¿Dónde comienza y dónde termina el círculo que forman la fe y las obras? En su búsqueda de Dios Unamuno decía: “Obra como si creyeres y acabarás creyendo para obrar” (D. I.: 164). Él pasó su vida haciendo circunloquios en torno a este gran dilema, sin que sepamos si finalmente consiguió alcanzar una postura íntimamente satisfactoria. ¿Qué es primero la fe o las obras? ¿Y cuál es el camino que conduce a Dios?
Desde el punto en el que la propia Biblia nos dice que la fe es un don de Dios, es decir, un regalo fuera del alcance del esfuerzo humano, todo lo que la rodea se convierte en un misterio. No depende del esfuerzo personal, no depende de las obras, no depende de la herencia religiosa, no depende de la piedad, no depende de la cultura o de la raza, ¡es un regalo de Dios! ¿Y de qué medios se sirve Dios para otorgarla? ¿Qué criterios utiliza? ¡Es un misterio! ¿Por qué unos la poseen con tanta firmeza y otros en condiciones de vida análogas no son capaces de experimentarla? ¡Es un misterio! ¿Por qué unos la piden, la buscan, la suplican y se mueven toda su vida en ese terreno indefinido de la no-fe, del agnosticismo, de la duda, mientras que otros se zambullen en una mística infinita sin aportar aparentemente mayores méritos? ¡Es un misterio!
Fuente:LUPA PROTESTANTE
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