafíos más importantes para nuestra propia supervivencia; pero ello no será posible si no somos capaces de formar personas con objetivos vitales distintos a los de la cultura capitalista. Mientras tanto, el sistema seguirá funcionando proponiéndonos alternativas políticas diferentes, aparentemente enfrentadas, pero que tratarán de convencernos de las bondades del sistema recurriendo a estrategias diferentes: la seducción, el miedo o la violencia.

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[1] Erich Fromm: Anatomía de la destructividad humana, pág. 362

[2] Adorar en vez de a Dios las propias obras -una cosa, un objeto exterior- y transferirle la vivencia de sus propias actividades o de sus propias experiencias

[3] Situación en la que el hombre se pierde y deja de sentirse el centro de su actividad, se convierte en cosa y está dominado por las cosas.

martes, 24 de enero de 2017

Unidad de los cristianos: ¿qué unidad?


José Arregi

Como cada año desde 1966, las diferentes iglesias cristianas del mundo celebramos estos días –del 18 al 25 de enero– la semana de oración por la unidad de los cristianos. Este año bajo el lema: “El amor de Cristo nos apremia”. El amor de Cristo, es decir: el amor de Jesús de Nazaret, de su profecía libre, de su sueño de un mundo justo y fraterno, el amor de la Vida bondadosa y feliz, más allá de toda confesión y religión.

Quien oiga o lea “semana de oración por la unidad de los cristianos” seguramente entenderá que pedimos a un Dios omnipotente que nos una a los separados, que haga lo que nosotros no podemos o quizás no queremos lo suficiente para poder. Si orar fuera eso, sería alienante, no deberíamos orar. Ni deberíamos creer en una divinidad que escucha y atiende o deja de atender nuestras oraciones.

Pero orar no es eso. No es rezar ni pedir ni rogar, sino dejar que nuestro ser, hecho de tierra humilde y de espíritu creador, se abra y se exprese desde lo más profundo. Orar es ser, y ser es abrirse a ser más, pues el poder ser más constituye nuestra finitud. Orar es realizar posibilidades latentes en nosotros, pues el barro o la materia que somos es matriz inagotable, capaz de desear, ser y hacer más. Orar es obrar. Orar es abrirse al fondo de sí y del otro, al Fondo de todo o a Dios. Orar por la unidad de los cristianos sería, pues, obrarla, hacerla real, efectiva y siempre más profunda.

Pero no creo en cualquier unidad. Casi diría que no creo en la unidad por la que se nos invita a orar en esta semana. En efecto, quien oye o lee “semana de oración por la unidad de los cristianos” entiende que los cristianos aspiramos a que no haya tantas iglesias diferentes: católicos, ortodoxos, protestantes y anglicanos; ni tantas iglesias diversas en el interior de cada una de ellas: iglesias ortodoxas independientes, anglicanos y episcopalianos, protestantes luteranos, calvinistas o presbiterianos, metodistas, menonitas y bautistas… Que todos debiéramos confesar los mismos dogmas e interpretarlos de la misma manera, y practicar los mismos sacramentos y entenderlos igual, hasta formar entre todos un solo rebaño bajo un solo pastor, un solo papa, como si la Iglesia debiera ser un partido político amarrado y fuerte bajo un secretario general.

No creo en una sola Iglesia bajo un solo papa. Hoy no solo sería imposible sino además indeseable que dejen de existir diversas iglesias, con teologías, ritos y organizaciones diversas. Hace unos meses, en su alocución de la catedral luterana de Lund (Suecia) con ocasión de la apertura del año de Lutero, el papa Francisco pidió perdón porque “nos hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente”. Eso es. Nos une, sí, la misma fe, pero la profesamos –vivimos– en distintos lenguajes. Todos los dogmas e interpretaciones, no son sino eso: fórmulas y expresiones lingüísticas. La fe es otra cosa.

Y los lenguajes o las teologías no nos dividen sino cuando olvidamos que son constructos humanos, y cuando creemos que el nuestro es el único o el mejor, cuando nos negamos a entender o a aprender o al menos a respetar el lenguaje del otro. No nos dividen las diferencias, por grandes que sean, sino los temores y los prejuicios, por pequeños que sean. Las diferencias solo nos confunden y dividen cuando nos empeñamos en construir una gran torre de poder para conquistar el cielo: Babel. Los católicos no estamos separados de los luteranos porque éstos no entiendan la eucaristía como transustanciación o sacrificio, sino porque los excluimos de nuestra misa y ellos nos excluyen de su cena de Jesús. El día que abramos la mesa, nos sentiremos unidos.

Y como se ha visto en los diálogos inter-eclesiales de los últimos 50 años, hay un escollo último que impide la comunión de todos los cristianos: es la doctrina que afirma al obispo de Roma como autoridad absoluta sobre todas las iglesias. El papa es, como dijo Pablo VI, el gran obstáculo de la comunión. No el papa, sino el papado.
¿Y en qué consiste la fe que nos une? Consiste en el “amor de Cristo”, que es como los cristianos, en la memoria y el seguimiento de Jesús, designamos el amor y el cuidado de la vida. El día que unas iglesias reconozcamos a las otras como son se habrán acabado las divisiones. Entonces, de verdad, oraremos y obraremos la unidad.

(Publicado en DEIA y en los diarios del GRUPO NOTICIAS el 22-01-2017)

lunes, 23 de enero de 2017

Hacia dónde vas mundo.


Jesús González Pazos

Parece consecuencia de una arraigada tradición eso de al finalizar el año, o en las primeras semanas del siguiente, hacer análisis de situación. Ya sea a nivel local, nacional o internacional, ya sea sobre el arte, la economía o el acontecer gastronómico, la costumbre está ahí y los escritos proliferan. Pues bien desde la oportunidad, y cierta legitimidad, que da el ser parte de una organización de solidaridad y cooperación internacional, intentamos sumar en esta línea de reflexión sobre hacia dónde va este mundo cuando recién hemos cambiado el calendario.

En un artículo anterior exponíamos la consideración de haber entrado, posiblemente, en el fin del ciclo neoliberal y como esto se ha manifestado con más evidencia en 2016, aunque viene de un poco más lejos. Afirmación asentada en hechos como las revueltas políticas y sociales que contra este sistema se dieron, especialmente en la primera década del actual siglo en América latina y que, cuestionando profundamente sus bases de dominación, abrieron caminos nuevos y posibles que todavía hoy están en construcción teórica y práctica (nadie dijo que esto fuera a ser fácil, verdad). Esa afirmación se asienta igualmente, y en años más recientes, en las sucesivas protestas encadenadas en los países del sur europeo, al sufrir éstos las consecuencias más duras de la crisis de ese modelo dominante, consecuencias no solo económicas, sino también políticas, sociales e ideológicas. Pero este aserto del fin del ciclo neoliberal se basaba también en el actuar de las mayorías silenciosas en el último año, aquellas que no salen a las calles, pero que llevan años sufriendo los rigores de este sistema que, podemos denominar ya como el de la globalización de la desigualdad. Pues bien, ese hastío lo muestran esas mayorías silenciosas en votaciones y referéndums que, más allá de romper encuestas, reflejan la ruptura del conformismo pasivo al que han sido inducidas y el cansancio contra las élites económicas y políticas establecidas (el establishment) que hoy controlan los diferentes países.

A partir de aquí, el futuro inmediato se abre hacia opciones diametralmente opuestas. O avanzamos hacia la construcción de sociedades más justas, donde el desigual reparto de la riqueza y su consecuencia más directa, el brutal resquebrajamiento de las sociedades por la desigualdad, sea una pesadilla olvidada; o, por el contrario, se optan por salidas neofascistas que profundicen en ese camino, como el ascenso generalizado de la ultraderecha y de la derecha extrema parece asegurarnos. Pero, teniendo todo esto en cuenta, centrémonos ahora en esa anunciada revisión de situación que citábamos al principio como objetivo de este escrito.

El Brexit en Gran Bretaña, el referéndum en Italia, la elección de D. Trump en Estados Unidos, y algún otro “susto” más han sido noticias cargadas de pasado que ponían en solfa las mismas estructuras del sistema político y social y que le han hecho tambalearse en 2016. Las medidas proteccionistas empiezan a recuperar espacios antes perdidos, mientras aumenta la crítica al libre mercado y su poder absoluto; el estado recupera terreno frente a la ortodoxia neoliberal. Así, lo que hace poco se nos presentaba como la panacea del crecimiento económico, cual eran los innumerables tratados de libre comercio que las transnacionales dictaban a los gobiernos, hoy empiezan a ser cuestionados hasta por una parte de esas mismas élites. Y en toda esta situación de impugnación y disputa a las bases del sistema, aunque se nos trate de ocultar y minimizar, han tenido con enorme protagonismo las distintas sociedades. Enormes movilizaciones como hacía muchos años que no se encontraban (contra la brutal austeridad y por la vida digna en Grecia, contra esos mismos tratados de libre comercio que antes citábamos en toda Europa, etc.) han vuelto a recorrer las calles y han recuperado mucho de la dignidad malograda por el neoliberalismo. Aunque no siempre se hayan transformado en victorias políticas, han puesto elementos importantes para los cuestionamientos imprescindibles, para la crítica necesaria, para avanzar en la generación de alternativas al modelo.

Pero en este análisis de situación también hay que traer a revisión otras realidades invisibilizadas en 2016. Las guerras de Siria, Palestina, Irak… siguen interpelando por responsabilidades ocultas, especialmente, de parte de las “autoridades” europeas y estadounidenses. Esas mismas que construyen grandes proclamas a favor de la democracia y por los derechos humanos de todas las personas, pero siguen ignorando, y en muchos casos condenando a muerte, a miles de seres humanos que mueren en las puertas de la vieja Europa o en la fosa común más grande de la historia en que han convertido el mar Mediterráneo. Y todo ello mientras ocultan sus responsabilidades en esas mismas guerras; siguen lucrándose con la venta de armamento a contendientes de todo tipo, siguen alimentando los enfrentamientos y siguen reprimiendo la solidaridad.

Realidades invisibles también son otras guerras en Yemen, Libia, Somalia, Congo… y ya que estamos aquí, citemos la invisibilización de todo un continente como es el africano. Donde las transnacionales occidentales, con el respaldo firme de sus gobiernos, siguen expoliando y alimentando guerras para conseguir única y exclusivamente el aumento de sus beneficios.

No obstante hay un lado positivo en este balance que supone a su vez las bases optimistas para los tiempos que están por llegar. Ya señalábamos las grandes movilizaciones que en Europa han cuestionado el modelo, pero habrá que subrayar y enorgullecerse de la solidaridad y demanda de derechos que la mayoría de la población de este viejo continente expresa diariamente por esa población en marcha hacia Europa desde la expulsión de sus territorios por las guerras o el empobrecimiento enquistado. Cierto es que el ascenso de la ultraderecha es innegable y nos puede abocar a tiempos muy difíciles, pero también se han fortalecido en este 2016 movimientos sociales diversos que muestran una cierta revitalización de nuestras sociedades. Algunos, como el feminista, han plantado cara al espejismo de la igualdad de las mujeres en esta misma Europa, han dicho con claridad que todavía no es real la equidad y, sobre todo, proclaman día a día que el machismo y los machistas asesinan mujeres y que hay que acabar con uno y otros, deconstruyendo así esta sociedad patriarcal.

Por otra parte y cruzando océanos, hay que recuperar del interesado olvido el hecho de que América Latina y sus grandes mayorías, hoy siguen construyendo teorías y prácticas diferentes que buscan los caminos hacia sociedades más justas. Que ponen a discusión conceptos viejos y nuevos como el Buen Vivir, la economía comunitaria, la recuperación del papel del estado en la economía o el hecho de que hay otros modelos de estados posibles que superan al tradicional estado-nación, etc. Pero incluso en países tan centrales como los EE.UU., pese al tiempo de oscurantismo que puede venir con D. Trump, se abren esperanzas de nuevos planteamientos como fue, por lo menos, el discurso renovador de Bernie Sanders como posible candidato demócrata y lo que éste concitaba a su alrededor. Por todo ello y mucho más que se queda en el tintero, podemos decir que hay opciones, que hay posibilidades para que el 2017 resulte interesante.

Y si alguien está tentado al leer este artículo a su descalificación fácil señalando que el mismo rezuma ideología superada por la historia, le ahorramos el esfuerzo. Claro que este texto vuelca en sí mismo ideología, aquella que busca la igualdad y la justicia social, la verdadera democracia en la que más y más personas tomemos parte activa, la del respeto real a todos los derechos para todos y todas no solo para unos pocos. Muchos pensaron hace solo dos décadas que el fin de las ideologías había llegado y proclamaron a su vez el fin de la historia, subrayando que a partir de ese momento no habría más lucha ideológica. Eran los años felices del triunfo, se pensaba absoluto, del neoliberalismo. Hoy, solo unas décadas después discutimos sobre su oscuro inmediato futuro. Pero, sostenemos también que hoy el riesgo está precisamente en la desideologización que algunos pretenden para que el neofascismo, con múltiples caras, pueda de nuevo enseñorearse del mundo en este año que recién iniciamos. Por todo ello, les deseamos un buen año, que sepamos cargarlo de ideología.

Jesús González Pazos

Miembro de Mugarik Gabe

2017/01/16

http://www.alainet.org/es/articulo/182927
Fuente: alainet.org

domingo, 22 de enero de 2017

Repudio internacional por asesinato de ambientalista Isidro Baldenegro.


"Nadie debería morir por proteger la naturaleza”, señaló el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Muerte de líder indígena enciende alarma entre los activistas ambientales en Latinoamérica.

Servindi, 21 de enero, 2017.- El director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Erik Solheim, condenó el asesinato del líder indígena mexicano Isidro Baldenegro, perseguido por su activa labor en defensa de los bosques.

“Isidro Baldenegro López fue un hombre apasionado y valiente que luchó para proteger los bosques ancestrales de su comunidad. Parece que él ha pagado el precio más alto por sus convicciones pacíficas", declaró Solheim.

Del mismo modo, Michel Forst, Relator Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los defensores de derechos humanos, se sumó a esta condena, calificando el asesinato de Baldenegro como un hecho “indignante y absurdo".

"Estoy profundamente conmocionado por el asesinato a sangre fría de Isidro, quien tan sólo deseaba para su comunidad la preservación de los bosques tradicionales en la Sierra Tarahumara", sostuvo el experto.
Alarma entre activistas ambientales en Latinoamérica

En palabras de Forst, la muerte de Isidro Baldenegro “deja un doloroso vacío no solo en su comunidad, sino en el movimiento global de los derechos humanos”. Del mismo modo, esta situación ha generado profunda preocupación entre los activistas ambientales latinoamericanos.

Baldenegro, quien fue reconocido en el 2005 con el Premio Goldman por su tenaz defensa de los bosques en la sierra de Chihuahua, es el segundo defensor ambiental galardonado con este reconocimiento, pero también asesinado por su labor.

El otro caso es el de la activista ambientalista hondureña Berta Cáceres (premiada en el 2015), quien fue asesinada en marzo de 2016. Ambos muertes en menos de un año.

La muerte de ambos —y de cientos de activistas en la Latinoamérica— pone en evidencia los riesgos que corren y enfrentan los defensores ambientales en la región, especialmente cuando se enfrentan a intereses económicos provenientes de sectores como la minería, agricultura, energía, y en este caso, intereses forestales.

"Su asesinato (de Baldenegro) destaca trágicamente los peligros mortales que enfrentan los defensores ambientales en América Latina y el Caribe y en todo el planeta, y los vínculos entre el crimen organizado y la destrucción del medio ambiente. Nadie debería morir por proteger la naturaleza”, expresó el ejecutivo del PNUMA.
Un trágico destino se repite

El asesinato de Isidro Baldenegro sucedió el domingo 15 de enero, en el estado mexicano de Chihuahua. El lamentable suceso pudo evitarse pues él ya había recibido reiteradas amenazas que podían haber sido investigadas oportunamente.

Baldenegro, quien fue abatido por seis balazos, conocía bien los riesgos que corría por ejercer la defensa de sus bosques. A pesar de ello, no quebró su compromiso con la defensa medioambiental.

Su padre Julio Baldenegro ejerció este rol, y también asesinado en el año 1986, cuando Isidro tenía 20 años, hecho que marco en él un deber por la defensa consecuente y comprometida de los bosques.

Fuente: Servindi

sábado, 21 de enero de 2017

Trump y las tensiones del bloque de poder en EEUU.

por Dr. Juan Eduardo Romero

El ascenso a la Presidencia de EEUU del multimillonario Donald Trump, va más allá de las posiciones xenofóbicas que ha manifestado, pues las mismas deben verse en un contexto histórico más general, determinado por la influencia del puritanismo en las sociedad norteamericana, desde su establecimiento en el siglo XVII hasta la actualidad, tal como lo señaláramos en un artículo anterior (http://critica24.com/index.php/2016/11/09/analisis-necesario-elecciones-en-usa-como-entender-lo-que-paso-por-juan-romero-historiadorjuan/) . Trump se mueve sobre las bases doctrinarias del puritanismo, que no sólo establece que los norteamericanos son un “pueblo elegido por Dios”, sino que además se basa en la presunción que como pueblo elegido deben luchar “contra mal”, que impide el desarrollo de la individualidad humana y por lo tanto, del progreso.

Por eso su eslogan de campaña, estuvo referido al uso de un simbolismo muy presente en la psiquis del norteamericano promedio (Make America great again), “hacer de América grande de nuevo”. En esencia, el eslogan no solo planteó una confrontación con las tesis de unilateralismo globalizante, esgrimidas por el binomio Clinton- Obama, sino que además lo enfrenta con las políticas adelantadas por los ex presidentes Bush (padre e hijo) y más en el fondo, con las súper elites (política, económica, militar y cultural) que controlan la sociedad norteamericana.

¿Cómo entender esto? Para la mayoría de nosotros, los que habitamos Nuestra América, y donde prevalecen los sistemas presidencialistas, con un poder ejecutivo muy fuerte, resulta paradójico afirmar que el Presidente de EEUU no ejerce realmente el poder, sin embargo es la realidad. Ya el ex presidente Dwight Eisenhower había advertido en 1961, las amenazas que significaban para la democracia el excesivo poder del binomio estamento militar- capital económico (lo denomino complejo militar industrial), pero en los años finales del siglo XX y lo que va del siglo XXI, el desarrollo de este poder detrás del poder presidencial en los EEUU, ha sido notorio. Hay investigaciones que aseguran que ese complejo – que creció exponencialmente con la excusa post 11 Septiembre de 2001- ha llegado a incluir cerca de 3.100 organizaciones que trabajan en el área de inteligencia, empleando casi 1 millón de personas (unas 854.000 personas), con gastos que superan los 80.000 millones US$, siendo un elemento impulsor del desarrollo económico a lo interno de los EEUU.

Se trata de comprender que ese complejo militar- industrial, no sólo se moviliza en la fabricación de aviones, fusiles, cohetes, barcos y otros implementos de la carrera armamentística, sino que también tiene una estrecha relación con el dominio científico- tecnológico, esencial es esta sociedad del siglo XXI y ese binomio capacidad de combate-desarrollo tecnológico, son dos de los elementos primordiales en las concepciones de dominio y predominio estratégico militar de los EEUU. Asimismo, ese súper complejo militar-industrial mueve enormes recursos que impulsan el papel – y la tesis- de Imperio-mundo del coloso del Norte. Es fácilmente comprobable este papel esencial al observar las cifras que desde el Departamento de Defensa de los EEUU, se dedican a financiar investigaciones por parte de empresas privadas, ligadas al desarrollo tecnológico para la industria militar; en el año 2014 por ejemplo, las Empresas Lockheed Martin, Boeing, General Dinamics, Raytheon, Northrup Grumman, entre otras recibieron en conjunto unos 239.000 millones de US$ en contratos.

¿Trump contra el triángulo de hierro?

Se denomina triángulo de hierro, a la súper estructura de poder en los EEUU, que conjuga actores de los lobby de opinión – y presión- que se mueven en el Congreso, empresas privadas y las agencias del propio Gobierno (Defensa, Energía, Ambiente, Seguridad, NASA, entre muchas otras). Ese triángulo ha sido el gran responsable – y beneficiario al mismo tiempo- de las acciones enmarcadas en el unilateralismo globalizante, que ha pretendido cumplir con tres objetivos esenciales: 1) imposición hegemónica, tanto sobre aliados (Inglaterra, Francia, Alemania, Japón) como adversarios históricos (China y Rusia), en todo el Globo, pero con especial énfasis en el corazón de la tierra (heartland) Euroasiático, 2)el impulso de la revolución en Armamento Militar (RAM), que ha implicado la aplicación de los adelantos derivados del control hegemónico en ciencia y tecnología, al área militar y 3) la creación de grandes espacios geoeconómicos, que aseguren el monopolio comercial de los EEUU.

La perfecta articulación – producto de la presión en términos de poder condigno o compensatorio- de los intereses del triángulo de hierro en los distintos gobiernos desde Ronald Reagan (1981-1988), George Bush padre (1989-1993), Bill Clinton (1993-2001), George Bush hijo (2001-2009) y Barack Obama (2009-2017), nos permite entender el enorme poder real ejercido y porque, a pesar de ser Presidentes por organizaciones políticas distintas (demócratas o republicanos), mantuvieron la misma política exterior. Ese complejo cuadro de relaciones – y poder real- se ve amenazado por el planteamiento de Donald Trump y las feroces críticas al excesivo gasto militar, descuidando en su criterio, el desarrollo de la estructura económica y productiva de los EEUU. El próximo Presidente de EEUU ha señalado que la política exterior ha tenido cinco (5) debilidades marcadas – sin distinguir o diferenciar entre los expresidentes-: 1) recursos sobrecargados, 2) los aliados no aportan en una justa proporción, 3) los países amigos de EEUU buscan mirar hacia otros en busca de ayuda, 4) los rivales no respetan a los EEUU y 5) la política exterior no tiene objetivos claros.

Con ello, se mostró opuesto a las líneas estratégicas expresadas en la política exterior de sus antecesores, que ha llevado a cambios sustanciales, en términos de presencia – y acción- militar, que permitió a los EEUU a aumentar sus bases militares, de unas 400 en 1955 a más de 1000 en 2016, o el hecho del aumento de las tropas permanentes en Nuestra América, y más de 30 sitios de asentamientos de tropas de Operaciones Especiales (FOL en inglés), en 17 países, entre los que cabe señalar a Colombia, Honduras, Panamá, Curazao, Perú, Costa Rica, Paraguay.

O la reactivación de la IV Flota, con ámbito de acción desde el Golfo de México hasta la desembocadura del Río Esequibo; la instalación del Comando de África (Africom), con bases en Senegal, Ghana y Gabón, más otras bases de Operaciones Especiales en 11 partes diferentes de ese continente. La beligerancia en Medio Oriente, a partir de la invasión a Afganistán e Irak. El cerco hacia Rusia, a partir de la incorporación a la OTAN de países que estuvieron bajo la órbita de la extinta URSS, como Polonia, Hungría, República Checa o Georgia en la cercanía del espacio vital, de su adversario durante la Guerra Fría. Todas estas son acciones, que Trump considera equivocadas y que han incidido en la “pérdida de supremacía”. Ante ellas ha dicho “América es menos segura y el mundo es menos estable”.

Sin embargo, es la ambigüedad la nota exaltante en el discurso de quién ocupará la Casa Blanca a partir de enero de este año. Por una parte, parece distanciarse de la política armamentista que tanto ha criticado, pero por la otra señala que mantendrá la política de Obama en relación con China. Las posiciones del virtual Secretario de Estado, Red Tillerson, ha ratificado la oposición a las políticas de la Gran Potencia Asiática en el Mar Meridional de China. ¿Estará realmente distanciado Trump de la política exterior de Obama? La respuesta es sí y no. Sí, en cuanto a las posiciones de Obama con respecto a Rusia, pues piensa que fue errado presionar tanto a su adversario histórico, facilitando así la conformación de un binomio con China, que atenta a futuro contra la supremacía económica y militar de EEUU. No, pues coincide en ver a china como enemigo histórico, que fue una postura constante en Obama.

Un punto importante, que afectará la relación de Trump con el triángulo de hierro, es su posición con respecto al Tratado Transpacífico (TTP). Las posiciones del polémico líder norteamericano, apuntan a revertir los términos de esos tratados, en función de priorizar el sistema económico norteamericano, sobre todo a nivel industrial. Las vinculaciones – e intereses- del triángulo de hierro con el proceso de expansión comercial del TTP son claras, y la perspectiva de un cambio, puede dar al traste con años de negociaciones y oportunidades de negocios de actores representados en el lobby de interés del Congreso Norteamericano.

Trump y la geopolítica del Sistema-mundo

La perspectiva del sistema-mundo que expresa, entran en franca contradicción con las tradiciones posturas del unilateralismo globalizante y su correlato en términos doctrinarios, manifestados en el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNSA), pero parecen coincidir en el denominado “destino manifiesto” de grandeza de los EEUU, que desde los tiempos de los llamados “padres fundadores “ (1776) ha impulsado las intenciones de convertirse en un “imperio-mundo”, que ejerza control sobre el todo planetario, mediante la hegemonía militar y el control económico.

Para Trump, la estrategia de “dominio total” (full sectrum dominance), que plantea que bien con apoyo de sus aliados o sin ellos, los EEUU deben dominar el mundo, ha sido un total fracaso. No significa, que llamé a un repliegue del sentido guerrerista que ha caracterizado al coloso del norte y que lo ha llevado a tener responsabilidad en más de 20 millones de muertos, en 37 naciones (https://diario-octubre.com/estados-unidos-ha-matado-a-mas-de-20-millones-de-personas-en-37-naciones-victima-desde-la-segunda-guerra-mundial/ ), desde la finalización de la II Gran Guerra en 1945. Más bien se ha pronunciado por una “optimización” de esas acciones guerreristas: "Al contrario que otros candidatos a la presidencia, la guerra y la agresión no son mi primer instinto. Una superpotencia sabe que la cautela y la contención son señales de fortaleza", dijo en algún momento durante la campaña interna republicana.

Esta acción, tiene enorme relación con el rotundo fracaso (en términos de objetivos militares y costo económico) de las intervenciones en Siria y Libia, así como en Eurasia, y el costo que ha tenido en la supremacía militar que aspira el unilateralismo globalizante. Un factor a considerar, en la interpretación del sistema-mundo planteado por Trump, es su controversial posición en torno a la relación con la Rusia de Vladimir Putin. Tal como hizo Richard Nixon en la década del 70 del pasado siglo XX, el millonario norteamericano pretende usar a uno de los dos (2) adversarios históricos de los EEUU desde 1945, para impedir la concreción de la alianza Euroasiática.

Trump, entre Rusia y China, parece apostar por una mejor relación con el primero, evitando a toda costa la consolidación de una unión que implicaría diferencias importantes con EEUU. Por ejemplo, Rusia y China tienen en conjunto una población de casi 1.500 millones de habitantes, un PIB per capita en conjunto de más de 20.000 $, un PIB en conjunto de más de 2100 miles de millones US$ y un intercambio comercial entre ellos, que supera los 88.000 millones US$. Entre ambos reúnen una numerosa cantidad de tanques (24.000 aproximadamente), aviones (+ de 5000), ojivas nucleares (casi 9000), entre otros armamentos. Ante la contundencia de estos datos, es posible que intenté una “estabilidad” no confrontacional con Putin, buscando con ello fortalecer las posiciones en el tablero mundial, tal como lo ha venido sosteniendo el teórico norteamericano Zbiegniew Brzezinski (http://www.15yultimo.com/2017/01/12/brzezinski-donald-trump-el-sistema-mundo-y-venezuela/ ).

Para el caso de Europa y Suramérica, la situación se plantea interesante. Trump, ha sostenido desde hace tiempo, que los “socios” de EEUU no han respondido en igualdad de condiciones a los esfuerzos militares y que una revisión del papel de la OTAN, es urgente. Ello tiene relación directa con las políticas de esa organización supranacional con Rusia y los esfuerzos que ya ha manifestado, por regularizar sus relaciones. En el caso de Suramérica, aunque no hubo grandes anuncios durante la campaña, es de esperar que su tesis de “hacer grande a América de nuevo”, lo llevé a replantearse acciones de recuperación de la influencia en lo que consideran su “patio trasero” y ello puede significar, tanto el apoyo – o continuidad- de sanciones contra Venezuela o los intentos de desestabilización a través de la NED, de los sistemas políticos que no responden a los “supremos intereses de EEUU”.

Como sea, seremos testigos de un proceso político que tendrá mucho de controversial y generará enormes debates en el sistema-mundo. Los roces de Trump con el sistema de poder interno en los EEUU, se evidenciarán a cada momento o la otra opción, es que ese complejo militar-industrial, someta a Trump, como ha sucedido con otros presidentes. Ya veremos.


Dr. Juan Eduardo Romero. Historiador/politólogo

Director Centro de Investigaciones y Estudios Políticos y estratégicos (CIEPES)


Fuente: alainet.org