sábado, 29 de enero de 2011

Generosidad.


Escrito por Fusión 12/01/11

Vivimos en un planeta generoso. La Madre Tierra nos da todo aquello que necesitamos para vivir, y lo hace de forma desinteresada. La naturaleza es generosa. La Vida es generosa.


Pero los seres humanos hemos olvidado esa realidad. Es más, es posible que nunca lo hayamos comprendido del todo o asimilado.


Como hijos de la Madre Tierra hemos heredado su faceta generosa, lo llevamos en nuestros genes. Pero hemos confundido infinidad de términos y hemos considerado que lo que pertenece a nuestra Madre podemos administrarlo a nuestro antojo, incluso podemos robárselo a nuestros hermanos para acumularlo y negociar con ello.


La Madre Tierra es generosa, pero su generosidad es administrada por la Ley natural, y bajo esa Ley vivimos todas las criaturas del planeta.


La Ley de la Madre Tierra nos dice que todos somos sus hijos, que la igualdad y la unidad deben marcar nuestra convivencia y también el uso que hagamos de su generosidad, de sus dones, de lo que necesitamos para vivir. Nos deslumbró la generosidad de la Madre Tierra y nos olvidamos de la Ley implícita que forma parte de la Vida.


Pero a pesar de ser hijos de una Madre generosa, nos empeñamos en ser egoístas, estamos enfermos de egoísmo. Creemos que por poseer más somos mejores, creemos que la vida es una carrera que se gana por lo acumulado en su recorrido. Creemos que estamos aquí para ser los más listos, los más poderosos, los más destacados de la especie.


Pero la realidad es que de aquí sólo nos llevaremos lo que hayamos aprendido, lo que hayamos evolucionado, lo que hayamos experimentado. El resto se lo queda su dueña, la Madre Tierra. En realidad, estamos de paso y sometidos a un contrato de alquiler con fecha de caducidad.


No poseemos nada, nada es nuestro, excepto los valores internos que hayamos desarrollado y acumulado en nuestro currículum. Y, en ese sentido, somos básicamente lo que damos, lo que compartimos, lo que intercambiamos con los demás seres vivos del planeta. Y como nuestra Madre es inmensamente generosa, nosotros, sus hijos, también lo somos, al menos en nuestro interior, en nuestro diseño como hijos.


Pero debemos comprender que ser generoso no es dar de lo que nos sobra, sino darse, entregarse, compartirse.


Cuando damos de nosotros mismos, estamos dando cualidad, estamos dando sustancia de la madre, estamos dando Vida.


Cuando nos entregamos estamos poniendo nuestra energía al servicio de los demás, estamos aportando lo que somos, sin medida, sin condiciones.


Cuando nos compartimos estamos diciendo, transmitiendo, que formamos parte de un Todo, de una inmensa Red, donde existe lo nuestro, lo de la especie, no lo de cada uno, no lo de la parte.


Y cuando así actuamos, cuando vivimos bajo la generosidad, entonces experimentamos una apertura mental a la conciencia global de la Madre, del Espacio, de la Vida.


Es así, sencillamente porque así es nuestro diseño, porque no somos criaturas diseñadas para vivir aisladas, para ser egoístas, para luchar a muerte por nuestro trozo de existencia.


Todo es nuestro, todo nos pertenece, porque así lo entiende la generosidad de la Madre Tierra, pero no lo olvidemos, existe una Ley que nos dice que así es si tenemos en cuenta que debemos vivirlo y disfrutarlo bajo la unidad, bajo la igualdad, bajo el respeto a la Vida.


Ser generoso no supone ningún esfuerzo, sólo hay que desprenderse de la ignorancia que conduce al egoísmo, del miedo que conduce al egoísmo, de la cobardía que conduce al egoísmo.


Ser generoso es comprender la Vida y sus normas sagradas.


Ser generoso abre la puerta para poder entrar en nuevos espacios mentales y poder crear una vida nueva.


Ser generoso es ser inteligente, porque significa que se comprendió el verdadero sentido de la existencia y se es consecuente con él.


Desgraciadamente, en este mundo se valora la “inteligencia” de quien acumula más poder, más riquezas, más títulos. Se les considera un ejemplo para todos.


Pero, ¿acaso la Madre Tierra acumula sus riquezas, acapara sus bienes, no comparte lo que posee?


Jesús le dijo al rico…"Si quieres entrar en el Reino de mi Padre, da todo lo que posees y sígueme".


Claro, el rico se dio media vuelta y se marchó. No entendió que Jesús le hablaba de la generosidad como algo imprescindible para optar a una Vida Superior.


Y todavía hoy sigue sin entenderlo. Δ

Fuente: Revista FUSION

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viernes, 28 de enero de 2011

Desde Grecia -URGENTE: llamamiento a la solidaridad.


Desde Grecia -URGENTE: llamamiento a la solidaridad con los 300 emigrantes en huelga de hambre

27 / enero

A todos los colectivos, organizaciones y personas hermanas:

En estos momentos (hora griega 20.47) enormes fuerzas de los antidisturbios están a punto a entrar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Atenas para desalojar a los 250 emigrantes sin papeles que están en huelga de hambre demandando una vida digna ( http://www.europazapatista.org/GREC... )

Los emigrantes y los solidarios que están dentro de la Facultad de Derecho han decidido no resistir con violencia. En el centro de Atenas y también en el centro de Salonica (donde también están en huegla de hambre otros 50 emigrantes más), están en proceso manifestaciones de solidaridad.

Los emigrantes en estos momentos están en asamblea para decidir sus acciones. Todo es posible, sin embargo la huelga de hambre, sea en la Facultad de Derecho o sea en otro edificio, va a seguir.

Mas abajo y en adjunto sigue un llamamiento de solidaridad de la Asamblea de Solidaridad con los Emigrantes en Huelga de Hambre.

Es importante mandar todos y todas nuestro apoyo y nuestra solidaridad.

Pueden mandar firmas de solidaridad a este correo (zoesmih@yahoo.com) o directo al correo: ypografes.allilegyi.stin.apergia@gmail.com

Llamamiento a la solidaridad

Solidaridad con los 300 inmigrantes en huelga de hambre en Grecia

El 25 de enero, 300 trabajadores inmigrantes empezaron una huelga de hambre en Atenas y Tesalónica.

Su principal demanda es que se legalice su situación.

En este momento, cuando ha estallado la crisis financiera y las fuerzas políticas de la ultraderecha han entrado en acción, ésta puede parecer una demanda maximalista.

Por esta razón, necesitamos prestar atención a sus demandas, para así crear grietas simbólicas en el sistema y lograr victorias políticas.

* El aparato político y los medios de masas en Grecia ya han empezado a presionar la lucha de los inmigrantes y a quienes se solidarizan con ellos.*

*¡Es urgente asegurar el mayor apoyo posible!*

A continuación, una petición de firmas. Todos aquellos que deseen firmar pueden enviar su nombre y profesión a la siguiente dirección:

ypografes.allilegyi.stin.apergia@gmail.com

*Solidaridad con la lucha de los 300 en huelga de hambre*

*¿Cuántas veces tienen que arriesgar sus vidas para confirmar su existencia y la nuestra?*

*A fin de tener el derecho a vivir con dignidad y esperanza, en un país que encuentra chivos expiatorios en los más débiles y vulnerables.*

*Por los inmigrantes que, con su propia sangre, su mal pagado trabajo y su creatividad, hacen que se mueva la máquina económica del país.*

*Por aquellos que buscan libertad y escapar de la necesidad, la guerra o cualquier tipo de ocupación «pacífica», y cruzan las fronteras en busca de una vida mejor.*

*Por los inmigrantes que perdieron su vida en las fronteras nacionales de los países europeos, por las 13.000 víctimas de la doctrina de seguridad desde 1993 y los miles de personas que aún permanecen desaparecidas.*

*Por los niños de los inmigrantes que crecen con limitaciones y exclusiones legales y sociales.*

*Para generar una conciencia común, una lucha y una causa, unir los intereses sociales de griegos e inmigrantes que producen la **riqueza social en todo tipo de servicios, construcciones, fábricas, en el campo, en los trabajos domésticos – así como los intereses de los parados.*

Por las razones mencionadas arriba y otras no mencionadas:

- Expresamos nuestra solidaridad con los 300 inmigrantes en huelga de hambre
- Exigimos la legalización incondicional de todos los inmigrantes
- Apoyamos las demandas de los inmigrantes de igualdad de derechos políticos y sociales y de obligaciones con respecto a los trabajadores griegos

Enero de 2011

Asamblea de Solidaridad con los Inmigrantes en Huelga de Hambre

http://www.europazapatista.org/Desde-Grecia-URGENTE-llamamiento-a.html

GRECIA - La voz de l@s sin voz:

Declaración de la Asamblea de Immigrantes

Fuente: Chacatorex
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El Papa firmó en 1970 un documento que cuestionaba el celibato

Joseph Ratzinger, oficiando una misa cuando era sacerdote
en la localidad alemana de Ruhpolding en el verano de 1952- AP

Joseph Ratzinger, el actual Papa Benedicto XVI, firmó un documento con fecha de 9 de febrero de 1970 en el que se cuestionaba la obligación del celibato al mismo tiempo que se advertía de "la desobediencia masiva de grupos de curas". El texto fue firmado por otros ocho teólogos, algunos pensadores de fama mundial como Karl Rahner, Otto Semmelroth, Karl Lehmann y Walter Kasper.

"Nuestras consultas y estudios coinciden en la necesidad de un tratamiento distinto de la ley que establece el celibato (...) tanto por la Iglesia alemana como para la Iglesia mundial", escribieron los teólogos en una carta a la Conferencia Episcopal alemana, para la que actuaron como consultores en cuestiones de fe y moral.

El contenido del documento se publica hoy en una información del diario alemán Süddeutsche Zeitung, titulada Las dudas del joven Ratzinger.

En el texto, los teólogos repiten muchas veces que, con su análisis, no quieren influir en ninguna decisión. Pero el hecho de que se animaran a escribir un documento de este tipo demuestra que por lo menos ellos mismos dudaban de la obligación del celibato.

El documento, que no se había publicado hasta ahora, debió haberlo entregado un colaborador de Rahner a un clérigo de confianza que pertenecía al grupo católico crítico con la Iglesia de la ciudad de Regensburg, Aktionskreis Regensburg (AKR). Permaneció cuidadosamente archivado durante 41 años y aparece ahora publicado por el AKR en su revista Pipeline.

Joseph Ratzinger
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Fuente: EL PAIS.com
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Si todos los obispos del mundo…


Octavio Rodríguez Araujo

En México y en otros países hay de obispos a obispos. Unos son conservadores y otros progresistas; unos protegen en su ámbito de influencia a los ricos y a los gobernantes, otros abrazan las causas de los más desprotegidos y explotados; unos están por el sacrificio de las personas en el aquí y el ahora a cambio de indulgencias para después de su muerte, otros promueven la liberación de los pobres en el aquí y en el ahora y no en el más allá.

Samuel Ruiz era de los segundos, un obispo que perteneció a la estirpe de Méndez Arceo, en Cuernavaca; de Arturo Lona, en Tehuantepec; de José Llaguno, en la Tarahumara; de Bartolomé Carrasco, en Oaxaca; de Raúl Vera, en Saltillo. Éstos se han distinguido por oponerse a los conservadores y a los colaboracionistas tanto del PRI como del PAN, a Girolamo Prigione en su momento, a la ortodoxia pastoral y, en lo político y lo social, se han opuesto también a los poderes fácticos que han impedido el desarrollo y la realización de los más pobres del país como personas, cuya liberación debe darse en el aquí y el ahora y no para las calendas griegas.

Estos obispos, que bien pudieran ser llamados “liberacionistas”, enfrentaron, a veces con esa sutileza que se aprende en el sacerdocio y otras veces con energía, los dictados vaticanos y de los gobiernos mexicanos de los años 80 y 90 del siglo pasado. Siempre desde la fe, pues nunca cayeron en posiciones no religiosas, buscaron en los textos sagrados la justificación para que sus fieles hicieran conciencia de su realidad social, se organizaran y se plantearan una sociedad más justa libre de caciques y de explotadores de toda laya.

No hicieron del marxismo su ideología, pues en realidad no simpatizaron con él, pero tampoco lo combatieron como sí lo habían hecho en los años 50 y 60. En otros términos, evolucionaron, y tal vez el Concilio Vaticano II y la teología de la liberación que comenzó a discutirse en aquellos años influyeron favorablemente en ellos. Otros obispos, en cambio, combatieron esas corrientes progresistas y tolerantes de un sector de la Iglesia y en lugar de optar por la Iglesia de los pobres lo hicieron, hasta la fecha, por la de los ricos.

La Iglesia de los pobres no contrarió la fe ni el dogma, pero estos instrumentos fueron usados en un sentido cristiano, es decir en la lógica del Jesucristo al lado de los pobres y de los necesitados y no del que transfiguraron los aliados de los poderosos convirtiéndolo en su negación. Samuel Ruiz, desde su grande diócesis de San Cristóbal de las Casas, no simpatizó con los métodos armados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), pero sí con sus principales planteamientos en favor de los indios, los más pobres de los pobres de México. Ofreció no sólo su mediación, que fue aceptada por las partes gracias a su enorme influencia en la zona y a su compromiso, sino la catedral de San Cristóbal para el primer diálogo entre el EZLN y el gobierno, un hecho insólito en la historia del país.

Él y su gente, unos curas y otros no, promovieron no sólo el entendimiento entre el gobierno y los armados, sino el respeto a los derechos humanos en toda su extensión. El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas fue fundado por Samuel Ruiz en 1989, y su papel ha sido muy importante para registrar todo tipo de violaciones a los derechos humanos en Chiapas, principalmente de los indios. El Frayba, como también se le conoce, se ha orientado, según señala en su sitio web, por la integridad e indivisibilidad de los derechos humanos, el respeto a la diversidad cultural y al derecho a la libre determinación, la justicia integral como requisito para la paz y el desarrollo de una cultura de diálogo, tolerancia y reconciliación, con respeto a la pluralidad cultural y religiosa (las cursivas son mías).

A mi juicio estas premisas de orientación de las acciones del Frayba sintetizan no sólo el pensamiento y la acción de Samuel Ruiz sino lo que debiera guiar a la Iglesia católica en México y el resto del mundo donde participa. Dicho sea de paso, este 26 de enero un grupo de organizaciones civiles iba a entregar, por segundo año consecutivo, el Reconocimiento jTatik Samuel jCanan Lum a personas, comunidades y organizaciones de Chiapas que se han destacado por su servicio, cuidado y trayectoria en su trabajo liberador por las causas verdaderas del pueblo. El Tatic Samuel ya no será testigo de dicho reconocimiento.

Si todos los obispos del mundo, comenzando por el de Roma, fueran como Samuel Ruiz, especialmente en los últimos 40 años de su fructífera vida, la religión católica y su Iglesia estarían a la vanguardia del pensamiento liberador y de la justicia social. Pero lamentablemente no es así.

Fuente: ApiaVirtual

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Sydney Possuelo lanzó una carta abierta ¡Los pueblos indígenas aislados de la Amazonía deben vivir!


Por Pablo Cingolani

Possuelo denuncia en su carta que “en los últimos cinco años, he visto intereses para sacar a los aislados de sus tierras y permitir así la invasión de empresas petroleras o mineras; he visto cómo se firman decretos y otorgan concesiones para explotar recursos naturales en zonas donde habitan estos seres humanos; he visto indígenas muertos o perseguidos por defender sus derechos; he sentido que seguimos considerando a la Amazonia y a los indígenas como un obstáculo a las estrategias de desarrollo, como la que encarna la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana”.

Sydney Possuelo, el defensor de los derechos de los pueblos indígenas más reconocido del presente, ha lanzado una “carta abierta” –fechada en Brasilia, el pasado 15 de diciembre- y que está recorriendo el mundo entero, pidiendo con vehemencia que se proteja la vida de los últimos pueblos indígenas aislados de la selva amazónica.

La carta, cuyo original fue escrito en español, ya ha sido traducida al inglés, francés, portugués, italiano, catalán, e incluso al sueco.

Se espera reunir miles y miles de firmas que permitan apoyar este llamamiento urgente por el destino y los derechos humanos de los aislados que viven al interior de la Amazonía continental sudamericana, y cuya supervivencia está más amenazada que nunca por el avance de las actividades extractivas como la minería, la exploración petrolera y los agro negocios, las grandes obras de infraestructura y las políticas de desarrollo que las impulsan.

Sydney Possuelo fue considerado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como uno de los diez “Héroes del diálogo” del planeta, por sus acciones de protección de los pueblos indígenas que habitan en la Amazonía, durante más de cuatro décadas. Como “sertanista” (experto en selva y pueblos indígenas), Sydney promovió desde 1987 el hoy universalmente aceptado principio del “no contacto” que busca proteger a los pueblos indígenas aislados de los impactos negativos del desarrollo y la deforestación de los bosques.

En ese sentido, Possuelo expresa en su carta que hace cinco años, convocó al primer encuentro internacional en defensa de estos seres humanos. “Nos reunimos en Belem do Pará –afirma la misiva- y allí propuse la creación de una Alianza Internacional para su protección. Digo sin angustia pero con claridad: hemos avanzado muy poco en ese sentido. Siento que la urgencia de entonces, se volvió hoy una amenaza definitiva: los pueblos aislados y sus territorios están en riesgo como nunca antes”.

Expertos en materia ambiental de muchos países coinciden en señalar que, dada la crisis mundial energética y alimentaria, la Amazonía se ha vuelto el espacio de la Tierra más codiciado por las trasnacionales para explotar sus recursos naturales.

Possuelo denuncia en su carta que “en los últimos cinco años, he visto intereses para sacar a los aislados de sus tierras y permitir así la invasión de empresas petroleras o mineras; he visto cómo se firman decretos y otorgan concesiones para explotar recursos naturales en zonas donde habitan estos seres humanos; he visto indígenas muertos o perseguidos por defender sus derechos; he sentido que seguimos considerando a la Amazonia y a los indígenas como un obstáculo a las estrategias de desarrollo, como la que encarna la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana”.

La referida IIRSA es un multimillonario plan que impulsan los países de Sudamérica y los bancos multilaterales para implementar mega proyectos de transporte, energía y comunicaciones para dotar a la región de la infraestructura para extraer, en dimensiones nunca antes vistas, recursos naturales, commodities para su exportación a los mercados mundiales. Para algunos, es el principio del fin de la biodiversidad amazónica, y con ella la suerte de los pueblos que dependen de ella, ya estaría echada.

Por ello, Possuelo prosigue denunciando dramáticamente que “Represas, carreteras, puentes están siendo construidos en la Amazonía, sin proponer acciones que de manera efectiva protejan los derechos de estos pueblos, y si persisten estas actitudes, el destino de los aislados ya está determinado y ellos desaparecerán”.

En la actualidad, y es sólo un ejemplo, sigue la construcción de las polémicas mega represas hidroeléctricas en el río Madeira, en el estado brasileño de Rondonia. Estos diques forman parte del llamado Plan de Aceleración del Crecimiento (el temido PAC), impulsado por el gobierno de Brasil, un engranaje más de la IIRSA citada. El 44% de la generación hidroeléctrica planeada dentro del PAC-IIRSA afecta Territorios Indígenas legalmente establecidos. Hay más de 200 proyectos de represas a construirse. En el caso del Madeira, el principal tributario del Amazonas, la generación de energía es sólo el inicio de un vasto emprendimiento que incluye la construcción de esclusas en el río para volverlo navegable y transformarlo, enlazado a una red de carreteras, en un corredor internacional, comercial y agropecuario, productor de soya y ganadero, que arrasaría con lo que poco que queda de la selva en esa área ya devastada desde finales de los 90. El complejo está afectando de manera directa a los pueblos indígenas Karitiana y Karipuna, que se están desplazando debido a la elevación del nivel de las aguas y su impacto sobre la flora y la fauna de la región.ancestralmente habitada por ellos.

En la misma dirección, Possuelo alerta sobre otro mega proyecto que está a punto de concluirse: el corredor vial entre Brasil y Perú, que unirá, por primera vez en la historia, los dos océanos del hemisferio occidental: “Si está a punto de inaugurarse ahora la primera carretera interoceánica de Sudamérica a través de la selva -afirma el sertanista-, el hecho que los pueblos indígenas aislados no sean más perseguidos o sacados de su territorio sería la mejor prueba de responsabilidad y respeto que podríamos dar. En el tramo entre Assis Brasil, en el Acre, y Puerto Maldonado, en Madre de Dios, en el Perú, una zona que colinda con Pando en Bolivia, los camiones pasarán incesante y peligrosamente muy próximos a territorios poblados por ellos. ¿Qué haremos para que esto no signifique mas amenaza a la vida y más devastación del bosque? Es nuestra oportunidad para cambiar la historia para siempre, y evitar que llegue la hora fatal, la hora 25, cuando ya no se puede hacer nada más”- enfatiza el brasileño, en referencia a los pueblos en aislamiento de los ríos Tahuamanu, Las Piedras, Los Amigos y afluentes, al norte del departamento peruano de Madre de Dios.

Possuelo nació en 1940. Fue presidente de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) del estado brasileño. Impulsó la demarcación del territorio indígena Yanomami, el más vasto del mundo, y la creación de los Frentes de Protección Etnoambientales para garantizar la existencia de los pueblos en aislamiento. Su labor también ha sido reconocida con el Premio Bartolomé de las Casas y con la Medalla de Oro de la Real Sociedad Geográfica. La revista Time lo galardonó con el título de “Héroe del planeta”. Organizaciones indígenas de Bolivia lo declararon “Amigo y Defensor de los Pueblos Indígenas de la Amazonía”. Algunos lo han bautizado como “El Quijote de la selva”.

En su “Carta Abierta”, frente a la situación planteada, hace un llamado a todos porque “no podemos quedar indiferentes ante este drama. Es tiempo de reaccionar y que los estados, los gobiernos, las empresas, los organismos internacionales, las iglesias, todos, brinden garantías de cuidado a los derechos humanos de los pueblos aislados de la Amazonia. Es un deber de conciencia y un imperativo moral...”. De manera honesta, aclara que “no pido que detengan sus planes de gobierno, reclamo sí que una parte de lo que gastan en obras de infraestructura y las inversiones en industrias extractivas la usen para preservar verdaderamente a los aislados de toda violencia. Si como los gobiernos dicen, estos planes y obras son para vivir bien y tener bienestar, que incluyan a los aislados dentro de esos beneficios. Ellos sólo quieren asegurar sus territorios. Protejamos eso. Que ellos no paguen con sus vidas o con su desarraigo, como siempre ha sido, la falta de acciones sinceras de protección a sus derechos que además están consagrados en las leyes y en los tratados internacionales”.

La carta está siendo apoyada por hombres y mujeres del mundo entero. Eduardo Galeano, escritor y periodista uruguayo, autor del ya clásico libro “Las venas abiertas de América Latina” –donde se denuncia el drama humano ocasionado por la construcción de la carretera Transamazónica en la década del 70 del siglo pasado, que prueba que seguimos repitiendo la historia como tragedia- envió su adhesión desde Montevideo. El reconocido defensor de pueblos indígenas, el inglés canadiense John Hemming, por muchos años director de la Real Sociedad Geográfica del Reino Unido, también ha apoyado la iniciativa, así como Diego Azqueta, vicepresidente de la Sociedad Geográfica de España. Periodistas como Scott Wallace, fotógrafos como “Jochi” Martínez, cineastas como Andrea Tonacci y Erling Söderström, ecologistas como Robert Goodland y Marc J. Dourojeanni, han sumado su firma a la misma. Para adherirse a los propósitos de la carta, basta enviar un correo electrónico a endefensadelospueblosaislados@yahoo.com.ar, indicando nombre y apellido, ocupación y país de origen. La carta íntegra puede leerse en la página web de la Sociedad Geográfica Española (ver), y en otros sitios de la red. Una vez reunidas las firmas, la misma será enviada a la ONU (Foro Permanente de Cuestiones Indígenas y Alto Comisionado por los Derechos Humanos), a todos los presidentes y defensorías del pueblo de los países donde aún viven pueblos aislados y/o en contacto inicial o intermitente (Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Paraguay, Colombia y Venezuela), así como a los bancos y entidades multilaterales (BM, BID, CAF y otras) que están financiando las grandes obras de infraestructura que están poniendo en riesgo la existencia de los aislados.

Possuelo termina su carta con un clamor más que urgente: “La situación es crítica y todos deberíamos unirnos. No podemos permitir que una parte de la humanidad se extinga. Los aislados tienen que vivir. Son nuestra esencia más pura, nuestro impulso más vivo. Un mundo sin ellos no valdría la pena y en el futuro no habría perdón para una tragedia tan grande que nos hacemos contra nosotros mismos y el planeta”.

No hace falta más que enviar un e mail para empezar a apoyar esta causa. ¡Los pueblos indígenas aislados de la selva deben vivir! Ese debería ser un compromiso de todos los seres humanos. - Río Abajo- Bolivia, 19 de enero de 2011 - www.ecoportal.net

Anexo:

Carta Abierta en Defensa de los Pueblos Aislados

Brasilia, 15 de diciembre de 2010

Trabajé más de cuatro décadas en la selva amazónica. Hace cinco años, convoqué al primer encuentro internacional en defensa de los pueblos indígenas aislados. Nos reunimos en Belem do Pará y allí propuse la creación de una Alianza Internacional para su protección. Digo sin angustia pero con claridad: hemos avanzado muy poco en ese sentido. Siento que la urgencia de entonces, se volvió hoy una amenaza definitiva: los pueblos aislados y sus territorios están en riesgo como nunca antes.

En los últimos cinco años, he visto intereses para sacar a los aislados de sus tierras y permitir así la invasión de empresas petroleras o mineras; he visto cómo se firman decretos y otorgan concesiones para explotar recursos naturales en zonas donde habitan estos seres humanos; he visto indígenas muertos o perseguidos por defender sus derechos; he sentido que seguimos considerando a la Amazonia y a los indígenas como un obstáculo a las estrategias de desarrollo, como la que encarna la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana.

Represas, carreteras, puentes están siendo construidos en la Amazonía, sin proponer acciones que de manera efectiva protejan los derechos de estos pueblos, y si persisten estas actitudes, el destino de los aislados ya está determinado y ellos desaparecerán.

No podemos quedar indiferentes ante este drama. Es tiempo de reaccionar y que los estados, los gobiernos, las empresas, los organismos internacionales, las iglesias, todos, brinden garantías de cuidado a los derechos humanos de los pueblos aislados de la Amazonia. Es un deber de conciencia y un imperativo moral. No pido que detengan sus planes de gobierno, reclamo sí que una parte de lo que gastan en obras de infraestructura y las inversiones en industrias extractivas la usen para preservar verdaderamente a los aislados de toda violencia.

Si como los gobiernos dicen, estos planes y obras son para vivir bien y tener bienestar, que incluyan a los aislados dentro de esos beneficios. Ellos sólo quieren asegurar sus territorios. Protejamos eso. Que ellos no paguen con sus vidas o con su desarraigo, como siempre ha sido, la falta de acciones sinceras de protección a sus derechos que además están consagrados en las leyes y en los tratados internacionales.

Si está a punto de inaugurarse ahora la primera carretera interoceánica de Sudamérica a través de la selva, el hecho que los pueblos indígenas aislados no sean más perseguidos o sacados de su territorio sería la mejor prueba de responsabilidad y respeto que podríamos dar. En el tramo entre Assis Brasil, en el Acre, y Puerto Maldonado, en Madre de Dios, en el Perú, una zona que colinda con Pando en Bolivia, los camiones pasarán incesante y peligrosamente muy próximos a territorios poblados por ellos. ¿Qué haremos para que esto no signifique mas amenaza a la vida y más devastación del bosque? Es nuestra oportunidad para cambiar la historia para siempre, y evitar que llegue la hora fatal, la hora 25, cuando ya no se puede hacer nada más.

La situación es crítica y todos deberíamos unirnos. No podemos permitir que una parte de la humanidad se extinga. Los aislados tienen que vivir. Son nuestra esencia más pura, nuestro impulso más vivo. Un mundo sin ellos no valdría la pena y en el futuro no habría perdón para una tragedia tan grande que nos hacemos contra nosotros mismos y el planeta.

Sincera y afectuosamente,

Sydney Possuelo

Adhesiones

Enviar nombre y apellido, ocupación y país de origen al correo electrónico endefensadelospueblosaislados@yahoo.com.ar

Muchas Gracias!

Fuente: Ecoportal

Fuente: Chacatorex
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jueves, 27 de enero de 2011

Perú: A 28 años de la masacre de Uchuraccay, deudos aún piden justicia.


Servindi, 26 de enero, 2011.- El 26 de enero de 1983, un grupo de siete periodistas conducidos por un guía ayacuchano, subieron a las frías alturas de Uchuraccay, provincia de Huanta, con el objetivo de recabar información sobre el grupo de terroristas asesinados días antes.

Los medios de comunicación ayacuchanos habían informado sobre una masacre que había tenido lugar el 20 de enero en la provincia de Huaychao, donde los campesinos asesinaron a golpes y piedras a un grupo de terroristas armados que llegaron a su comunidad para reclutarlos en sus filas.

La insólita historia llevó a Jorge Sedano (La República), Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez y Félix Gavilán (Diario Marka), Jorge Mendívil y Willy Retto (El Observador), Octavio Infante (Noticias de Ayacucho) y Amador García (Revista Oiga), a cuatro mil metros sobre el nivel del mar para dar con la verdad.

Sin embargo, apenas arribaron al lugar, armados únicamente con cámaras fotográficas y notas de apuntes, encontraron una horrible muerte.

La versión dada por los militares fue que los campesinos, atemorizados por la constante violencia infligida por Sendero Luminoso, confundieron a los reporteros con terroristas.

Pero existe otra versión según la cual habrían sido los propios “Sinchis”, agentes de la Guardia Civil, los que azuzaron a los campesinos, quienes tuvieron que actuar bajo amenaza.

El gobierno de Fernando Belaunde Terry, designó una comisión presidida por el escritor Mario Vargas Llosa, para esclarecer la tragedia de Uchuraccay.

Dos meses después la “Comisión Investigadora de la muerte de los periodistas en Uchuraccay” concluyó que los campesinos eran los únicos responsables de la matanza. El proceso judicial posterior condenó a tres de los dieciocho comuneros involucrados, a diez, ocho y seis años de prisión.

Sin embargo, a 28 años de perpetrado el crimen, los deudos aún claman por justicia. Para ellos, no se ha tomado en cuenta muchas de las evidencias presentadas, que inculparían a las fuerzas del orden.

Gloria Mendívil, madre de Jorge Mendívil asegura que “los comuneros actuaron obligados” y que “en el pueblo todavía hay gente que sabe lo que sucedió pero no quieren hablar”.

Para no olvidar

El 26 de enero del 2008 se inauguró en Uchuraccay el “Santuario por la Paz”, camposanto que recuerda a los periodistas y guía asesinados, y también a todas las víctimas de la violencia política en el Perú.

Cada año, la Asociación Nacional de Periodista (ANP) rinde homenaje a los periodistas mártires, exigiendo castigo para quienes cometieron este horrible crimen. En este 28 Aniversario de la inmolación de los Mártires de Uchuraccay, la ANP ha elaborado un programa que se inicia con una cadena gremial ANP Radio.

Desde las 9 a.m. se realizará una Romería al Mausoleo de los Mártires de Uchuraccay, en el cementerio El Ángel, una Misa de Honras a las 11 a.m. en el Convento de Santo Domingo; y a las 18 hrs. un Conversatorio sobre “Libertad de prensa y gobernabilidad” en el Auditorio 1 del edificio de la ANP.

El programa en Ayacucho se inició el día de ayer con una Misa Solemne en la Iglesia de la Compañía de Jesús. Asimismo se realizó un conversatorio sobre “Prensa y Poder” en el Centro Cultural de la Universidad San Cristóbal de Huamanga.

El día de hoy está programada la Ceremonia Central, a las 12:30 hrs. en el Santuario por la Paz y la Reconciliación Nacional en Uchuraccay.

Por su parte, la Federación de Periodistas del Perú (FPP) realizará hoy a las 10 horas un homenaje a los mártires, en la cripta del cementerio El Ángel, donde reposan los restos de los periodistas asesinados.

Fuente: SERVINDI

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Pacifista de acero.(Samuel Ruiz García)


Hugo L. del Río

En Chiapas se concentra algo de lo mejor y mucho de lo peor que tiene México.

Hermoso estado: la naturaleza regaló a manos llenas lo que se roban los hombres y mujeres dominados por la codicia.

Ofenden la miseria y los males a ella asociados: ignorancia, fanatismo, suciedad, enfermedades, alcoholismo.

Y violencia: atroz violencia.

Olla donde hierve el caldo de las brujas. El diablo se esmeró en crear el infierno para los indios y los pobres. El malo envenenó a los chiapanecos con la ponzoña del racismo. La sociedad se partió en dos bandos enemigos: los indígenas y los coletos.

Así se llaman quienes se creen descendientes de europeos. Como si uno conociera el origen étnico de los ascendientes. Es mejor no sacudir las ramas del árbol genealógico. Lo más probable es que todos nos llevemos sorpresas hirientes.

En este microcosmos vivió don Samuel Ruiz García, cuyos restos mortales llegaron a su amado San Cristóbal de las Casas a la hora primera del martes. Su deseo: descansar en la Catedral de La Paz.

Es tan hermoso San Cristóbal. Y tan injusto. Vi a los indios caminar por el arroyo con la vista baja: la banqueta era sólo para los coletos.

“Todos los indios son güevones y pendejos”, me dijo un general del ejército mexicano. El tío no era precisamente hijo de escandinavos. En la Alabama de los años treinta del siglo pasado no lo hubieran dejado entrar al centro de ninguna ciudad, de ningún pueblo rabón.

Falso, respondió el obispo con su obra y su palabra. Falso, reconfirmaron en 1994 los indios armados. Los balazos y los gritos en demanda de justicia se escucharon en todo el mundo.

¿Dónde está Chiapas, qué sucede allá?, preguntaron hombres y mujeres en todos los idiomas. ¿Cómo, el obispo tiene afinidad con los indios y, además, se rodea de ateos, protestantes, deístas y todo eso?

Nada: los coletos olvidaron que el pueblo de los chiapa era indomable: antes que rendirse al conquistador se arrojaron al vacío en El Sumidero, ese increíble, hermoso y trágico despeñadero bañado en su base por aguas broncas.

El salinato se declaró sorprendido por la rebelión zapatista. No tenía por qué. Proceso ya había publicado algún reportaje sobre campamentos de la guerrilla. Algunos militares fueron abatidos por hombres y mujeres, quienes todavía esperaron durante largo rato la orden de tomar por asalto media docena de pequeñas ciudades.

El obispo se hizo escuchar por éstos y aquéllos. Vino una paz frágil. Sigue estando basada en la injusticia.

Los coletos se ofendieron. “Samuel, llévate a tus indios a la selva”, gritaban.

No era para menos. Por vez primera, los indios caminaban erguidos, con el orgullo y la dignidad propios del ser humano.

Tampoco perdonaron a don Samuel los gobiernos de México y Estados Unidos.

Pero el peor enemigo fue su propia Iglesia: encabezaron la legión negra el entonces nuncio apostólico Girolamo Prigione –sí, el mismo que dialogó con los Arellano Félix del cártel de Tijuana—y nada menos que el buenazo de Marcial Maciel:

--Dejad que los niños vengan a mí, decía el legionario.

Dos veces fue nominado el obispo para recibir el Nobel de la Paz. Lo vetaron Washington, el Vaticano y el gobierno de México: Salinas de Gortari, ya desde niño asesino; y Ernesto Zedillo, mediocre y mezquino.

Pero don Samuel no necesitaba el Nobel. Para qué.

-- Me dan mucha lástima los hombres que no tienen amigos, pero me dan más lástima quienes no tienen enemigos, dijo don José Martí.

El prelado volvió a lo suyo: trabajar por la paz. Negoció entre el gobierno y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Cristiano en verdad, siempre procuró el entendimiento entre los hombres y mujeres.

Mi compadre y colega Rafael Cardona recordó que en 1977, cuando sufríamos los dolores del parto de UnomásUno, don Samuel fue noticia: evitó que el pueblo de Ocosingo, justamente indignado, linchara a siete policías. Cardona viajó allá y le hizo una entrevista a este hombre siempre atento a privilegiar el diálogo sobre la furia.

Qué no dijeron en su contra: y qué no hicieron. Error tras error: el amor a la paz no ha sido nunca manifestación de debilidad. El obispo pacifista tenía alma de acero.

Ahora se fue. Sobrevivientes del baño de sangre de Acteal –más de cuarenta hombres, mujeres y niños asesinados a tiros y machetazos—le dieron el adiós:

-- En donde quiera que estés, ánimo y felicidades Tatik (padre) Samuel por cumplir un año más de tu ordenación episcopal y de servir al pueblo de Dios.

Hizo tantas cosas: entendió que de los indios iba a aprender: ellos le enseñaron sus hablas y con ellos el señor Ruiz, sacerdote de la Teología de la Liberación, fundó la Iglesia Autóctona de Chiapas.

Ignoro si don Samuel leyó a Tom Paine, el inglés que hizo suyas las mejores causas de la humanidad; actor de la Independencia de Estados Unidos y de la Revolución Francesa, escritor de garra. En La edad de la razón, dice: El deber moral de los hombres consiste en imitar la bondad y magnificencia de Dios.

Fuente: Análisis a Fondo

15diario.com

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miércoles, 26 de enero de 2011

Venezuela: La indigenización de los Ministerios: una propuesta al Presidente .


Por Heiber Barreto Sánchez

25 de enero, 2011.- El pasado sábado 08 de enero el presidente Hugo Chávez Frías explicó la medida tomada de encargar a cada ministerio la responsabilidad de emprender y ejecutar obras para el mejoramiento urbanístico en cada una de las parroquias que integran el área metropolitana de Caracas. Sustentó esta decisión, así como la de crear el Ministerio de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas a cargo del ministro Farruco Sesto, aduciendo la imposibilidad de que una alcaldía como la del Municipio Bolivariano Libertador pudiera por sí sola responder a las ingentes problemáticas y complejidad urbana, socioeconómica y política del principal municipio de Venezuela.

Este honesto reconocimiento del equivocado cálculo de la capacidad de gestión del gobierno municipal de Libertador, puede también trasladarse a lo ocurrido en los 10 años de gobierno revolucionario en cuanto a las políticas públicas destinadas a la población indígena de nuestro país.

La gran ineficiencia, desviaciones y torpezas mostradas en la ejecución de políticas para los pueblos indígenas es fácilmente corroborable en la gran mayoría de los casi 40 pueblos indígenas del país con tan sólo acercarnos a sus comunidades. Claro está, siempre que no sean aquellas pocas que nos muestran algunos medios de comunicación oficial, que escogidas como vitrinas propagandísticas, son utilizadas y abusadas para invisibilizar la dramática situación depauperada en la que se encuentran nuestros pobladores ancestrales.

La promulgación de más de 10 Leyes que juridificaron los derechos de los pueblos indígenas en Venezuela en estos años del gobierno bolivariano, ha servido más como demostración de voluntad que para el actuar con voluntad; más para reivindicar la identidad que para identificar al expoliador; más para exaltar la revolución que para lograr la liberación; más para el folclorismo mediático y ocultar la discriminación. Leyes que se han convertido en una inmensa fuente de derechos y también de frustración gracias a los despropósitos cometidos en todos estos años por el Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas, principal responsable de su malograda instrumentación.

A estas alturas de la revolución bolivariana tenemos que reconocer, y en primer lugar el Presidente, de manera similar al fracaso con la alcaldización de Caracas, que la ministerialización de los indígenas, por así decir, ha sido una medida insuficiente para abordar y resolver los ingentes y recurrentes problemas sociales, económicos, culturales y políticos que históricamente han enfrentado y siguen padeciendo nuestros hermanos aborígenes.

Se hace necesario por tanto una indigenización de los ministerios como medida de emergencia para avanzar en el diseño de una efectiva política pública de atención y apoyo, verdaderamente integral, a nuestros pueblos ancestrales y sus más de 500 mil indígenas (Censo 2001), tal y como lo establece expresamente nuestro, tan ilustre como desconocido, Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista. 2007-2013. De manera similar a la acertada decisión de distribuir y encargar a los diferentes ministerios el construir y adaptar espacios de refugio para los 130.000 damnificados por las lluvias de los últimos meses, el Ejecutivo Nacional podría escoger un grupo de ministerios, institutos y organismos gubernamentales entre los cuales distribuir, por conjuntos, los pueblos indígenas a los cuales deberán atender de manera integral y, sobre todo, con el apoyo profesional interdisciplinario requerido, lo cual no ha sido posible, hasta ahora, desde el Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas, y menos aún desde la inoperante y olvidada Misión Guaicaipuro.

La distribución de los pueblos indígenas entre el conjunto de ministerios llamados a indigenizarse y escogidos para este fin, podría realizarse atendiendo a diversos criterios. Algunos de los criterios pueden ser la infraestructura ya existente y desplegada en el territorio nacional, la capacidad de gestión, el tipo de competencias y facultades de los organismos y las instancias gubernamentales que han estado y están relacionadas directa o indirectamente con los pueblos indígenas.

Así, por ejemplo, el Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores podría aprovechar sus oficinas y sus competencias en materia de frontera, para atender a los pueblos indígenas pumé, hiwi y cuiva, situados en la frontera colombo-venezolana por el estado Apure; y los pueblos wayú y yukpa en la misma frontera por el estado Zulia.

Por su parte, el Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior podría aprovechar la gran cantidad no sólo de oficinas sino, más aún, de todo el plantel de universidades y tecnológicos que están bajo su dirección y administración, para atender, por ejemplo, los pueblos indígenas en los seis estados del país en que se agrupa esta población, apoyándose incluso en las demás instituciones de educación superior existentes en esas zonas, como en Bolívar, en la Universidad Indígena de Venezuela en el Tauca.

Bien podría ese ministerio, además, instruir, promover, organizar, apoyar y supervisar todo lo conducente para que las universidades e instituciones de educación superior creen unidades de investigación-acción con los pueblos indígenas, a través de las cuales, valga la explicación, se investigue y genere el conocimiento oportuno y pertinente que sustente, al mismo tiempo, la formulación y ejecución de proyectos de intervención práctica que redunden en la constatable mejoría de las condiciones de salud, nutrición, producción, organización y desarrollo político y cultural de nuestras comunidades aborígenes.

Indigenizar los ministerios es enraizarlos a un espacio, en otras palabras, que se identifiquen con la gente de allí, significado primero de la palabra indígena.

Tomar esta medida o cualquier otra es urgente y necesario, no hacerlo significa para los indígenas que están tan lejos del poder seguir padeciendo y muriendo, sin que haya estadísticas ni responsables, como los veinte niños y niñas de las comunidades Pumé del estado Apure que en los comienzos de este nuevo año 2011 ya han muerto de fiebre, vómito y diarrea, afecciones prevenibles que como todos los años por esta misma época siguen causando este alarmante número de muertos, situación dolorosa y de las más vergonzosas en estos tiempos de gobierno revolucionario. Ya estos niños y niñas no serán más los de allí sino los del más allá.

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Fuente: aporrea.org: http://www.aporrea.org/actualidad/a116393.html


Fuente:

SERVINDI


La tecnología como aliada de la Democracia.


La tecnología es sinónimo de solución. Su esencia está principalmente circunscrita a facilitar y optimizar cualquier área del quehacer humano. Esta versatilidad, permitió que el sistema político que reina en el mundo, la Democracia, se supliera de las múltiples soluciones tecnológicas, diseñadas para mejorar los procesos que conlleva un proceso electoral.


Aunque en la actualidad cuando se piensa en modernidad comicial, de inmediato salta a la mente el voto electrónico, la realidad es que son numerosas las etapas de unos comicios, donde la tecnología juega un papel determinante en el cumplimiento de un cronograma, y lo que es más importante, en la ejecución de procedimientos vitales para una exitosa elección.


Los avances tecnológicos pueden ser evaluados en áreas tan diversas como los servicios informativos y de trámites electorales (portales web), bases de datos del registro de electores, identificación biométrica del votante, registro de partidos políticos, postulación de candidatos, sistemas de información geográfica para distribución de circuitos, y un largo listado de procesos que hacen de la tecnología electoral, una rama compleja e indispensable.



La identificación biométrica dactilar viene expandiéndose, en aras de erradicar delitos como la suplentación o el doble voto.


Es así, como en el camino a la adopción del voto electrónico, muchos países han integrado a sus sistemas electorales, la tecnología. Uno de las herramientas más demandadas corresponde a la identificación biométrica de la huella dactilar del elector. Naciones como Venezuela, Panamá y Brasil, utilizan equipos que permiten filtrar la identidad del elector para evitar la suplantación, el voto doble y otros delitos asociados a la identidad del votante.

En el caso de Brasil, la máquina de votación cuenta con un dispositivo que toma una muestra de la huella dactilar, y sólo tras confirmarla, habilita la posibilidad de sufragar. En Venezuela, cuentan con identificadores de huella conectados a computadoras portátiles, llamados “captahuellas”, que confirman la identidad, y una vez superado ese paso, se le permite a los sufragantes proseguir con el proceso de votación. En Bolivia, actualmente trabajan para desplegar un registro de votantes biométrico que se integrará al Registro Civil, y que además de las huellas, también procesará las palmas, firmas y fotografías. Esta tecnología, ha permitido erradicar prácticas fraudulentas que tenían una tasa de denuncia muy alta en Latinoamérica, e imprimían serias dudas sobre los resultados.


Internet ha permitido virtualizar procesos de los sistemas electorales, como la postulación de los candidatos. Foto: shmconsultingmx



Otro de los campos donde es ampliamente usada la tecnología electoral, es en el proceso de postulación o nominación de candidatos. Los organismos comiciales han adoptado sistemas que habilitan la postulación por Internet, y es el caso de Venezuela. Allí, el Consejo Nacional Electoral dispone en época comicial, de un enlace en su página web, para que los partidos políticos registren los datos exigidos para presentar un candidato. Si bien, en esta nación deben consignar en físico todos los requisitos, en otras, ya es posible convertirlos a formato digital (escaneo) para ser cargados en el sistema. La utilidad de este procedimiento radica, en facilitar y acelerar las postulaciones. El mismo proceso puede cumplirse para el registro de organizaciones partidistas.

Aunque por habitual no se le considere una “novedad” tecnológica, la irrupción de Internet, permitió que las autoridades electorales pongan a disposición de los votantes toda la información necesaria para familiarizarse con el proceso. En las páginas web de los organismos, se puede conocer el calendario establecido para todo el proceso y la normativa. De cara al ciudadano, se ofrece información sobre cómo y dónde votar, cómo poder emitir el voto manual o electrónico, y hasta seguir el conteo de los sufragios, como ocurre en Brasil, que tras el cierre de las mesas electorales, el Tribunal Superior Electoral va cargando, cada cierto tiempo, el escrutinio de los votos, publicando resultados prácticamente en tiempo real. En algunas provincias de España, si los electores se registran en el portal del organismo, recibirán por SMS, los resultados provisionales.

Un área que están en pleno desarrollo, pero que ya cuenta con exponentes, es el voto por Internet. Si bien, todavía hay mucha muchas dudas sobre su fiabilidad, existen múltiples experiencias en su aplicación, tal es el caso del Reino Unido, Estonia y Suiza, que lo han usado para elecciones gubernativas y referéndums, Canadá para comicios municipales y los Estados Unidos y Francia en primarias.

Los ejemplos expuestos, son apenas algunas de las áreas donde la tecnología electoral despunta para brindar, cada vez más, software y hardware especializado para todas las etapas de un proceso electoral. Estos y otros mecanismos, de reconocido éxito en el mundo, han ayudado a derribar barreras, y permitir la expansión del voto electrónico, el cual está en la cúspide de los avances tecnológicos, en materia electoral.

Fuente: Voto Digital
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Haití. Juego de ojos.


Juego de ojos
Miguel Ángel Sánchez de Armas

La República de Haití destaca en sentidos contradictorios: fue el primer país de América Latina que inició una guerra de independencia que lo liberó de la colonización francesa en 1804 y es, por otro lado, en la actualidad, la nación más pobre de todo el continente, con problemas de naturaleza diversa acumulados.

En un proceso similar al de México, el artífice del movimiento independentista haitiano, François Dominique Toussaint-Louverture no fue testigo del final de la guerra que condujo de 1793 a 1802. El corolario de ese movimiento emancipador fue protagonizado por Jean Jacques Dessalines, antiguo esclavo quien después de vencer a las tropas francesas en 1803 se proclamó emperador al año siguiente y una vez en el poder intentó recomponer la economía en las plantaciones haciendo uso del trabajo forzoso. Dessalines fue asesinado por colaboradores que lo traicionaron. Uno de los asesinos y sucesor de Dessalines, Henri Christophe, otro ex esclavo, fue primero líder del estado de Haití de 1806 a 1811, fecha en la que también sucumbió a las ansías de poder real; se proclamó rey, ejerció una tiranía más virulenta que la de los franceses y creó una amplia realeza de príncipes, duques y barones que fue motivo de escarnio en Europa e inspiradora para Alejo Carpentier que recoge aspectos de esta época en la novela El reino de este mundo.

Al igual que otros países latinoamericanos, en Haití, la época posterior a la independencia estuvo caracterizada por una secuencia de gobiernos inestables. Durante el reinado de Henri Christophe en el norte del país, que duró de 1811 a 1820, Alexandre Petion encabezó en el sur un gobierno republicano, sistema que prevaleció para todo el país con los cinco presidentes que siguieron, hasta que Faustin Soulouque se nombró primero presidente vitalicio y después emperador en 1849, imperio que duró una década. Por razones desconocidas, históricamente hemos tratado de adoptar la tradición monárquica europea que nos es ajena en muchos sentidos y que en la adecuación tropical adquiere tintes de bufonería.

Un signo inequívoco de la inestabilidad que fue una constante en la vida política de Haití son los 23 gobiernos que hubo de 1859 a 1915 y que incluyó cuatro gobiernos provisionales y uno formado por un consejo de secretarios; entre los gobiernos constituidos hubo alguno que duró apenas poco más de tres meses. En ese ambiente se llevó a cabo la ocupación de Estados Unidos en 1915, la cual se extendió por 19 años y concluyó coincidentemente con la derogación del impedimento constitucional para vender plantaciones a los extranjeros.

En 1934 terminó la ocupación estadounidense más no la dependencia económica y con ello persistió la subordinación política. La inestabilidad, pretexto de la invasión, también prosiguió como lo muestran los 28 gobiernos que ha tenido la isla desde entonces. La historia moderna del país caribeño ha estado signada por la voracidad de sus elites, la miseria más cruel en la que se sume la mayoría de la población y el intervensionismo extranjero que se ha constituido repetidas veces en respaldo de esos grupos de poder.

Los casi treinta años que gobernó la dinastía Duvalier han sido sin duda la etapa más oscura para el pueblo haitiano. La represión más brutal sustituyó a toda noción de política y gobierno. Sólo en el gobierno de François Duvalier se calcula que fueron asesinadas treinta mil personas. Su hijo, Jean Claude Duvalier, no sólo heredó el gobierno vitalicio que instauró Papa Doc sino también los métodos represivos, la ausencia de los derechos humanos como premisa de gobierno y la corrupción como valor esencial e inocultable de las familias más prominentes. Un golpe militar de Henry Namphy, respaldado por Estados Unidos, terminó con el gobierno de Baby Doc en febrero de 1986, quien se vio precisado a huir de su país y encontró fácilmente refugio en Francia.

Los problemas de Haití, sin embargo, no terminaron con la eliminación de los gobiernos duvalieristas. La presidencia de Haití, desde 1986 fue una cadena de gobiernos golpistas, provisionales y algunos elegidos constitucionalmente que no han logrado la fuerza para restablecer el orden político y económico que tiene la historia como gran deuda centenaria con el pueblo haitiano. Jean Bertrand Aristide, fue el primer presidente elegido democráticamente. Sin embargo, los vaivenes de su presidencia –que sufrió dos golpes militares y fue repuesta en otras tantas ocasiones- estuvieron dictados por los cambiantes intereses estadounidenses en la región, para finalizar con una salida forzada 2004 y su traslado a Sudáfrica, viaje interpretado por muchos como un secuestro.

La crisis política de 2004, que dejó como secuela una situación aún más desastrosa en los planos económico y social, parecía iniciar el camino a la recuperación con la llegada de René Préval, en su segunda presidencia. Fue el primero en concluir un periodo presidencial completo, después del cual entregó voluntariamente el poder y prometió al pueblo haitiano unas elecciones limpias y democráticas para el proceso previsto en el mes de febrero próximo, cuando este país que no ha conocido verdaderamente la paz, sumó a sus desgracias los efectos del devastador terremoto con epicentro en la capital Puerto Príncipe de principios de enero de 2010.

Las consecuencias del desastre natural están todavía a la vista y resultan tan apremiantes que quizá por ello Jean Claude Duvalier, Baby Doc, consideró que era el momento oportuno para regresar a su país después de 25 años de exilio con la pretensión de volver a gobernarlo, confiando en que la población de Haití haya olvidado las desventuras que sufrió durante su presidencia. La sola intención parece monstruosa. En Haití, a pesar de los múltiples problemas que se viven a resultas de la situación que dejó el terremoto, grupos defensores de los derechos humanos señalan con insistencia que Duvalier debe ser juzgado por los crímenes que cometió en el pasado, en tanto su abogado argumenta que ya prescribieron.

Resulta un pésimo presagio que Baby Doc se haya entrevistado con antiguos miembros de los Tonton Macoute, la siniestra milicia creada por su padre y la afirmación de su portavoz en el sentido de que no tiene intención alguna de dejar la isla. Estados Unidos ha manifestado su incomodidad con el retorno de Duvalier, pero también se pronuncia en contra del regreso de Aristide; sólo recomienda un proceso electoral limpio y creíble para garantizar la reconstrucción, al tiempo que asevera que Haití “debe ver hacia el futuro, no hacia el pasado”. Parece que lo único admisible del pasado es la opinión de calidad estadounidense.

El adagio que reza “los pueblos tienen el gobierno que se merecen” es injusto con los ciudadanos, quienes participan poco en la selección de los candidatos cuando se trata de sistemas partidistas y nada en los casos de gobiernos totalitarios. Sólo habrá que desear buena memoria del pueblo haitiano en el momento de elegir gobernante.

Profesor – investigador en el Departamento de Ciencias Sociales de la UPAEP Puebla.

Fuente: ApiaVirtual

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martes, 25 de enero de 2011

Cristianos sin iglesia en un mundo en crisis .


Máximo García Ruiz

Los hombres nunca hacen el mal tan completa y alegremente como cuando lo hacen desde la convicción religiosa”. Lo dijo Blaise Pascal (1623-1662), un niño prodigio y matemático y físico francés de primer orden, conocido más por su contribución a las ciencias a las que dedicó la primera parte de su vida, que como filósofo y teólogo a cuyas disciplinas se dedicó los últimos ocho años que terminó cuando apenas tenía 39 años de edad. Se trata, pues, del pensamiento de un teólogo con profunda formación científica; y las suyas, unas palabras que suenan con dureza y pueden herir la sensibilidad de algunos feligreses de las diferentes religiones, pero que encierran una gran contundencia que, en manera alguna, queremos eludir.


Corren tiempos recios para las religiones, especialmente en el mundo occidental, más preocupado por la crisis financiera, la crisis de valores y el desempleo, que por las querellas religiosas y las frívolas condenas de algunos jerarcas religiosos a quienes parece preocuparles únicamente los asuntos de bragueta, sin prestar atención a las riadas de creyentes que, aún cuando sigan siéndolo, van alejándose de sus respectivas parroquias, en las que no encuentran respuestas apropiadas a sus inquietudes y necesidades espirituales, cuando la respuesta, si la hay, no se torna en agresión. Se alejan, por lo regular, de forma silenciosa, formando esa masa creciente de “cristianos sin iglesia”, sin filiación de ningún tipo, pero que no por ello renuncian ni a su fe personal ni a una espiritualidad que no han sido capaces de cultivar en las iglesias[1] .

Un prototipo de cristiano sin iglesia fue Miguel de Unamuno, quien pasó una buena parte de su vida buscando respuestas que ni encontró en la Iglesia católica a pesar de su permanente búsqueda existencial (incluso de sus retiros espirituales con el cura Lecanda en Alcalá de Henares), ni en sus contactos con teólogos y pastores protestantes, con los que mantuvo un intenso intercambio epistolar. “La fe”, dijo Unamuno en el tránsito de una de sus crisis religiosas cuando contaba 33 años, “es un hecho en los que la poseen y disertar sobre ella los que no la tienen es como si una sociedad de ciegos discutiera acerca de lo que oyeran hablar de la luz a los videntes”[2]. Unamuno se debatía en esa época entre la razón y la fe, buscando aferrarse a una fe que se le resistía. Bajo la dirección de su amigo el cura Lecanda quiso liberarse de su lucha por buscar a un Dios racional para encontrarse con el Dios del Evangelio. “Padezco una descomposición espiritual, una verdadera pulverización bajo la cual palpita la voluntad de mi mente, su fuerte deseo de creer, de creer en sí, en que no se aniquila”[3] . La fe, efectivamente, es un hecho en quienes la poseen. No cabe enzarzarse en discusiones ni análisis. Se cree o no se cree. Todos los intentos para demostrarla son absolutamente inútiles.

Muchos de esos creyentes sin iglesia han aprendido a valorar la espiritualidad humana, una espiritualidad que se aferra a la ética y que se desarrolla al margen de la espiritualidad católica, o protestantes, o musulmana; fuera de la espiritualidad y la ética que proyectan las religiones, porque siguiendo el Evangelio consideran, los que la buscan o practican, que tampoco estos valores hacen acepción de personas, ni son patrimonio de ninguna religión en particular. Claro que ¿cómo hablar de ética dentro de un sistema político corrupto, sea capitalista o comunista, dictatorial o democrático, o desde unas religiones comprometidas con esos sistemas políticos?

Son tiempos en los que las iglesias deberían revisar los postulados religiosos para ver si están o no dando respuestas adecuadas a las demandas y necesidades espirituales de los hombres y mujeres de hoy, y no caer en el error de confundir liturgia, adoctrinamiento o sistemas eclesiales de rígido control religioso con espiritualidad. Porque ocurre lo que ya en el siglo pasado denunciaba John A. Mackay, afirmando que algunas iglesias habían caído en “la herejía que podríamos llamar paradójicamente la herejía de la ortodoxia”. De algunas personas se dice que mueren de éxito; hay iglesias de las que puede decirse que mueren de ortodoxia, pero a las que les falta proyección espiritual.

Fuente:Lupa Protestante
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Radio Vaticano llama a Samuel Ruiz 'obispo de los pobres'.


La Radio Vaticana recordó hoy a Samuel Ruiz como el “obispo de los pobres” y destacó la “conmoción” que provocó en México su muerte, ocurrida el lunes a causa de complicaciones ligadas a la diabetes.

En su página de Internet, la estación oficial de la Sede Apostólica destacó la noticia del fallecimiento del obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, como la principal en la sección internacional y agregó una fotografía del prelado.

“La noticia levantó una ola de conmoción en el país donde, el obispo de 86 años era recordado como un hombre de paz, cercano a las necesidades de los últimos y los más pobres de la sociedad mexicana, es decir los campesinos indígenas de las regiones meridionales de México”, indicó.

El reporte recordó que Ruiz fue reconocido en 2002 con el premio internacional para los derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Además que fue candidato, en 1994, al Premio Nobel de la Paz por su papel de mediación entre el gobierno mexicano y el rebelde Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Añadió que su cuerpo llegó a San Cristóbal de las Casas, la ciudad chiapaneca de la cual fue obispo por más de 40 años, la noche del lunes, mientras lo esperaban decenas de personas.

Antes en la Ciudad e México, miles de personas, incluidas numerosas personalidades políticas pertenecientes a todos los frentes parlamentarios, trasladaron los restos de Ruiz a la capilla del Centro Universitario Cultural.

El reporte de Radio Vaticana incluyó las palabras del obispo de la diócesis mexicana de Saltillo, Raúl Vera, durante la misa de cuerpo presente en la cual recordó cómo Ruiz “tuvo siempre ojos para ver la imagen de Dios en cada uno de sus hermanos y hermanas”.

Evocó que el prelado asumió el encargo de la diócesis de San Cristóbal con sólo 35 años y, entre sus acciones, destacó la fundación del centro para la defensa de los derechos humanos Fray Bartolomé de las Casas.

“En la historia de México será recordado como una de las figuras religiosas de mayor influencia por la defensa y la denuncia de violaciones hacia los indígenas, por la lucha contra las discriminaciones raciales y por su empeño por la paz en las negociaciones entre el gobierno y los guerrilleros”, indicó.

Fuente: Noticias MVS

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VIVIR LA UTOPÍA Y LA ESPERANZA DE JESÚS DENTRO DE UN MUNDO INJUSTO 1


PRIMERA PARTE

    «Que con la práctica de nuestro compromiso diario hagamos decir a los que nos rodean: “Aquí no está todo perdido”. Aquí hay señal de Esperanza. Dar señales de Esperanza» (

Diamantino García)

«Dios es más objeto de esperanza -respetuosa del misterio- que de saber»[1]. Y, por ello mismo, es menor la sabiduría del corazón creyente sobre Dios que la gran esperanza que siente: la humanidad sobre la tierra, impulsada y acompañada por el Espíritu de Dios», camina poco a poco hacia la culminación del Reino de Dios anunciado por Jesús de Nazaret. El Reino es la gran meta divino/humana proclamada con multitud de palabras por la tradición cristiana.

Este horizonte de lo humano denuncia la miopía de una ciudadanía con su «esperanza desvanecida», que se ha dejado secuestrar su mejor utopia (una humanidad libre en una sociedad justa y pacificada) por los encantos de los mercaderes y de los mercenarios; y que, al mismo tiempo, padece colectivamente algo que bien se podría denominar «el síndrome de Estocolmo». Señala también el estrabismo de muchos cristianos nostálgicos que entornan sus ojos hacia el pasado como si en él se hubiera garantizado mejor la salvación de Dios. Pero sobre todo el horizonte del Reino es una provocación que invita a caminar[2] y a “organizar la esperanza” en este mundo.

Vivimos, sin embargo, un momento histórico en el que resulta realmente problemático permanecer abiertos al futuro y constantes en la esperanza. Son tiempos en los que el cristianismo debe «salvar la esperanza» y ofertarla como su mejor contribución a la humanidad. No hacerlo significaría abandonar a su suerte a los hombres y mujeres de hoy.

1. Breve memorial de un desengaño.

La sencilla rememoración de la biografía personal y colectiva de la generación a la que pertenezco será suficiente para percibir la singladura que la conciencia utópica ha seguido en los últimos cuarenta años.

El segundo tramo de los años cincuenta del siglo pasado constituyó una especie de escenario de la espera donde permanecimos cautivos por una expectativa de la Utopía que, como Godot[3], el Personaje Ausente, no acudía nunca a la cita. Los años sesenta discurrieron entre climas culturales favorables a los sueños utópicos. La distensión de la guerra fría en el panorama mundial, protagonizada por J. F. Kennedy y N. Kruschev, los intentos de un marxismo con rostro humano, la irrupción de los pobres en la escena mundial (las luchas de los pueblos latinoamericanos, el triunfo de la revolución cubana, Vietnam y las figuras/símbolo de Ché Guevara y Camilo Torres, etc.), los movimientos contraculturales europeos y norteamericanos, las campañas en favor de los derechos civiles de las minorías negras lideradas por M. L. King y la apertura eclesial de Juan XXIII, son algunos de los procesos históricos y de las personalidades humanas que hicieron posible los sueños y los cantos de esperanza. H. Marcuse había escrito: «cualquier nueva forma de vida sobre la tierra, cualquier transformación del contexto técnico y natural, es una posibilidad real, que tiene su lugar propio en el mundo histórico»[4]. Pedir un mundo sin clases y sin hambre, un mundo justo y libre era puro realismo porque parecía que se tocaba con la punta de los dedos.

El año 1968[5] constituye la fecha emblemática del final de un tiempo en el que se aceptaban unos objetivos históricos de índole utópica. Aquella explosión del mayo francés nos dejó tras de sí la amenaza nuclear, el abismo de la pobreza, el deterioro creciente del medio ambiente; y produjo por defecto el desvanecimiento de todo horizonte utópico. Cuarenta y dos años después el realismo ya no consiste en pedir lo imposible, sino en sacar el máximo provecho a la modesta oferta del momento. Lo más razonables es no perderse el ahora. Un sentimiento difuso de pérdida nos acompaña desde entonces. Resulta bastante fácil detectarlo. Nuestros diálogos y nuestros diagnósticos culturales están plagados de palabras como des-encanto, des-esperanza o des-ilusión. Seguramente hoy podemos hablar de una experiencia común de des-engaño. Todo parece confirmar hablar del socialismo como de “un género cultural y político equívoco, muerto en París en mayo del 68” (B. Henri Levy) ya no es simplemente una “boutade” de un progre de derechas.

Entonces el clima cultural propició un movimiento social que demandaba un poco adolescentemente una plenitud quimérica: ser realistas pidiendo lo imposible. Estaba protagonizado principalmente por “niños-bien” y marxistas bienalimentados, que poblaban las universidades y dirigían su protesta contra el mismo sistema que los había hecho privilegiados, pero infelices. La felicidad soñada no llegó a los balnearios del Norte, y hoy reina el desencanto en Occidente como consecuencia del cambio cultural. Muchos de los hippies de anteayer se convirtieron en los yuppies de ayer. Algunos de los más destacados vendedores de sueños y de fantasías liberadoras de antaño se han convertido en expertos alquimistas del pragmatismo. Aquella generación, ya madurita, trata de mantener sus antiguos y más recientes privilegios, mientras aprende a renunciar indoloramente a la felicidad. Gran parte de sus hijos o sus hermanos menores viven su existencia desnortados. La brújula de sus mayores que señalaba el camino hacia el horizonte utópico, ha sido sustituida por el rádar que busca el lugar -muchas veces autodestructivo- hacia donde deben dirigir sus “movidas” y sus descargas emocionales. Este cambio deja pendiente la cuestión de la solidaridad con los pobres del mundo y los marginados sociales de las sociedades avanzadas.

2. Balance del crepúsculo de la utopía.

La memoria colectiva siempre asociará el final del siglo XX con el derrumbamiento del socialismo real y con la apoteosis del capitalismo democrático. Voces interesadas quisieron hacer coincidir 1989 –la fecha/recordatorio de los acontecimientos acaecidos en los países del Este europeo– con “el fin de la historia”. Las huestes neoliberales levantaron acta de defunción de todo sueño utópico. La izquierda no supo que hacer con los despojos de la utopía. Y muchos de ellos curaron de su perplejidad apuntándose tan apresurada como impúdicamente al bando vencedor. El mundo -proclaman- se ha quedado sin alternativas. De ahora en adelante el victorioso capitalismo democrático será el encargado de resolver todas las contradicciones de nuestra sociedad. Por algún tiempo tendrá que soportar conflictos en el Tercer Mundo, pero conseguirá finalmente que todos los pueblos se vayan organizando de acuerdo con este modelo único a base de realizar ajustes y retoques en el sistema.

Sin embargo, conviene apresurarse a decir que el anuncio del fin de la utopía es anterior al colapso del socialismo real. Aquélla se encontraba ya petrificada hacía lustros en el Este[6]; el capitalismo occidental –como recuerda P. Berger– siempre ha carecido de “capacidad mitopolítica” para generar los entusiasmos y las esperanzas de una ciudad justa; y la utopía nacida de la revolución francesa -libertad, igualdad y fraternidad- se empantanó en el individualismo de la visión burguesa. Pero lo peor de todo es que además fueron a parar a la barbarie del nacismo, del estalinismo y de la bomba atómica.

En nombre de utopías de todo tipo los seres humanos hemos sembrado la historia de barbarie y terror: «Aun con las mejores intenciones de crear el cielo en la tierra, la utopía sólo consigue crear un infierno; un infierno como sólo el hombre es capaz de construir para sus semejantes» (K. Popper). Muy singularmente en siglo XX. La modernidad “ideó” la utopía con los viejos materiales de un ser humano que se creía en posesión de la palabra total sobre el futuro y del dominio total sobre el presente. Y además se intento imponerla por la fuerza. Se tardó más de la cuenta en comprender que este sueño dogmático se había convertido en una pesadilla: la de los totalitarismos modernos (nazismo y estalinismo). Todo excesivo: ¡Demasiado tarde! ¡Demasiadas víctimas humanas! ¡Demasiados fallos en las señales de alarma! ¡El pasado se construyó sobre una multitud incontable de cadáveres! El recuerdo de las víctimas de Auschwitz y de los gulag soviéticos se alza como el gran reparo para seguir manteniendo semejante sueño idealista. La utopía se ha proscrito bajo sospecha de ideología infernal o ensoñación bobalicona.

Éste es el estado de la utopía: desvanecida y agonizante. Y esto explica que un intelectual de tanta influencia en la opinión pública española, como Fernando Savater, haya podido escribir que la afición por la utopía le parece un factor de enajenación y pauperización cultural tan poco recomendable y tan perjudicial como la de “los culebrones” televisivos[7]. Reconozcamos lo que hay de indiscutible en el texto del filósofo vasco: la existencia de totalitarismos en nombre de la utopía. Pero ¿qué oculta el alegato de Savater contra la utopía?

Su descripción caricaturesca de la utopía oculta un pragmatismo hegemónico y rampante que, disfrazado de realismo, es al menos tan cruel y violento como el de las viejas utopías y tan capaz como ellas de convertir el mundo en una barbarie. E. Bloch ya distinguió entre el que sueña despierto y quien, despierto, dice que hay que soñar; entre iluso e ilusionado, entre «utopista» y «utópico». Desde esta conciencia un amigo del pueblo, como lo fue Diamantino García, «se sentirá moralmente a gusto con el uso de la palabra “utopía” en un sentido muy preciso: ideal, ilusión, esperanza, ensoñación, iluminación, premonición o idea reguladora de una sociedad alternativa a este mundo de la globalización neoliberal que conocemos, esto es, de una sociedad de la que podemos decir que es un mundo más libre, más igualitario, más fraterna, más justo, más humano, más habitable, más armónico. No le impostará, pues, que le llamen “utópico” en ese preciso sentido. Pues si bien es cierto que toda utopía puede dar, con el tiempo, en su contrario, más cierto es que lo existente ha dado ya en lo contrario de lo que la utopía quiere […] En cambio el amigo del pueblo se sentirá a disgusto ante el uso del término “utopía” en el sentido de ilusión genérica, ideal o sueño que a todo hombre conviene tener para no convertirse en pingo almidonado, si al mismo tiempo se está concediendo ya de entrada que esa utopía es como el País de Jauja, como el país que no llegaremos a ver nunca jamás. Pues en ese uso el principio del deseo imaginativo choca con el principio de realidad: ser hace literatura y se limita a lo literario. Lo cual, siendo hermoso para los literatos, suele chocar con las urgencias de aquellos otros, los de abajo, a los que se pretende beneficiar [...] Por último, el amigo del pueblo, allí donde éste exista, se sentirá a disgusto, creo, ante el uso de la palabra “utopía” para designar ideas, teorías, anticipaciones o intenciones que no se realizaron tal cual querían o pretendían quienes las postulaban. Pues la ideología dominante tiende a llamar “utópico” a todo lo que cabe en su baldosa […] Llamar “utópicos” por sistema a todos los perdedores de la historia es negar media historia. Y es precisamente esa otra media historia la que el amigo del pueblo tiene que recuperar para que el pueblo mismo llegue a saber que los derechos que hoy tiene, un día considerados utópicos por los que mandaban entonces, se los debe principalmente a estos perdedores (momentáneos) de la historia. La historia de la utopía en el siglo XX debería enseñar, en suma, a distinguir entre hacerse ilusiones y tener ilusiones[8]

[Entre paréntesis y como contraste de los tonos solemnes que solemos adoptar los teólogos, cuando hablamos de estas cosas, me voy a permitir la ironía cariñosa de dedicar a todos los “Amadores Savateres” una provocación acerca de la localización de la utopía: «La Arcadia existe ya sólo en los anuncios. Allí habitan mujeres hermosas. Hombres fantásticos, niños felices y ancianos de mirada serena, generalmente con gafas. Para el entusiasmo continuo les basta con un flan en un envoltorio nuevo, una limonada de agua pura, un spray contra el sudor de pies, papel higiénico impregnado con olor a violeta o un armario, aunque tampoco hay nada extraordinario en él, aparte del precio. La expresión de felicidad en los ojos, en toda la cara, con la que una refinada belleza contempla ese rollo de papel higiénico o abre ese armario como si fuera la puerta de Sésamo, se contagia por un instante a todo el mundo. En esa empatía quizá haya también envidia, quizá hasta un poco de irritación, porque cada uno de nosotros sabe que no sería capaz de alcanzar ese estado de éxtasis bebiendo esa limonada o usando ese papel, que no podemos entrar en la Arcadia, pero esa atmósfera luminosa tiene su efecto. De todos modos, para mí estaba claro desde el principio que, a medida que se perfeccionaba en la lucha de las mercancías por subsistir, la publicidad nos dominaría no porque la calidad de 1as cosas fuese cada vez mejor, sino porque la calidad del mundo era cada vez peor.¿Qué nos queda en las ciudades abarrotadas bajo la lluvia ácida después de muerte de Dios, de los altos ideales, del honor, de los sentimientos desinteresados, aparte del éxtasis de señoras y señores de los anuncios de galletas, flanes y lubricantes como si contemplaran el advenimiento del reino celestial?»[9] Solo se me ocurre un comentario en relación con le término utopía. Entre las muchas cosas que no hay que dejar en manos de los de arriba hay una muy importante: la definición de las palabras. Desde el Génesis se nos recuerda que la capacidad de poner nombre a las cosas es esencial para conocer y cambiar el mundo]

2.1. Pensar con sobriedad la historia.

La utopía ha perdido la inocencia de antaño, pero no su vigencia. Vamos a comenzar por lo positivo. Conviene decir que la marea que desbarató la solidez de los sueños utópicos, también ha dejado sobre la arena algún material, que conviene se aproveche para poder seguir avanzando hacia un mañana más humano.

La experiencia del siglo XX dinamitó el optimismo ingenuo sobre el que se fundamentaron las esperanzas históricas modernas. Todos los proyectos humanistas han experimentado las consecuencias de esta sacudida. El rigorismo y la inflexibilidad ante la parcialidad de las realizaciones de la utopía, fruto muchas veces de costosos compromisos históricos, han llevado al traste un sinfín de proyectos humanizadores y los han dejado literalmente sin futuro. El intento de caminar en línea recta del sueño a la realidad, dejando de lado los meandros de sus realizaciones históricas, los han terminado por convertir en antievolutivos. Tras el fracaso de las interpretaciones exuberantes de la historia ha llegado la hora de pensar el futuro con sobriedad. El aprendizaje de la sobriedad le sienta magníficamente al pensamiento utópico. Esta modestia propicia la tolerancia y la paciencia histórica que, justamente con la compasión solidaria con las víctimas del presente, constituyen el humus más idóneo para la fecundidad de la utopía.

Como recuerda C. Magris, uno de los pensadores europeos más lúcido de nuestro tiempo, el principio del milenio necesita la utopía unida al desencanto. Ambas, antes que contraponerse, tienen que sostenerse y corregirse recíprocamente. El final de las utopías totalitarias sólo es liberador si se acompaña de la conciencia de que la emancipación, prometida y echada a perder por esas utopías, tiene que buscarse con mayor paciencia y modestia, sabiendo que no poseemos ninguna receta definitiva, pero también sin escarnecerla. Esta generación tiene que volver a experimentar, y no sólo una vez, la experiencia traumática pero salvífica de los primeros cristianos: esperaban la parusía, el retorno del Salvador que les había sido prometido, la llegada del Paráclito, confiados en que vendría ya durante sus vidas. La parusía no llegó y no fue nada fácil, para aquellos creyentes desilusionados, resistir a la decepción y entender que no se trataba de un mentís, sino de un aplazamiento de la salvación; y quizás ni siquiera de una moratoria, sino de la revelación de que la salvación no llega una vez para siempre sino que está siempre en camino, hasta el final de los tiempos[10].

2.2. Desenmascarar el presente.

El futuro resulta siempre imprevisible y no se puede imponer dogmáticamente y a la fuerza. Pero el material con el que se construye (el presente), aunque no sea totalmente dócil a la mano que lo trabaja, es maleable. Actualmente la mano que lo esculpe lo va modelando con los rasgos de un individualismo apático, insolidario y satisfecho. Resulta imprescindible someter al presente a un ejercicio de desnudez que deseche sus disfraces y arranque sus máscaras. Consumidores y zombis, playboys y “passotas”, “berlusconis” “trepadores” del poder y “bedeles” encargados de ocultar o “reciclar” la basura, videntes y telepredicadores de todo tipo, son algunas de las caricaturas de este hombre individualista y narcisista a ultranza que ha reemplazado a la genuina imagen humana.

Una antropología empequeñecida, “el hombre no es sino… un animal egoísta”, ha sustituido a la ilusión moderna del “seréis como dioses”, y una filosofía de la historia idealista y revolucionaria, que daba por descontada la victoria final, ha dado paso a una práctica voluntariosa y sin visiones de futuro, que se niega incluso a pensar con sobriedad la historia.

El ser humano real es un conjunto de pasiones y deseos ordenados en torno al propio interés. La resignación individualista es el talante epocal y el vértigo a la solidaridad el síntoma mayor del malestar de la cultura actual. Enfrentarse al presente y hacer un rostro humano que responda al hombre utópico del proyecto de hermano parece imprescindible para recuperar la dignidad perdida. El pecado de la modernidad consistió en trastocar la meta humana: creyó que la cualidad de lo divino era el poder. Y convirtió la historia en un infierno totalitario. El pecado de este momento postmoderno consiste en renunciar a la meta: la solidaridad y la comunión como cualidad de lo divino. Y abandona a su suerte a los condenados a los infiernos de la pobreza de nuestro mundo.

2.3. La falta de energía para construir el presente.

Todas la voces que nos alertan sobre la enormidad de los desafíos con los que nos enfrentamos, nos señalan igualmente una aún mayor debilidad para poner en práctica algunas de las recetas que tenemos para salir del marasmo en el que nos encontramos. Convertir el presente en presencia de sus posibilidades civilizadoras reclama un amor solidario y compasivo. Esta cuestión se escamotea habitualmente en las propuestas de solución y de este modo se recorta el presente y se amputa el futuro de la humanidad.

Los últimos estudios sociológicos de valores muestran unas sociedades avanzadas, que afrontan el futuro sin grandes pasiones, y que tiene serias dificultades para movilizarse en favor de causas verdaderamente humanas. Agazapados en la sombra de una historia en la se niegan a participar, sólo las vacaciones y las rebajas resultan acontecimientos suficientemente apasionantes como para movilizar a la mayoría de los ciudadanos. Las pasiones y los afectos no valen la pena. Cada día más insertos en la rutina, son prudentes, moderados y aspiran a la tranquilidad. Sólo los rechazos son violentos, los proyectos ya no lo son. Un sentimiento global de satisfacción con la vida lo invade casi todo, a pesar de la amenaza de la crisis y de la sociedad dual. En estas circunstancias parece comprensible que salvarse consista en no aburrirse y en gozar de las infinitas posibilidades de la fantasía. Pero esto no es suficiente para salvar el futuro de la humanidad. Intencionalmente queremos, pero no podemos. El pragmatismo conservador y la obediencia ciega a lo posible han lastrado nuestras mejores intenciones.

No contamos con una energía real capaz de movilizar las fuerzas, la imaginación y la generosidad de la comunidad humana en la dirección pensada y deseada, justamente cuando es el tiempo de la utopía más necesaria (R. Bahro). A la vista está que la llamada utopía racional no da para tanto. Y esta falta de vigor utópico hace enormemente vulnerable nuestro presente y fragiliza nuestras expectativas de un futuro más humano.

2.4. Persistencia y mutación de la utopía.

Una especie de catarata de melancólica nostalgia nos impide percibir que la utopía sigue estando vigente entre nosotros, aunque sea tan minoritario como siempre. Hoy como ayer el espíritu de la utopía hay que buscarlo en el pensamiento crítico y alternativo de las corrientes heréticas o heterodoxas de las tradiciones de liberación[11]; y, ¡cómo no!, entre los pobres del mundo[12]. El mundo mayoritariamente real –el de los pobres del Sur y el de los excluidos sociales de la barriada del Norte– no se puede permitir el lujo de negar su vigencia. Allí se encuentran en la necesidad de proclamar contra viento y marea la visión de «una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad» (G. García Márquez). No tienen –como ha recordado L. Boff– ningún mérito especial: si el presente no les pertenece y el pasado es el de sus colonizadores o el de sus señores, sólo les queda el futuro para soñarlo. Se trata de la utopía dura y solidaria de los pobres, que nada tiene que ver con la quimera de los privilegiados de Mayo del 68.

Sin duda alguna ha sufrido cambios y transformaciones profundas. Sobre todo se ha curado de cualquier optimismo histórico. Pero está ahí con su capacidad crítica y su provocación movilizadora de siempre. Los antiguos sueños escatológicos han sido sustituidos por la pretensión de saber cómo el homo faber y aprendiz de brujo toma en sus manos y gestiona los medios por él ideados, que parecían estar al servicio de una meta universal, pero que se han emancipado y nos conducen a donde no queremos. Ya no soñamos con los estadios de plenitud de un proceso permanente de crecimiento; la mirada utópica se fija en sus límites y busca cómo gestionar democráticamente la crisis de civilización en la que nos encontramos inmersos[13]. La utopía ya no aparece como una representación ideal de la meta última de la historia, que nos invita a caminar en esa dirección hasta alcanzarla. Se ha producido una especie de mutación. Ahora la imaginación utópica se moviliza en la dirección del control y la administración democrática de los medios e instrumentos (políticos, técnicos, económicos y culturales) ingeniados por los hombres. La pretensión de una gestión y de una administración democráticamente solidaria del mundo y de sus recursos es el único dinamismo capaz de hacernos progresar –con el tiempo propio del fermento– en la dirección de un Nuevo Orden Internacional. Nos hemos dado cuenta que muchas de las metas con las que el hombre soñó hace una centuria (p.e., un mundo sin hambrientos) están hoy técnicamente al alcance de su mano, aunque cada día perezcan más lejanas de las verdaderas intenciones políticas de los poderosos.


[1]Gutiérrez, G., Un lenguaje sobre Dios, en Concilum, 191 ( 1984), p. 55

[2] «Para qué sirve la Utopía?//Ella está en el horizonte.//Me acerco dos pasos//y ella se aleja dos pasos.//Camino diez pasos//y el horizonte corre//diez pasos más allá//Por mucho que yo camine//nunca la alcanzaré.//¿Para qué sirve la Utopía?//Para eso sirve: para caminar.» (Eduardo Galeano).

[3] Godot es el personaje principal de una obra de Samuel Beckett, estrenada en 1952 y titulada, Esperando a Godot. Dos vagabundos Vladimir y Estragon esperan en vano junto a un camino a un tal Godot. Sin embargo éste, cuya identidad no se conoce y del que no sabe lo que se espera de él, nunca llega a su cita y no aparece en escena. Pero la expectativa de su llegada tiene la virtualidad de fijar permanentemente en el escenario a los otros dos personajes de la obra. La historia de la figura enigmática de Godot puede evocarnos un tiempo -tras la segunda guerra mundial- en el que la esperanza en un futuro mejor tomaba cuerpo en el corazón de multitud de hombres y mujeres de buena voluntad.

[4]cf. El final de la utopía, Barcelona 1968, p.10.

[5]Esta fecha se suele considerar en Europa como punto de inflexión del sueño utópico: la revuelta estudiantil del mayo francés, la entrada de los tanques rusos abortando la primavera de Praga, el asesinato de M. L. King son recordados por la memoria colectiva como el final de una “época dorada” para las esperanzas históricas. Sin embargo, ese mismo año se celebraba la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Medellín) y G. Gutiérrez pronunciaba una conferencia (Chimbote/Perú) que daría origen a su obra Teología de la Liberación. Ambos acontecimientos hicieron brotar el pensamiento teórico/práctico de carácter utópico y de matriz religiosa más importante de la época moderna. El significado tan diferente que una misma fecha puede encerrar para pueblos de un mismo mundo nos avisa del peligro de esas generalizaciones a las que somos tan aficionados los europeos.

[6] «La “realidad” social innegable que representaba el poder de aquel supuesto “socialismo” era representada, contra la opinión de la mayoría de los marxistas críticos, como el único socialismo posible. Pero este punto de vista dominante en la URSS, en la RDA y en otros países del Este de Europa era sólo la continuación de la tendencia cientificista, anti-utópica, del llamado “marxismo ortodoxo”. De ahí que, si se quiere hablar con propiedad, también ahora resulta no sólo más modesto, sino también más acertado, identificar el final del “socialismo real” como el fracaso de una ilusión que era, precisa y conscientemente, la negación de la utopía»: Fernández Buey, F., Utopías e ilusiones naturales, El Viejo Topo, Barcelona 2007, 324-325.

[7]« ¡Qué escándalo! ¡Ya estamos en la última página y todavía no te he dicho nada de la utopía! ¡Y tú que a lo mejor esperabas que yo te recordara desde el prólogo que los jóvenes deben ser utopistas y todo ese bla-bla-bla! Pues nada, no señor […] ¿Entonces, la utopía…? […] Cuando a Leszek Kolazowski, un filósofo polaco actual, le preguntan que donde le gustaría vivir, suele responder con buen humor: “En lo más hondo de una selva virgen de alta montaña a orillas de un lago situado en la esquina de Madison Avenue de Manhatan con los Campos Elíseos de París en una pequeña y tranquila ciudad de provincias”. ¿Ves? Eso es una utopía: un lugar que no existe, pero no porque no hayamos sido lo suficientemente generosos y audaces para inventarlo sino porque es un rompecabezas formado con piezas incompatibles […] Pues bien, suele llamarse “utopía” a un orden político en el que predominaría al máximo alguno de nuestros ideales (justicia, igualdad, libertad, armonía con la naturaleza…) pero sin ninguna desventaja ni contrapartida dañina. Como proyecto es una tontería: supongo que quienes se lo recomiendan a los jóvenes como típico anhelo de su edad es porque les consideran bobos. En cuanto imposición es todavía peor, como han demostrado en este siglo los totalitarismos (siempre con pretensiones utopistas): es el sueño de unos pocos que llega a convertirse en pesadilla para todos los demás. De modo que no te deseo que te dé por las utopías, lo mismo que no te deseo que te aficiones a los “culebrones” televisivos»: Política para Amador, Barcelona 1992, p. 225.

[8] Fernández Buey, F., o. cit., 328-329.

[9] Lem, S., Provocación, Funambulista, Madrid 2005, 113-114.

[10]Cf., Utopía y desencanto, Anagrama, Barcelona 2001, pp. 11‑17.

[11] cf., Fernández Buey, o. cit., 328-329.

[12] «Por lo que he podido observar, la esperanza y el grado de educación están en proporción inversa: cuanto mayor es la inteligencia, la cultura o los conocimientos de una persona, tanto menor es su esperanza. Periodistas, economistas, profesores de universidad, maestras de colegio e intelectuales de cualquier clase, apenas tienen esperanza de algo vaya a cambiar radicalmente. Su saber es, a lo más, un saber de muerte; porque lo único que saben es que la situación no tiene remedio, ha entrado en vía muerta. Resulta pavoroso pensar que su actitud ante la vida, no sea más que un docto cinismo; como la ceniza que, a veces, aún conserva un cierto rescoldo de lo que fue llama chispeante, pero que, por lo general, no es más que un montón de polvo estéril, absolutamente frío. He encontrado esperanza en los que se dedican al trabajo de base… Las cosas más triviales… son las pequeñas esperanzas de la gente, las que les proporcionan, día tras día, el pan de la subsistencia. Por otra parte, el hecho mismo de la desesperanza es un lujo del que sólo pueden gozar los que no están implicados en la lucha… A este propósito quisiera decir una palabra sobre mi relación con el gran filósofo judío Karl Marx… Su deseo más firme era conjugar “saber” y “esperanza”, de modo que no fuera posible reconocer como auténtico un saber que no encerrase una buena dosis de esperanza, ni permitiese una esperanza que se resienta de saber… Sin embargo, veo que, en realidad, yo misma prescindo casi siempre de esos principios. Todo ese saber económico y ecológico que ha venido acumulándose en nuestro mundo huele a muerte. Y la creencia en una vida antes de la muerte se diluye en una añoranza y en un anhelo estéril. La dicotomía es indisoluble. La conciencia de muerte y la esperanza de vida se agarran con uñas y dientes en mi interior. Decía Walter Benjamin: “Sólo a causa de los desesperanzados se nos ha dado la esperanza”… Pero la palabra más compleja de esa afirmación de Benjamin es el pronombre “nos”. ¿Se nos ha dado realmente algo? ¿Somos nosotros algo más que meros observadores de la miseria que inunda el mundo? Es decir, ¿somos observadores que no ven más que una planificada, o incluso tolerada, muerte de los pobres?»: Sölle, D., Dios en la basura. Otro “descubrimiento” de América Latina, Verbo Divino, Estella (Navarra) 1993, 146-147.

[13]cf. Thielicke, H., Esencia del hombre. Ensayo de antropología cristiana, Herder, Barcelona 1985, 387-388.

Fuente: Atrio

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