sábado, 31 de julio de 2010

Uruguay: entrevista con el analista y activista social Raúl Zibechi


“El verdadero problema de América Latina no es la pobreza sino la riqueza”

Por Fernando Arellano Ortiz

No hay que llamarse a engaños: el modelo neoliberal pese a los efectos perversos que ha tenido en la profundización de las injusticias sociales en América Latina, sigue funcionando, “pero ya no gira en torno a las privatizaciones, la apertura económica y las desregulaciones, sino que se ha volcado en la apropiación de los recursos naturales”, sostiene el analista internacional y activista social uruguayo, Raúl Zibechi.

Investigador de las realidades socioeconómicas y políticas de los países latinoamericanos, Zibechi considera que los movimientos sociales tienen el reto de seguir presionando a lo largo y ancho de la región para acabar con la “larga noche neoliberal”.

Este analista internacional que estuvo exiliado en España por haber resistido la dictadura del Uruguay a mediados de los años 70, se ha dedicado a la investigación social y a la docencia que alterna con sus actividades de escritor y periodista.

Está dedicado por completo al trabajo con los movimientos sociales, es miembro del consejo de redacción del semanario Brecha de Montevideo y participa como docente en la Multiversidad Franciscana de América Latina. Además, es un destacado activista social y asesor de organizaciones sociales, barriales y medios de comunicación alternativos.

A su paso por Bogotá, en donde dictó un taller sobre nuevas formas de dominación y presentó su último libro “América Latina: Contrainsurgencia y pobreza”, Zibechi dialogó con el Observatorio Sociopolítico WWW.CRONICON.NET.

¡YA BASTA!

En su disertación, este intelectual uruguayo fue contundente en señalar que “es enteramente falso que el problema central de nuestras sociedades sea la existencia de porcentajes elevados de pobreza. El verdadero problema es la riqueza, es decir la existencia de una clase social parasitaria, que no cumple ningún rol positivo en la sociedad aunque si tiene el suficiente poder tanto para influir en las políticas estatales, en las agendas públicas y de los medios de comunicación, como para desviar el foco de atención hacia su impúdica acumulación de riqueza”.

“Romper con esta concepción de la pobreza como problema a resolver y poner el centro de atención en la riqueza, es un requisito para cambiar las políticas sociales”, es una de sus recomendaciones.

Se lamentó de que “el gran triunfo ideológico del Banco Mundial es haber inoculado en las izquierdas, en los sindicatos y en los intelectuales progresistas, que se puede acabar con la pobreza sin tocar la estructura de la propiedad. O sea, sin modificar las relaciones de poder”

Criticó las denominadas políticas asistencialistas porque “no erradican la pobreza, no abordan las causas estructurales de la marginalidad y la exclusión social, por el contrario, profundizan el paradigma individualista del neoliberalismo. Estas políticas centradas en ‘el combate a la pobreza’ buscan evitar el conflicto. O sea, buscan la anulación de cualquier sujeto de abajo y quieren que sólo existan sujetos estatales o empresariales”.

Explicó que “los sujetos se forman en la lucha, nacen de ella y si la sociedad se instala en un periodo de letargo social, los actores se desvanecen. Toda la política del Banco Mundial y de las elites globales y nacionales es para des-sujetizar, para evitar que las diferencias se conviertan en conflicto social”.

Desde una perspectiva epistemológica, Zibechi llamó a los sectores progresistas y de izquierda en América Latina “a elegir el ¡Ya basta!, porque es una opción ética y política muy válida”.

Destacó igualmente que muchos de los proyectos y las políticas sociales progresistas como la economía solidaria, la autonomía y la horizontalidad, la educación popular, los movimientos sociales de gestión productiva “nacieron de las resistencias a las políticas de ajuste estructural del neoliberalismo. No obstante que la economía solidaria no es nada fuera del marco del conflicto. Puede ser un modo de adquirir fuerza para encarar el combate en mejores condiciones”.

Reprimerización del aparato productivo

La crisis del neoliberalismo constituye para Zibechi “una oportunidad para presionar cambios”, por eso considera que “es indispensable meterse con la economía para cambiar la situación actual”. Y es que “América Latina no puede repetir la negativa experiencia de echar a perder los intentos por erigir el Estado de Bienestar para dar paso a la acumulación originaria, bajo el esquema de ‘acumulación por desposesión’, como lo denomina el sociólogo y politólogo británico David Harvey, que erosionó el papel regulador de los sindicatos y su carácter de interlocución, produjo una aguda desindustrialización y la reprimerización del aparato productivo, con su inevitable secuela de desempleo, creciente marginalización de los sectores populares urbanos y desplazamiento de los pequeños campesinos hacia las periferias urbanas”.

En su opinión, develar e “iluminar las formas de dominación como el modelo neoliberal ayuda a desmontarlas” y si bien éstas son muy potentes, también lo son las resistencias.

En la actual coyuntura, explica, la derecha en su afán de lograr una dominación hegemónica no solo “compra” a líderes sindicales o de izquierda sino que busca por diversas formas, tener apoyo total de organizaciones sociales.

Puso como ejemplo el caso colombiano, en el que el establecimiento “no solamente coopta a los angelinos (en alusión al vicepresidente electo Angelino Garzón) sino a organizaciones sociales enteras”, como está sucediendo actualmente con la Confederación General del Trabajo (CGT) mediante el salto que dio su presidente Julio Roberto Gómez del izquierdista partido Polo Democrático al santismo, la expresión más ultraconservadora y oligárquica del establecimiento en Colombia.

Deslegitimado, pero no derrotado

Para Zibechi, el modelo neoliberal en los países de América Latina “sigue funcionando pero ya no gira en torno a las privatizaciones, la apertura económica y las desregulaciones, sino que se ha volcado a la apropiación de los bienes comunes. La novedad principal de la coyuntura regional consiste en que el Consenso de Washington fue deslegitimado pero el neoliberalismo no fue derrotado. Por el contrario, la acumulación por desposesión, anclada en el modelo extractivista, se sigue profundizando en esta etapa a través de la minería transnacional a cielo abierto, los monocultivos de soja, caña de azúcar y palma, y del complejo forestación-celulosa. Estos emprendimientos, conducidos siempre por grandes multinacionales, se apropian de los bienes comunes, en particular agua y territorios, para convertir la naturaleza en mercancías (commodities) exportadas a los países centrales o emergentes como China e India”.

“Los resultados -agrega- están a la vista: los bancos tienen las mayores ganancias de su historia y el crecimiento económico se basa en exportaciones de commodities y minerales, en una suerte de reprimerización de la estructura productiva de los países. Es el camino que siguen los países de la región, más allá de las fuerzas políticas encargadas de administrar los gobiernos”.

Las política sociales que se han puesto en marcha en varios países de la región “acompañan y compensan la profundización del modelo neoliberal”.

El extratactivismo: parte del modelo neoliberal

- ¿En su concepto, América Latina atraviesa por un periodo de enterrar “la triste y larga noche neoliberal” para utilizar una frase del presidente ecuatoriano Rafael Correa, gracias en buena medida a las resistencias sociales que tomaron fuerza durante la década anterior?

- Sí y no. Sí, porque ha habido largas resistencias intensas, las cuales han dado cambios importantes, pero los nuevos gobiernos están desarrollando políticas que no salen del neoliberalismo sino que, por el contrario, lo sostienen, en consecuencia, creo que esa afirmación de Correa habría que matizarla mucho. Y no puedo estar de acuerdo con eso, porque de hecho en estos días en Ecuador hay conflicto con dirigentes indígenas acusados de sabotaje y terrorismo, entonces esto es relativo y hay que empujar un poco más.

- Hablemos de su país, Uruguay. ¿Cómo se puede entender que después de 34 años de existencia del Frente Amplio haya logrado llegar al poder, primero con Tabaré Vázquez y ahora con un ex guerrillero como Pepe Mujica?

- Bueno por una larga acumulación electoral que redundó en un triunfo aplastante por más de más del 50% y por una hegemonía del Frente Amplio en la sociedad uruguaya. Eso está consolidado y no creo que vaya a cambiar pronto.

- ¿El gobierno del Frente Amplio del Uruguay mantiene algunas políticas neoliberales?

- Sostiene el extractivismo y esto es un problema, a mi modo de ver, porque no se logra salir de las políticas que se han venido implementado desde hace mucho tiempo. Yo considero que el extractivismo es parte del modelo neoliberal.

- ¿En ese sentido usted coincide con el ex ministro de Estado ecuatoriano, Alberto Acosta que en su último libro sustenta que la maldición de los países de América Latina es la abundancia en recursos naturales?

- Coincido totalmente, mi diferencia es que los Estados plurinacionales tienden a reproducir la lógica de dominación de cualquier Estado.

- ¿Cuál es su visión sobre el proceso actual de resistencias sociales en América Latina? ¿Habrá posibilidad de que se abra espacio un nuevo modelo económico?

- No veo pautas de un nuevo modelo económico de desarrollo, lamentablemente y lo que observo me preocupa mucho precisamente porque nuestros países están anclados en el extractivismo.

- ¿Cuál es su concepto de los gobiernos progresistas de América Latina?

- Hay dos tipos de gobiernos progresistas: los de Brasil, Uruguay y Argentina que son gobiernos socialdemócratas aliados con un sector del capital; y los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, donde los movimientos son muy fuertes y siguen presionando más.

- ¿En el caso de países como Perú, Colombia y México, habrá influido el hecho de que fueron virreinatos del imperio español, lo cual dejó una impronta cultural y política que ha permitido consolidarse a la derecha y por ende sus dirigencias sean reacias a los cambios sociopolíticos?

- Sí, y por la debilidad de los movimientos sociales que no han logrado desbordar a estos gobiernos y de ahí la hegemonía del capital financiero que sigue siendo muy importante.

- ¿Cómo observa el horizonte político en Colombia?

- Muy complejo y hasta que los movimientos sociales no logren empoderarse, salir con fuerza y ganar las calles, no creo que consigan derrotar esto.


Fuente: APIA VIRTUAL

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viernes, 30 de julio de 2010

¿Por qué a Venezuela?


Ángel Guerra Cabrera

Lo que hay principalmente detrás del conflicto colombo-venezolano y su reciente agravamiento es que la revolución Bolivariana choca frontalmente con el plan de dominación estadounidense sobre América Latina.

Que Venezuela, país con reservas de petróleo y gas entre las mayores del mundo, tenga un rumbo independiente en pos del socialismo, promueva la democracia participativa, la unidad e integración de América Latina, la solidaridad, la paz y la cooperación entre los pueblos es intolerable para el imperio. Mucho más cuando movido por su sed insaciable de hidrocarburos y recursos naturales que comienzan a escasear, ha entrado en una carrera bélica permanente por el control de los países que los poseen y de las poblaciones que los habitan. Todo con el cínico pretexto de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico nada menos que enarbolada por el Estado campeón del terrorismo, primer mercado de droga en el mundo cuyas ganancias constituyen una gran tajada de su sistema financiero. A la élite de Estados Unidos la saca de quicio la amistad entrañable de Venezuela y Cuba y la profundización de los pasos para su unión económica, preámbulo, diríase, de su unión política. Raúl Castro ha resumido muy claramente el sentido de estos pasos en una reunión de alto nivel cubano-venezolana celebrada el simbólico 26 de julio: sólo unidos venceremos.

El imperio no perdona el importante papel de Venezuela en la liquidación del ALCA –proyecto de recolonización continental- y en el surgimiento de la ALBA, que practica las relaciones más fraternas y equitativas entre las naciones miembros y las promueve, aunque no sean miembros, con todas las naciones de América Latina y el Caribe. En respuesta a la Venezuela bolivariana, a los grandes movimientos populares antineoliberales y gobiernos más independientes gestados por ellos, Washington restableció la IV Flota y llegó al extremo de instalar siete bases militares en Colombia lo que junto a otros factores presentes en ese país, constituye una peligrosa amenaza de agresión para Caracas, que había tensado seriamente las relaciones bilaterales. En este contexto se produce la festinada acusación por el representante de Bogotá en la OEA de que Caracas mantiene campamentos de las guerrillas colombianas en su territorio, una gravísima provocación que ha puesto en grave peligro la paz entre los dos países hermanos salida del fanatismo proyanqui de Álvaro Uribe y su febril afán de protagonismo desde que se frustró su proyecto reeleccionista.

El presidente Hugo Chávez ha hecho cuanto ha estado a su alcance por armonizar las relaciones con Colombia y evitar un conflicto bilateral. De hecho, a petición de Uribe se convirtió en un factor principalísimo de distensión de la larga guerra de sesenta años en el país vecino y ha insistido invariablemente en la necesidad de una salida política al conflicto. Con justa razón ha invitado a las guerrillas de las FARC y el ELN a que comprendan que las nuevas realidades políticas requieren un cambio en su estrategia de toma del poder mediante las armas por una de negociación, sin que ello implique rendirse. Chávez informó con visible dolor la ruptura de relaciones con Colombia: lo anuncio con una lágrima en el corazón, dijo.

Lula da Silva comentó su extrañeza por la conducta de Uribe cuando le faltan unos días para dejar la Casa de Nariño y “el nuevo presidente(Juan Manuel Santos) ha dado señales claras, incluso con los ministros que escogió, de que quiere construir la paz”. Lula, junto al ecuatoriano Rafael Correa, presidente pro tempore de UNASUR y su secretario general Néstor Kirchner han actuado rápidamente para atraer el tema al seno del mecanismo suramericano, un espacio, a diferencia de la OEA, favorable para que sin la presencia de Washington se expresen a plenitud los intereses de América Latina y el Caribe. UNASUR ha dado ya muestras de su capacidad de concertación política y esta es más necesaria que nunca para la región y para Venezuela en particular. La provocación de Uribe, la captura del terrorista Francisco Chávez Abarca, socio de Posada Carriles que confesó los planes desestabilizadores con que llegó a Venezuela, los desmelenados ataques al gobierno bolivariano del arzobispo de Caracas y las carretadas de dinero entregadas por Washington a la contrarrevolución configuran el cuadro subversivo con que se pretende frustrar la victoria chavista en las estratégicas elecciones de septiembre próximo.

Fuente: APIA VIRTUAL

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El peligro de ser respetados


Harold Segura, Costa Rica

Eran otras épocas. Entonces el pueblo evangélico en América Latina era una minoría, víctima de permanentes persecuciones y sin ningún atractivo para el poder político. Hoy, la situación es diferente. La fuerza de los números nos distingue, representamos un importante caudal electoral, poseemos grandes templos, administramos importantes medios de comunicación y se nos tiene en cuenta a la hora de hacer negocios; somos «segmento significativo del mercado».

Aún hay quienes hace no mucho se atrevían a pronosticar que seríamos la mayor fuerza religiosa del Continente. Un obispo (católico) en el Brasil advertía que Latinoamérica se estaba convirtiendo al protestantismo más rápidamente que Europa Central en el siglo dieciséis.

Nuestra nueva ubicación socio-religiosa la hemos recibido, como era de esperarse, con desbordado triunfalismo, mucho entusiasmo y no poca ingenuidad. Para algunos es signo evidente del avivamiento que tanto habíamos anhelado; para otros es señal de que hemos entrado en los últimos tiempos y de que el fin se ha acercado. Y no han faltado los sociólogos que piensen que este crecimiento no es más que un reflejo decadente de la religiosidad latinoamericana, que sigue siendo mayoritariamente católica y que ahora se está mutando en variadas formas.

Lo cierto es que ahora formamos parte de un movimiento, aparentemente insignificante antes de la Segunda Guerra Mundial, pero de indiscutible relieve en estos últimos treinta años. Un líder cristiano que incursionó en la política expresaba con alborozo que «ya no somos más ciudadanos de segunda clase». Y agregaba: «ahora nos quieren, nos aceptan y nos respetan».

Es cierto, nos respetan, y en eso consiste el peligro. Fue Mahatma Gandhi quien dijo: «Cuando procuramos generar cambio en nuestras sociedades, se nos responde primero con indiferencia, luego con sorna, luego con agravios y al fin con opresión. Por último se nos presenta el mayor desafío: se nos trata con respeto. Esta es la etapa más peligrosa».

La radicalidad del seguimiento de Jesús, que nunca ha estado asociada a los movimientos triunfalistas; el cumplimiento de la función profética de denunciar y advertir, que pocas veces ha estado relacionada con las mayorías políticas; y la misión de ser «sal de la tierra», que jamás ha estado vinculada a las estructuras de poder; éstas y otras facetas prioritarias de la Misión de la Iglesia sucumben hoy ante la avalancha de aplausos y de reconocimientos efímeros. Se rinden ante el trono de las estadísticas y ante las reverencias del poder oficial.

La situación de la Iglesia evangélica en América Latina exige, entonces, que nos planteemos una vez más con responsabilidad algunas de las preguntas fundamentales de la misiología cristiana: ¿Qué es la Iglesia (o las iglesias)?, ¿cuál es su verdadera misión?, ¿qué significa evangelizar hoy?, y ¿cuál es el crecimiento qué queremos?

Haciendo esta «teología en el camino», para usar la expresión de nuestros maestros, podremos preservarnos de caer aún más hondo en las sutiles redes del respeto aparente.


Fuente: LUPA PROTESTANTE

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jueves, 29 de julio de 2010

Argentina: "El rol de la cabeza de la Iglesia Romana es nefasto"


Entrevista a Fortunato Mallimacci

"El rol de Bergoglio es nefasto"

Por Néstor Leone. (*)

Doctor en Sociología y especialista en temas ligados a la historia del catolicismo y las distintas formas de religiosidad popular, Fortunato Mallimaci analiza en esta entrevista la forma en que la jerarquía eclesiástica encaró la discusión sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. Además, hace un poco de historia y repasa continuidades y rupturas respecto de la relación entre la Iglesia Católica, los poderes políticos y las cuestiones de Estado. “No comprende lo que sucede en la sociedad”, dice Mallimaci acerca del cardenal primado Jorge Bergoglio. “Creyó que su presencia en el mundo de la política partidaria le iba a dar apoyos, y quedó demostrado que no es tan así”, señala entre las razones de la derrota eclesiástica.

¿Cuál es su primer análisis, luego de la sanción de la ley?

Que la Iglesia jugó a todo o nada, y se quedó con nada. Perdió porque pasó lo que tenía que pasar. La ley de matrimonio igualitario, si no se sancionaba este año, se hubiese sancionado el próximo. O el otro. Estamos en una etapa de nuestra vida democrática en donde el tratamiento de estos temas ya no se puede posponer. El problema es que tenemos una Iglesia que todavía no lo entiende. Pero se están quedando solos. El hecho de que ciertos sectores políticos tomaran distancia es relevante, porque se dieron cuenta de que, a pesar de las presiones, votar a favor de esta ley les generaba más simpatías públicas que votar en contra.

¿Por qué jugaron a todo o nada y endurecieron sus posturas?

La jerarquía está en estado febril. Prefiere el enfrentamiento y dejar atrás el discurso del consenso y la unidad nacional para mostrarse como una institución de poder. Pero nada muestra mejor ese estado febril, que la prohibición al cura Nicolás Alessio de dar misa. Una verdadera locura, y sólo por hacer pública una disidencia.

El lobby sobre los legisladores también puede ser otro punto.

Sobre los legisladores, sobre los medios... El lobby fue muy fuerte, es cierto. Pero muy burdo. En lo personal, pienso que han optado por hacer público su reclamo para hacer crecer el miedo y ganar en legitimidad. El problema para ellos es que, al ser tan burdo, perdieron entre el conjunto de la población por la multiplicación que hicieron los medios de algunas declaraciones inadmisibles. Y esto se relaciona con otra cosa que no es menor. Al no tener movimientos laicales fuertes, al no tener gente porosa en el resto de la cultura social, política y sindical fueron los mismos obispos quienes tuvieron que salir al ruedo. Y a los obispos no les gusta eso. Les gusta estar en las sombras, ser comandantes en jefe, conducir desde el patio trasero. De lo que no se dieron cuenta es que la sociedad argentina cambió mucho en los últimos años en temas de derechos y respeto de la diversidad.

¿Hubo un quiebre, un corte, respecto de lo que venía sucediendo?

Los pronunciamientos hablan de eso. La movilización de los niños en las escuelas es un hecho gravísimo. Parecía un límite infranqueable y, sin embargo, se lo traspasó. Que se haya apelado a eso habla de ese estado febril y habla, también, de que entendieron mal lo que estaba en juego, como leyeron mal lo que pasó con el divorcio y están leyendo muy mal lo que sucede en la cultura dominante. Por ejemplo, los nuevos valores que imperan y el proceso amplio de individuación que atravesamos. Tanto insistir con la ley natural, casi como única manera de entender la misión de la Iglesia, los llevó a callejones sin salida, porque si hay sólo ley natural, no hay historia ni hay presencia de Dios en la historia. Y esto, me parece, ha descolocado a mucha gente internamente.

¿Qué implican, en este contexto, que haya apelado a términos como “guerra de Dios”?

En lo personal, les agradezco esta frase porque me permite insistir con que ese modelo integralista, antiliberal, superortodoxo, conservador, que reacciona contra la modernidad sigue muy vigente. El problema que tienen es que concita mucho rechazo. No sólo de parte de la Presidenta, sino también de la sociedad civil. La sensación es que actúan como si estuviésemos viviendo en época de dictadura. No es casual que hace unos días Videla también hablara de guerra.

¿Piensa que todo esto tendrá consecuencias aún más gravosas para la Iglesia como institución?

Por supuesto. La Iglesia ya viene con un cuestionamiento no menor desde la época de la dictadura, por el tema de los derechos humanos y su complicidad. Ahora, durante estos días también se dio un cuestionamiento importante de parte de sacerdotes y comunidades de base. “No encontramos a Jesús en las posturas de ustedes”, han dicho y es muy fuerte. Y que se haga público es más fuerte todavía. La mayoría de los medios, que son condescendientes con estos obispos, no han tenido otra que empezar a publicar estas cosas… Otro obispo, en estos días, dijo algo muy claro sobre lo que la Iglesia todavía sigue pensando: “el matrimonio merece la tutela del Estado”.

Lo dijo Héctor Aguer.

Lo dijo Aguer, pero lo piensa la mayoría. Es una Iglesia Católica que no puede pensarse sin el Estado, que no distingue entre esfera estatal y propuesta para sus fieles. Claro, si cada vez sus fieles son menos y, de esos que siguen siéndolo, son pocos los que se apegan al dogma…

¿Cómo evalúa el rol jugado por Jorge Bergoglio?

Nefasto. El rol que juega Bergoglio es nefasto.

Fue un abanderado de esta cruzada.

Fue un abanderado, un monje negro, todo junto. No comprende lo que sucede en la sociedad. Creyó que su presencia en el mundo de la política partidaria le iba a dar apoyos, y quedó demostrado que no es tan así. Esta estrategia me recuerda mucho a la que tuvieron los militares durante la Guerra de Malvinas. No sólo repiten el lenguaje militar, como hizo Bergoglio, sino que replican su lógica. Los militares pensaron que, como eran aliados de los norteamericanos, éstos nos iban a ayudar en la guerra. Acá pasó lo mismo: no entendieron la lógica que gobierna lo político-partidario.

¿Cuánto tiene que ver esto con el juego interno de la Iglesia a nivel mundial y las apetencias papales de Bergoglio?

Difícil saberlo. Además, desconozco cuántos votos sacó en la elección papal. Él dice que no lo sabe; su vocero, tampoco. ¿Por qué tendría que confiar en lo que dijeron algunos medios? ¿Cuáles fueron esas fuentes? No dejo de impresionarme por el modo en que se trabajan estas cuestiones. Lo mismo pasó con este tema. Es cierto, la Iglesia tiene un poder simbólico muy fuerte, pero es más lo que ha perdido y lo que siguen perdiendo con manifestaciones de este tipo. La misa de Bergoglio, en Constitución, por ejemplo, por la trata de personas, es otra lectura retrógrada, premoderna de la realidad. ¿Qué dijo? Que la ciudad es el lugar del pecado, cuando, hoy, el noventa por ciento de los argentinos vive en ciudades…

¿Se puede pensar en una sobreactuación?

Si sobreactúa es porque está perdiendo legitimidad y fieles. Sobreactúa para imponerse, porque es su autoridad la que está en tela de juicio. Hasta Mauricio Macri le dijo que no en varias oportunidades. Hasta Macri, y en su propia diócesis. Lo mismo pasa en la Conferencia Episcopal, de la que Bergoglio es presidente. Les repartieron un documento a los sacerdotes para que lo leyeran desde el púlpito, porque no son capaces de mantener una discusión racional en el espacio público. Le están hablando a un pequeño grupo de católicos movilizados, un núcleo duro que pretenden consolidar, pero no le están hablando al resto de la sociedad. Hasta no hace mucho tiempo tenían un discurso para el conjunto de la sociedad, mientras trataban de que esos grupos duros quedasen adentro. Ahora es al revés. Alquilaron ómnibus para que la gente se movilizara. Y actuaron con la misma lógica que dicen ver en otros. Sólo les faltó la chorihostia.

Clientelismo, digamos.

No me gusta utilizar la categoría clientelismo con tanta facilidad, pero si vamos a hablar de clientelismo también les cabe a ellos. Se conciben por encima de la sociedad y del conjunto de los partidos, y terminan actuando como cualquier grupo partidario en búsqueda del poder.

En el caso de Bergoglio, esa lógica política se puede rastrear. Su cercanía con Guardia de Hierro es apenas un primer antecedente.

Pero si piensa seguir con esa lógica está equivocado. Bergoglio está llevando a la Conferencia Episcopal a una de sus mayores pérdidas de credibilidad y derrotas en la historia argentina. Los demás tienen todo el derecho de acompañarlo. Lo que no pueden hacer es querer trasladar eso a la democracia, al Estado.

¿Qué distancia separa a Bergoglio de sectores más integristas, como el que representa Héctor Aguer?

Mi profesor de Historia del Catolicismo, Émile Poulat, le hubiera dicho que ésa no es la pregunta correcta, sino qué los une, qué le permite que sigan estando juntos. Bueno, los une la idea de que la familia es el centro de la sociedad, la concepción patriarcal de la familia, la idea de que la mujer debe permanecer en una segunda posición, la concepción de que los trapitos sucios hay que esconderlos. Y, ahora, los une la condena al sacerdote Alessio, como antes los unió el silencio ante el caso Christian von Wernich, condenado por asesinatos, torturas y crímenes de lesa humanidad. A ver si nos entendemos: tanto Aguer como Bergoglio no sólo no le piden al sacerdote Julio Grassi, condenado por violar a niños, que se vaya de la Iglesia, sino que ponen dinero para pagarle sus abogados. Con el arzobispo Storni hicieron algo parecido.

Son más las cosas que los une, entonces.

Desde ya. Los une la idea de que esto subvierte los valores de la sociedad, una idea de jerarquía que llevan al extremo, la idea de que la obediencia es lo principal y, por supuesto, la idea de que hay que afirmar certezas y que el relativismo es el principal enemigo a combatir. Muchos católicos no entienden este manejo partidario de Bergoglio, de Aguer, de Jorge Casaretto, ese juego en las sombras. Uno hace de bueno y busca sindicalistas. El otro hace de malo y busca tipos más conservadores.

¿Qué pasará de aquí en más?

Los mariscales de la derrota deberían dar un paso al costado y reflexionar por qué perdieron. Deberían preguntarse, por ejemplo, si quieren quedarse con un pequeño núcleo duro que les dé certezas a ellos y a sus afirmaciones o si prefieren dialogar con el conjunto de la sociedad argentina que, sobre estos temas, quiere más derechos, más participación y más pluralidad.

Que esos mariscales de la derrota den un paso al costado, supongo, debe ser más bien una expresión de deseos.

Por cierto. En esta Iglesia no pasan estas cosas, pero no estaría mal que lo hicieran. No estaría mal que esos mariscales guardasen silencio, porque cada vez que hablan atentan contra aquellos que quieren construir diálogo en la diversidad. Por eso valoro mucho la autonomía que se dieron los partidos políticos para votar. Dejaron de lado la amenaza concreta que hizo la Iglesia y eso me parece un paso fundamental para la democracia argentina.

El rol del Opus Dei

¿Qué rol jugó y qué peso tuvo el Opus Dei en la discusión?

En su momento, el Opus Dei, como movimiento laical, denunció cierta clericalización del catolicismo argentino. Incluso, se enfrentó a ese clericalismo porque no los dejaba crecer. Hoy, esas críticas quedaron atrás, en un segundo plano, porque el que estaba en juego era un tema que, para ellos, resulta central. Cuando se trata el tema de la familia y ven que pueden imponer la concepción que ellos tienen del tema, dejan todo lo demás de lado. Por eso, hoy, esa afinidad es muy fuerte. Además, no hay que olvidar que los dos obispos del Opus, el de Santiago del Estero y el de San Juan (ndr: Francisco Polti y Alfonso Delgado, respectivamente), fueron quienes más incitaron a la movilización. Hay una razón instrumental, tantas veces criticada en los demás, que hoy se cumple tanto para el Opus Dei, como para Jorge Bergoglio o Héctor Aguer.

Página/12 informó, en estos días, que a la cruzada se había sumado el supernumerario español Benigno Blanco.

No lo pude chequear, pero puede ser. La transnacionalización de los grupos católicos es un hecho. Los grupos ProVida son los mismos aquí, en Estados Unidos, en España.

Los disensos y los miedos

¿Qué pasa entre los obispos, más allá de Héctor Aguer y Jorge Bergoglio?

En la Iglesia argentina no hay opinión pública posible. Una institución que es incapaz de escuchar el disenso interno, que es incapaz de escuchar la opinión de la sociedad y que, ante algún tipo de declaración pública de un sacerdote, lo único que hace es sancionarlo, está muy dificultada de comprender los cambios en la sociedad y actuar en consecuencia. Es cierto, así como la sociedad contemporánea no vivió nunca tanto tiempo en democracia, la Iglesia tampoco. Pero no se acostumbra. Por eso no entienden, por ejemplo, que los medios tengan su lógica propia y hagan su juego, más allá de sus presiones. Que no entiendan esto los lleva a enojarse con esos medios, porque los creían aliados eternos.

¿Hasta dónde llega el disenso interno, entonces?

Hay cualquier cantidad de obispos que están en contra de que Bergoglio sea el jefe simbólico, mediático o material de la oposición. Pero se animan a decirlo y hablan por debajo. El miedo predomina sobre la libertad o la posibilidad de hacerlo público.

¿Qué pasa con las comunidades de base, con los laicos?

Hay desconcierto. Por eso me parece que lo de Nicolás Alessio es muy importante. Ahí hubo un grupo de sacerdotes muy valientes que hizo pública la diferencia con la autoridad, que es el corazón del poder de la Iglesia. La Iglesia Católica no castiga a un asesino ni a un pederasta mientras diga que respeta la autoridad. Bueno, que haya surgido un grupo de sacerdotes que haya salido a decir en el espacio público y por los medios que estaba en desacuerdo, me parece importante. Pero, más todavía, me parece importante que los medios hayan tenido que difundirlo. ¿Por qué paso? Porque expresó un sentir de muchísima gente que, hasta ese momento, no tenía una expresión pública.

Una historia de enfrentamientos.

No es la primera vez que la Iglesia se enfrenta al poder político. ¿Qué diferencia encuentra con otros hechos?

Es cierto. La Iglesia Católica tuvo conflictos con el mundo liberal cuando se sancionó la educación pública, gratuita y obligatoria. Tuvo conflictos cuando salió la Ley del Matrimonio Civil, la Ley de Registro Civil, la Ley de Cementerios. La diferencia con ese momento es que era una Iglesia con menos peso. En los conflictos con el primer radicalismo y con el peronismo la cosa fue distinta. Y la cosa terminó peor. La quema de Iglesias y el bombardeo a la Plaza con los aviones que tenían la inscripción “Cristo Vence” es un ejemplo. Lo que vino después fue décadas de paz militar-católica, que se interrumpió con el gobierno de Raúl Alfonsín y la Ley del Divorcio, con un nuevo conflicto.

Los argumentos, en cada caso, fueron más o menos similares, ¿no?

Sí, en buena medida: que peligraba la familia, que llegaba el acabose. Como dije, la diferencia es que, en 1880, la Iglesia que se resistía a los cambios era una institución débil. La de estas épocas es una Iglesia más poderosa, sobre todo, luego del proceso de militarización y catolización que vivió nuestra sociedad. Y como tal, no quiere perder los privilegios conseguidos. Yo espero que los obispos, ahora, digan que no aceptan más el salario de este Estado corrupto y pecaminoso, que distorsiona la familia…

No lo van a hacer.

Claro, porque son hipócritas. ¿Por qué este discurso sobre la sexualidad y la familia no penetra tanto? Porque en los últimos dos o tres años lo único que hemos escuchado de la Iglesia son casos de abusos sexuales de curas y obispos. ¿Qué autoridad moral tiene la Iglesia para levantar el dedo? Hay algo ahí muy profundo que habrá que ver si quieren cambiar o no.

Respecto de este gobierno, está el antecedente del caso Antonio Baseotto.

Es cierto, fue casi un símbolo del cambio en el vínculo con el poder político. Por eso es importante lo que pasó con la votación en el Senado. La política debía acompañar las posturas de buena parte de la sociedad para que se diferenciase lo político de lo religioso, para que quedase clara la diferencia entre los preceptos de la Iglesia y las leyes del Estado. Por suerte, hoy estamos en otra era, donde la consolidación de la democracia no deja otra cosa que el debate respetuoso. Pero recuerdo cuando Bergoglio acusó de blasfemo a León Ferrari, calificativo en desuso y totalmente desatinado para un artista. Dijo “blasfemo” y el núcleo duro de fieles rompió toda la muestra. (PE/Debate)

(*) Publicado en la revista Debate, de Buenos Aires, en la edición del 16 de julio de 2010.

PreNot 9000
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Fuente: ECUPRES

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miércoles, 28 de julio de 2010

Cambio cosmético en el Vaticano



Por Juan José Tamayo.

España.

El Papa ha pedido perdón, pero no ha asumido responsabilidad alguna cuando ha sido encubridor

Tras hacerse públicas las modificaciones introducidas a las normas de los delitos más graves de la Congregación para la Doctrina de la Fe, los apologistas del Vaticano han lanzado las campanas al vuelo y, sin sentido crítico alguno y en un acto de fe más que de objetividad, se han apresurado a afirmar que las nuevas normas terminan con la impunidad de los clérigos pederastas, cualquiera que sea su rango en la Iglesia católica, y establecen tolerancia cero para delitos tan graves. ¿Son así las cosas?

Yo creo que no. Las modificaciones son solo una operación cosmética, un simple revoque de fachada que se ha visto obligado a hacer el Vaticano por las fuertes presiones de organismos internacionales, movimientos cristianos de base, medios de comunicación, etcétera. La pederastia es una gangrena, un cáncer con metástasis extendido por todo el cuerpo eclesial, una bomba de relojería que le ha explotado a Benedicto XVI en las manos.

Esos delitos eran sobradamente conocidos por las autoridades eclesiásticas tanto locales como vaticanas. Estuvieron varias décadas sobre la mesa del cardenal Ratzinger durante el cuarto de siglo en que fue todopoderoso prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sin que se tomaran medidas sancionadoras, ni siquiera las que prescribía el Código de Derecho Canónico. El propio cardenal Ratzinger se mostró permisivo cuando era arzobispo de Múnich al mantener a un sacerdote pederasta en la actividad pastoral con niños, en vez de apartarlo definitivamente del sacerdocio. Tampoco actuó penalmente ni colaboró con la justicia civil en el caso de un sacerdote norteamericano que abusó de decenas de personas discapacitadas.

Es verdad que en los últimos meses Benedicto XVI ha pedido perdón a las víctimas en ceremonias de alta tensión emotiva y ha calificado los actos de pederastia de los clérigos de crimen horrendo. Pero no ha asumido responsabilidad alguna, cuando ha sido encubridor y, en cierta medida, cómplice, de palabra o por omisión. Por omisión en los casos antes citados. De palabra con la aprobación del documento De gravioribus delictis, de 2001, que reservaba los delitos de pederastia de los clérigos con menores de 18 años a la congregación presidida por él. Este modo tan permisivo de proceder en el pasado por Ratzinger revela que las actuales modificaciones no responden a una verdadera voluntad de atajar el problema de raíz ni de cortar por lo sano ni de poner a los culpables en manos de los tribunales de justicia. Lo propio hubiera sido la derogación del funesto documento del 2001, no ligeras modificaciones.

Los más disconformes con las nuevas normas son las asociaciones de víctimas y las organizaciones solidarias con ellas, legitimadas para expresar su malestar o desencanto. La corriente Iglesia sin Abusos las ha calificado de avance tardío e insuficiente y ha aseverado que lo importante no es el cambio en las normas, sino en la práctica, y eso está por ver. El movimiento austriaco Somos Iglesia constata que los abusos sexuales de los clérigos «son en realidad abusos de poder en una forma sexual», y que las normas aprobadas recientemente no van a la raíz de la verdadera patología de las estructuras eclesiásticas. La asociación Víctimas de la Violencia en la Iglesia exige que se abran de par en par los archivos del Vaticano sobre abusos sexuales y se entreguen los informes relativos a dichos abusos a las autoridades civiles.

Bienvenida sea la consideración como delito de la adquisición, posesión y divulgación de pornografía de menores de 14 años con intencionalidad libidinosa por parte de los clérigos. Pero llega un poco tarde. ¿Es que no lo era antes? ¿Lo descubre el Vaticano ahora cuando la pornografía infantil está tipificada como delito en los códigos penales? Pero lo que me parece inadmisible teológica y jurídicamente es la equiparación que el documento establece entre pornografía infantil, ordenación sagrada de las mujeres, herejía, cisma y apostasía. A todos ellos se les considera delito grave al mismo nivel.

Y yo me pregunto: ¿cómo puede tipificarse de delito grave y punible el acceso de las mujeres al sacerdocio cuando se trata de un derecho y de una reivindicación legítima? El machismo y el patriarcalismo del Vaticano son incorregibles. ¿Cómo situar en el mismo plano delictivo que la pornografía infantil la apostasía cuando esta es un ejercicio legítimo de libertad de conciencia y de libertad religiosa?

De nuevo la Iglesia católica, contra los derechos humanos. ¿Cómo atribuir la misma gravedad delictiva que a la pederastia a la herejía y al cisma, cuando estas se mueven en el terreno ideológico, constituyen un ejercicio legítimo de libertad de expresión y de investigación, y se inscriben dentro del pluralismo religioso y del derecho al disenso, reconocidos por el concilio Vaticano II?

El Vaticano sigue instalado en la ortodoxia dogmática e inquisitorial sin posibilidad de debate entre los expertos. Tamaños despropósitos invalidan el documento vaticano y le privan de toda credibilidad tanto dentro como fuera de la Iglesia católica.+ (PE/MTL)

Distribuido por Movimiento Teologías de la Liberación Chile.

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Fuente: ECUPRES

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martes, 27 de julio de 2010

Venezuela: Cristianismo y Socialismo sin diferencias, sostiene Unión Evangélica


“Jesucristo se puso del lado de los más necesitados y por eso no encontramos diferencia alguna entre cristianismo y socialismo”, aseveró el reverendo de la Unión Evangélica Pentecostal Venezolana (UEPV) en Portuguesa, Uben Jara.

En compañía del pastor Gelacio González y de otros miembros del movimiento cristiano, Jara rechazó los ataques de la cúpula de la Iglesia Católica en contra del proceso revolucionario que lidera el presidente de la República, Hugo Chávez Frías.

“Estamos en oración y clamando a Dios para que siga profundizándose la liberación de los pobres y de las mujeres; eso es cristianismo y esa es la lucha del Gobierno venezolano”, expresó.

La UEPV no es un movimiento anticatólico, por el contrario, es una iglesia ecuménica identificada con el pensamiento bolivariano e integrada por campesinos, pobres, obreros, estudiantes e indígenas.

“Nuestra línea teológica es la liberación y por eso coincidimos con el presidente Chávez en la visión bolivariana libertaria, luchamos por el bienestar de los desposeídos y apoyamos todas las misiones sociales del Gobierno”, manifestó.

Jara agregó que los centros de reunión de la UEPV sirven de sede para la mayoría de las misiones sociales en Portuguesa y “eso es así porque las misiones favorecen directamente a los más pobres, a los que fueron excluidos y explotados en la cuarta República”.

Recordó que durante más de 40 años gobernó en Venezuela el imperio y el poder económico, sistema con el que los jerarcas de la Iglesia Católica se sienten plenamente identificados porque “para nadie es un secreto que, jerárquicamente, la Iglesia Católica siempre ha sido colonizadora”.

Argumentó que la Iglesia Católica llegó al continente americano “con la cruz y la espada”, asesinando a los aborígenes y completamente alejada de los postulados cristianos.

“Claro que eso no es socialismo, socialismo es servir al prójimo y por eso acompañamos al presidente Chávez; no estamos distantes de la fe cristiana y siempre actuamos apegados a la Biblia”, precisó.+ (PE/Wikio)

Fuente: APIA VIRTUAL

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"Nuestra América" sólo tiene una alternativa: unirse, luchar y vencer


Discurso de clausura del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, en la I Cumbre Presidencial Cuba–Venezuela

Juventud Rebelde
26 de Julio del 2010 22:37:02 CDT

Queridos y estimados vicepresidentes y ministros venezolanos y cubanos;

Delegados:

Hemos asistido a la celebración del 57 Aniversario de las acciones del 26 de julio. No podía haber mejor escenario para esta reunión.

Concluimos la primera Cumbre Presidencial Cuba-Venezuela, con la cual se abre una nueva etapa en nuestras relaciones, luego de andar un largo e intenso camino, durante el cual los vínculos entre nuestros pueblos han ido fortaleciéndose, guiados por principios de amistad, cooperación y solidaridad.

Vamos cumpliendo los compromisos alcanzados entre ambas partes en abril pasado, ocasión en que acordamos celebrar periódicamente estas reuniones para darles un adecuado y sistemático seguimiento.

Tanto en el proceso preparatorio —en el cual participó directamente el Presidente Chávez—, como en este encuentro, hemos examinado, de manera rigurosa, la marcha de nuestros intercambios en el orden económico, comercial y financiero, áreas en las que hemos incrementado la cooperación y profundizado la complementariedad. Ahora se requiere un constante monitoreo y evaluación para que se cumpla todo lo acordado y se garantice, en la mayor medida posible, el desarrollo de nuestras economías, de manera que se satisfagan las necesidades materiales y espirituales de nuestros pueblos.

Muchos compañeros han trabajado intensamente durante los últimos días en las reuniones preparatorias técnicas de alto nivel. Los resultados de las mesas de trabajo que nos precedieron, evidencian las posibilidades que tenemos para continuar avanzando en la integración económica. Hemos identificado 139 proyectos con potencialidades para su establecimiento en el mediano plazo, de los cuales un número significativo podemos implementarlos de inmediato. También fueron revisados otros, como señalara el vicepresidente Ramírez, hasta llegar a 370, que podrán ser evaluados más adelante.

La jerarquización que hemos logrado de estos proyectos y su concentración en sectores estratégicos, tales como: energía, alimentación, salud, minería e industria ligera, nos permite dar la debida prioridad y concentrar los esfuerzos y recursos en aquellos que resulten estratégicos para el desarrollo de nuestras naciones y que garanticen la sostenibilidad y fortaleza de nuestros sistemas políticos y socio-económicos.

Es nuestro deber trabajar de conjunto y realizar el máximo esfuerzo para implementar estos acuerdos en los plazos que han sido convenidos, con el rigor y calidad necesarios, optimizando los recursos, logrando resultados tangibles, contrarrestando a tiempo los factores que puedan poner en peligro el cumplimiento de estas metas.

Este es el esfuerzo que demandan de nosotros nuestros pueblos, es nuestra contribución al fortalecimiento de los lazos de hermandad que hemos forjado, que tienen sus raíces en una historia común, en el espíritu, pensamiento y obra de Bolívar y Martí y bajo la permanente inspiración de Fidel y Chávez.

Nos encaminamos a la Unión Económica entre Cuba y Venezuela. Constituye este un nuevo tipo de relación, que permitirá un mayor ordenamiento de los proyectos conjuntos y es, al mismo tiempo, un importante paso hacia el objetivo de lograr una verdadera complementariedad económica, basada en el aprovechamiento óptimo de la infraestructura, el conocimiento y los recursos existentes en ambos países y, sobre todo, en la voluntad política de nuestros gobiernos.

Nuevamente, hemos ratificado nuestra voluntad de fortalecer cada vez más la colaboración con otros pueblos, sobre la base del absoluto respeto al camino escogido por cada país y conscientes de que sólo unidos venceremos. Así lo demuestran los avances que hemos logrado juntos cubanos y venezolanos, quienes tenemos el deber de compartir lo alcanzado con nuestros hermanos del ALBA y con otras naciones.

Queridos compañeros:

Es particularmente significativo y esperanzador, que nuestros vínculos económicos se consoliden y crezcan, incluso en medio de la crisis económica global.

Vivimos en una coyuntura internacional difícil, en la que, a la inestabilidad política, económica y el deterioro del medio ambiente, se suma el peligro de nuevas aventuras bélicas en diferentes lugares del mundo, que de una forma u otra nos afectan a todos.

En nuestra región, el despliegue de bases militares de los Estados Unidos en Colombia pone en riesgo la estabilidad regional y la soberanía de Estados vecinos. Respaldamos el derecho de Venezuela a defenderse de amenazas y provocaciones.

Luchamos por la paz y la armonía entre nuestros pueblos hermanos, y nuestras gestiones siempre tendrán ese objetivo; pero en caso de cualquier problema, que nadie tenga la menor duda del lado de quién estará Cuba.

A 200 años del inicio de nuestras guerras de independencia y desde mucho antes, la experiencia histórica nos enseña que «Nuestra América» solo tiene una alternativa: unirse, luchar y vencer.

¡Gloria a Bolívar y a Martí!

¡Viva la amistad entre los pueblos de Cuba y Venezuela!

Fuente: juventud rebelde

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