por P.Gerardo Hands C.
Koinonía/Tambo
Por eso, la espiritualidad ecuménica es inclusiva, y lleva a las personas, grupos y diferentes religiones a tener una visión, meditación y acción ecuménica. Es decir, cada una, manteniendo sus valores universales, su identidad propia, vela y trabaja por el cuidado de la Casa Común (oikoumene). Esta es su marca distintiva. No es la mal entendida mezcla de religiones. Es unidad en la diversidad.
Mantener una espiritualidad ecuménica, fortalece la Fe porque es una experiencia surgida del encuentro con Dios , las relaciones humanas fraternas, y nos coloca en una posición de lucha para que todas las personas que vivimos en esta Casa Común, podamos vivir con dignidad y equidad. Es también un llamado a escuchar la voz, de aquellas personas que no tienen voz (las mujeres, los niños, los ancianos, los emigrantes, los refugiados, personas que viven con VIH Sida….). Es una invitación permanente, a unirse en esfuerzo común, animando a todos/as al compromiso de responsabilizarse por esta Casa Común que se nos ha dado.
La espiritualidad ecuménica es profética, porque denuncia la destrucción por los poderes de la cultura de la muerte, nuestra Casa Común, la exclusión sistemática, el comercio injusto y opresivo, que lleva al empobrecimiento de cada vez más personas, pero también anuncia al Dios de la Vida. Proclama y trabaja, para que un mundo mejor sea posible, a través de alternativas políticas inclusivas y participativas, que lleven a una redistribución creativa, justicia económica , y culturales de vida digna.
La espiritualidad ecuménica es política, porque va dirigida a toda la polis, promoviendo y desarrollando en su propio proceso, la propuesta, inclusiva y participativa de todos los sectores en las tomas de decisiones sobre la organización, y la gerencia de la vida comunitaria y sus acciones de entorno. Esto en ningún momento debe entenderse como una ideologización de la fe.
Sobre todo la espiritualidad ecuménica es teológica, porque nace de la intención y del corazón de Dios (hesed) de realizar su Misión, (Missio Dei), quien enviando a su Hijo, a través de su testimonio de vida hacia el ser humano, su muerte, producto del egoísmo y de los poderosos de este mundo, y su resurrección, como triunfo de la vida sobre la muerte, reconciliando así al ser humano con Dios, con la naturaleza , y con todo en género humano, dinamiza gratuitamente , en el corazón de cada persona, el deseo de vivir a Jesús, reproduciendo así su proyecto de vida.
“Este es el aceite que hace que funcione y lubrique al motor”, de manera que al seguirlo, todos lleguen a ser uno, y así todos crean en ese proyecto de cielos nuevos y tierra nueva. Así se va construyendo, en anticipo al definitivo, un mundo más humano, más justo y más equitativo para los seres humanos. En un mundo fragmentado por los odios, generados por quienes detentan el ejercicio del poder. En un Mundo donde las guerras, los odios étnicos, la exclusión de los más débiles, está a la orden del día.
En una sociedad que fomenta el egoísmo colectivo a través de la propaganda, luchas de poder y hegemonía, egoísmo y pecado, no sólo personal, sino social y estructural, está la propuesta divina, a vivir la espiritualidad ecuménica, que revela, además de los valores de servicio, lucha, trabajo, justicia y equidad; el amor, la solidaridad y la ternura de Dios en cada acción.
Fuente: http://www.redescristianas.net/2006/09/05/espiritualidad-ecumenicapgerardo-hands-c/
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