La presidenta Cristina Fernández de Kirchner advirtió hoy que el discurso de la Iglesia en contra del casamiento entre personas del mismo sexo "parece de la época de las Cruzadas" y sentenció que el despacho de comisión del Senado sobre unión civil "viola la Constitución".
La mandataria también dijo sentirse "sorprendida" y "preocupada" por "expresiones que hablan de un proyecto del demonio", por el que trata el Congreso, y dijo que tales apreciaciones "remiten a los tiempos de la Inquisición".
Fernández de Kirchner instó por tanto a "discutir, disentir, pero en un marco de racionalidad, sin estigmatizar al otro porque piensa diferente y fundamentalmente sin violar la Constitución, porque en definitiva el despacho que sacó el Senado respecto de la unión civil viola la Constitución".
Al respecto, indicó que el proyecto "vino una media sanción de diputados y lo que tiene que hacer senadores es, como cámara revisora, si no está de acuerdo, transformar eso que vino en lo que quiera porque puede hacer la reforma que quiera, y volver a la cámara de origen esta norma que están tratando".
La mandataria realizó estas declaraciones en una conferencia de prensa que brindó a periodistas argentinos en China, en donde inició en esta jornada su actividad oficial. "El debate debe volver a su cauce normal, sin Cruzadas, acá no hay demonios", criticó la jefa de Estado.
También cuestionó que desde el culto católico se invoquen "razones de derecho natural" en contra del matrimonio gay, al expresar que "el matrimonio no es una construcción de la Iglesia Católica, sino del Derecho Romano". Y cerró: "Sería una distorsión terrible de la democracia que se negara ese derecho hacia las minorías".
Fuente: LA RAZON
APARECEN MÁS DIVISIONES POR EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL
Se agudizan las internas entre los credos y los senadores. Entre los católicos hay más de una voz. Y una rama evangélica no irá a la marcha del martes.Cadenas de mails y cadenas de oración. Teléfonos que no paran de sonar. Mensajes en los celulares. Marchas, actos y homilías. Presión y más presión. Ni Dios ni el Diablo estarán ausentes este miércoles cuando el Senado decida si Argentina se convierte en el primer país de América Latina en garantizar el derecho de las personas del mismo a sexo a contraer matrimonio.
Quizás porque en esta pelea –quién duda que a esta altura el debate no está planteado en esos términos– se discute mucho más que el casamiento de una minoría, Iglesia y Gobierno han quedado como las dos caras de la moneda.
Pero esta vez, la línea no divide tan fácilmente a unos de otros. Ya no se trata de oficialismo contra oposición. Como sucedió con la ley de divorcio, en 1987, la Iglesia instaló la discusión en términos casi apocalípticos aunque se trate de un proyecto que sólo modifica el matrimonio civil y nada dice del religioso.
El jueves, el cardenal Jorge Bergoglio sostuvo que el proyecto es una “pretensión destructiva al plan de Dios”. Lo hizo al llamar a la movilización con la que la Iglesia expresará su rechazo al matrimonio gay el martes frente al Congreso. Esperan que decenas de miles de fieles se sumen para demostrar así que su poder de convocatoria se mantiene intacto. Para eso, se llamó a otros credos.
Aunque entre ellos también surgieron diferencias . Las federaciones que nuclean al 90 por ciento de los evangélicos estarán en el Congreso, pero la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas anticipó que no marchará. Si bien la mayor parte de la comunidad judía, encolumnada detrás de el rabino Samuel Levin, expresó su rechazo al proyecto, también existen sectores más progresistas –como el del rabino Daniel Goldman– que se manifestaron a favor del matrimonio gay. Nucleados en el Centro Islámico, los musulmanes son quienes tienen una postura más monolítica contraria al proyecto.
Dentro de la Iglesia Católica tampoco hay una sola voz . De hecho, las palabras de Bergoglio resultaron mesuradas frente a los dos obispos -La Plata y La Rioja- que el viernes hablaron sin vueltas de una “guerra contra Dios”. El cardenal intentó hasta último momento apoyar la “unión civil” pero en una votación de 60 contra 40 vencieron los obispos más conservadores a tono con las posturas del Papa Benedicto XVI. Y en ínfima minoría quedaron los dos grupos de sacerdotes que dieron su apoyo al matrimonio gay.
En la sesión del miércoles, el Senado debatirá el proyecto que en mayo aprobó Diputados. Una simple modificación volverá todo atrás y el matrimonio gay regresará a la Cámara Baja.
Pero las divisiones entre los senadores también son profundas. No sólo los separan convicciones religiosas. Se avecina un año electoral y los legisladores necesitan más el voto de sus provincias que lo que pueda aportarles la alineación automática dentro de sus bloques .
Por eso, esta semana la presidenta Cristina Fernández salió por primera vez a defender en persona el matrimonio gay. Es que el oficialismo encontró en este debate la posibilidad de revalidar títulos en el indefinido terreno progresista. Tal como está, esta pelea le da al oficialismo –y a Néstor Kirchner en particular– la posibilidad de moverse donde mejor lo hace: en el todo o nada.
Desde 2001 hasta ahora, nueve países han incluido en su legislación el matrimonio gay. Desde diciembre hasta ahora, nueve parejas del mismo sexo han conseguido que la justicia los autorice a casarse. Los primeros fueron Alex Freyre y José María Di Bello. Lo hicieron en Ushuaia el 28 de diciembre pasado y fueron los primeros de toda América Latina. Cuando Alex le presentó su novio a su familia, su papá le dijo: “Vos sabés que soy chapado a la antigua así que les pido que se casen”. Ayer Clarín le preguntó a Alex qué significaba el matrimonio para él: “Tranquilidad e igualdad. Si algo me pasa, José va a tener protección jurídica para cuidarme. Además ahora puedo tener la misma libreta roja que mis papás”.
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