sábado, 31 de enero de 2015

Las religiones y el terrorismo.


Leonardo Boff, sacerdote, escritor y teólogo.

Los principales conflictos del final del siglo XX y de los inicios del nuevo milenio tienen un trasfondo religioso. Así en Irlanda, en Kosovo, en Cachemira, en Afganistán, en Iraq y en el nuevo Estado islámico, extremadamente violento. Quedó claro en París, con el asesinato de los caricaturistas y otras personas por fundamentalistas islámicos. ¿Cómo entra la religión en esto?
No sin razón escribió Samuel P. Huntington en su conocido libro El choque de civilizaciones: «En el mundo moderno, la religión es una fuerza central, tal vez la fuerza central que motiva y moviliza a las personas… Lo que en último término cuenta para las personas no es la ideología política ni el interés económico, aquello con lo que las personas se identifican son las convicciones religiosas, la familia y los credos. Por estas cosas luchan y hasta estarían dispuestas a dar su vida» (1997, p.79). Critica la política exterior norteamericana por no haber dado nunca el debido peso al factor religioso, considerado algo pasado y superado. Craso error. Es el sustrato de los conflictos más graves que estamos viviendo.

Nos guste o no nos guste, a pesar del proceso de secularización y el eclipse de lo sagrado, gran parte de la humanidad se orienta por la cosmovisión religiosa, judaica, cristiana, islámica, sintoísta, budista y otras.

Como afirmaba ya Christopher Dawson(1889-1970), el gran historiador inglés de las culturas: «las grandes religiones son los cimientos sobre los cuales reposan las civilizaciones» (Dynamics of World History,1957,p.128). Las religiones son el “point d’honneur” de una cultura, pues a través de ella proyectan sus grandes sueños, elaboran sus dictámenes éticos, confieren un sentido a la historia y tienen una palabra que decir sobre los fines últimos de la vida y del universo. Solamente la cultura moderna no ha producido ninguna religión. Encontró sustitutivos con funciones idolátricas, como la Razón, el progreso sin fin, el consumo ilimitado, la acumulación sin límites y otros. La consecuencia fue denunciada por Nietzsche que proclamó la muerte de Dios. No que Dios haya muerto, pues no sería Dios. Es el hecho de que los hombres mataron a Dios. Con eso quería significar que Dios no es ya punto de referencia para valores fundamentales, para una cohesión por encima entre los humanos. Los efectos los estamos viviendo a nivel planetario: una humanidad sin rumbo, una soledad atroz y el sentimiento de desenraizamiento, sin saber hacia dónde nos lleva la historia.

Si queremos tener paz en este mundo necesitamos recuperar el sentimiento de lo sagrado, la dimensión espiritual de la vida que están en los orígenes de las religiones. A decir verdad, más importante que las religiones es la espiritualidad, que se presenta como la dimensión de lo humano profundo. Pero la espiritualidad se exterioriza bajo la forma de religiones, cuyo sentido es alimentar, sustentar e impregnar la vida de espiritualidad. No siempre lo realizan porque casi todas las religiones, al institucionalizarse, entran en el juego del poder, de las jerarquías y pueden asumir formas patológicas. Todo lo que es sano puede enfermar. Pero por lo “sano” medimos las religiones, así como a las personas, y no por lo “patológico”. Y ahí vemos que ellas cumplen una función insustituible: el intento de dar un sentido último a la vida y ofrecer un cuadro esperanzador de la historia.

Sucede que hoy el fundamentalismo y el terrorismo, que son patologías religiosas, han adquirido relevancia. En gran parte debido al devastador proceso de globalización (en verdad es occidentalización del mundo) que pasa por encima de las diferencias, destruye identidades e impone hábitos extraños a ellas.

Por lo general, cuando eso ocurre, los pueblos se agarran a aquellas instancias que son los guardianes de su identidad. En las religiones guardan sus memorias y sus mejores símbolos. Al sentirse invadidos como en Iraq y en Afganistán, con miles de víctimas, se refugian en sus religiones como forma de resistencia. Entonces la cuestión no es tanto religiosa. Es antes política que usa la religión para autodefenderse. La invasión genera rabia y deseo de venganza. El fundamentalismo y el terrorismo encuentran en ese complejo de cuestiones su nicho de origen. De ahí los atentados del terror.

¿Cómo superar este impasse civilizacional? Es fundamental vivir la ética de la hospitalidad, disponerse a dialogar y aprender con el diferente, vivir la tolerancia activa, sentirnos humanos.

Las religiones necesitan reconocerse mutuamente, entrar en diálogo y buscar convergencias mínimas que les permiten convivir pacíficamente.

Antes de nada es importante reconocer el pluralismo religioso, de hecho y de derecho. La pluralidad se deriva de una correcta comprensión de Dios. Ninguna religión puede pretender encuadrar el Misterio, la Fuente originaria de todo ser o cualquier otro nombre que quieran dar a la Suprema Realidad, en las mallas de su discurso y de sus ritos. Si así fuera, Dios sería un pedazo del mundo, en realidad, un ídolo. Él está siempre más allá y siempre más arriba. Entonces hay espacio para otras expresiones y otras formas de celebrarlo que no sea exclusivamente a través de una religión concreta.

Los once primeros capítulos del Génesis encierran una gran lección. En ellos no se habla de Israel como pueblo elegido. Se hace referencia a todos los pueblos de la Tierra, todos como pueblos de Dios. Sobre ellos se eleva el arco iris de la alianza divina. Este mensaje nos recuerda todavía hoy que todos los pueblos, con sus religiones y tradiciones, son pueblos de Dios, todos viven en la Tierra, jardín de Dios y forman la única Especie Humana compuesta de muchas familias con sus tradiciones, culturas y religiones.

Leonardo Boff es columnista del JBonline, filósofo y teólogo.

Traducción de MJ Gavito Milano

viernes, 30 de enero de 2015

Para los Bancos no hay Derechos Humanos.-


Uno de los sectores más atrasados en la incorporación de las políticas que protegen y promueven los derechos humanos es el financiero. Más de la mitad de los bancos ni siquiera reconoce la existencia de tales derechos en sus normativas internas. Por ello, generalmente están involucrados, por medio de financiamiento, en el traslado forzoso de comunidades, el trabajo infantil, la apropiación de tierras con respaldo militar y la violación del derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación


Carey L Biron*/IPS

Sólo la mitad de los principales bancos internacionales aplican políticas de respeto de los derechos humanos, según una nueva investigación, a pesar de que así lo exige una serie de principios que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó para guiar las actividades de las empresas trasnacionales.

De los 32 bancos examinados, los investigadores encontraron que ninguno ha puesto en marcha públicamente un proceso que aborde las violaciones de los derechos humanos. Tampoco cuentan con mecanismos de reclamación para que las personas afectadas por los abusos puedan quejarse.

La investigación, publicada por BankTrack, una red internacional de organizaciones no gubernamentales que vigila las actividades bancarias, se conoce más de 3 años después de la adopción de los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos.

Estos principios, aprobados por unanimidad por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2011, especifican una serie de acciones y obligaciones para todas las empresas, incluidas las del sector financiero.

Algunos de “los bancos que abarca este informe […] financiaron empresas y proyectos que implicaron el traslado forzoso de comunidades, el trabajo infantil, la apropiación de tierras con respaldo militar y la violación del derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación”, denuncia la investigación, publicada el 2 de diciembre de 2014.

“Las políticas y procesos, abiertos al escrutinio público y respaldados por informes adecuados, son herramientas importantes para que los bancos se aseguren de que este tipo de abusos no se produzcan, y que cuando lo hacen, aquellos cuyos derechos fueron afectados tengan el derecho a un recurso efectivo”, señala.

“Si estas políticas y procedimientos han de tener sentido, entonces el financiamiento para este tipo de ‘negocios dudosos’ deberá, eventualmente, acabar”, añade.

Uno de los bancos estudiados, JPMorgan Chase, es uno de los principales financistas en Estados Unidos del aceite de palma, a través de préstamos e inversiones de capital. Aunque la institución tiene una política de derechos humanos, los investigadores de BankTrack hallaron que sólo la aplica a los préstamos y no a las inversiones.

“Cuando se trata de presentar informes sobre su aplicación, el banco no cumple, por lo que la política es poco más que decorativa”, afirmó Jeff Conant, de Amigos de la Tierra Estados Unidos, una organización que investiga el financiamiento del aceite de palma.

La financiación privada en la actualidad facilita casi toda la gama de la actividad empresarial, pero Conant destaca que “las instituciones financieras no están obligadas a responder por sus actos”.
Conclusiones aleccionadoras

Pero el nuevo estudio indica que algunos bancos están bien encaminados para cumplir con los Principios Rectores. El banco mejor clasificado, el holandés Rabobank, recibió 8 de 12 puntos posibles, seguido de cerca por Credit Suisse y UBS.

Sin embargo, éstas son las excepciones. El puntaje promedio apenas llegó al 3, mientras que muchos recibieron una calificación de cero, entre ellos instituciones chinas, de la Unión Europea y Estados Unidos.

De hecho, Bank of America, una de las mayores instituciones financieras del mundo, recibió sólo 0.5 puntos de 12, y eso porque expresó algún tipo de compromiso para realizar investigaciones relacionadas con los derechos humanos.

“Las conclusiones de este informe son bastante aleccionadoras acerca de lo que puede esperarse de los principios de autorregulación”, observó el argentino Aldo Caliari, del Center of Concern, un centro de investigación con sede en Washington.

“Los Principios Rectores son el mínimo indispensable de cualquier marco de derechos humanos en el sector empresarial, un marco que tiene el consentimiento de las empresas. Así que el hecho de que haya tan escasa adhesión a una herramienta relativamente débil… Es muy revelador”, expresó.

A pesar de la diversidad de casos, el sector financiero en su conjunto tomó nota de los Principios Rectores.

En 2011, cuatro bancos europeos se reunieron para discutir las posibles consecuencias de los principios para el sector. Luego se sumaron tres bancos más a lo que ahora se conoce como el Grupo de Thun, y en octubre de 2013 la agrupación publicó un documento inicial sobre los resultados de estas discusiones, con recomendaciones para su cumplimiento.

Un conjunto ya existente de pautas voluntarias para el sector bancario, conocido como los Principios del Ecuador, también se actualizaron en 2013 para reflejar la existencia de los Principios Rectores. Hasta el momento, los Principios del Ecuador fueron ratificados por 80 instituciones financieras en 34 países.

“Hasta la fecha, los esfuerzos de los bancos para poner en práctica los Principios Rectores de la ONU giraron principalmente en torno a la producción de documentos de debate sobre el mejor camino a seguir”, indicó Ryan Brightwell, autor del nuevo informe.

“Tres años y medio después de la puesta en marcha de estos Principios, es hora de pasar a su aplicación”, exhortó.
Fortalecimiento de la rendición de cuentas

Las conclusiones sobre la escasa aplicación de los Principios Rectores fortalecerá la posición de aquellos que desean modificarlo o sustituirlos. Algunos sugieren un cambio de marco para que las instituciones financieras reciban un tratamiento distinto al de otros sectores.

El “sector financiero exige un tratamiento de excepción con respecto a la aplicación de los Principios Rectores”, escribió en 2013 Caliari.

“Las compañías financieras, más que otras empresas, tienen el potencial, con un cambio de conducta, de influir en la conducta de otros actores. Eso significa que también se debe esperar de ellas un mayor nivel de responsabilidad cuando no lo hacen”, explicó.

Caliari y otras personas integran un movimiento que busca ir más allá de los marcos voluntarios, del tipo de los Principios Rectores, para adoptar un mecanismo vinculante.

Este objetivo, que ya lleva décadas de trabajos, recibió un importante impulso en junio, cuando el Consejo de Derechos Humanos de la ONU votó a favor de permitir el inicio de negociaciones para un tratado vinculante en torno a las empresas trasnacionales y sus obligaciones de derechos humanos. En esa misma sesión también se aprobó otra resolución para fortalecer la ejecución de los Principios Rectores.

Los nuevos datos sobre la relativa falta de cumplimiento de los Principios Rectores por parte de los bancos son una de las razones por las que crece el número de adeptos a un tratado jurídicamente vinculante, según Caliari.

“Es cada vez más claro que los mecanismos que se basan en el consentimiento de las empresas no pueden ser la totalidad de los mecanismos de rendición de cuentas disponibles. Se necesita más”, subrayó el integrante del Center of Concern.

*Traducido por Álvaro Queiruga

Carey L Biron*/IPS

Fuente: Apia Virtual

jueves, 29 de enero de 2015

Carta pública a comunidad de estados latinoamericanos y caribeños(CELAC).


Excelentísimos señores Presidentes:

Celebramos que entre los objetivos de la CELAC estén:
“Reafirmar que la preservación de la democracia y los valores democráticos, la vigencia de las instituciones y el Estado de Derecho, el compromiso con el respeto y la plena vigencia de todos los derechos humanos para todos, son objetivos esenciales de nuestros países” e “Intensificar el diálogo político” que “se traduzca en acciones rápidas y eficaces que promuevan los intereses latinoamericanos y caribeños frente a los nuevos temas de la agenda internacional” para “aumentar la influencia en el escenario internacional globalizado e interdependiente”, mediante “un programa de trabajo que promueva vínculos efectivos , la cooperación, el crecimiento económico con equidad, justicia social, y en armonía con la naturaleza para un desarrollo sostenible y la integración de América Latina y el Caribe en su conjunto”.

Apelando a estos claros y pertinentes objetivos, las organizaciones abajo firmantes, con todo respeto hacemos del conocimiento de este Foro nuestra denuncia del proyecto de construcción de un Canal Interoceánico en Nicaragua, retomando el sentir de gran cantidad de familias de comunidades campesinas y de personas que pertenecen a organizaciones sociales y políticas, de líderes profesionales y de connotados científicos nacionales e internacionales.

Dada nuestra geografía, el pueblo de Nicaragua ha aspirado a la construcción de un Canal que promueva el desarrollo nacional como fuente de bienestar con justicia para todos. Esta aspiración ha sido, y está siendo de nuevo, malversada y utilizada para una venta de ilusiones de riqueza, trabajo y progreso, en oscuras manipulaciones para disfrazar ambiciones desmedidas de poder y la reafirmación del caudillismo; y lo que es peor, la entrega de la soberanía patria. Estas son las principales consideraciones que sustentan nuestra denuncia:

Nicaragua no está en venta. La Ley 840 y el Acuerdo Marco de Concesión e Implementación (MCA) viola la soberanía de Nicaragua, al entregar a una compañía extranjera con sede en Hong Kong, nuestros recursos naturales más valiosos, la soberanía administrativa, judicial, laboral, fiscal y financiera del país, incluyendo las reservas del Banco Central, al ser otorgadas como garantías en un tratado que genera obligaciones sólo para nuestro Estado y ninguna para el beneficiario extranjero.

Nicaragua es de todos y de todas. El tratado – negociado en secreto- se consumó a espaldas de los nicaragüenses, sin transparencia, sin consenso nacional y sin licitación previa, pese al monto estimado de más de USA $40 mil millones y a la concesión, durante un siglo, de derechos absolutos para el Canal y otras obras, por la irrisoria suma, no obligatoria, de USA $10 millones anuales, y el 1 por ciento de las acciones de la compañía, endosado anualmente. La Ley fue aprobada en menos de 72 horas por una mayoría absoluta parlamentaria del FSLN, conseguida en 2011 sobre denuncias nacionales e internacionales de fraude electoral; además, violentando más de 30 artículos de la Constitución Política y estableciendo reformas a la misma, ya realizadas con posterioridad, para adecuarla a los intereses del concesionario. Y le otorga al concesionario el derecho de confiscar propiedades de particulares en cualquier lugar del territorio nacional, incluyendo las de régimen comunitario, y a su propio arbitrio, pagándolas a precio de catastro o comercial, “el que sea menor”, con lo que se crea un estado de alarmante inseguridad jurídica y graves repercusiones sociales.

Nicaragua se debe a las futuras generaciones. Se ha comprometido el futuro de generaciones de nicaragüenses que aún no han nacido y que nacerán prácticamente sin patria, entregándose la tierra, las aguas marítimas, fluviales y lacustres, el aire y los recursos naturales, en una extensión territorial que al firmarse el tratado y al momento presente, no ha sido seriamente definida. Expertos nacionales e internacionales independientes, incluyendo al nicaragüense Dr. Jaime Incer, asesor presidencial no consultado, han alertado sobre posibles y elevados, inaceptables e irreversibles daños ambientales de esta mega obra y han advirtido sobre otras propuestas alternativas para el desarrollo de Nicaragua. Especial preocupación es la degradación ecológica de los ecosistemas y de los recursos acuíferos, en particular los del Gran Lago de Nicaragua (Cocibolca), el mayor reservorio de agua dulce de la región centroamericana, con el cual se debe garantizar al país y a pueblos vecinos el acceso a este estratégico recurso para el consumo humano y la salud de los nicaragüenses. También representa el recurso esencial para tener seguridad alimentaria en nuestra nación frente al cambio climático y asegurar la pesca lacustre que es parte de la tradicional dieta campesina y urbana de los municipios circundantes al lago. En suma, significará una pérdida irreparable en el patrimonio natural y cultural de la humanidad y una crisis con consecuencias impredecibles para Mesoamérica. Inclusive, la prestigiosa revista “Science”, en su Editorial del 23/1/2015, insta al Gobierno de Nicaragua a detener el proyecto del Canal hasta no tener suficientes estudios científicos y exige un mayor papel de la ciencia en su diseño y construcción para evitar un potencial desastre ambiental.

Nicaragua será siempre defendida. Se ha creado en el país un verdadero enclave extranjero, sin competencia alguna de las autoridades judiciales, militares y de policía, con lo que la seguridad nacional en los territorios concedidos quedará en manos privadas, o eventualmente de otro Estado. Nicaragua y su población no sólo han quedado en indefensión sino que ahora se justifica la represión desmedida con la defensa de los intereses de los concesionarios. Y puede haber futuras repercusiones en la seguridad regional al pretender entregar la seguridad del canal a potencias militares ajenas a nuestros países. No obstante, buena parte de la ciudadanía está movilizada. Se han interpuesto Recursos por Inconstitucionalidad y una Denuncia colectiva contra el Estado ante la Fiscalía. Se han hecho Debates en todo el territorio nacional. Los campesinos han organizado un Consejo Nacional en Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía, con expresiones en los municipios. A la fecha, ha habido 19 movilizaciones en diversos municipios, incluyendo la Capital, que han sido brutalmente reprimidas por el Gobierno. Los campesinos están recogiendo miles de firmas en rechazo a este proyecto. Y una multitudinaria Asamblea Ciudadana entregó a las bancadas de oposición un anteproyecto de Ley para derogar esta Ley Canalera y la anulación del tratado Ortega-Wang Ying.

Alertamos a este importante Foro sobre el posible y grave impacto social y ambiental de este proyecto sobre Nicaragua y toda la Región Centroamericana, así como sobre sus implicaciones geopolíticas, inclusive, sobre Latinoamérica y el Caribe. Finalmente, les solicitamos con todo respeto que incluyan la discusión de este serio problema bajo los objetivos y principios declarados por la CELAC.

Atentamente,

Bancada BAPLI.

Centro Nicaragüense de Derechos Humanos.

Confederación de Maestros de la Educación.

Consejo Nacional en Defensa de la Tierra, el Agua y la Soberanía.

Comisión Permanente de Derechos Humanos.

Coordinadora Civil.

Grupo Patriótico de militares retirados.

Grupo de Reflexión y Participación Ciudadana.

Hagamos Democracia.

Juventud Democrática Nicaragüense.

Movimiento Autónomo de Mujeres.

Movimiento Nicaragua 2.0

Movimiento de las 3 Revoluciones.

Movimiento por Nicaragua.

Movimiento Patriótico por la República.

Movimiento Liberal Constitucionalista “Ramiro Sacasa”.

Movimiento por el Rescate del Sandinismo.

Movimiento Puente.

Partido Movimiento Renovador Sandinista.

Partido Acción Ciudadana (de Nicaragua).

Partido Liberal Independiente.

Plataforma por el Desarrollo Sostenible de Nicaragua

Popol Nah

Unión Ciudadana por la Democracia.

Unidad por la República.

Bibliografía de referencia.

· Link de Manifiesto a los nicaragüenses en Defensa de la Soberanía Nacional, Junio 2013, firmado por 111 personalidades nicaragüenses de diversos sectores

http://www.confidencial.com.ni/articulo/12413/

· Link Carta Pública del Poeta Ernesto Cardenal

http://www.laprensa.com.ni/2014/11/01/columna-del-dia/216594-dla-monstruosidad-del-canal

· Link Manifiesto por la defensa de la Soberanía Nacional ¡Nicaragua no está en Venta! Firmado por 21 organizaciones sociales y políticas.

http://mpn.org.ni/manifiesto-por-la-defensa-de-la-soberania-nacional-nicaragua-no-esta-en-venta/

· Link de libro de la Academia de Ciencias de Nicaragua (ACN), creada en 2010 como una organización independiente que agrupa a los científicos nacionales más distinguidos, “El Canal Interoceánico de Nicaragua” Aportes al Debate”

http://www.cienciasdenicaragua.org/images/Aportes%20Sobre%20Canal%20NicaraFIN%20(12).pdf

· Link Resumen Ejecutivo de Estudio del Centro Humboldt, prestigiosa ONG nacional ambientalista

file:///C:/Users/USUARIO/Downloads/Resumen%20Ejecutivo%20Estudio%20GCIN-1.pdf

· Link sobre impactos, de Mónica López Baltodano, especialista en derecho ambiental

http://www.confidencial.com.ni/articulo/13199/25-verdades-sobre-la-concesion-del-canal

· Link Pronunciamiento de Grupo Cocibolca, plataforma de 9 Organizaciones civiles, ante reporte de avances del proyecto del 20/11/2014

file:///C:/Users/USUARIO/Downloads/Pronunciamiento%20Grupo%20Cocibolca%20211114%20(1).pdf

· Link de Resolución de la Asociación de Biología Tropical y la Conservación.

http://tropicalbiology.org/tropicalbiology/wp-content/uploads/2014/10/ATBC-resolution23-Nicaragua-Spanish.pdf

· Link de Editorial Enero revista “Science”

http://www.sciencemag.org/content/347/6220/355.summary?rss=1

· Link de uno de los recursos

http://www.confidencial.com.ni/downloads/268.pdf

· Link Informe del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos

http://www.cenidh.org/noticias/739//

· Link Anteproyecto de Ley para derogar la Ley del Canal.

http://mpn.org.ni/wp-content/uploads/2015/01/Ante-proyecto-de-Ley-de-Derogaci%C3%B3n-de-Ley-No-840-.pdf

miércoles, 28 de enero de 2015

La Víctima y el Victimario. Responsabilidad, culpa y otros engendros del ‘amor en tiempos de terror’.


George R. Porta

Marcos 11, 15: “Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y empezó a echar a los que vendían y compraban allí; volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían palomas; y no consentía que nadie transportase objetos atravesando por el templo. Luego se puso a enseñar diciendo:
― ¿No está escrito: ‘Mi casa ha de llamarse casa de oración para todos los pueblos’? En cambio, vosotros la tenéis convertida en una cueva de bandidos’.”

Juan 2, 13-17: “Estaba cerca la Pascua de los Judíos y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas instalados, y haciendo como un azote de cuerdas, a todos los echó del templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes; a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas y a los que vendían palomas les dijo:
―Quitad eso de ahí; no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios.
Se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: ‘La Pasión por tu casa me consumirá’.”

(Los textos escriturarios son del Nuevo Testamento de Luis A. Shökel y Juan Mateos, Cristiandad, 1984; para la interpretación de Juan recurro a J. Mateos y J. Barreto, Cristiandad, 1992).

Presuponiendo la validez de la hipótesis exegética de las “fuentes” omito el texto de Mateo 21, 12-13 y el de Lucas 19, 45-46. La única diferencia real entrambos es que Mateo mencione los textos proféticos de Isaías y Jeremías que le atribuye a Jesús.

Reproduzco el texto de Juan porque su redacción le otorga un simbolismo extraordinario. Por ejemplo, una vez que ha quedado atrás el teológicamente cargoso prólogo (1,1-18), la narración inaugura la actuación pública de Jesús en términos inequívocamente violentos, denunciando la corrupción de las autoridades y hasta del propio espacio del templo convertido en “casa de negocios” o en palabras de Marcos “cueva de bandidos” (ut supra).

Hay en Juan otro momento narrativo extraordinario en el cual Jesús libera su apasionamiento con lenguaje fuertemente directo, esta vez, en reacción a una injusticia físicamente cometida contra él mismo. Así, Juan 18, 22-23 narra:

“Apenas dijo esto, uno de los guardias presentes dio una bofetada a Jesús, diciendo:
― ‘¿Así le contestas al sumo sacerdote?’
Le replicó Jesús:
―’Si he faltado en el hablar, declara en qué está la falta; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?’.”

Fuera preferible, sobre todo para la mentalidad perfeccionista que necesita minimizar la humanidad de Jesús en cuanto a que corra riesgos, para poder―contra Calcedonia―confundir su humanidad con su atribuida divinidad. Pero el Jesús de Juan es narrado contradiciéndose, al menos en esta ocasión narrada en los sinópticos, en la cual aconsejó-contra la conducta impulsiva, la venganza, la violencia, etc.: (Cf. Mateo 5, 38-39 que incluye la cita de Éxodo 21, 4 “Os han enseñado que se mandó: ‘Ojo por ojo, diente por diente’ que Lucas 6, 29 omite). Mateo hace decir a Jesús un consejo que después, en su proceso judicial no practicó si uno ha de atenerse al evangelio de Juan. He aquí el texto mateano: “Pues os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; etc.”

No quiero dejar pasar inadvertida la sutileza de una frase que enfatiza la intencionalidad de los evangelistas. Me refiero a la anotación de Juan Mateos acerca de “la mejilla derecha”, que tuviera que ser infligida volviendo la mano izquierda (implicando un gesto forzado), facilitando la segunda bofetada si se ofreciese la mejilla izquierda.

En mi fe personal encuentro imposible comprender la noción de divinidad y el tema ha dejado de preocuparme. Al Jesús Divino, el Cristo, parece que nunca le conoceré, a menos que haya en efecto “resurrección” como el Magisterio Católico lo ha venido presentando siguiendo a Pablo y a otros. El propio título de Cristo cobra sentido en el contexto de la noción hebrea de un Mesías.

Aunque parezca que llevo algunas gotas de sangre sefardí en mis venas, lo que celebro, prefiero seguir a Teresa de Jesús, a Juan de la Cruz, a Ignacio de Loyola, al Hermanito Carlos y a muchos otros/as, afianzando mi esperanza de que se cumplan las promesas atribuidas a Jesús en lo extraordinario de su humanidad –y aun así tan humana– la cual al menos puedo intentar comprender desde mi propia humanidad falible.

Mi fe no es doctrina ni es cuestión de conocimiento sino que la siento. En efecto se me hace presente como una gran esperanza confiada del cumplimiento de dichas promesas. Por lo demás, creo firmemente la imposibilidad de afirmar la existencia de Dios desde la experiencia humana. Menos aún de un Dios creador de una naturaleza que si tan frecuentemente puede ser tan inmensamente bella, no deja de ser frecuentemente problemática casi en la misma proporción. Respeto a quien pueda comprender la noción de “divinidad” pero ese no es mi caso.

Impulsivo o no impulsivo, me impresionan la compasión y la misericordia de Jesús tantísimas veces explícitas, paradójica o contradictoriamente, en sus expresiones de ira violenta o de dolor inmenso (Juan 18, 22-23. 35 ¡el mismo capítulo!).

Mi Jesús es respetuoso de la libertad ajena (Cf. Juan 5, 6-7. 18, 23). Me gustaría llegar a ejercitar mi compasión y mi ira, por poco tiempo que me quede, a su modo. De hecho tras de leer a Herman-Emiel Mertens (Cf. Not the Cross but the Crucified, an essay in soteriology, Louvain Press, Pastoral Monographies, 11, 1992) –especialmente el capítulo 5 acerca de la significancia actual de una lectura sacrificial del asesinato horrífico de Jesús en la cruz–, y la extraordinaria (al menos para mí) reflexión de a John F. Baggett en la primera parte de su Seeing through the eyes of Jesus (Cambridge 2008) me gustaría parecerme aunque fuese un pelín más al modo de ser y de mirar de ese Jesús que me parece entrever.

No me asustan las conductas difíciles, oscuras, paradójicas o erróneas que las narraciones pudieran atribuir a Jesús. Ni necesito la absoluta congruencia o la absoluta transparencia de una humanidad que yo no pudiera ni comprender ni imaginar. Prefiero y deseo creerle –según el dictum de Pablo en Filipenses 2, 7: “haciéndose uno de tantos”– aunque los expertos me reprochasen lo que fuese.

Desde mi propia humanidad, mis propias oscuridades me pueden ser a menudo impenetrables y no por ello dejo de agradecer mi propio ser con todas mis virtudes y defectos todo lo más que puedo, como una especie de yerba a veces hermosa y otras seca o podrida, siempre carente de perfume a menos que se la machaque o destile. De hecho mis propias oscuridades se me aclaran cuando las puedo mirar como imagino que Jesús las hubiese mirado, con la misma serenidad compasiva y gratuita que me parece que le atribuye Juan 5, 7 describiendo el momento en que reconoce y se dirige al paralítico de la piscina al que nadie, en 38 años, ha querido ayudar a buscar la “salud”.

Puedo agradecer esta visión de Jesús, agradecerla completamente en la integridad variopinta de su persona como pide el Decreto de Calcedonia (más o menos): “sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación”, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas (si tiene más de una) por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada una de esas características que unos/as y otros/as le atribuyen pero, a mis ojos, concurriendo todas en una sola persona humana y en una sola hipóstasis o integridad indivisa en su realidad histórica allá hace 2000+ años, “no partido o dividido en dos, sino uno solo y el mismo”, sin recurrir al difícil galimatías filosófico y teológico de aquellos señores y aquellas circunstancias, sino como le veo con mis propio poder resolutivo ocular, con mi corazón más que con mi mente, con cualesquiera limitaciones culturales, cognitivas, (o ventajas), hasta donde buenamente pueda acercarme a Jesús, consciente de que siempre quedaré corto en mi visión. Al fin y al cabo solamente soy responsable de mi propio mirar, pensar y actuar y no del de los/las demás.

En mi antropología personal ―aprendida de mis pacientes y de mis supervisores y maestros en los años de práctica clínica y en mis no menos tortuosos y a veces felices setenta y uno de vida― solamente puedo reconocer inconsistencias, progresos y regresos, enfermedades y mejoramientos conductuales, y mucha pero mucha experiencia o situación interrumpida, por lo que muchos propósitos no llegarán a fruición, aunque siempre abundó mucha experiencia que agradezco a muchísimas personas, sobre todo a mis pacientes y alumnos.

Me consuela que mi intuición haga que me parezca reconocer en Jesús y sus inconsistencias un mensaje de serenidad y de confianza, de esperanza confiada; que no me releva en ninguna medida de la obligación moral de vivirme en mi existencia lo más decente y efectivamente que pueda, priorizando la civilidad y la paz, lo que promueva las buenas relaciones hasta donde yo creo que no me engañe, consciente de las demandas de riesgos y tolerancias, deseando e intentando el suficiente dominio de mis impulsos pero garantizando hasta donde discierno que sea bueno y necesario, mi deber, liberar mis impulsos, porque mi vida así lo exige, sobre todo para evitar el mal por negligencia o intención, o hacer el bien y siempre absteniéndome de juzgar a los demás sin antes pedirles que se me aclaren si quieren y pueden hasta donde me permita comprenderles o aceptarles.

La noción de “perfección” parece que emerja del narcisismo primario y patológico de los moralistas (es decir de quienes parece que no acepten su propia vulnerabilidad y que no se han detenido a escuchar a los químicos acerca de la “pureza substancial”); quienes necesitan imaginarse superiores o más fuertes o mejores (consciente o inconscientemente). Quienes tengan esa mentalidad parecen atribuir el significado de infalible o quizás de “inmaculado/a” a algunas realidades y no toleran que toda realidad sea precisamente mucho más factible, pequeña y humana por ser común. Es a esta humanidad a la que alude el poeta en el Salmo 138/139 haciendo equivaler (a mi modo de ver) que la “perfección” sea solamente la mayor “completitud posible” (según cada uno/a y sus circunstancias y más en congruencia con su etimología) e idealizando la “completitud absoluta” solo como u-topía (carente de locación), como meta ideal, motivante, nunca como meta alcanzable. Teilhard por ejemplo hace del hombre Omega “el último hombre”, el único que habrá podido alcanzar la mayor completitud. Me gusta la metáfora y me parece acertada (también Ratzinger recurre a ella en la tercera sección de su Introducción al Cristianismo, Sígueme, 2002, que escribió en 1968) .

Fidel Castro (Cf. Discurso en el acto de inauguración de la presa hidráulica “Viet Nam Heroico”, en la Isla de Pinos, el 12 de agosto de 1967): “Si me pregunto a cuál de los grupos pertenezco yo, diría que milito en el bando de los impacientes, y milito en el bando —no voy a decir de los dinámicos, porque puede parecer una inmodestia— de los apurados, y de los que siempre presionan para que las cosas se hagan y de los que muchas veces tratan de hacer —en ocasiones— más de lo que se puede. Pero nosotros tenemos un lema, que dice: ‘¡Siempre se puede más!’.” (Me parece escucharle aquí una especie de eco del ignaciano Magis).

Hay controversia grande acerca del affaire Charlie Hebdo. Soy de los que creen que si en algún contexto alguna persona adulta careciese de responsabilidad sobre su conducta, eso se deba a que le haya sido arrebatada violentamente la totalidad de su dignidad personal, humana, como si le hubiesen violentado con una lobotomía moral. La tortura física o de cualquier tipo, el maltrato, la violencia doméstica son capaces de reducir la persona si no a la misma condición de bestia, hasta muy cerca de ello, arrebatándole, destruyendo la dignidad humana de ambos víctima y victimario. Cf. Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén, un estudio sobre la banalidad del mal (artículo en New Yorker, 1963 o en su ensayo homónimo posterior) o en Los Orígenes del Totalitarismo(Alianza, 2006).

Prefiero siempre que puedo imaginar que la deshumanización completa de la víctima humana del maltrato sea imposible, que algún mínimo de dignidad realmente inalienable e inviolable, aunque sufra cuantos asaltos violentos sufra, deba quedar en alguna célula.

Los héroes han sido imprudentes y han desafiado a los poderes injustos hasta las últimas consecuencias porque, por mucho que sufrieran, quedaba en ellos suficiente dignidad y responsabilidad para poder optar por el sufrimiento máximo o el sacrificio supremo en defensa de la Justicia, el Bien, la Verdad. Jesús es mi héroe más representativo en ese sentido, pero no el único. Quizás Maximiliano Kolbe fuera otro, aunque su disponibilidad para reemplazar al judío que estaba destinado al gas pudo ser una tentación de fuga para evadir más sufrimiento. Nunca he podido leer todos los documentos del proceso de la heroicidad de sus virtudes. Tratándose de otro polaco y de Juan Pablo II y su corte, no puedo evitar las preguntas y tampoco las quiero evitar.

Admiro por ejemplo que en una de las últimas fotos del periodista judío-norteamericano Daniel Pearl, ya muy cerca del día de su ejecución en Paquistán por los islamistas de Al-Queda (2002), imprudentemente levantara ambos dedos mayores cuando le están filmando a la fuerza para que lea algo.

Cuando ya parece imposible hacer o decir nada, al menos pudo hacer un gesto de rebeldía y repudio gritando en silencio su protesta, ejerciendo su autonomía, por limitada que fuese, lo cual leo como al menos vestigio de auténtica dignidad (alguien me ha dicho que mi imaginación lee algo que no consta: Pudiera ser, pero soy terco).

Jesús fue imprudente cuando desafió a los poderes de su tiempo y por eso éstos le asesinaron. Quisieron destruirle y para ello le rebajaron a lo que Isaías había descrito en sus cánticos (sobre todo 52, 14-15) propinándole los tormentos inenarrables de “la muerte en cruz” (Cf. Filipenses 2, 8 aunque no creo como Pablo que estuviese obedeciendo a nadie, ni como Isaías que estuviese pagando por nuestros pecados. Creo que sus verdugos le sometieron a la tortura y la muerte porque el Dios que parece que Jesús ha tratado de revelar es Omnicompasivo y Misericordioso (Cf. Ibn Al’Arabí, El Secreto de los Nombres de Dios, Editora Regional de Murcia, 1997, 29-46).

Los hombres y mujeres dignos conservan su autonomía y al hacerlo pueden contradecirse porque asumen los riesgos no de ser aprobados, sino de ser desaprobados, actuando en cada circunstancia si lo hacen con alguna dignidad incluso si eso pudiera contradecir lo que en otro contexto mucho más apacible no dijeran. Cada quien existe en sus multifacéticas circunstancias y nunca fuera de ellas y éstas cambian o pueden cambiar de un momento a otro.

Los periodistas de Charlie Hebdo fueron, a mi parecer, heroicamente imprudentes (conscientemente o no) publicando algo que desafió a los poderes terroristas y asesinos (o a otros poderes oportunistas), lanzados a esta cruzada religiosa y diabólica de sumir el Planeta en guerra. Se mofaron de los Islamistas del Terror que se atreven a reclamar violentamente de dichos periodistas y del Occidente derechos y respetos que ellos mismos no reconocen a sus propios pueblos.

Eso no disminuye la responsabilidad de los periodistas, sino que eleva su imprudencia al rango de heroica. Si su denuncia irónica, sarcástica o como gustéis no hubiese sido responsablemente imprudente, no hubieran cumplido con la misión que habían asumido en su profesión o negocio de combatir la opresión terrorista del Islam, que ha jurado muerte, aunque les costase su vida, a base de utilizar acremente la expresión gráfica o verbal. Y lo mismo vale si uno toma en cuenta que hacían dinero de las ganancias de lo espectacular publicitario en el campo de la política del momento.

Que hayan sido imprudentes no los culpa de su asesinato. Los hace víctimas martiriales de la libertad de expresión y deben ser recordados honrosamente como tales.

Sus verdugos, en cambio, no pudieran alcanzar una deshumanización mayor cuando ya han alcanzado el nivel casi robótico de las bestias. En mi opinión carecen de cualquier responsabilidad moral porque no son capaces de ejercerla. Son eso, ¡bestias! En cambio merecen sufrir todo el peso de la Ley y ser castigados según permita la justicia constitucional, legítima, por actuar criminalmente. Como cristiano pienso además que al matar se auto privaron de la posibilidad evangélica del perdón que en realidad ya nadie les puede otorgar vicariamente, ni siquiera los familiares más cercanos de los asesinados.

En más de una ocasión he defendido la hipótesis de que Jesús demandó de sus discípulos una conducta que la jurisprudencia humana no puede condonar o permitir. Me refiero a que la/el víctima tenga el deber/derecho de perdonar (Cf. Mateo 18, 22) y al hacerlo el de renunciar a exigir el castigo de su victimario/a. Un juez legítimo no pudiera dejar de castigar a un reo por un crimen que las evidencias provistas condenan. La víctima en cambio, contra toda justicia humana, puede perdonar a su victimario/a y paradójicamente cometer la “injusticia” de obstruir la justicia de los Tribunales y Códigos Penales.

Un tema que me gustaría tratar separadamente y proponerlo en el foro de Atrio si la redacción lo aprueba:

A menudo la mujer o el hombre víctima de maltrato conyugal quisiera y hasta concibe posible ayuda a su cónyuge y victimario/a para que cese de maltratarle. El terapeuta no siempre puede convencerle de que esa tarea no le toca y que muy bien pudiera ser inútil además de imprudentemente fallida. Que si bien le debe perdonar para liberarse de toda atadura con su victimario/a ―se arrepienta o no éste/a― no le corresponde iniciar la reconciliación (Mateo 5, 22ss) –lo cual corresponde al ofensor– y en cambio, por amor si así desea interpretarlo, le debe en cambio no arriesgarse nunca más imprudentemente a ser abofeteado de nuevo; que en efecto le deba a su victimario/a la caridad de alejarse y cortar en seco toda relación, sin alternativas de ninguna índole; que debe reclamar la protección y hasta el peso de la ley para asegurar no solo su propia integridad sino la de su prole si la hay y estuviesen en peligro de nuevas agresiones como suele ocurrir.

En mi práctica profesional no pocas veces he visto que la conducta de asalto parece en gran medida una carencia psicótica del control de los impulsos (función ejecutiva del córtex) comparable a la respuesta real o virtual de quien percibe una amenaza, sea esta real o no.

Uno de los daños que en el contexto del machismo el “macho” se auto inflige es el de sentirse compelido a destruir la fuente de amor que en realidad existe en la persona de su cónyuge que desea amarle y pudiera amarle.

Hay autores clínicos (yo suscribo dicha opinión) que en el caso de un agresor de género fuera muy plausible comprender semejante conducta autodestructiva en función de la necesidad incontenible de destruir la otra mitad de su propio identidad genérica porque la perciba ilusamente como amenaza intolerablemente real aunque no lo sea.

El machista, según esa explicación hipotética atacaría en la persona de su mujer a su propia feminidad. Si se acepta esa hipótesis el machismo fuera homofobia, en otras palabras, miedo a no ser real o suficientemente masculino y a que su mujer lo descubra y le someta o le rechace, aunque toda esa percepción psicóticamente distorsionada de ella carezca de justificación o de realidad.

En el caso de la mujer agresora (mucho menos frecuente y muchísimo menos reportado a las autoridades o a la justicia, Cf. http://www.rtve.es/noticias/20130811/hombres-maltratados/729222.shtml) un razonamiento similar pudiera explicar hipotéticamente la relación víctima/victimaria. Y lo mismo se puede intentar en el caso del maltrato infantil aunque con mayor complejidad.

Fuente: Atrio

martes, 27 de enero de 2015

Ese empleo y esa sociedad por inventar.



Jaime Richart, Antropólogo y jurista

Lo que voy a decir es preciso examinarse en perspectiva; con una de esas dos perspectivas que ha de elegir el antropó­logo para estudiar una cultura que no es la suya… En efecto, el an­tropólogo tiene dos formas de ver las cosas. Una es la que lo­gra proyectando su mirada desde el interior del sis­tema, es de­cir, adoptando temporalmente los valores y las apreciaciones de los estudiados, a la cual denominamos emic. La otra perspec­tiva, llamada etic, es la que logra mi­rando al sistema desde fuera, es decir, como si el antropó­logo estuviera fuera de la sociedad que estudia. La mirada emic es el resultado de la pro­gresión científica de la antropo­logía y es el resultado de una distinción fina y precisa que re­sulta inseparable de la ciencia an­tropológica. Pero en el caso que me ocupa es la etic, como si fuéramos individuos de cualquier otra cultura distinta de la occi­dental capitalista que estudia ésta… O mejor, como si fuésemos habitante de otro planeta de vida superior que ha venido a estu­diar la nues­tra.

Esta cultura occidental que tanto se pavonea de una inteligen­cia superior a las demás, no concibe la vida sin mer­cadear cons­tantemente. La economía y la vida giran en torno al mer­cado. Y en países como España cobra una importancia aún más inusitada. Parece que no hubiera otra cosa qué hacer ni a qué de­dicarse para convivir, ni otra solución para facili­tar bienestar a las personas, que comprar y vender masiva­mente artefactos y servicios. Pues sólo en comprar y vender sin solución de conti­nuidad, sólo en el Mercado -dicen econo­mistas y políticos aun­que no saben cómo- está la solu­ción. En caso contrario el país se viene abajo. Como si no es­tuviera ya gran parte de la pobla­ción en el abismo o al borde del abismo…

Pues bien, esa incapacidad para comprar y vender productos al fin superfluos, es a un tiempo causa y efecto de la crisis econó­mica y por extensión social; crisis que, aparte maquina­ciones fi­nancieras, so­breviene cuando la compra y la venta (el con­sumo) cesan brus­camente porque esa misma masa de población acostumbrada durante dos décadas a exci­tarse consumiendo, ca­rece repentinamente de trabajo y de di­nero. Así, cuando la po­blación en su conjunto no mercadea (y no mercadea compulsi­vamente), es decir, no adquiere a mansalva lo super­fluo, tiene lugar otro grave efecto; cual es que millones de perso­nas carecen de lo indispensable y sobre­viven sólo por la ca­ridad y por la filantropía, no por la tutela y la inteligencia de los gobernantes en una sociedad fundamentalmente urbana en la que sólo en el empleo, en el tráfico mercantil y en la filan­tropía cabe esperar la subsisten­cia. Como en el medievo.

¿Habrá mayor despropósito que habiéndose conseguido ya una producción de bienes básicos (alimentos, vivienda, abrigo y energía) para toda la humanidad, las sociedades que integran es­tas culturas y quienes están a su frente sean incapa­ces de pro­porcionar a todos bienestar duradero y felici­dad de otra manera que no sea mediando “el mercado”? Después de una historia an­tropológica de acciones y reaccio­nes básicamente primarias, a la altura de los tiempos que co­rremos la mutilación del sen­tido de cooperación y la falta de imaginación para organizar a la sociedad de otra manera, es una depravación de la inteligen­cia de quienes encarnan el po­der. No saber armonizar progreso material y progreso mo­ral de manera que el primero sea sólo po­sible a costa del se­gundo, es una aberración imperdonable e impredecible hace apenas unos años. Pues no basta que vivan con desahogo y bienestar sólo mayorías. Con que un solo ciuda­dano sea des­graciado por insuficiencia del Estado, porque el Estado no es capaz de darle amparo, ese Estado es un Estado fracasado. El español, por ejemplo…

En todo caso, habiendo suficientes brazos y cerebros para todo y para todos, que no nos sea posible todavía dedicarnos expansi­vamente al estudio, a las artes y a los oficios, al ejerci­cio y al deporte, a criar y educar a los hijos con so­siego, a la contemplación de la naturaleza y al disfrute de sus generosas ofrendas, y que el ocio creativo no sea un logro de la sociedad, resulta desolador y nos hace abominar del cere­bro de quienes desfilan a lo largo del tiempo sujetando las riendas del poder; in­teligencia cuyos resultados finales son ordinariamente conse­cuencia de la propuesta y de la aproba­ción de los menos despeja­dos. Y es que es proverbial en este país confundir genio con talento, inteligencia con listeza. Lo más probable es que todo sea debido a esa estupidez humana de la que dijo Einstein es infinita como el universo aunque de la infinitud del universo no estaba seguro…

lunes, 26 de enero de 2015

Argentina: Catamarca movilizada contra la megaminería.


Grupos que se oponen en Catamarca a la megaminería bloquean el paso de camiones de un nuevo proyecto llamado “Bajo el Durazno”, en manos de las mismas corporaciones que controlan a la Alumbrera. Denuncian irregularidades técnicas y administrativas.

Por Darío Aranda*

Página 12, 26 de enero, 2015.- Andalgalá, la localidad catamarqueña pionera en la megaminería (allí se instaló Minera Alumbrera, la primera gran explotación a cielo abierto) comenzó el año movilizada, con cortes de caminos en denuncia a la “aprobación irregular” de una nueva explotación minera (llamada “Bajo el Durazno”) y que está en manos de las mismas corporaciones que controlan a la Alumbrera.

“Significará el tiro de gracia para el acuífero de Campo del Arenal (de donde se extrae el agua) y provocará una definitiva ruptura en el balance hídrico de la región”, alertó la Asamblea El Algarrobo. Las empresas beneficiadas son las corporaciones Glencore-Xstrata, Yamana Gold y Goldcorp.


El oeste catamarqueño (Andalgalá, Belén, Santa María) conoció la megaminería en 1994, cuando el gobierno de Carlos Menem y el provincial de Arnoldo Castillo impulsaron y aprobaron la explotación del Yacimiento Bajo la Alumbrera, una sociedad de multinacionales con la local YMAD (Yacimiento Mineros de Agua de Dionisio), que pertenece a la Universidad de Tucumán, Catamarca y la Nación.

En la década del 2000 se multiplicaron los cuestionamientos. El intendente prominero José Perea reconoció que sólo 50 personas de Andalgalá trabajaban en el emprendimiento, se comprobaron al menos cuatro derrames y la empresa reconoció filtraciones del dique de colas.

En 2009 la población se movilizó contra un nuevo proyecto, llamado Agua Rica (en manos de Yamana Gold, una de las mismas accionistas de Alumbrera), en la naciente de los ríos que proveen de agua a la ciudad. Una feroz represión (en febrero de 2010) incrementó el rechazo a la megaminería. Y, junto con un fallo judicial, se frenó momentáneamente la instalación de Agua Rica.

En diciembre pasado, de manera sorpresiva y sin convocar a audiencia pública (como establece la legislación nacional), el gobierno de Catamarca aprobó la puesta en marcha de un nuevo proyecto de cobre y oro, llamado Bajo el Durazno, en manos de las mismas empresas que explotan desde hace dos décadas las montañas de Catamarca.

“Comienza la explotación de Bajo el Durazno”, informó el comunicado de Minera Alumbrera, el 9 de enero, y precisó que entre 2015 y mediados de 2016 obtendrá 15 mil toneladas de cobre y 100 mil onzas de oro. Confirmó que se utilizará la misma infraestructura de Alumbrera, precisó que contrató “45 jóvenes, generando oportunidades de crecimiento local” y resaltó que la provincia había aprobado el Informe de Impacto Ambiental (IIA).

Todo lo opuesto afirmó la Asamblea El Algarrobo. “Este yacimiento está plagado de irregularidades técnicas y administrativas. Se pretende hacer pasar este yacimiento como un ‘anexo’ a la actual mina Bajo La Alumbrera, cuando en realidad se trata de un sitio de explotación diferente”, denunció el comunicado de la Asamblea catamarqueña.


Recordaron que Alumbrera cuenta con un largo historial de siniestros, derrames, roturas, vuelcos y derrumbes. Explicaron que Bajo el Durazno usará el mismo dique de colas sobre el cual “se ha denunciado reiteradamente tener deficiencias en su construcción y mantenimiento, ya que el mismo se encuentra ubicado sobre una falla geológica de magnitud.” Y advirtieron que mantendrán el bloqueo (que comenzó la primera semana de enero) a los camiones que conducen al proyecto minero Agua Rica.

La empresa publicitó que realizó, antes de la aprobación del IIA, “charlas en las comunidades durante el proceso de análisis del estudio”. La Asamblea El Algarrobo recordó que no deben realizarse “charlas”, si no “audiencias públicas”, donde deben intervenir todos los actores y –fundamental– deben contar con la información y estudios de manera anticipada, para poder analizarlos y plantear las objeciones en la audiencia. Denuncian que nada de eso sucedió con Bajo el Durazno.

El punto principal que empresas y gobiernos solían usar era la “licencia social”, entendido como el apoyo de la población para el avance de la megaexplotación minera. Pero que dejaron de enarbolarlo luego de las luchas de Esquel, Loncopué y Famatina. Y, en Catamarca, las empresas no lograron remontar su imagen negativa luego de la represión por Agua Rica en 2010. En Andalgalá ese rechazo se expresa al menos en tres espacios: la Asamblea El Algarrobo, la organización de las Mujeres del silencio y los Vecinos Autoconvocados.

“Hay un avasallamiento a la voluntad popular que se expresa todos los días. Reclamamos que se respete la legislación municipal, provincial y nacional”, precisó la asamblea.

*Darío Aranda, es periodista. También es colaborador permanente de “Pagina 12” “Rebelion” “Red Voltaire” entre otros medios. Autor del libro “Argentina Originaria” hace más diez años trabaja junto a comunidades desde la Defensoría de Derechos Humanos de Argentina documenta el despojo y la segregación de los pueblos originarios que dan testimonio del pasado y el presente de injusticias y explotación en el campo argentino, de las trasnacionales de la soja, forestación y otras.

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Fuente: Servindi

domingo, 25 de enero de 2015

Haití, 5 años después.


El terremoto de enero 2010 dejó devastación generalizada como esta en Port-au-Prince, Haití. La fotografía fue tomada a principios de febrero de 2010. 
Fabrizio Lorusso

Rebelión

Azotado de manera brutal por un sismo de 7.3 grados Richter en 2010, Haití ha vivido en la miseria en los últimos cinco años. Y aunque las políticas asistencialistas y las donaciones acudieron en tropel a proporcionar ayuda a los damnificados, los fondos han sido desviados para la construcción de hoteles de lujo, mientras el país sigue inmerso en la pobreza. Ante la imposibilidad de celebrar comicios electorales y de aprobar la relacionada ley electoral en el congreso, en 2014, la crisis política, que culminó con la renuncia del Primer Ministro Laurent Lamothe, tuvo como desenlace una oleada de manifestaciones populares y decenas de detenidos políticos. El presidente Michel Martelly “suspendió” el parlamento el 13 de enero y ahora tiene la posibilidad de gobernar por decreto.

I- 2010-2015, donaciones, promesas y cólera

2010. Claire viste una camisa blanca elegante, un limpio pantalón de mezclilla y tenis nuevos para largos recorridos. Salió de prisa, con paso firme. Brilla en medio de los escombros. Va trotando cuesta arriba, evitando cúmulos de ladrillos, coladeras destapadas y postes metálicos acostados sobre la banqueta. Harta de vagabundear, se sienta en el borde de una imponente roca que invade el carril y dificulta el tráfico. A lo largo de la Rue Delmas todo el mundo jadea, el sol parece no separarse nunca de su cenit y la línea del termómetro no se despega de los 30 grados. El esmog de la urbe caribeña se mezcla con el polvo de la destrucción y un hormiguero humano, desesperanzado, va en busca de comida y motivos para no pensar en la tragedia.

Han pasado dos semanas del terremoto, de la tremenda sacudida que en 39 segundos mató a 250 mil personas en la capital de Haití, Port-au-Prince o pap, como le dicen aquí. El 12 de enero, día de la catástrofe, Claire estaba fuera de su casa y se salvó. A su primo, a su tía y a muchos vecinos no les tocó la misma suerte. Ella todavía tiene una casa y una madre. Un millón y medio de sus conciudadanos, en cambio, duerme en las calles, en los jardines públicos o debajo de una carpa colectiva en los más de mil campos de emergencia que los albergan. El más grande —Delmas, un ex club de golf— lo presiden los militares estadunidenses y la organización Catholic Relief Service. Hay tan sólo unas decenas de baños y regaderas para 60 mil personas.

Claire tiene hambre. Su mamá no ha regresado en varios días. Todo producto básico se ha vuelto escaso, un lujo. Sólo quien logra tener un lugar en los campos puede acceder a raciones de arroz y frijoles que se entregan a cada grupo de 15 personas, más o menos el número de huéspedes que caben en una carpa. Los “excluidos” se las arreglan, buscan trabajos efímeros, intercambian baratijas o piden limosna, pero ¿a quién? La chica observa a los transeúntes, se esconde detrás de la roca, que en realidad es lo que queda del segundo piso de una construcción. Posiblemente Claire esté esperando a algún blanc, un extranjero a quien hablar y pedir ayuda. Me sigue. Después de 30, 40, 50 pasos acelerados, me rebasa. Pregunta, la mirada agachada, el tono de la voz seguro. Tomamos agua, la comida debe de estar lista y la invito a acompañarme.

¿Adónde fue el dinero?

Después del terremoto, empezó una hipócrita competencia de solidaridades y donaciones. ¿Quién daría más? La Organización de las Naciones Unidas (ONU), gobiernos, empresas, ciudadanos, sitios web, asociaciones y las más de diez mil Organizaciones No Gubernamentales (ONG) presentes en el país vertieron una masa de promesas y buenas intenciones, estimadas en cerca de 11 billones de dólares. Después de un año, sólo 5% de éstas había sido presupuestado y la verdadera competencia se dio, entonces, para ganar las licitaciones de las obras. La gestión de ese dineral fue otorgada a la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH), bajo el mando del ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el primer ministro haitiano, un puesto que quedó vacante por más de un año, tras la crisis política que caracterizó el gobierno del presidente-cantante Michel Martelly, a partir de mediados de 2011.
Por tanto, es fácil entender quién manda en realidad sobre el uso de las donaciones. Pese al flujo de dinero prometido, los trabajos para remover o reciclar los escombros (unos diez millones de detritos que sepultaban la capital) tardaron más de cuatro años en efectuarse. En los primeros dos años de “reconstrucción”, no hubo prácticamente ningún avance, la ciudad estaba igual, como a principios de 2010.

El entonces mandatario René Préval, quien dirigía su gabinete desde una carpa, tuvo que entregar las llaves del país a un consorcio de bancos y gobiernos foráneos que velarían por su destino. Hoy, más del 80% de los escombros ha sido eliminados, pero los esfuerzos de reconstrucción se han orientado más a la edificación de lujosos hoteles, maquiladoras y fábricas textiles que benefician más a inversores y compañías extranjeras que a resolver las necesidades de la población.

Entre 2010 y 2012, los fondos de la comunidad internacional para Haití alcanzaron la cifra de 6.43 billones de dólares, pero sólo el 9% pasó, de alguna forma, por el gobierno local. El monto de los contratos otorgados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) fue de 485.5 millones de dólares, de los que sólo 1.2% fue para empresas haitianas.

En 2012, cuando aún medio millón de personas vivía en las carpas, el “fondo humanitario” de los ex presidentes Clinton y George W. Bush invirtió dos millones de dólares en el hotel de cinco estrellas Royal Oasis, un enclave dentro de un área urbana asolada. Un año después, con 300 mil desalojados todavía en la capital, la Corporación Financiera Internacional (IFC), parte del grupo del Banco Mundial, optó por financiar un nuevo Hotel Marriott que generaría “hasta” 200 empleos a partir de 2015 y 300 para su construcción.

La estructura estará en buena compañía: la estadunidense Best Western y la española Occidental Hotels & Resorts “resurgirán” de los detritos por el bienestar turístico de la isla, también gracias a los fondos de la solidaridad internacional y a los beneficios fiscales inusuales que tienen en los primeros 15 años de actividad. Los mecanismos de la cooperación y una rebanada de las donaciones sirven como engranajes para la apertura de nuevos mercados, atractivos para las trasnacionales y para algunas firmas de la élite nacional.

Neoesclavitud y cólera

“Haití tiene las condiciones fundamentales para un crecimiento económico sostenido, incluyendo una fuerza laboral competitiva, la proximidad de grandes mercados y atractivos turísticos y culturales únicos”, según Ary Naim, representante de la IFC en el país caribeño. Su frase sonaría cínica para muchos haitianos, ya que una situación laboral “competitiva” significa, para muchos de ellos, sweatshops, o sea “fábricas miserables” —implantadas por inversionistas estadunidenses— poco proclives a respetar las normas sobre el salario mínimo nacional de cuatro dólares y medio (ya de por sí muy bajo) y en las que trabajan bajo un régimen de sobreexplotación.

Otra paradoja de la cooperación, ligada también a la presencia militar extranjera en Haití, tiene que ver con la terrible epidemia de cólera que azota el país desde hace cuatro años y medio. Un estudio de 2011, publicado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, estableció que el cólera, desaparecido de Haití hace 150 años, fue reintroducido por el contingente nepalés de los Cascos Azules, desplegado tras el sismo de 2010 dentro de la Minustah, la controvertida misión de paz de Naciones Unidas. Sin embargo, la ONU tardó 813 días en reconocer su implicación en la difusión de la epidemia y en pedir disculpas. Hoy se cuentan nueve mil muertos y 750 mil contagios y erradicar el cólera costará 2.2 billones de dólares.

En 2014 y 2015, con cerca de 140 mil personas todavía dispersas en 243 campos, la inversión internacional no apunta a la construcción de vivienda, sino a los proyectos hoteleros y a la expropiación y privatización de las costas e islas haitianas, como en el caso de la Île à Vache. Este pequeño paraíso del suroeste se ha vuelto el objetivo de empresarios estadunidenses y dominicanos, entre otros. El Colectivo de Campesinos de Île-à-Vache (KOPI), fundado en 2013, lucha para defender a los pobladores de la emigración forzada, de la expulsión de sus propias tierras y de la crisis alimentaria y ambiental que los nuevos megaproyectos turísticos están acarreando: deforestación, reducción de los cultivos y 20 mil habitantes alejados por la fuerza policiaca de las “brigadas motorizadas”, a cambio de la promesa de dos mil empleos, auspiciados por los operadores turísticos en la región, y mil 500 residencias que ocuparán enteramente las costas.

El Colectivo no es contrario al turismo, sino que combate los efectos nefastos de los proyectos que afectan a las comunidades locales, obligándolas a migrar hacia las ciudades y a trabajar en las fábricas miserables.

Flashback

2010. Claire mira a su alrededor, curiosa. Su francés es claro, no utiliza casi el criollo, idioma que yo no entendería, de todos modos. Estamos frente a la casona sede de Aumohd, la asociación de abogados para la defensa de derechos humanos en Haití que me da hospedaje. Su presidente, Evel Fanfan, es incansable; trabaja con presos políticos y sindicatos. La hora de la comida en Aumohd es un ritual. Los que dormimos en la casa preparamos diariamente una cantidad de alimentos para 15 000 personas: arroz, chicharos, frijoles, cebollas, salsas de pescado molido y cuscús, que aquí llaman Pití Mí (Pequeño Yo) y pastas que traje de México. Claire come doble, ríe y se lleva una porción para su mamá, en caso de que regrese pronto. Au revoir, se despide; no vuelve jamás.

El hambre de Haití

En la actualidad 80% de los diez millones de haitianos vive en la pobreza. Un millón y medio padece hambre y seis millones 700 mil no satisfacen con regularidad sus necesidades alimentarias. Una quinta parte de los niños padece desnutrición. La culpa no es del terremoto o del cólera. La “industria del hambre” ha sido históricamente un gran negocio: se crean mercados cooptados en los países “asistidos” mientras que, en Estados Unidos, los productores subvencionados participan en los programas de ayuda y venden al gobierno sus cosechas. Éste, a su vez, las entrega a diversas ONG y asociaciones que incluso pueden fungir como intermediarios y revenderlas, generando efectivo para sus operaciones.

En los ochenta, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y Estados Unidos presionaron a Haití para que fijara los aranceles más bajos a la importación de productos agrícolas del Caribe, lo cual perjudicó el agro nacional. Tras el sismo, ríos de alimentos inundaron Port-au-Prince, afectando nuevamente la producción nacional. Cinco años después, los escombros de Haití quedan ahí, desafiando el olvido, entre hambre, cólera y fallas estructurales.

II- Intervencionismo y hambre

En abril de 2014, el World Food Program –Programa Mundial Alimentario– lanzó una alerta sobre la crisis de inseguridad alimentaria de la región norte-oeste de Haití. Sin embargo, en lugar de funcionar como denuncia de las causas reales del problema o como estímulo hacia el gobierno y la comunidad internacional para que intervinieran y fomentaran la producción agrícola local, el aviso sirvió como excusa para llamar a mayores esfuerzos en las donaciones desde el exterior. Entonces, se favoreció la llegada de productos importados. Pasó lo mismo en 2010, tras el sismo que dejó 250 mil víctimas en la capital, Puerto Príncipe, así como un millón y medio de personas sin techo. Todavía hoy, 140 mil haitianos viven bajo carpas en los campos de desplazados.

“El país tiene una necesidad desesperada de alimentos y de asistencia para la nutrición”, remarcó en abril Peter de Clercq, representante de la MINUSTAH, la misión militar de Naciones Unidas para la “estabilización de Haití”. Hace décadas que las peticiones lanzadas por alguna agencia internacional legitiman respuestas que raramente persiguen los intereses de la población de los países “asistidos”, sino más bien sirven a los objetivos de las multinacionales de la solidaridad y del comercio, de las potencias económicas y, asimismo, de las asociaciones religiosas foráneas. Pese a las “ayudas”, en los últimos cuatro años el precio del frijol, del arroz y otros alimentos creció cuarenta por ciento y se multiplicaron las protestas populares, sobre todo en el norte, en el distrito de Cabo Haitiano.

For Haiti With Love es un nombre que suena bien, aunque un poco cursi. Es una organización cristiana sin fines de lucro que sabe aprovechar las ocasiones que se abren tras cada crisis alimentaria y los pedidos de ayuda de alguna institución internacional. “Para Haití con Amor” pidió a sus simpatizantes un esfuerzo mayor en estos términos: “Tenemos que rezar verdaderamente para que más gente se interese por Haití y ayude a compartir el fardo de las ayudas allá, pero la ayuda financiera directa es lo que más necesitamos realmente justo ahora.” Así, paliando sufrimientos, tapando alguna falla con alimentos importados y oraciones, la protesta social y la inconformidad de los agricultores locales se va aliviando y los negocios pueden seguir.

El país caribeño tiene una tasa de pobreza del ochenta por ciento de la población, con un salario mínimo de 4.5 dólares al día que muchas empresas no quieren pagar. Veinte por ciento de los niños padece desnutrición, un millón y medio de personas pasa hambre y 6.7 millones tienen dificultades para cubrir su necesidades nutricionales básicas. Los programas asistenciales no han mejorado la situación y, por el contrario, han creado dependencia. La prensa mundial tiende a presentar los problemas de Haití de manera tendenciosa, extrapolándolos de su historia y del contexto neocolonial en que se engendraron, como si la pobreza endémica, la deforestación, el cólera, los daños de las catástrofes naturales y el arrebato de la soberanía hubieran sido producidos por un pueblo inconsciente o por un clima adverso.

En cambio, se minimizan las responsabilidades de gobiernos y agencias extranjeras que se reparten donaciones, programas y prebendas, y de las multinacionales que dominan la economía de la isla. Lo mismo pasa con el papel de la corrupción e ineptitud de la élite política nacional, aliada con la de las potencias más influyentes en la historia haitiana, como Francia, Estados Unidos y Canadá. Poco se habla de los despilfarros y costos logísticos de las más de 10 mil ONG presentes en Haití que, en la mayoría de los casos, constituyen más del sesenta por ciento de su presupuesto.

También la militarización de Haití es un hecho incontrovertible y poco mencionado. La comunidad internacional ha preferido invertir en misiones armadas, prácticamente desde principios de la década de los años noventa del siglo pasado, y no en el desarrollo y la democratización; baste recordar que ha habido dos golpes de Estado y miles de asesinatos políticos en los últimos veinte años en Haití. El territorio es ocupado por ejércitos extranjeros cada vez que hay alguna crisis, como sucedió después del terremoto, cuando llegaron más de 20 mil marines estadunidenses, así como centenares de soldados de otros países. Además, Haití es controlado permanentemente por una fuerza internacional, la MINUSTAH, que desarrolla tareas policíacas y militares, fuera del control del Poder Ejecutivo haitiano, que no cuenta con fuerzas armadas propias.

La injerencia de milicias foráneas se ha justificado con la presunta violencia de las ciudades haitianas y con los conflictos políticos internos que generarían inestabilidad en toda la región. En realidad, el verdadero afectado por las crisis caribeñas es Estados Unidos, donde reside cerca de un millón de haitianos y se vive con miedo la reanudación de flujos migratorios “no deseados”. Además, Haití no es un país violento: su tasa de homicidios es de siete por cada 100 mil habitantes, mientras que el promedio del Caribe es de diecisiete; en México dicho índice llega a veinticuatro y en Honduras alcanza noventa y uno.

Farol de la ONU

En la Asamblea de la ONU, en septiembre del año pasado, el presidente Enrique Peña Nieto anunció la intención de que México participe en las Misiones de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas que son aprobadas por el Consejo de Seguridad. Se enviarán contingentes civiles y militares para integrarse a los Cascos Azules, lo cual es una novedad para la política exterior mexicana y su tradición castrense no intervencionista. Ya hay países latinoamericanos, como Uruguay, Brasil, Venezuela, Bolivia y otros nueve, que mandan tropas al extranjero, bajo el control de la ONU y, asimismo, asignan personal civil y grupos de profesionales a las misiones. Como parte de la comunidad internacional, las misiones apuntan a la creación de “cierto estatus” para los países, más allá de las presuntas “responsabilidades” o compromisos “morales” y “democráticos” que se enarbolan para justificarlas.

La estrategia para generar “prestigio” manu militari, aun en el ámbito de Naciones Unidas, y la política de “potencia regional mediana” estaban detrás del anuncio presidencial, junto a la aspiración de contar más en el concierto mundial y en sus instituciones, y quizás ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Hay otros países, como Noruega, Suiza o Cuba, que prefieren elevar su “estatus” sin hacer hincapié en las milicias o únicamente en los intereses de los “jugadores globales” dominantes, sino que se ganan respeto con el soft power, el poder blando, es decir negociando acuerdos de paz, intermediando en conflictos armados, ofreciendo recursos, servicios e instituciones en el exterior y generando confianza mediante su imparcialidad o capacidad negociadora. Pero no es el camino que Peña Nieto parece privilegiar.

Entre las diecisiete misiones ONU en el mundo, en México se mencionó un caso específico para arrancar: el de Haití y la MINUSTAH, ya que allí la operación es “encabezada por países latinoamericanos” y “México de manera natural tiene un lugar”, según dijo la exembajadora Olga Pellicer. Cabe destacar que la MINUSTAH está bajo el mando de Brasil y hablar, en este caso, de “misión de paz”, es un eufemismo. La Misión en el país caribeño tiene tareas de policía y militares para el control, mejor dicho “la ocupación”, del territorio.

Además de ser responsables de la epidemia de cólera que ha cobrado casi 9 mil víctimas y producido más de 750 mil contagios en cuatro años y medio, los cascos azules brasileños, latinoamericanos y de otras regiones se han manchado con crímenes y abusos a los derechos humanos desde su llegada en 2004 hasta la fecha. Por ejemplo, los perpetrados por las misiones de “pacificación” en el barrio de Cite Soleil a cañonazos, causando la muerte de decenas de inocentes, para buscar a presuntos delincuentes y a seguidores del expresidente Jean Bertrand Aristide, víctima de un golpe y deportado por militares estadunidenses en febrero de 2004. Precisamente su expulsión forzada, orquestada por laCIA y el International Republican Institute de Estados Unidos y otras potencias hegemónicas en la isla, como Francia y Canadá, justificó la entrada del ejército de la ONU en apoyo al régimen antidemocrático (2004-2006) del presidente Alexandre Boniface y su primer ministro Gérard Latortue, en el cual hubo 4 mil asesinatos políticos. Los Cascos Azules y la ONU tardaron casi tres años en reconocer su responsabilidad frente a la epidemia de cólera, y el plan de erradicación de la enfermedad costará 2.2 billones de dólares.

La MINUSTAH ha tenido tareas positivas de protección de la población tras catástrofes naturales y en momentos de conflictividad política, pero también ha actuado como fuerza extranjera de control social, al margen de las decisiones del gobierno local y al servicio de Estados Unidos, principalmente. Los mecanismos, a veces perversos, de la cooperación internacional y las misiones que desde hace más de veinte años, con nombres diferentes, han sido conducidas por la “comunidad internacional” en Haití, han tenido resultados controvertidos y dudosos, si no es que desastrosos, quitando soberanía al país y provocando constantes protestas de la población. México no ha participado en los asuntos militares y policíacos de Haití, o sea la MINUSTAH, lo cual a todas luces, hasta la fecha, ha sido una ventaja.

La industria del hambre

Las alarmas sobre crisis alimentarias acaban llenando los bolsillos de productores e intermediarios estadunidenses, de agencias gubernamentales e “independientes” que administran el flujo de alimentos y dinero. Haiti Grassroots Watch (HGW) es uno de los pocos medios que informa cabalmente sobre esta cuestión, entre otras. ¿Por qué Haití tiene hambre y este flagelo es más fuerte ahora que en los últimos cincuenta años?, pregunta en un artículo en su página web. Los representantes de la Red Nacional para la Soberanía y Seguridad Alimentaria (RENAHSSA) atribuyen al gobierno el empeoramiento de la situación, pero hace ya mucho tiempo que economistas, agrónomos y expertos diseñan proyectos y ganan licitaciones, contratos y becas para supuestamente encarar el hambre.

Los donantes dan billones de dólares en “ayudas alimentarias”, “para el desarrollo” y la “asistencia humanitaria”, y controlan programas de fomento que no tocan las causas estructurales del hambre, que son al menos seis, según HGW: 1. La pobreza, la precariedad salarial y la privatización de todos los servicios; 2. El régimen de la propiedad de la tierra, la falta de su gestión racional, la inexistencia de un registro y el uso clientelar de la tierra; 3. El neoliberalismo, que impuso aranceles bajísimos sobre los productos importados hace más de veinte años y causó éxodos del campo a las ciudades, sobrepobladas y peligrosas, como también se vio con el sismo de 2010, cuando murieron más personas en los barrios más poblados, pobres y hacinados; 4. El aumento demográfico con producción agrícola estancada, basada en técnicas obsoletas y abandonada por el Estado; 5. El impacto negativo de la “asistencia” internacional que actúa según coyunturas y emergencias, por sus propios intereses, fuera del poder del gobierno local; 6. Las ineficiencias del mercado interno, los oligopolios de los importadores de comida que mantienen altos los precios.

Según HGW, más del cincuenta por ciento de la ayuda alimentar para Haití proviene de programas gubernamentales estadunidenses. Sólo una pequeña parte pasa por el Ejecutivo haitiano, pues la mayoría es administrada por agencias como el World Food Program y contratistas como World Vision, CARE, ACDI-VOCA y Catholic Relief Service. Estas “importaciones” de bajo costo hacen competencia o dumping a la producción haitiana y generan recursos para las ONG. El gobierno de Estados Unidos compra arroz, trigo, harina, aceites, pollo y frijoles a sus productores, y luego los envía a las organizaciones que pueden revender los alimentos y obtener efectivo para sus propios proyectos. La industria del hambre es un gran negocio para el cual se crean mercados cautivos en los países receptores de la ayuda, ahogando la expansión de la agricultura local. También por ello el hambre es una plaga endémica que se relaciona con los mecanismos de la cooperación internacional y la imposición externa de políticas comerciales depredatorias.