jueves, 26 de abril de 2018

¿Quién se beneficia del terrorismo? Atentados que suelen ser falsa bandera.

Ojos para la Paz
por Purificación González de la Blanca

Siempre nos insistieron en que en Afganistán no había recursos, cuando ese desgraciado país es precisamente una inmensa mina de todos los recursos posibles. Además de petróleo y gas -y ser zona de paso de oleoductos y gasoductos- Afganistán tiene oro, mucho oro amarillo, y no de los lingotes hechos de tungsteno que abundan en la tesorería de EEUU. La existencia de toneladas de oro, diamantes, esmeraldas, cobre, hierro, uranio, y otros minerales (como tierras raras), que hoy pone los dientes largos al Servicio Geológico de EEUU (USGS) De ahí que los invasores no se despeguen de su territorio y que España (que sigue siendo un servidor del imperio, sea el de Francia, sea el de EE.UU.) vigile desde la base de Herat uno de los subsuelos más ricos en petróleo de Afganistán.

El conflicto de Afganistán (desde 2001) es, junto con Irak, uno de los primeros ejemplos de la privatización de la guerra contemporánea.

Los estados capitalistas, a través de medios de comunicación y políticos, han explotado hasta el hartazgo el fenómeno del terrorismo espectáculo en su propio beneficio, para justificar un mayor control social, el aumento de medidas represivas y las diferentes guerras imperialistas de saqueo.
Desde su nacimiento, el terrorismo se ha revelado como un método muy eficaz para fortalecer (nunca para debilitar) los poderes absolutistas del Estado frente a los ciudadanos/as. A pesar de ello, multitud de personas siguen creyendo en la independencia y originalidad de este fenómeno, gracias a la mitificación del mismo realizada por los medios de propaganda y por los partidos políticos.

Ya va siendo hora de recuperar el sentido común y desmontar esta maquiavélica estrategia, tan útil en las sociedades capitalistas para justificar estados de excepción permanentes, gracias a la excusa del mito terrorista sobre el que el sistema capitalista fundamenta y justifica sus criminales políticas y la consiguiente lucha antiterrorista.
Es necesario desmontar este gigantesco fraude.

En el caso del terrorismo que nos venden como propio de fanáticos fundamentalistas, no hay que olvidar que estas bandas armadas (Al Qaeda, Frente Al-Nusra, Jebel Al-Nusra, Estado Islámico, Isis o Daesh, Boko-Haram, Al Shabab, etc.) han sido creadas, entrenadas, armadas e introducidas por los países atlantistas (CIA, Mossad, M16 y otros ayudantes, como la OTAN), con el fin de atacar los cimientos de los países en el objetivo. Son el enemigo perfecto. Primero las introducen y después entra EE.UU. y los países atlantistas (y también Israel, Arabia Saudí, e incluso Qatar) a “salvar” el país.

¿Qué pretenden con el atentado de Kabul? Es triste, pero pretenden matar a muchas personas inocentes, aterrorizar a la población. El objetivo es justificar la presencia de los países invasores, como EE.UU., Reino Unido o España (¡Ay la base de Herat!), controlar los infinitos recursos de ese país: petróleo y gas (y los gasoductos), que explotan empresas de los EE.UU., Holanda, Francia y Reino Unido, principalmente.

Además del Oro Negro, Afganistán tiene oro, mucho oro amarillo, y no de los lingotes hechos de tungsteno que abundan en la tesorería de EEUU. De hecho, la compañía financiera JPMorgan Chase firmó con Karzai, en 2011, un acuerdo por el valor de 40 millones de dólares, para hacerse con una de las minas de oro afgano. La existencia de toneladas de oro, diamantes, esmeraldas, cobre, hierro, uranio, y otros minerales (como tierras raras), que hoy pone los dientes largos al Servicio Geológico de EEUU (USGS), ya había sido documentado, hace un siglo, por las expediciones rusas y británicas.

Pero casi tan importante como los recursos mencionados, es que haya muchos contratos de empresas de la guerra y mercenarios.
Estos atentados son el máximo exponente de la llamada “guerra global contra el terrorismo”.
El conflicto de Afganistán (desde 2001) es, junto con Irak, uno de los primeros ejemplos de la privatización de la guerra contemporánea. El uso de contratistas privados en el marco de conflictos armados no es una política nueva, pero en Irak y Afganistán ha adquirido nuevas dimensiones: no sólo ha aumentado drásticamente en número y forma, ahora corporativa, sino también el tipo de servicios que realizan. Del 2001 al 2007, el número estimado de las EMSPs presentes en Afganistán variaba entre 60 y 140 empresas, con alrededor de 18.000 a 28.000 efectivos. Actualmente no tenemos la cifra exacta.

Pero sí sabemos que la guerra en Afganistán costará a EE.UU, en 2018, 45.000 millones de dólares. Además, estas empresas han realizado todo tipo de servicios militares y de seguridad. Desde el transporte y protección de convoyes militares, la formación y entrenamiento de fuerzas armadas locales, y la protección de embajadas y proyectos de reconstrucción, hasta la desactivación de minas y la “erradicación de cultivos de opio” (que se han extendido, porque financian a la CIA), el apoyo operacional directo (incluido el manejo de drones), y tareas de inteligencia como el interrogatorio de prisioneros.

Desde “la guerra de terror”, que empezó 15 años atrás, el número de mercenarios contratados por las empresas militares y de seguridad privadas, que operan en las líneas de frente en el Oriente Medio y África, han proliferado sustancialmente
El informe “Mercenarios desatados: el nuevo mundo de las Empresas Militares y de Seguridad Privadas (EMSP)” examina esta industria privada de millones de dólares. Las empresas privadas se han beneficiado de la inestabilidad de las zonas en conflicto, y a lo largo de los 15 años han aumentado en número. De acuerdo con el informe, centenares de nuevas empresas fueron establecidas en los últimos cinco años.

El Reino Unido es un importante centro de industria de las EMSP. Algunos nombres de las corporaciones mencionadas en el Informe son perfectamente conocidos, como, por ejemplo, G4S, Aegis Defense Services Control Risks y Olive Group, Mega-oil, etc.
La empresa Raytheon (NYSE: RTN) es una corporación industrial y uno de los contratistas de defensa militares más grandes de los Estados Unidos. Creada en 1922, la compañía adoptó su nombre actual en 1959. Tiene alrededor de 75.000 empleados en el mundo y ganancias anuales aproximadas de 25 mil millones de dólares. Más del 90% de las ganancias de Raytheon provienen de contratos de defensa, en el 2007 fue el quinto contratista de defensa del mundo y el cuarto más grande en los Estados Unidos por ganancias. Raytheon es el mayor productor de misiles guiados del mundo.

El corazón de la industria es “una puerta giratoria” entre las EMSP, los militares, la inteligencia y las multinacionales. Los intereses de estos sectores están estrechamente entrelazados.
Apoyando los sectores de gas y petróleo
El mercado más grande para las EMSP en Irak es el relacionado con la seguridad para las corporaciones privadas que buscan invertir en el país, sobre todo, en la industria petrolera y de gas, como es el caso de BP, Royal Dutch Shell, ExxonMobil que utilizan el servicio de mercenarios.

El norte y el oeste de África son igualmente un importante mercado para las EMSP internacionales.
Aegis Defence Services opera en 18 países a lo largo del continente, incluyendo Angola, Níger, Nigeria, la República Democrática del Congo y la República Centroafricana.
Los Blackwater de EEUU (conocido como Academi tras cambiar de nombre), que tiene a centenares de colombianos combatiendo junto con Arabia Saudí en Yemen.

En el caso de los autoatentados de París, las empresas de armamento y tecnología de guerra subieron en la bolsa.
La estadounidense Honeywell, sociedad con sección de ingeniería y sistemas aeroespaciales, remontó en la Bolsa de Nueva york el 1,36%, mientras que General Dynamics, conglomerado de empresas estadounidense del sector aeroespacial y militar, cotizó al alza el 1,61%.

Thales, compañía francesa de electrónica dedicada al desarrollo de sistemas de información y servicios para los mercados aeroespacial, de defensa y seguridad, cerró en el mercado parisino con un repunte del 2,16 %.

La británica Bae Systems, contratista militar y constructora aeronáutica comercial, mejoró el 2,45% y Rolls Royce, que fabrica motores de aviación, el 2,82%, ambas en la Bolsa de Londres.

Las estadounidenses Huntington Ingalls, dedicada a la construcción naval, y L-3 Communications, especializada en sistemas de inteligencia, comunicación, vigilancia, repuntaron el 3,47% y el 4,09%, respectivamente.
Raytheon, una de las corporaciones industriales y contratistas de defensa militar más grandes de los Estados Unidos, subió en el mercado neoyorquino el 4,76% y Lockheed Martin, multinacional de origen estadounidense especializada en la industria aeroespacial y militar, también cotizó al alza, el 6,36%.
Northrop Grumman, asociación de empresas aeroespaciales y de defensa estadounidense, es la que mejor aprovechó los sucesos de París, al revalorizarse en esos momentos el 6,69% en Nueva York.

Podríamos resumir solo con un pequeño párrafo: Que no nos engañen, el terrorismo hace subir la bolsa. Pobres pueblos.

Abril de 2018
Ojos para la Paz

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