En siglos anteriores la jerarquía eclesiástica ejercía el poder desde su estatus social y político, los emperadores y los reyes temían a los papas y se sometían a su autoridad como corderillos. En el momento actual, el Papa y los obispos son estrellas en los medios de comunicación de masas e influyen y riñen a la sociedad y asustan a los gobernantes desde los medios televisivos y de prensa escrita. El protagonista del que vamos a hablar, confiesa, “No me desagrada chupar cámara.”
En el País Semanal de este último domingo, el nuevo obispo de Solsona, Xavier Novell, cual estrella reluciente, coqueto, con mirada picarona y seductora, barba a la moda, es decir de tres o cuatro días al estilo de los presentadores de la tele, llamativo anillo y no menos llamativa cruz en su pecho, ambos objetos de diseño moderno, junto al colorido de sus botones, ojales y fajín, sentado en un despacho episcopal de sillón de madera tallada, óleo de algún antecesor al fondo en la pared, el nuevo obispo Solsona, joven y apuesto, se ofrece a explayarse con desparpajo sobre sus objetivos, su pensamiento, su planes. Se llama Xavier Novell, 41 años, un “buen chico” como él mismo se autodefine. Se ve que su juventud le aporta brío (yo diría seguridad excesiva) por la firmeza que manifiesta en sus afirmaciones (ya sabemos que los obispos no opinan, siempre afirman), aunque un sacerdote le haya aconsejado “Xavier, en las entrevistas puedes decir no sé y no pasa nada”. Me temo que lo le ha hecho mucho caso
Dada su locuacidad lo deja todo claro, desde el primer momento, no oculta que rompe el cliché del obispo barrigudo, hasta declarar sin complejos que se le apareció el Señor para romper su tendencia aperturista.
La entrevista comienza pidiendo ayuda a la entrevistadora para que le ponga los gemelos de plata, puesto que “Ésta es una de tantas cosas que no se puede hacer solo”, ¡vaya por Dios!, y hay que acudir al ayudante de cámara…
Vamos a lo que vamos, ¿cuál es el perfil de este intrépido obispo? Para no romper el orden establecido y no haya lugar a confusiones, comienza declarándose papista y ortodoxo, para más adelante añadir lo de conservador (explica estos conceptos), acaba de leer el libro Luz del mundo, para empaparse bien de lo que piensa el Papa y no cometer el error de pensar por sí mismo (esto lo digo yo). Aunque la entrevista augura otras expectativas cuando dice que el Papa quiere que los obispos estén preparados para los cambios que la Iglesia necesita, no tarda ni un minuto en clavar directamente la banderilla sobre la familia actual, antigua educadora en la fe y ahora hecha un desastre. Para pasar a una cierta añoranza del nacionalcatolisimo en el que la sociedad se dejaba llevar de la mano de la Iglesia, incluso se atreve a culpabilizar al Concilio Vaticano II cuando dice: “En estas, la Iglesia, con el Concilio Vaticano II, hizo un esfuerzo de acercarse y hablar de lo que a la gente le hace sufrir, lo que le interesa, y dejó de hablar de lo que es más difícil, complejo, misterioso”. ¡Fuerte, eh!!! Confiesa que esa educación postconciliar le produjo una crisis personal que tuvo que rectificar, siendo ya sacerdote, y sobre todo, que fue en Roma donde encontró el buen camino. Y confiesa: “Quizá mi época de enfant terrible fueron esos 15 días del concilio” (se refiere al Concilio Tarraconense) Aquí está el quid de la cuestión, el gran error de su vida, hasta que se le apareció el Señor, fue creer que el Concilio Vaticano II le había conducido por el mal camino, hasta haber defendido el fin del celibato en dicho Concilio Tarraconense de 1995. Ay, ay, ay, qué prehistoria tiene ese obispo…, haber creído en el Vaticano II y haber sido progre.
¿Qué concepto tiene este joven obispo de sus allegados los y las jóvenes?. Leamos lo que dice de la juventud: “Porque personal, afectivamente, y sobre todo espiritualmente, son personas sin riqueza, con excepciones. “ ¿Solución que propone para catequizar a la juventud? Laicos que se dediquen al apostolado en el botellón: “La fórmula que estamos probando es pagarles media jornada y que la ofrezcan entera” Eso sí, añade que no es su intención explotarlos, sino que trabajen como voluntarios, menos mal, Dios proveerá.
Sobre los temas centrales de la pastoral eclesiástica, sin novedad, lógico, su preocupación prioritaria está en los temas relacionados con la sexualidad (aborto, familia, homosexuales, etc.); sobre el sacerdocio femenino o el celibato más de lo mismo; contra la pederastia, los preservativos, etc. nada que objetar, está en su derecho en mantener la doctrina oficial de la Iglesia, pero sin salirse ni un ápice. “¿Y qué dice monseñor Novell? Lo que diga el Santo Padre [ríe].”
Ahora bien, al hablar de los preservativos, casi produce carcajada cuando dice: “Aquí me parece que las parejas que son matrimonios o estables no necesitan condón. Hay casados que me dicen que hace uno, dos, tres años que no tienen relaciones. ¿Por qué la gente esta tan obsesionada en que si el sexo no se hace cada día es como si no pudieran respirar? Hay medios más verdaderos de ser responsables en la concepción de los hijos. El preservativo persigue separar paternidad de placer. Y eso no es humano”. Pues no deja de ser curioso, habría preguntarles a los habitantes de Solsona si las cosas son así.
No menos interesante es el relato que hace de la separación matrimonial, conversión y anulación del matrimonio (¡¡lagarto, lagarto!!) de su hermano. No os lo perdáis.
El penúltimo capítulo referido a las mujeres, resulta más atractivo leer lo que monseñor declara que mi pobre traducción, él lo hace muy bien, firme como un roble y inasequible a la tentación.
Mi conclusión: éste es el prototipo del obispo que quiere Roma, conservador, anticonciliar, espiritualista, catequista, papista, sumiso y obediente, y ¡sin rechistar, eh! Que viene el coco y no veas….
Y aquí está el enlace para quien quiera “saborear” toda la entrevista: ENTREVISTA: XAVIER NOVELL
Fuente: ATRIO
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