jueves, 29 de octubre de 2015

¿Hacia una sociedad post-religiosa?


Gonzalo Haya

La Ecumenical Association of Third World Theologians(EATWOT) realizó en 2011 una Consulta Latinoamericana sobre Religión. La consulta se planteó ante una generalizada percepción “subliminar” de la religión como construcción humana que tanto podía ayudar como dificultar la relación con lo trascendente. Su propósito fue iniciar una reflexión teológica sobre la religión. La revista VOICES recogió en 2012 la contribución de varios teólogos latinoamericanos bajo el título Hacia un paradigma pos-religional.

Realmente ¿se está universalizando una cultura que prescinde de la religión? Sí y no. La respuesta de los teólogos consultados induce a reflexionar y a matizar ese título.

En la imposibilidad de resumir un documento de quince teólogos con más de 300 páginas, y como un pequeño servicio para quienes no tengan oportunidad o tiempo de leerlo, recogeré aquí muy escuetamente las ideas que me han parecido de mayor interés respecto al nuevo paradigma y a su relación con la religión.
Hacia un paradigma

Mirando a la distancia de siglos, se pueden apreciar cambios muy significativos en los hábitos culturales de la humanidad, que nos permiten considerarlas como épocas con características, o paradigmas, diferentes.

Hay consenso en dos o tres grandes paradigmas civilizatorios; otros describen cinco. En los comienzos se puede apreciar un paradigma naturalista: los grupos nómadas veneraban a la naturaleza con temor y respeto (algo que de algún modo continúa en “las teologías indias y afros” Alejandro Ortiz). Al desarrollarse una agricultura sedentaria surgieron las religiones con sus dioses locales -posteriormente evolucionaron hacia el monoteísmo- que organizaron la sociedad mediante sus leyes divinas (creencias, preceptos y ritos). Este paradigma religioso se ha ido resquebrajando desde el Renacimiento y ha dado origen al paradigma humanista “moderno”, centrado en la razón, la filosofía y la ciencia, en el que el hombre y la sociedad civil han ido asumiendo su responsabilidad y se han emancipado de la tutela religiosa.

En la actualidad ya es un tópico decir que estamos viviendo “no una época de cambios sino un cambio de época”; más difícil es precisar en qué consiste este paradigma naciente, cuál es la raíz que ha desencadenado ese cambio porque, mirando de cerca, los árboles no dejan ver el bosque. No obstante podemos señalar las característica que parecen más decisivas.

Quizás la característica más influyente sea el crecimiento exponencial de los conocimientos y su radicalidad que cuestiona –física y filosóficamente- la estabilidad de las leyes físicas mediante la constatación de la interrelacionalidad, la superación del dualismo sujeto-objeto, y la indeterminación cuántica, que desestabiliza el “cosmos” con el “kaos” subatómico. “El sujeto no es un ser definido de una vez por todas sino en constante devenir; es el resultado de sus relaciones. Es una afirmación de fundamental importancia, que lleva a la reformulación de conceptos clave, como el de verdad, el de identidad… la relación con los otros… con la naturaleza y el cosmos” (Luigi Schiavo).

Los avances de la investigación en arqueología, historia, psicología, sociología… han cuestionado igualmente la metafísica inmutabilidad de los conceptos y leyes sociales, y le han contrapuesto una diversidad de soluciones válidas para los problemas humanos. La experiencia personal y colectiva se ha rebelado contra la norma institucional.

Algunos sociólogos apuntan que la importancia que va adquiriendo la inteligencia artificial está llevando a la “tecnoesfera”, a que el hombre ceda su autonomía ante la máquina, hasta el punto de que un cohete inteligente decidirá por sí mismo a quién puede matar. Al menos ya se puede decir que la sociedad civil está cediendo su autonomía ante el dios mercado. La religión y la ética están suplantadas por la técnica “se debe hacer todo lo que se puede hacer”; se está relegando el sentido de la vida; el único valor reconocido es la eficiencia (R M Grácio das Neves).

Otra gran característica de nuestra época es la globalización. La multiplicación de las comunicaciones, físicas y virtuales, por una parte nos aporta nuevos conocimientos e interpretaciones que cuestionan la precariedad del pensamiento propio y nos abren al pluralismo; por otra parte somos incapaces de asimilar tal exceso de información y fácilmente caemos en el escepticismo o nos dejamos arrollar por un pensamiento único.
Pos-religional



¿De qué modo afecta este nuevo paradigma a las religiones? y ¿a quiénes afecta?

Ya hemos visto que el paradigma naturalista, o cósmico, pervive todavía en las teología indias y afros; que el paradigma religioso ha convivido varios siglos con el humanista; y que actualmente las religiones orientales compiten con el nuevo paradigma tecnocientífico. Cabe pues preguntarse a quiénes afecta este nuevo paradigma.

Aunque no soy un experto, creo que afecta principalmente a los intelectuales en la cultura occidental, y que muchas de sus características se están difundiendo en un ambiente de estudios medios y superiores. En cuanto al pueblo más sencillo, de cultura básica, creo que se rige por su inteligencia emocional (ética o religiosa) más que por las complicadas explicaciones o normas científicas o religiosas; le basta con ser “buena gente”. “Se puede generalizar diciendo que en medio mundo la religión está en efervescencia y en el otro medio está en crisis… y los dos medios mundos están… mezclados” (EATWOT).

En cuanto al modo en que afecta a la religión, considero de mayor interés los artículos finales porque concretan las consecuencias prácticas de ese nuevo paradigma para la religión cristiana, y en particular para la católica. Lo referente al teísmo y a la no dualidad (Juan Diego Ortiz y obispo Spong) necesitaría un comentario aparte sobre los conceptos de trascendencia e inmanencia.

La comisión teológica (EATWOT ) concluye que el paradigma pos-religional “continuará siendo religioso… en cuanto relacionado con la dimensión espiritual del ser humano y de la sociedad, aunque cambien las culturas y las épocas”, lo que supera es el modo actual de concebir las religiones agrarias. En este sentido enumera una serie de rasgos que pueden resumirse en que las religiones son construcciones humanas, no estamos sometidos a ellas, no son por naturaleza eternas, y no tienen el monopolio de la espiritualidad.
Luigi Schiavo considera que habrá que revisar conceptos clave como revelación, encarnación, y en general la cristología que ha suplantado al mensaje subversivo del Reino (aquello del dedo que señala a la luna). El fondo del problema está en que “a partir del nuevo paradigma relacional se entiende que no hay una verdad ya confeccionada y lista sino que existe un proceso colectivo y plural de búsqueda de la verdad”; en consecuencia debe darse prioridad a lo relacional sobre lo institucional, “preocupándose más por la fidelidad a los valores que por la historia de las definiciones y formulaciones doctrinarias”. En concreto hay que revisar los conceptos de jerarquía y magisterio (“la dictadura de la fidelidad doctrinal y del dogmatismo”), el patriarcalismo, y la misión (la inculturación del evangelio). Propone en cambio volver al evangelio y renovar su capacidad profética mediante la opción por los pobres.
Marià Corbí propone las líneas de un nuevo paradigma axiológico no sometido a ningún sistema de creencias, ni religioso ni laico, porque la religión es creación humana, no revelación divina. Este paradigma debe ser adecuado a una sociedad globalizada, y no puede ser exclusivo ni excluyente; debe recoger lo mejor de la sabiduría humana. Un paradigma axiológico adecuado a la sociedad en continua evolución de conocimientos, que interprete la realidad y regule los hábitos culturales como modos de sobrevivencia para la comunicación y el servicio mutuo; ofrecido sin imposiciones sino como “la mejor de las posibilidades humanas”.
Conclusiones

En conclusión diría que la cultura intelectual de occidente, está desarrollando un nuevo paradigma hermenéutico de la realidad con consecuencias axiológicas sobre nuestra ética social, y que este paradigma cuestiona las religiones tradicionales (en cuanto a sus creencias, preceptos, ritos y jerarquías).

Me pregunto si, desde el punto de vista cristiano, un paradigma cultural puede cuestionar la religión y la ética. El paradigma cultural se basa en la razón (con sus aciertos y sus deficiencias), y desde el punto de vista cristiano, la razón es obra de Dios desde la creación; por tanto es anterior a la religión en tiempo y en rango. Jesús cuestionó (Mc 11,14 y Jn 4,23 insinúan que derogó) su religión judía, cuya institución se atribuía directamente a Dios, pero revalorizó su espiritualidad; y esta espiritualidad coincide con el fondo de todas las religiones y de una ética humanitaria.

En cambio cualquier paradigma cultural tiene que respetar una ética y una espiritualidad, porque son tan inherentes al hombre como la razón. Cada una de estas tres capacidades humanas presenta aciertos y desviaciones, por eso deben interrelacionarse para aproximarse al misterio de una realidad que nos supera. La razón, la ética y la espiritualidad juntas tienen que juzgar tanto a las religiones como a cualquier paradigma cultural. No podemos aceptar que un paradigma cultural nos conduzca a un pensamiento único, a un dios mercado o a un consumismo.

Creo en definitiva que ese nuevo paradigma hermenéutico y axiológico debe inducir a las religiones (especialmente al judaísmo, cristianismo e islamismo) a flexibilizar su estructura y a potenciar la espiritualidad común. Jesús no impuso doctrinas, preceptos ni ritos; propuso un movimiento de fraternidad universal, que denominó como el Reinado de Dios.

Fuente: Atrio

martes, 27 de octubre de 2015

El Antievangelio de la Verdad.




“Conoceréis la verdad y ésta os hará libres” dice el evangelio, pero quienes han sido educados en iglesias donde se conoce “la Verdad”, saben perfectamente que la verdad absoluta es un peligro que acaba con la libertad individual. Y esto es así porque donde hay “Verdad”, hay siempre un grupo de personas expertas que dicen al resto lo que tienen que hacer y como deben comportarse. “La Verdad” es un instrumento de control que utilizan quienes no tienen capacidades, quienes no son capaces de discernir, de valorar, de acercarse a la realidad; quienes han renunciado a la vida por que les da miedo, porque son conscientes de sus limitaciones y de su cobardía.

Es absolutamente estúpido hablar hoy de “Verdad”, creer que se posee por revelación divina y predicarla a quienes no la tienen. Hay que estar muy ciego, o ser muy ignorante para hablar con otra persona con la intención de traerla a “la Verdad”. Los cristianos no tenemos “la Verdad” y nunca la hemos tenido, por la sencilla razón de que no existe. Sólo ha sido un engaño del poder para controlar y perpetuarse. Quien defienda hoy “la Verdad” cristiana no está hablando de cristianismo, sino de poder, de las estructuras de control religioso con las que se está de acuerdo. El cristianismo no nació como una filosofía sobre el conocimiento de “la Verdad”, sino en el seguimiento de Jesús de Nazaret.

Justificar el conocimiento de “la Verdad” apoyándose en la Biblia, sólo lo pueden hacer quienes prefieren olvidar que no hace mucho tiempo se condenaba a personas que, como Galileo, ayudaron a ver que la Biblia no es un libro donde encontrar “la Verdad” sobre el funcionamiento del universo. Y si hoy sabemos que Galileo tenía razón y que la Biblia no es un libro de “Verdades” astronómicas, es difícil sostener que sí lo es de “Verdades” morales, antropológicas o sexuales. Cuando los cristianos nos acercamos al texto bíblico para buscar una guía, una verdad que nos ayude, lo hacemos siempre desde una posición definida y limitada. No hay acceso posible a una supuesta “Verdad” escondida en el texto bíblico que sirva para siempre y sea inamovible. Tampoco una que esté libre de todo aquello que nos condiciona.

Cristianos y no cristianos en el siglo XXI vivimos con verdades limitadas y condicionadas, y no tenemos acceso a nada más. Cada día nuestras verdades son puestas a prueba y no siempre sobreviven… Todos hemos dejado atrás verdades que pensábamos eran absolutas, y seguimos hacia delante con otras nuevas que nos permiten explicar mejor nuestra existencia. Podemos, y debemos, defender las verdades que pensamos que pueden mejorar nuestra vida y la de los demás, frente a otras verdades que consideramos que la limitan. Pero no deberíamos hacerlo otorgándonos la posesión de “la Verdad”, nuestro mundo se mueve, nuestras vidas son mejores, somos más libres, cuando tenemos la posibilidad de alcanzar una verdad que no es para siempre.

Es cierto que existen sistemas cerrados donde hay “Verdad”, donde hay buenos y malos, santos y pecadores. Sistemas donde todo tiene un lugar, un orden, un momento, unas obligaciones… Una “Verdad” con mayúsculas restringida únicamente a ese sistema cerrado con siete llaves. Muchas iglesias se han convertido en eso, en sistemas cerrados y opresivos donde existe una “Verdad” que hay que mantener frente a los ataques del exterior. Evidentemente, todo el mundo tiene derecho a construir su palacio de cristal, o más bien su iglesia de hormigón, pero nada de todo esto tiene que ver con el evangelio, con la propuesta de Jesús.

El evangelio siempre ha sido más valiente, y sobre todo más abierto y más humano. La verdad se descubre andando, siguiendo al maestro libremente. Porque la verdad no es una forma de ver el mundo, unas leyes, una filosofía, una teología o una lectura determinada de la Biblia; la verdad cristiana es el mensaje de Jesús de Nazaret que puede expresarse, concretarse, vivirse de infinitas formas posibles. Un mensaje que se resume en amar al prójimo como a uno mismo, pero que tiene infinitas maneras posibles de ponerse en práctica. Y quizás esta verdad no convenza a todo el mundo, y millones de personas piensen que es irrealizable, naif, estúpida… Y tendremos que explicarles por qué esa verdad todavía tiene sentido para construir un mundo mejor para todos, y deberemos reconocer también que es una verdad demasiado elevada para nosotros a veces, y que no siempre acertamos a ponerla en práctica. Y escucharemos sus objeciones y tendremos que tenerlas en cuenta para no acabar defendiendo una verdad que no es tal.

No hay libertad donde hay “Verdad”, ni tampoco cristianismo. Quienes dicen defenderla viven engañados y sometidos, y su antievangelio no busca la liberación de los seres humanos, sino que vivan oprimidos bajo una determinada comprensión del mundo. Por eso ser cristiano hoy es, como hizo Jesús, renunciar a “la Verdad” que defienden los poderosos, e ir en libertad hacia las verdades limitadas que nos muestran nuestros prójimos o que descubrimos en nosotros mismos. El cristianismo es la religión del amor, no de “la Verdad”. No es el opio del pueblo, ni una anestesia para quienes no quieren enfrentarse a la angustia de una existencia que no logran entender. El cristianismo es una religión contra natura que pone al último el primero, que pide amar incluso a nuestro enemigo y que vive con la esperanza y el deseo de poder construir un mundo donde todos los seres humanos sean hermanos y hermanas. Y para eso, o contra eso, no hay “Verdad” que valga… Sólo el amor puede hacerlo. Esa es la verdad cristiana, una verdad siempre en minúsculas que convive con muchas otras verdades también en minúsculas. Pero en esa convivencia la fe cristiana se perfecciona, se hace mejor y más humana.



Carlos Osma

Carlos Osma es licenciado en Ciencias Matemáticas y profesor de un instituto de secundaria en la provincia de Barcelona. Es miembro de la Església Protestant Barcelona-Centre (Església Evangèlica de Catalunya-IEE).


lunes, 26 de octubre de 2015

¿Qué es vital para Latinoamérica en el acuerdo global climático?


Negociadores de 195 países se reunieron en la ciudad alemana de Bonn, mes y medio antes de la sesión final de las negocaciones climáticas del 2015. Créditos: IISD

Casi 200 países están reunidos en Alemania sobre el borrador de un nuevo acuerdo climático. En menos de dos meses, el mundo deberá tener listo y firmado el acuerdo global climático más ambicioso de la historia que permita limitar el calentamiento del planeta. ¿Qué debe incluir este texto para América Latina?

Por Lucía Vásquez Vargas (desde Bonn, Alemania)

En menos de dos meses, el mundo deberá tener listo y firmado el acuerdo global climático más ambicioso de la historia que permita limitar el calentamiento del planeta.

La historia es simple: desde la Revolución Industrial, el ser humano ha quemado tantos combustibles fósiles que logró alterar el clima planetario peligrosamente y, si no se le pone un alto ya, las consecuencias serán devastadoras.

Es por esto que representantes de 195 países del mundo se encuentran esta semana en Bonn, Alemania, discutiendo el borrador de acuerdo climático que llevarán este diciembre a las negociaciones del Clima (COP21), a celebrarse en París. Aunque el clima no negocia, los políticos sí.

¿La meta principal? Evitar que la temperatura del planeta no aumente sobre el tope máximo de 2°C desde la era preindustrial; más allá, el calentamiento de la tierra y el cambio del clima serán incontrolable.

Latinoamérica es conocida por tener algunas de las zonas más vulnerables del mundo ante los impactos del cambio climático, especialmente Centroamérica y las islas caribeñas.

En este borrador de acuerdo, todos los países del mundo procuraron incluir sus demandas e intereses según sus necesidades. Pero, ¿qué es vital para Latinoamérica en el acuerdo global climático que se firmará el próximo diciembre en París?

Tres representantes de algunas de las organizaciones no gubernamentales más importantes del mundo hablaron desde Bonn sobre los puntos clave que debería tener el acuerdo en beneficio de la región: Enrique Maurtua, de la Fundación Biósfera y de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (E), Tania Guillén, coordinadora regional del Climate Action Network Latinoamérica (T) y Mariana Panuncio, directora de World Wide Found para Latinoamérica (M).
Descarbonizar el desarrollo

– ¿Qué significa esto? Básicamente dejar de quemar gasolina, petróleo y sus derivados para seguir creciendo.

M: Este texto tiene que dar una dirección clara hacia descarbonizarnos. Una meta común y esa meta es quedarnos por debajo de los 2 grados o inclusive por debajo de 1.5 grados. Tiene que tener una trayectoria de emisiones que refleje eso.

Latinoamérica va a duplicar su demanda de energía en los próximos 20 años. ¿Cómo va a satisfacer esa energía? ¿La va a satisfacer a base de combustibles fósiles o a base de energías renovables? ¿Cómo desvinculamos nuestro crecimiento de los combustibles fósiles y de la devastación de los ecosistemas naturales? De aquí tienen que salir respuestas claras en ese sentido.
Adaptación

– ¿Cómo ponemos el pecho a las balas que nos dispara el cambio climático?

M: Tiene que ser un texto que no solo diga que la adaptación es importante, sino que eso permee en toda la arquitectura del acuerdo. Tenemos que dar un salto cualitativo y cuantitativo”.

E: El 50 por ciento del financiamiento tiene que ir hacia adaptación. Todo lo que se hace aquí por más bueno o malo en términos diplomáticos, económicos y políticos a la atmósfera no le interesa, la atmósfera se sigue calentando y el clima sigue cambiando. La atmósfera no entiende de política y sigue recibiendo gases de efecto invernadero.
Medios de implementación

– En este apartado se incluye el tema de financiamiento, tecnología, entre otros. En palabras simples: ¿cómo ponemos en práctica todas las acciones que están en el papel?

M: Tiene que haber inversiones en cada una de las economías de los países pero sabemos que los países en vías de desarrollo no tienen todos los recursos que necesitan para realmente descarbonizarse y para prepararse ante los impactos.

E: Tiene que estar definido cual va a ser el camino para un financiamiento climático justo, que los países lo acomodaron hoy por hoy en 100 mil millones de dólares para el 2020 y de ahí tiene que escalar porque después de 2020 las necesidades van a ser mayores.

Si no hay financiamiento climático suficiente Latinoamérica no va a acceder, porque hay un acuerdo tácito donde los países menos desarrollados (LDC) deberían tener más prioridad y el único país LDC en Latinoamérica es Haití. Tiene que haber suficiente dinero disponible o que haya suficiente apoyo disponible, es una cuestión de plata. Si hay plata suficiente no nos tenemos que pelear por la plata.

Activistas jóvenes reclamaron en Bonn que los países bajen las emisiones de manera ambiciosa, llegando a cero emisiones para el 2050.

Diferenciación

– Este es un elemento central del proceso climático: no todos los países son igualmente responsables del calentamiento global ni son igualmente capaces de reaccionar.

T: La diferenciación es importante. En Latinoamérica somos una región bien heterogénea y eso también está representado por todos los grupos de negociación que de Latinoamérica. No todos somos tan pobres, no todos tenemos las mismas condiciones económicas, esto da base a que tengás diferentes intereses y diferentes prioridades.

E: A mi me gusta decir que Latinoamérica es como la clase media del mundo, no son los más pobres, pero tampoco son los más ricos. Pero son los que pagan los platos rotos.

Lo que necesita es que sea equitativo, que tenga una buena diferenciación, sobretodo el tema de responsabilidades comunes pero diferenciadas y la equidad. De esa manera, cada país de Latinoamérica va a poder calzar en el espacio que le corresponde. El peor escenario es en el que cada país se auto diferencie. Donde no hay una especie de consenso en una cuestión más comprensible en la diferenciación de los países.
Daños y pérdidas

– ¿Qué hacemos con el impacto climático en un mundo que seguirá calentándose? ¿Quién pagará por los daños materiales y la pérdida de vida y recursos?

M: Hay ciertos daños a los que ya no vamos a poder adaptarnos. Hay que reconocer que hay una responsabilidad clave de afrontar los daños y las pérdidas.

T: La región Centroamericana está permanentemente expuesta a desastres y por las condiciones económicas son catástrofes. Hemos tenido eventos que nos han hecho perder millones de millones en nuestros PIB. El que remarcamos siempre y porque fue el punto de inicio para la región es el huracán Mitch que representó una buena pérdida del PIB de la región.

M: No décadas y décadas y décadas para decidir que vamos a empezar a hacer algo. Hay que acelerar este proceso. Es por el bien de todos y de cada uno de los habitantes.

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Fuente: Servindi

domingo, 25 de octubre de 2015

Cuidar y respetar el valor intrínseco de cada ser.


Leonardo Boff

La espléndida encíclica del Papa Francisco “sobre el cuidado de la Casa Común” insiste continuamente que cada ser, por menor que sea, posee valor intrínseco y tiene algo que decirnos, además de estar siempre interconectado con todos los demás seres. Por eso merece respeto y cuidado de nuestra parte.

Estos pensamientos nos remiten al pensador que mejo r pensó en Occidente un ilimitado respeto por todo lo que existe y vive: el médico suizo Albert Schweitzer(1875-1965). Era oriundo de Alsacia. Desde pequeño presentó traços de genialidad. Se hizo un famoso exegeta bíblico con un vasta obra especialmente sobre cuestiones ligadas a la posibilidad o no de hacer una biografía científica de Jesús. Era también un eximio organista y concertista de las obras de Bach y compositor. Fue grande mi emoción cuando visité su casa y el órgano que tocaba en Kaysersberg.

Y como consecuencia de sus estudios sobre el mensaje de Jesús, especialmente del Sermón de la Montaña, centrado en el pobre y oprimido, resolvió abandonar todo y estudiar medicina. En 1913 se fue a África como médico en Lambarene, en el actual Gabón, exactamente a aquellas regiones que fueron dominadas y explotadas furiosamente por los colonizadores europeos. Dice explícitamente en una de sus cartas, que «lo que necesitamos no es enviar allí misioneros para convertir a los africanos, sino personas dispuestas a hacer para los pobres aquello que hay que hacer, si es que el Sermón de la Montaña y las palabras de Jesús tienen aún valor. Si el Cristianismo no hace eso, perdió su sentido».

Y continúa: «después de haber pensado mucho, me quedó claro esto: mi vida no es ni la ciencia ni el arte, sino hacerme un simple ser humano que, en el espíritu de Jesús, hace alguna cosa, por pequeña» (A. Schweitzer, Wie wir überleben können, 1994 p. 25-26).

En su hospital en el interior de la selva tropical, entre la atención a los pacientes tenía tiempo para reflexionar sobre los destinos de la cultura y de la humanidad. Consideraba la falta de una ética humanitaria como la mayr crisis de la cultura moderna. Dedicó años al estudio de las cuestiones éticas que adquirieron cuerpo en varios libros, el principal de ellos El respeto ante la vida (Ehrfurcht vor dem LebenI edición de 1996).

Todo en su ética gira alrededor del respeto, de la veneración, de la compasión, de la responsabilidad y del cuidado con todos los seres, especialmente, con aquellos que más sufren.

Punto de partida para Schweitzer es el dado primario de nuestra existencia, la voluntad de vivir que se expresa: «Yo soy vida que quiere vivir en medio de vidas que quieren vivir» (Wie wir überleben können: 73). A la vountad de poder (Wille zur Macht) de Nietzsche, Schweitzer contrapone la voluntad de vivir (Wille zum Leben). Y continúa: «La idea-clave del bien consiste en conservar la vida, desarrollarla y elevarla a su máximo valor; el mal consiste en destruir la vida, perjudicarla e impedirla desarrollarse. Este es el principio necesario, universal y absoluto de la ética» (op. cit. p. 52 y 73).

Para Schweitzer, las éticas vigentes son incompletas porque tratan solamente de los comportamientos de los seres humanos ante otros seres humanos y se olvidan de incluir todas las formas de vida que se nos presentan. El Papa en su encíclica hace una rigurosa crítica a este antropocentrismo (nn. 115-121). El respeto que debemos a la vida “engloba todo lo que significa amor, donación, compasión, solidaridad y compartir» (op. cit. 53).

En una palabra: «la ética es la responsabilidad ilimitada por todo lo que existe y vive» (Wie wir überleben, p. 52 e Was sollen wir tun p. 29).

Como nuestra vida es vida con otras vidas, la ética del respeto a la vida deberá ser siempre un con-vivir y un con-sufrir (miterleben und miterleiden) con los otros. En un formulación sucinta afirma: «Tú debes vivir conviviendo y conservando la vida, este es el mayor de los mandamientos en su forma más elemental» (Was sollen wir tun?.op. cit. p. 26).

De ahí derivan comportamientos de gran compasión y cuidado. Interpelando a cada oyente en una homilía decía: «Mantén los ojos abiertos para no perder la ocasión de ser un salvador. No pases de largo, inconsciente del pequeño insecto que se debate en el agua y corre peligro de ahogarse. Busca un palito y sácalo del agua, sécale las alitas y experimenta la maravilla de haber salvado una vida y la felicidad de haber obrado a cargo y en nombre del Todopoderoso. La lombriz perdida en la calle dura y seca y que no puede hacer su agujero, quítala de allí y ponla en medio de la hierba. ‘Lo que hayáis hecho a uno de estos más pequeños, a mi me lo hicisteis’. Estas palabras de Jesús no valen solamente para nosotros los humanos sino también para las más pequeñas criaturas». Was sollen wir tun, op.cit. p. 55).

La ética del respeto y del cuidado de Albert Schweitzer une inteligencia emocional, cordial e inteligencia racional, en un esfuerzo de hacer la ética un camino de salvaguarda de todas las cosas y de rescate del valor que ellas poseen en sí mismas. El mayor enemigo de esta ética es el embotamiento de la sensibilidad, la inconsciencia y la ignorancia que pierden de vista el don de la existencia de vista y la excelencia de la vida en todas sus formas.

El ser humano está llamado a ser el guardián de cada ser vivo. Al realizar esta misión alcanza el mayor grado de su humanidad. Y se sentirá perteneciendo a un Todo mayor, superando la falta de enraizamiento y la soledad de los hijos de la modernidad.

Leonardo Boff es columnista del JB online.

Traducción de MJ Gavito Milano

Fuente: Atrio
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sábado, 24 de octubre de 2015

La prioridad del pastor debe ser conocer la Biblia.


El teólogo y pastor Samuel Pérez Millos explica en una charla interactiva la importancia de que los pastores dediquen tiempo al estudio.

La plataforma digital para el estudio de la Biblia, Logos, celebra en octubre el mes del pastor, presentando diversos recursos que puedan resultar de ayuda para la labor de servicio que realizan los ministros en sus iglesias locales. La pasada semana, Logos organizó una charla con el pastor, teólogo y autor Samuel Pérez Millos, afincado en Vigo (España), el cual respondió a varias preguntas relacionadas con la importancia del estudio bíblico para ejercer una sana labor de pastorado. 
Bajo el tema “El pastor como exégeta”, Pérez Millos explicó cuáles son las principales necesidades del pastor en cuanto a su preparación bíblica, y la importancia que tiene para la iglesia el dar prioridad a la exposición de la Biblia en las congregaciones. 

 LA EXÉGESIS, UNA LABOR FUNDAMENTAL PARA LA IGLESIA 

Samuel Pérez Millos, que es autor de varios comentarios bíblicos, explica que la exégesis es una palabra que procede del griego, la cual “literalmente significa explicación”. Al referirse a la práctica de estudio bíblico, se suele combinar con la hermenéutica, que se refiere a las reglas de interpretación a aplicar en un texto que leamos. 

“El pastor -explica Samuel Pérez Millos- es una persona que con un don específico del Espíritu Santo es instrumento para edificación del pueblo de Dios mediante la instrucción de su Palabra”, considerando que “la enseñanza del pueblo de Dios es su objetivo fundamental”. “Pablo habla de pastores como Timoteo, cuya misión le exige predicar la Palabra. El pastor debe que dar el alimento vital, la Palabra de Dios, y para ello debe hacer exégesis con el texto, esto es: entenderlo, y transmitirlo”, añade Samuel Pérez Millos. 

 LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA BÍBLICA 

Millos considera que la iglesia actual necesita “determinación en predicar y enseñar la Biblia. Spurgeon decía hace casi 200 años: llegará un día en que en lugar de un pastor alimentando ovejas habrá payasos entreteniendo cabras. El púlpito en muchos lugares está falto de la Palabra de Dios. Hay mucho comentario o discurso, pero el pueblo necesita oír la voz de Dios”, advierte. Pérez Millos, pastor en una iglesia en Vigo, reconoce que “la mayor necesidad de un pastor es leer la Biblia. Esto se lo indica Pablo a Timoteo, para que no abandone la meditación de la palabra de Dios. 

Así que la primera necesidad del pastorado es conocer profundamente la Biblia, por lo que el pastor debe dedicar tiempo preferente para la palabra de Dios”. Considera el teólogo que muchos pastores hoy “en Hispanoamérica tienen que hacer labores de mantenimiento del local, visitación constante, etc. Y me pregunto: ¿cuándo este hombre puede dedicar tiempo a estudiar la Biblia?”. 

Además, Pérez Millos explica que la labor de estudiar la Biblia “nunca acaba”. “Nadie que termina un estudio en la facultad de teología sale con conocimiento absoluto. Sale con herramientas, pero tiene que dedicar tiempo al estudio de la Palabra de Dios y programar una predicación sistemática de la Biblia en su iglesia”. Por ello “la mayor necesidad es atender a lo que es la Biblia, darle importancia y asumir la responsabilidad moral de predicar la Palabra. Para eso hay que estudiar y formarse”. 

 CONOCER IDIOMAS BÍBLICOS: ÚTIL, PERO NO INDISPENSABLE 

Una de las cuestiones planteadas es la conveniencia o necesidad de conocer los idiomas en los que se escribió la Biblia, fundamentalmente hebreo y griego koiné. Pérez Millos, autor de un Nuevo Testamento interlineal griego, explica que “los idiomas bíblicos no son fáciles. El griego bíblico exige años de dedicación. Cuando vas al griego, un verbo puede tener hasta diez significados distintos”. 

Considerando que es una herramienta más para el estudio, Pérez Millos opina que “los pastores primero deben conocer la Biblia en su idioma propio”, y desafía a estudiar los idiomas bíblicos considerando que hay muchos recursos para ello. “Quien no puede, puede encontrar materiales de consulta en el día de hoy muy completos”, entre ellos biblias interlineales, diccionarios bíblicos y de términos en griego o hebreo. 

 RECURSOS PARA EL ESTUDIO 

Para apoyar el estudio de la Biblia, el pastor considera que se necesitan varios recursos bibliográficos que ayuden en la labor de profundizar: diccionarios, teologías sistemáticas o estudios del contexto histórico y social ayudan a dar una explicación -una exégesis- adecuada al texto bíblico. Todo ello se puede conseguir trabajando en construir una colección personal de libros o accediendo a estos mismos materiales a través de plataformas de software preparadas para ello. En todo el proceso de estudio bíblico, Samuel Pérez Millos aconseja tener una actitud de humildad, “despojándose de vinculaciones denominacionales o escuelas teológicas para preguntar al Señor: ¿qué quiere decir esto aquí?”. 

Esto puede hacer que un estudioso de la Biblia pueda cambiar su interpretación de algún pasaje, gracias al estudio y a tener una mente abierta al texto. En su experiencia, Millos reconoce que ha cambiado su percepción sobre “muchos textos”. “Toda persona que está vinculada al estudio de la Biblia debe reconocer que no tenemos verdad absoluta, por tanto debemos investigar, y cuando descubres algo en el contexto total de la Escritura que no era como pensabas, debes cambiar -explica el teólogo- porque no estás para recibir el aplauso de las personas que piensan de esa manera, sino para recibir la bendición de la Palabra”. 

 APLICACIÓN VITAL 

Para Samuel Pérez Millos, toda exégesis bíblica debe tener una aplicación práctica. “La palabra de Dios, al ser atemporal, tiene una sola interpretación, pero múltiples aplicaciones. Debemos preguntar: ¿Qué quiere decirme Dios a mí? ¿Qué quiere decir Dios al pueblo? No puede haber vida cristiana, ni alabanza, ni adoración, si no es en respuesta a la voz de Dios”, argumenta. Pérez Millos recomienda aferrarse al estudio de la Palabra para no caer en errores. 

“En muchas iglesias se está cambiando la exégesis por un subjetivismo bíblico. Es necesario una aplicación continuada. Uno de mis profesores, el doctor Lacueva, me decía: si conocemos mucho de técnica teológica pero no hemos adquirido ninguna razón para vivir conforme a lo aprendido, hemos perdido el tiempo. El púlpito se convierte en una extravagancia o un lugar para tecnicismos, cuando debe ser el lugar que nos comprometa con Dios”. Finalmente defiende la importancia de la exposición bíblica en los cultos congregacionales. 

“Me preocupa es el enorme cambio que se le da al púlpito. La iglesia ha eliminado el púlpito y lo ha sustituido por escenarios. Cuando lo que la gente necesita es oír la voz de Dios, no un espectáculo. El núcleo central de toda congregación debe ser la Palabra, sino se genera un infantilismo espiritual de personas que son llevadas de un lado para otro”. 

viernes, 23 de octubre de 2015

Creer creyendo otro modo de creer: Bultmann.



El hecho de que seamos cuestionados, juzgados y bendecidos por Él, es a lo que nos referimos cuando hablamos de un acto de Dios. [1] (R. Bultmann)[2]

De lo que no se puede hablar, mejor es callarse. (L. Wittgenstein) [3]

K. Rudolf Bultmann, criticado otras veces admirado, admirado otras veces criticado. Nunca es un opinión sin la otra. Es que su teología es con él o contra él. ¿Por qué? Por un simple hecho, se atrevió a preguntar: ¿Qué sentido tiene hablar de Dios? Porque para él hablar de Dios, siempre es «hablar sobre Dios»; y hablar sobre Dios es imposible. Dios no puede ser objeto o dato externo ansiolítico que indemniza la curiosidad del sujeto. Acertadas es la síntesis que aquí proporciona, sobre la intención filosófica pastoral de Bultmann, J. Martín Velasco al señalar que «Tal situación es imposible porque Dios, por ser infinito, es la realidad que lo abarca todo. No se puede hablar de Dios porque no se le puede objetivar sin perjuicios».[4] En su artículo, aquí comentado, el tono personal atraviesa todo su escrito. Y es así como comienza concluyendo que hablar de Dios por el simple hecho de hablar sobre Él, no tiene sentido alguno. Y no se trata meramente, de demostrar si se puede o no hablar sobre Dios, literal «El que se mueve por razones para creer en la realidad de Dios, ese puede estar seguro de que no ha comprendido nada de la realidad de Dios; y el que pretende afirmar algo sobre la realidad de Dios, basándose en la demostración de Dios, discute sobre un fantasma». Anteriormente he hecho la mención,[5] —siguiendo en perspectivas de Paul Tillich—,[6] que las afirmaciones teológicas son, en gran parte, afirmaciones existenciales, ya que incluyen al pronunciarse, no se dicen sin mí, son exposiciones de mi ser, nunca puedo estar por fuera de mis afirmaciones.

Para señalar la dificultad de hablar sobre Dios de modo objetivo, Bultmann lo ejemplifica sencillamente con la dificultad que existe para hablar sobre el amor, «hablar de Dios es tan difícil como hablar sobre el amor». Es imposible, ya que tal abstracción se comprueba únicamente si el amar fuese palabra-acto del que ama. Sin acto no hay existencia. Del mismo modo, si se habla sobre Dios, sin endiosar[dar un trato divino] como acción, tampoco existe Éste.

Por si no fuese suficiente ejemplificar la imposibilidad de hablar de Dios con la imposibilidad de hablar del amor, Bultmann, citando al padre de la Reforma, Martín Lutero, —en su comentario a Génesis—, señala que no se puede hablar de Dios por una razón teológica mayor: es pecado. En pocas palabras la intención podría sintetizarse en: hablar de Dios es dominarlo y dominarlo es preguntarse por su voluntad, y someterla a mi voluntad es pecar. Según Bultmann, en la misma línea que el reformador, el pecado de Adán no fue la trasgresión que respecta al fruto; por el contrario, fue haberse empedernido con Dios, es decir, preguntar «¿debía Dios haber dicho?» El hombre no puede, ni debe representar en su cabeza la omnipotencia divina. Incurrir en Dios es pecar contra Él. Genialmente, expresa Bultmann, que el hablar de Dios debe reservarse para Dios, literalmente, «Hablar de Dios desde Dios, es algo que evidentemente sólo puede concederlo el mismo Dios».

Simple, el que habla es un hombre y habla de Dios como hombre. Por esta razón Bultmann, en reiteradas ocasiones, señala que para hablar de Dios es preciso hablar de uno mismo.[7] Cuando hablamos de Dios «hablamos de nuestra propia existencia». Y me atrevo a decir aquí, bajo cierto bagaje bibliográfico psicológico, que hablamos de Dios desde nuestros excesos y privaciones.[8] Sinceramente, yo no quiero engañarme a mí mismo. Es el mí mismo contra el sí mismo el que me lleva a estas afirmaciones. Por eso, pregunto y busco un Dios para mí y desde mí¿inscripto en mí desde un vía metanoética? imposible saberlo. Ya anteriormente, y a la luz de la teodicea, renuncié a pensar las cosas como si fuera Dios, es decir, esa suerte de yo mayúsculo. Me conformo felizmente al igual que Bultmann en decir únicamente que Dios es la realidad que determina nuestra experiencia. Y que la experiencia, es a su vez, como plantea el poeta y dramaturgo O. Wilde «el nombre que le damos a todos nuestros errores».[9]

Tampoco, al igual que Bultmann puedo aceptar la idea de Dios, como locompletamente otro o completamente distinto de la «teología dialéctica», porque como afirma Bultmann del otro «no lo puedo ver como adversario». Más personalmente, aceptar que Dios sea algo fuera de mí, como pretende en su cristología Christian Duquoc. La única forma de comprender que Dios exista frente a mí es que mi existencia sea su mundo. Y es así como encuentro un significado a la expresión de F. Nietzsche «también Dios tiene su propio infierno; es su amor por los hombres». Es la única forma que encuentro para hablar de Dios con sentido para mí: un Dios padeciendo por el hombre, un hombre padeciendo por su Dios. Un Dios sosteniendo a su criatura y una criatura sosteniendo a su Dios. Y reconociendo paradójicamente con Kant, es imposible hablar del Hombre, es imposible hablar del Mundo, es imposible hablar de Dios. Todo esto se construye desde la propia existencia, porque todo lo que se encuentra al otro lado es inalcanzable. Es que no me atrevo a hablar de Dios diciendo que lo concibo desde la realidad, pues esta me excede y se expande por sobre mí. Bultmann escribe «No podríamos, pues, decir, por ejemplo: ya que Dios gobierna la realidad, es también mi señor; sino que sólo cuando se siente uno en su propia existencia interrogado por Dios, tiene sentido hablar de Dios como del señor de la realidad».

Únicamente, «hablamos de Dios cuando hablamos de nosotros mismos», y sólo podríamos hablar de nosotros mismos si hablamos de Dios. Pero existimos. Y cuando se “habla” y se “piensa” sobre algo se olvida de existir (J. Barylko).[10]Bultmann lo expresa de la siguiente manera «pues sólo en la acción somos nosotros mismos». Nuestro único deber es procurar actuar libremente según Bultmann, aunque más allá y en lo personal, únicamente encuentro libertad y actos libres, cuando vivo consciente de lo que apresa[11] mi existencia y procuro resignar mi existir, con la cuota justa de esta consciencia, no vaya a hacer que esta perturbe mi ser, en el intento de dominarlo.

Hacia el final de su artículo Bultmann cita a W. Hermann quien señala que «De Dios únicamente podemos afirmar lo que él hace en nosotros». Podríamos agregar aquí que el nosotros es según nosotros. Bultmann, por su parte, señala que este modo de obrar de Dios en nosotros, tiene que ser evidentemente donarnos la existencia pecadora, y el hecho de conferirnos dicha existencia nos convierte en justos. Donde se nos es propicia la libertad de obrar y hablar desde Dios. Y a nosotros, los que estábamos separado de Él y que únicamente podíamos hablar inútilmente de él, nos mira como perdonados. Aun así, Bultmann mantiene su postura y escribe literalmente «No sabemos nunca nada de Dios; no sabemos nunca nada de nuestra propia realidad; ambas cosas las tenemos únicamente por la fe en la gracia de Dios». Y la fe es eso, concebirse salvo, la afirmación de Dios en nosotros, la respuesta que se hace a su palabra dirigida a nosotros. Este creer, este tener fe, es para nosotros mismos, según nosotros mismos (la fe al igual que Dios no puede estar por fuera de mí). Ya que como expresa Bultmann «No hay apelación alguna a la fe de los otros, ya sea Pablo, ya sea Lutero». No puede ser la fe un sesgo, un punto de vista sobre el cual nos orientamos y sobre el cual descansamos, al estilo griego «Des moipoustokaikinaso tan gan»[Arquímedes de Siracusa 287-212 a. C.].[12] Tiene que ser una actitud constante de búsqueda sobre y desde nosotros mismos, como actos nuevos, como nuevas obediencias. La seguridad únicamente se encuentra en el acto. Es que nuestros actos y palabras únicamente tienen sentido por la gracia que perdona los pecados, y de ella no podemos disponer; sólo podemos creer en ella. Es así como J. Brantschen,[13] relee una frase —tal vez distante de nosotros—, de Agustín de Hipona, pero que cobra un gran sentido a la luz de la intención teológica de Bultmann. «Nuestro corazón está inquieto hasta descansar en Ti».

Si para Bultmann hablar sobre Dios es pecar contra Él, ha pecado irremediablemente y lo reconoce: «También estas palabras son únicamente palabras sobre Dios, y en cuanto tales, si Dios existe, pecado; y si Dios no existe, absurdo. Que tengan sentido y estén justificadas, no depende de ningún de nosotros».

____________________________

[1] El presente artículo es un ensayo en tono personal que corresponde al apartado escrito en 1925 por el teólogo alemán, Karl Rudolf Bultmann, ¿Qué sentido tiene hablar de Dios? Presente en su obra: Creer y Comprender I [Glauben und Vertehen]. Que recoge estudios dispares, que van del año 1924 a 1964, que como bien expresa J. Guerrero Carrasco: «El título que da el autor a la colección es una fórmula básica de su concepción: la fe es comprender la revelación y la existencia propia como si fueran una misma cosa».

[2] R. Bultmann. Nuevo Testamento y mitología. Págs.79-80.

[3] Así finaliza sus últimas palabras en su obra. Tractatuslogico-philosophicus. §7.

[4] J. Martín Velasco. El encuentro con Dios. Pág. 147.

[5] Artículo: Teodicea, el dolor de un justo: Job.

[6] Paul Tillich. Teología sistemática I. Págs. 344-347.

[7] Esta frase se encuentra prácticamente en todos sus escritos apologéticos a la desmitologización.

[8] No como algo despectivo, sino como algo neurocognitivo absoluto. Todo lo que podamos expresar, se debe a un proceso psico-bio-social. Y a todas las experiencias que conforman el complejo proceso de la formación de mi existencia.

[9] Citado por Darío Antiseri. El problema del lenguaje religioso. Pág. 59.

[10] Jaime Barylko. Del coito a la modernidad. En: Rev. de Filosofía Universitaria de Costa Rica. Págs. 69-72.

[11] Aquí no hay ninguna connotación patética o negativa en el sentido sartreano, la existencia es donación y para nada factor nauseabundo.

[12] Una de las frases más reconocida de Arquímedes reza: «Des moipoustokaikinaso tan gan» [Denme un punto de apoyo y moveré el mundo].

[13] Johannes Brantschen. Creer y comprender tras la muerte de Bultmann.Págs. 168-171.


Natanael Hildt
Raúl Natanael Hildt (1989) teólogo evangélico, interesado en disciplinas como la psicología, psicoanálisis y la filosofía clásica. Es Orientado Superior en Teología del SITB (Seminario Internacional Teológico Bautista), Estudiante Emérito de la Casa. Actualmente escribe su tesis para licenciarse en Teología, mientras que en paralelo, cursa la Licenciatura en Psicología en la Pontífice Universidad Católica de Argentina. Sus trabajos literarios han estado dedicados a esclarecer las problemáticas teológicas y filosóficas del Libro de Job y otras problemáticas veterotestamentarias. Actualmente es columnista de la Revista Teológica Sapientia et Fidem (México).

jueves, 22 de octubre de 2015

Reflexiones sobre los evangélicos y la participación política.



Este domingo Argentina celebra elecciones a la presidencia. Los evangélicos revisan su papel en relación a su impacto en la sociedad y se preguntan cómo actuar en política.

FUENTES Aciera 


Este 25 de octubre los ciudadanos argentinos están convocados a las urnas para votar en unas elecciones a la presidencia que pondrán fin al mandato de Cristina Fernández de Kirchner. La Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) ha convocado a las iglesias a realizar vigilias de oración. Además, ha organizado un evento en el que junto a varios pastores analizó el papel de los evangélicos en relación a la política, presentando diversos enfoques. 
Reproducimos a continuación el artículo de Rubén Proietti, presidente de Aciera. Hace pocos días, un grupo de pastores nos reunimos a conversar acerca de los nuevos desafíos que enfrenta la iglesia actualmente, y en particular el proceso creciente de inserción de creyentes en la actividad política. Invitados por el Lic. Gastón Bruno (Ex Vicepresidente de ACIERA), y miembros de su equipo, el propósito principal fue responder algunas preguntas que de un modo cada vez más inquietante se formulan pastores y líderes frente a esta realidad. Luego de un tiempo de altísimo valor de diálogo e intercambios, y de un modo informal, le pedí a algunos de los participantes que escribieran sintéticamente sus aportes, para poder compartirlos en forma más amplia por esta vía, con los que dan vida a Aciera, las miles de congregaciones asociadas, como así también a todos aquellos espacios que llega el online dentro y fuera del país. Y aquí les compartimos los pensamientos. La idea subyacente es continuar con estos encuentros informales, a fin de avanzar en ideas comunes y amplias. 

 1. Presencia o influencia: 

Dr. Norberto Saracco: Siempre en tiempos de elecciones se reaviva el tema de la participación política de los evangélicos. Esta preocupación puede responder a varias motivaciones: La intención de hacer algo para transformar la sociedad; la búsqueda de poder, o de posicionar a la iglesia evangélica en el contexto social o simplemente procurar un espacio para obtener beneficios. La bondad o no de cada motivación es un capítulo abierto cuyo final se conocerá al pasar del tiempo. 

Para el Dr. Norberto Saracco, la iglesia evangélica ha crecido en presencia en los últimos años. Esto se ve tanto por el número creciente de evangélicos, como su presencia más visible en diferentes espacios sociales. Sin embargo, no debemos confundir presencia con influencia. Si bien hoy la presencia es mayor no lo es así su influencia. Cuando hablo de influencia estoy pensando en qué cosas ha hecho la iglesia que ha obligado a cambiar leyes o crear leyes más justas; o qué aspectos de la sociedad han sido afectados significativamente por las iglesias. Con solo observar la situación social de países donde la iglesia evangélica es casi mayoritaria en la población, veremos que su influencia, si la hubo, no ha sido proporcional a su presencia. 

El Pr. Alejandro Rodriguez, a su vez, observa un tiempo de crecimiento de la influencia de la iglesia en medio de la sociedad por la presencia de cristianos comprometidos en áreas de transformación. También un tiempo de mayor confrontación espiritual entre la luz y las tinieblas; de mayor relativismo y universalismo espiritual dentro de la iglesia: “todo es válido, todo es lo mismo, todos los caminos llevan a Dios...”. Alejandro también observa un tiempo de mayor seducción del poder corruptor hacia la iglesia, que pretende establecer un vínculo transaccional, de intercambio espurio, basado en los intereses de mutua conveniencia. 

El Dr.Marcelo Diaz, por su parte afirma que estamos pagando el precio de muchas décadas de ausencia en política. Por años, la iglesia consideró la política como mala palabra. Y hoy nos damos cuenta que ese error dejó un espacio para que lo llenara gente de la peor clase moral. Pero Dios, que es amplio en misericordia, comenzó a animar a muchos creyentes a que se capacitaran y prepararan para horas como las actuales. Hay que obrar con prudencia y humildad, pero con autoridad espiritual firme, con la convicción de que Dios nos ha enviado a ese campo misionero. 

 2. ¿La iglesia evangélica como institución, debe participar en política partidaria? 

Para Norberto Saracco, la iglesia como tal no está llamada a tener una participación política partidaria, ya sea apoyando a determinado partido político y mucho menos intentando crear uno propio. El rol de la iglesia es encarnar los valores del Reino de Dios y desde allí juzgar toda actividad social y política. Es decir, la iglesia debe señalar en todo momento lo que “falta” de acuerdo al modelo del Reino. La justicia que falta, la verdad que falta, la integridad que falta, la libertad que falta, la defensa de la vida que falta, etc. Ningún sistema político por más bueno que sea representa la totalidad y plenitud de los valores del reino de Dios. La predicación de un evangelio integral debe ser el espejo donde debe mirarse toda acción social. (Vale aclarar que no hablo de la iglesia como institución, porque también en ella hay injusticias y desvalores. Hablo de la iglesia como espacio del reino que tiene la palabra eterna que juzga todo, inclusive y en primer lugar a la propia iglesia). 

Para Alejandro Rodriguez, existe un llamado a la iglesia, pero no a las iglesias. Es decir, un llamado a la iglesia singular, a hombres y mujeres de Dios que le sirvan, con sentido de misión en áreas de gobierno. Pero librando a la iglesia plural, como comunidad, de no alinearse ni involucrarse en actividades de la política partidaria. Y agrega: ¡Estamos pero no somos! Estamos en el mundo, pero no somos de este mundo. ¡Nuestra ciudadanía esta en los cielos! No somos de izquierda ni de derecha. ¡Somos de arriba! Los creyentes pueden ser parte de variadas estructuras políticas, sin poner su identidad y valor en tal o cual sector partidario. Guillermo Fernandez, especialista en planificación estratégica territorial, aporta que a los creyentes no nos une una ideología política en particular. Y que por lo tanto, si las ideologías humanas no nos unen, tampoco deben separarnos. Todas las ideas políticas son humanas, y encierran perspectivas interesantes. Y es menester que los que tienen llamado de Dios a servir en la política, puedan optar por espacios con ideologías o plataformas diversas. Lo que no puede ocurrir es que los hijos e hijas de Dios nos dividamos por ideologías humanas. El llamado es divino. Y tanto en un espacio político u otro, hace falta que mujeres y hombres de Dios intervengan para ser luz y sal como Jesús lo encomendó. 

Marcelo Diaz agrega que debemos asumir que ningún creyente representa a la iglesia de Cristo de Argentina ni parcial y mucho menos totalmente. No existe eso de “represento a los evangélicos argentinos”. Sucede que la iglesia no se puede involucrar en política porque la iglesia está para otra misión, mucho más amplia en tu totalidad. Sí, afirmo, que todo creyente, llamado por Dios a tal tarea, puede involucrarse en el campo de la política, y desde allí sembrar el Reino de Dios. Los valores del Reino son eternamente superiores a los de cualquier ideología política. Es por eso, que es inadmisible, a mi modo de ver, que creyentes que participan de distintos partidos, hayan permitido que esa militancia sea causa de división. Si obramos con madurez, deberíamos poder sentarnos, café de por medio, a conversar y orar juntos, no importa si mi hermano milita en el partido que representa políticamente lo opuesto de mi posición. Si los creyentes no damos ejemplo de unidad, nada podemos esperar de los que no lo son. La idea es ser diferentes. 

 3. ¿Y los creyentes evangélicos deben, pueden, involucrarse en partidos políticos? 

Norberto Saracco: Sí, la participación política de personas cristianas es otra cosa diferente. A ellos/as tanto en la política como en cualquier otra profesión se les demanda ser fieles testigos de Jesús y su reino de amor, justicia y verdad. Debemos alentar y apoyar la formación de personas con este compromiso. Estas personas deberán insertarse en una agrupación política que a su entender mejor los represente. Quizás formarán una línea interna dentro de un determinado partido con un aporte especial en determinados asuntos o énfasis. O, formarán su propio partido. 

Marcelo Diaz agrega que lo más importante es que haya cristianos maduros y capacitados, en todos los partidos. Por eso es que debemos madurar y apoyar a estos hermanos que, con respaldo ético y espiritual, y que están bajo cobertura pastoral, entienden que el Señor les ha llamado a participar en la política partidaria argentina. 

Guillermo Fernández agrega que es menester para los misioneros en política ser hallados fieles, íntegros. En un sentido amplio, su vida familiar, su economía, su vida espiritual, sus relaciones sociales deben reflejar la vida cristiana que enseña la Biblia. De ese modo, será posible “reconciliar todo” con Dios, incluso la política, a través de mujeres y hombres portadores de un espíritu superior de amor, poder y dominio propio. 4. El rol de la iglesia evangélica y los partidos e ideologías políticas. 

Alejandro Rodríguez: Profetizamos sobre acciones de los gobernantes y no sobre estructuras de gobierno. Como iglesia, tenemos una voz profética, basada en un corazón compasivo, no justiciero ni vengador. Confrontamos las posturas de nuestros dirigentes con la verdad bíblica. Así, la presencia institucional evangélica, y mucho menos un partido político evangélico, no son garantía de transformación espiritual. No fuimos llamados a buscar el poder, como un valor a obtener; no buscamos el beneficio, sino el servicio. El poder evangélico podrá ser tan corruptor y corruptible como cualquier otro poder. 

Para Saracco, vale decir que no hay una ideología política “bíblica” ni “evangélica”. Hay principios y valores. Nada más. La Biblia no nos dice cómo administrar la salud púbica o como pagar la deuda externa o cómo operar con la cotización del dólar. Esta evaluación de las ideologías y sus propuestas y de las maneras del manejo del poder no las hace solo el que participa en la política y opta por determinado espacio, sino que también lo hace cada ciudadano en el momento de votar. Por esta razón ningún evangélico que participe en política puede ni debe atribuirse la representación de “los evangélicos”, ni hablar en nombre de ellos, ya que otros de la misma fe pueden tener opciones diferentes igualmente válidas. Por lo tanto, en este punto es necesario comprender que toda agrupación política requiere al menos de dos elementos básicos: una ideología que articule sus políticas y una capacidad para construir poder, que es el fin de la participación política partidaria, y es legítimo. Comprendemos que muchas son las ideologías y muchas las maneras de construir poder. Por eso quien se inserte en una corriente política deberá evaluar estas opciones que siempre serán imperfectas. 

Marcelo Diaz adicionalmente considera que no hay partido político perfecto. Hay oportunidades de sembrar una influencia espiritual poderosa. Y eso no se puede desaprovechar. Por supuesto que no estamos de acuerdo en un 100% con las plataformas ideológicas partidarias, pero lejos de alejarnos y no comprometernos, creo que la idea de Dios de ser sal y luz nos empuja a participar y provocar cambios sustanciales, que redunden en bendiciones para nuestra patria. 

 5. Sugerencias para continuar la conversación: 

Saracco: Rogamos que Dios nos libre de toda búsqueda mezquina de poder y que Dios ilumine a aquellos que han elegido como vocación poner sus dones y capacidades al servicio de la transformación y construcción de la sociedad. 

Rodriguez: Meditando en Juan 4.35, vemos la confrontación entre el “ustedes dicen” y el “yo les digo” de Jesús. Entre el “todavía falta” y el “levanten sus ojos” de Jesús! Al levantar la mirada, nuestra perspectiva del tiempo y las circunstancias que nos tocan vivir, será muy diferente a la que nos brindan nuestros propios criterios. Estamos reflexionando hacia dónde vamos. Es por eso que reconocemos: conocer-amar-transformar! No podemos transformar lo que no amamos y no podemos amar lo que no conocemos. Si no comprendemos la identidad de nuestra sociedad, no podremos amarla y no tendremos autoridad espiritual para producir transformación. Formar equipos, más que individuos. La primera decisión política de Daniel, fue formar equipo con Sadraq, Mesaq y Abed Nego. Individuos que caminan solos, fácilmente son sofocados y sometidos por las estructuras de poder. 

Marcelo Díaz: por último considero urgente una amplia y profunda reflexión sobre lo que significa “hacer política” como cristianos. No es nada sencillo. Hay tradiciones, pensamientos y posiciones que debemos escuchar, intercambiar ideas y por supuesto debatir. Pero debemos crear un “think tank” sólido para que sea de apoyo concreto y base a los que son llamados a la acción política. 

Guillermo Fernández: al finalizar por ahora, quisiera incorporar como un tema central de este proceso, el financiamiento de la política, y de aquellos que se insertan en este campo misionero. Las prácticas habituales obedecen en nuestro contexto a la utilización al menos oscura y oculta de fondos públicos para financiar a los diversos partidos. Más grave y no menos usual, es el uso de la obra pública de un modo no transparente para obtener ingentes sumas de dinero que financien a la política de un modo ilegítimo. Y el peor de los escenarios, pero vigente y en crecimiento, es aquel donde se utilizan para las campañas políticas dineros lavados del narcotráfico, y otras prácticas ilegales. Frente a tales escenarios, debemos asumir como personas llamadas a ser idóneas y honestas, el desafío de construir diseños de financiación política creativos, comprometidos, y operativos para producir la transformación del sistema que esperamos. 

 Estas son las primeras conclusiones sobre los diálogos que tuvieron lugar en un encuentro informal de pastores, donde ademas de los mencionados, participaron los pastores Miguel Pereda, Gerardo Sander, Ale Gomez, Miguel Carrillo, Juan Carlos Chevriau, Eduardo Zens, Alejandro Espinola, el Dr. Diego Villamayor, Marta de Hotton y Paula Zuccherino de Bruno. Cabe aclarar que la presencia de los mismos fue aleatoria y fraternal. Que no representa ningún compromiso en particular, y que a corto plazo continuaremos promoviendo el diálogo, la reflexión y los denominadores comunes como aportes sobre esta etapa tan especial de la vida de la iglesia no sólo en Argentina, sino en el contexto de Latinoamérica. 

Rubén Proietti, presidente de Aciera.

Fuente: Aciera

miércoles, 21 de octubre de 2015

Los países ricos conducen al planeta a un cambio climático irreversible.

Amigos de la Tierra

Amigos de la Tierra Internacional ha advertido hoy que los países ricos –los más responsables del cambio climático– nos están conduciendo a un cambio climático irreversible y más devastador, en lugar de tomar las medidas radicales que se necesitan con urgencia para reducir sus emisiones de carbono.

La advertencia fue emitida al tiempo que gobiernos de todo el mundo comienzan una reunión de una semana en las negociaciones climáticas de la ONU en Bonn para negociar, por primera vez, el texto de un nuevo tratado climático mundial a ser acordado en París el mes de diciembre.

“Las promesas de reducción de emisiones realizadas por los países ricos hasta ahora son menos de la mitad de lo que necesitamos para evitar un cambio climático fuera de control. El proyecto de acuerdo para París sobre la mesa de negociaciones esta semana muestra que muchos parecen dispuestos a aceptar consecuencias irreversibles y devastadoras para las personas y el planeta”, dijo Susann Scherbarth, activista de campaña de Justicia Climática y Energía, Amigos de la Tierra Europa.

"Este proyecto incluso desmantelaría varios principios fundamentales de la Convención sobre Cambio Climático de la ONU, como la equidad. Esto es simplemente inaceptable. Los países más ricos deben cumplir con su parte justa. El nuevo tratado debe proteger a los países y personas menos privilegiados, no dejar que los países más ricos evadan responsabilidades” añadió.

“Los políticos están en camino a fallarnos en su cumbre de París. Muchos políticos, bajo la presión de los contaminadores corporativos transnacionales que se benefician de los combustibles fósiles y la energía sucia, promueven el carbón, el fracking y la energía nuclear ante la ONU y localmente. En cambio, deben comprometerse a una reducción drástica de emisiones y una transformación de nuestro sistema energético”, dijo Dipti Bhatnagar, coordinadora del programa de Justicia Climática y Energía, Amigos de la Tierra Internacional.

Cientos de miles de personas están pagando con sus vidas por la falta de acción continua de nuestros gobiernos. Pero los verdaderos líderes, los pueblos, están tomando medidas y mostrando el camino con soluciones reales, como la energía renovable controlada por la comunidad.

Miles de personas de todo el mundo, entre ellas partidarios de Amigos de la Tierra, planean ir a París para hacerse oír durante la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas [1] y movilizarse aún más en el año 2016 y más allá.

"Nuestros gobiernos deben poner fin a la energía sucia y seguir con urgencia a los verdaderos líderes: los pueblos, no los contaminadores. Más y más personas están apoyando las soluciones reales, resistiendo la extracción de combustibles fósiles y conduciéndonos hacia sociedades seguras para el clima”, dijo Dipti Bhatnagar, coordinadora del programa de Justicia Climática y Energía, Amigos de la Tierra Internacional.

Organizaciones de justicia climática, movimientos sociales, grupos religiosos, sindicatos, organizaciones ambientales y de desarrollo dieron a conocer un nuevo informe: “Su justa parte: el análisis de la sociedad civil sobre el principio de equidad en los INDC”. [2]

El informe muestra que muchos países en desarrollo se han comprometido a hacer algo más que su "justa parte" para reducir las emisiones, mientras que los países ricos están peligrosamente fallando en esforzarse.

El informe se basa en la información que han presentado los gobiernos ante la ONU sobre sus Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (INDC), que describen en qué medida se comprometen a reducir sus emisiones.

El informe sostiene que, si bien la "equidad" es un principio básico en el proceso de la ONU para lograr un acuerdo mundial, los países hasta ahora han sido autorizados a determinar sus propios objetivos sobre una base puramente nacional sin hacer referencia a la escala del esfuerzo mundial necesario.

En el informe, la parte justa que cada país debe tener en la lucha contra el cambio climático se mide en función de su nivel de responsabilidad en la causa de la crisis, así como su capacidad para hacer frente al cambio climático en este momento.


PARA OBTENER MÁS INFORMACIÓN EN BONN 

Susann Scherbarth, activista de campaña de Justicia Climática y Energía, Amigos de la Tierra Europa: susann.scherbarth@foeeurope.org o +32 486 34 18 37

PARA OBTENER MÁS INFORMACIÓN

Dipti Bhatnagar, coordinadora del programa de Justicia Climática y Energía, Amigos de la Tierra Internacional: dipti@foei.org o +258 840 35 65 99 


NOTAS A LOS EDITORES

[1] Amigos de la Tierra Internacional pide a sus seguidores que se unan a sus actividades en diciembre en París y en 2016, y que se inscriban a la campaña de revolución energética en línea.
Para ver más información: ver aquí.

[2] El resumen del nuevo informe se encuentra en línea enhttp://civilsocietyreview.org
El informe completo estará disponible en noviembre.

Hallazgos del informe: 

· La ambición de todos los principales países desarrollados está muy por debajo de sus partes justas, que incluyen no solo medidas nacionales sino también las finanzas internacionales. Los que tienen la brecha más cruda incluyen Rusia (que no contribuye en nada de su parte justa), Japón (aporta una décima parte de su parte), Estados Unidos (contribuye aproximadamente un quinto de su parte justa) y la Unión Europea (contribuye poco más de un quinto de su parte justa).

· La mayoría de los países en desarrollo evaluados han hecho promesas de mitigación que superan su parte justa. Esto incluye Kenia, las Islas Marshall, China e Indonesia. Las INDC de la India corresponde bastante a su parte justa, mientras que la de Brasil es un poco más de dos tercios de su parte justa.

· La mayoría de los países desarrollados tienen partes justas que ya son demasiado grandes para cumplir mediante la reducción de sus emisiones solamente. El resto de sus partes justas debe cumplirse mediante el apoyo a una reducción equivalente de las emisiones en los países en desarrollo. Esto representa casi la mitad de los cortes necesarios a nivel mundial, lo que indica la necesidad de una gran expansión de las finanzas, la tecnología y la ayuda internacionales. 
· A pesar de que el financiamiento climático es fundamental para los países desarrollados para cumplir con sus partes justas, hay una sorprendente falta de compromiso. Se requiere financiamiento internacional a mayor escala para que los países en desarrollo puedan ir más allá de sus propias partes justas y se cumpla con los recortes de emisiones totales necesarios a nivel mundial. También se necesita un aumento significativo de la financiación pública para el clima para satisfacer las necesidades de adaptación y para cubrir pérdidas y daños en los países en desarrollo, en particular para los más vulnerables.

martes, 20 de octubre de 2015

¿Qué hacemos con la “lengua especial” cristiana?



Con este nuestro artículo de hoy somos conscientes de que nos adentramos en un terreno por demás resbaladizo, en camisa de once varas, como dice una expresión muy castiza española. Vaya por delante que lo único que deseamos, y lo decimos con la mayor sinceridad, es suscitar en el amable lector la reflexión. No la discusión violenta ni la controversia a partir de tomas de postura radicales. Sólo la reflexión. Ojalá sea así, pues el asunto que esbozamos (así, simple y llanamente, sin mayores pretensiones) reviste, tal como creemos, la mayor importancia, y bien merece nuestra atención.

Hace ya décadas que venimos escuchando en medios cristianos de todas las denominaciones una queja generalizada sobre la manera en que nos expresamos los creyentes en nuestra conversación habitual, o incluso la forma en que vehiculamos el evangelio desde los púlpitos y la página escrita, en la idea de que empleamos una especie de lenguaje críptico que resulta incomprensible al resto de la población. De ahí la necesidad perentoria, se insiste, de dar al traste con todo ese patois de Canaan1 y de adaptar las liturgias y hasta las traducciones de la Biblia a la realidad lingüística de nuestros días.

No es una afirmación exagerada, desde luego, decir que existe todo un lenguaje cristiano y eclesiástico bien estructurado desde hace siglos. A lo largo de su evolución, las lenguas históricas (el castellano entre ellas) han ido desarrollando, además de todo un conjunto de dialectos y hablas locales muy bien definidas y en permanente proceso de mutación, variantes de tipo social y cultural que se distinguen, especialmente, por su léxico, por un vocabulario muy concreto que responde a unas necesidades particulares, y que tiene cierta tendencia al fijismo. Los lingüistas dan a estas variantes el nombre de lenguas especiales, y las señalan como una creación inevitable de los grupos que las emplean, por medio de las cuales marcan su propia identidad; quien ingresa a un grupo concreto, adopta de inmediato esas características lingüísticas, las hace suyas, se identifica con ellas y ellas lo identifican. Obligar a un conjunto social bien definido, sea profesional o ideológico, a renunciar a su lengua especial, constituye, por tanto, un grave atentado a su idiosincrasia. Si ello sucede, se quiera o no, andando el tiempo, ese conjunto desarrollará otro tipo de lenguaje que lo defina o lo destaque, con su nuevo léxico ad usum initiandorum, y el proceso continuará.

El cristianismo generó, desde el principio, su propio nivel de lengua, con sus expresiones características, teológicas y litúrgicas, cuyas raíces hallamos ya en el mismo Nuevo Testamento. Especialistas en la lengua griega clásica nos señalan que ciertas construcciones, cierto vocabulario que encontramos en los escritos apostólicos, y que luego podemos leer también en los Padres de la Iglesia, debían resultar del todo incomprensibles, y hasta desagradables en algunos casos muy concretos, para los oídos helénicos, e incluso helenísticos, educados en la cadencia y la riqueza de los grandes autores de la antigua Grecia. Alguien que, desde niño, había aprendido de memoria los poemas homéricos o se había habituado a contemplar y escuchar representaciones teatrales de los grandes tragediógrafos o los cómicos atenienses, encontraría extraños los giros y expresiones de los Evangelios. Quien estaba formado en el arte de la oratoria de un Demóstenes, de un Lisias o de un Isócrates, no se sentiría demasiado cómodo escuchando ciertos pasajes de algunas epístolas neotestamentarias2 o el Apocalipsis. Únicamente al asimilar la nueva fe y toda su riqueza conceptual podría hacer suyo el nuevo vocabulario y las nuevas expresiones. Su conversión al cristianismo no sólo conllevaba, por tanto, la salvación de su alma o un cambio radical en sus principios de vida, sino también una transformación cultural expresada, naturalmente, por medio del idioma.

Algo similar sucedió cuando las Escrituras fueron traducidas a la lengua latina3. El llamado latín cristiano, que tanto horror causaba en el joven y bien formado Agustín de Hipona antes de su conversión4, llegó a impregnar hasta tal punto la lengua del Imperio romano que hoy ha dejado su impronta en la evolución de las lenguas románicas5. Es el mismo fenómeno que se produce a diario cuando las Escrituras se traducen, en todo o en parte, para uso de los hablantes de una lengua o dialecto que hasta la fecha carecían de ellas. El cristianismo, como toda ideología, y la Iglesia, como todo grupo social bien definido, generan su propia lengua, su propia clave idiomática, que es preciso explicar con claridad a aquéllos ante quienes se exponen los contenidos que se desean compartir, y que adoptan sin dificultades cuando se identifican plenamente con ellos.

A nadie se le oculta la realidad de que los idiomas prosiguen su evolución en unos procesos más o menos rápidos, según los diferentes factores que influyan en ellos. Algunos fenómenos muy puntuales que se producen dentro de ese decurso cronológico no dejan de ser modas pasajeras que más tarde ni los propios hablantes recuerdan con claridad, o que incluso desconocen por completo6; otros, por el contrario, adquieren carta de naturaleza y se instalan de manera definitiva en la lengua. Pero, al mismo tiempo, todo el mundo reconoce la existencia de lenguas especiales como una necesidad ineludible y no siempre traducible a los niveles más populares de expresión. El vocabulario cristiano se engloba dentro de esta rama de la evolución del idioma.

Tienen razón quienes, ante la evidencia real de la ignorancia o el desconocimiento de las expresiones típicas cristianas por parte de amplios sectores poblacionales, claman por una actualización y una puesta a punto del vocabulario eclesiástico en aras de una mejor comprensión de aquello que se desea transmitir. Lo que, sinceramente, nos preguntamos es: ¿qué se ha de hacer en definitiva? ¿Dejarlo todo como está y esperar tiempos mejores?7¿Renunciar por principio a una rica herencia cultural litúrgica y teológica que ha marcado nuestra identidad, y empobrecer de este modo, no sólo la “lengua eclesiástica”, no únicamente el vocabulario teológico, sino el conjunto del idioma, para reducirlo todo a un léxico simplificado del nivel de la infortunada E.S.O.? ¿O educar, más bien, a quienes son instruidos en las verdades del evangelio para que lleguen también a comprender el legado de ese vocabulario específico, lo asimilen y lo hagan suyo?

La historia reciente de las traducciones bíblicas viene a reflejar muy bien lo que estamos comentando. Conocemos a demasiadas congregaciones conscientes de las más que patentes deficiencias de la versión más tradicional en nuestro idioma, pero al mismo tiempo no demasiado convencidas de otras publicadas en un lenguaje más moderno, sencillamente porque han eliminado de un plumazo expresiones y términos de una gran riqueza teológica que han conformado toda una mentalidad, toda una cultura cristiana. Para un amplio sector del mundo evangélico y protestante contemporáneo de expresión española, la solución ha sido sacralizar la Biblia Reina-Valera, versión 1960, de manera que ella, y no otra, es la Santa Biblia por antonomasia en la lengua de Cervantes8; para otros, efectuar revisiones de ella (que no han gustado a casi nadie); y para un sector más progresista, su eliminación drástica, sustituyéndola por otra (y es aquí donde ha ardido Troya9).

Ya lo decíamos al comienzo de este artículo: sólo deseamos suscitar la reflexión, no aportar soluciones.

Creemos, personalmente, en la necesidad perentoria e imperiosa de expresarnos, como cristianos, en un castellano (o en cualquier idioma) del siglo XXI, del momento en que vivimos, por un lado. Pero, por el otro, también creemos en el valor de la herencia que hemos recibido, incluso de la herencia lingüística, y en la vocación educadora y formadora del cristianismo.

Mientras tanto, seguimos orando y pidiéndole al Señor nos muestre el camino para vehicular de manera adecuada su mensaje salvador a quienes han de recibirlo por medio de la proclamación de su Palabra.

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1Lit. “jerga de Canaán”, expresión que muchos creyentes protestantes y evangélicos francófonos emplean para designar el “dialecto cristiano” que los distingue del resto de sus conciudadanos. Con este mismo nombre se designa también en países que no son de lengua francesa.


2Las llamadas Epístolas Católicas o Universales, especialmente.


3Aunque, sin duda, la evangelización de las regiones occidentales del Imperio romano (Hispania, la Galia y África) acabó haciéndose en latín, todo apunta a que en un comienzo las buenas nuevas se transmitieron al comienzo en griego. En la propia ciudad de Roma, el griego fue la lengua eclesiástica hasta bien entrado el siglo III.


4En la formación del joven Aurelio Agustín, como en la de todo joven romano de casa bien, habían tenido un papel destacado los grandes autores de la lengua latina: Cicerón y Virgilio, amén de otras figuras destacadas del latín clásico.


5Cf. García de la Fuente, O. Introducción al latín bíblico y cristiano. Madrid: Ediciones Clásicas. 1990.


6Así sucede con algunas expresiones que Valle-Inclán coloca en sus personajes del Madrid de principios del siglo pasado. Hoy resultan totalmente incomprensibles, incluso para los especialistas.


7Alguien nos dijo, hace no demasiado tiempo, que sería lo más inteligente. A decir verdad, no lo creemos, pero respetamos a quienes así piensen.


8Algo similar a lo que, en ciertos círculos del mundo anglosajón, ha tenido lugar con la King James Version.


9Ciertos círculos ultraconservadores han estigmatizado la NVI como diabólica y satánica (¡¡??), por razones que ellos sabrán; la BTI y su edición protestante La Palabra ha constituido una decepción para buen número de creyentes, no especialmente conservadores (¡y conservadores también!), que quizá esperaban demasiado de ella; la NTV se percibe en ciertos sectores más como una paráfrasis que como una verdadera traducción; DHH, que hoy por hoy puede considerarse ya una versión clásica en castellano, arrastra para muchos el estigma de haber estado inspirada desde el primer momento por una filosofía ecuménica (lo mismo que BTI). Y suma y sigue.