(PARA LAS EDICIONES DEL JUEVES 16 DE DICIEMBRE)
FRANCISCO GÓMEZ MAZA
· ¿Cueva de ladrones?
· Ah, Roma; “Sancta Roma”
El Vaticano ha negado las acusaciones de lavado de dinero, tituló su despacho del miércoles la BBC de Londres, al dar cuenta de que la “Justicia” italiana ha acusado nuevamente a la banca, conocida como el Instituto para las Obras Religiosas, de violar intencionalmente las regulaciones europeas para prevenir el blanqueo de dinero sucio. El pasado septiembre, las autoridades romanas incautaron alrededor de 23 millones de euros como parte de las investigaciones y centran su atención en dos transacciones específicas en las que, según documentos de la fiscalía, hubo "intención de ocultar la identidad del propietario y el origen del dinero". El escándalo no podía llegar en peor momento para Benedicto XVI, cuyo pontificado se ha visto ensombrecido por las denuncias de abusos sexuales de prominentes jerarcas católicos, y el “estado” del Vaticano ha negado insistentemente las acusaciones sobre lavado de dinero, atribuyendo cualquier "malentendido" a posibles errores contables. Pero la historia ha probado que la “Santa Sede” siempre parece darles el control de sus finanzas a individuos que no son muy capaces o, en todo caso, el banco no parece poner mucha atención a la procedencia o destino del dinero. Como le dijo a la BBC el analista político italiano, Gianfranco Pasquino, no es la primera vez que el banco del Vaticano enfrenta denuncias de este tipo. (Hubo, recuerdo yo, en el pasado broncas en el llamado “Banco del Espíritu Santo). Y Pasquino lo recuerda mejor: En la década de los 80, el banco del Vaticano estuvo involucrado en una serie de escándalos también sobre blanqueo de dinero. Entonces, incluso, un asesor financiero del Vaticano presuntamente se suicidó en prisión y otro apareció ahorcado, colgado del puente de Blackfriars, en Londres.
El asunto que nos atañe ahora, además, tampoco es el primer escándalo de corrupción en el que se ve involucrado el Vaticano en 2010. El cardenal de Nápoles fue investigado por la justicia italiana a principios del año. A mediados de este año, la justicia italiana investigó al cardenal de Nápoles, Crescenzio Sepe, por presuntamente haber vendido a un ex ministro del gobierno italiano, a cambio de prebendas y a precios subvaluados, un lujoso apartamento propiedad de la Iglesia (la estructura clerical, que no la iglesia) Católica. Las acusaciones se referían a irregularidades cometidas cuando el cardenal Sepe era responsable de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos o Providencia Fide, el equivalente a una secretaría o ministerio de estado, que maneja el patrimonio inmobiliario de la estructura clerical romana. Los fiscales querían saber qué vínculos tenía ese organismo con una presunta red de corrupción que involucra a altos funcionarios de obras públicas y a contratistas privados. La justicia italiana liberó de toda culpa al cardenal Sepe, aunque -según le dijo Pasquino a BBC- aún hay preguntas sin responder en relación con el papel de Providencia Fide en ese escándalo. Siempre de acuerdo con la versión de la British Broadcasting Corporation, algunos analistas ven en las acusaciones de corrupción contra instituciones del Vaticano un síntoma de una tendencia que empieza a preocupar al papa Ratzinger. Austin Ivereigh, analista de temas eclesiásticos comentó que, a partir de los escándalos por abusos sexuales, la cúpula de la estructura clerical de la Iglesia Católica comienza a estar más sujeta al escrutinio público.
"En general ha habido un respeto por la inmunidad jurídica del Vaticano, pero este año ha habido varios ejemplos de cómo los Estados están respetando mucho menos esa inmunidad y comienzan a investigar a la institución", destacó. La Iglesia Católica parece cada vez más vulnerable. Ahí están las investigaciones de la justicia de Bélgica, que a mediados de año incluyeron el allanamiento policial a la sede del arzobispado en ese país. El problema es que la Iglesia ha perdido credibilidad; se sospecha de ella, y muchos exigen que haya más intervención en sus asuntos. De todas formas, la investigación de la justicia italiana sobre presunto lavado de dinero ha puesto nuevamente en jaque al Vaticano y constituye, además, otro trago amargo para la feligresía, que ve en ésta y otras acusaciones una prueba de que la Iglesia Católica es perseguida.
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