domingo, 7 de febrero de 2016

En Bolivia se están evaporando los lagos.



En enero de este año el gobierno reaccionó solicitando a la Unión Europea una ayuda de 140 millones de dólares para instalar varias plantas de tratamiento de agua en la cuenca del Poopó; sin embargo, los científicos bolivianos opinan que podría ser demasiado tarde

El lago Poopó, el segundo más grande de Bolivia después del Titicaca, fue declarado oficialmente evaporado en diciembre del 2015. Miles de personas han perdido sus medios de subsistencia y abandonado el área, mientras algunos lugares como la aldea agrícola-pesquera de Untavi se convierten en pueblos fantasmas.

Ubicado a casi 4.000 m de altura en las semiáridas planicies andinas de Bolivia, con un área de poco más de 3.000 km² y sometido permanentemente a los caprichos del clima, este lago salino y poco profundo se ha secado con anterioridad para luego volverse a llenar pero, según los científicos, puede que la recuperación ya no sea posible. El caso es que si bien durante milenios el Poopó ha sufrido las sequías causadas por El Niño, durante las tres últimas décadas su frágil ecosistema ha experimentado un acoso sin precedentes proveniente de decisiones y actividades humanas y del calentamiento global.

La desaparición del lago, anunciada desde hace años, produce un fuerte impacto ecológico, económico, social y político, toda vez que implica la pérdida de centenares de especies de fauna y flora y la desaparición de culturas milenarias debido al éxodo de numerosas comunidades que subsistían de sus variados recursos. Su cuenca había sido declarada en 2002 como un ecosistema de importancia internacional donde el agua era el principal factor para controlar el ambiente, la vegetación y la fauna, lo cual resulta paradójico ya que precisamente el mal uso y manejo de los recursos acuíferos, incluida la contaminación procedente de las actividades agrícolas y mineras en sus alrededores, fue uno de los detonantes de la catástrofe, sumado por supuesto al aumento de la temperatura en cerca de 1°C —causa esencial del derretimiento de los glaciares que alimentan las fuentes de agua en Bolivia— y a la falta de acciones que evitaran el colapso.

Un estudio realizado para el gobierno de Bolivia por el consorcio alemán Gitec-Cobodes, determinó que en el 2013, el Poopó recibió 161 millardos de litros menos de agua de los requeridos para mantener el equilibrio, y concluyó que, “Pueden producirse cambios irreversibles en el ecosistema, causando masivas emigraciones y grandes conflictos", pero las autoridades bolivianas ignoraron las advertencias. De hecho, el presidente Evo Morales calificó de exageradas las opiniones, afirmando que el Poopó va a regresar, haciendo referencia con ello a las anteriores sequías, luego de las cuales volvía a llenarse.

Lamentablemente, las posiciones que sostienen expertos y organizaciones ambientalistas parecen contradecirlo. Por ejemplo, Mark B. Bush, biólogo del Instituto Tecnológico de Florida, afirma que las tendencias de largo plazo de calentamiento y sequía amenazan todas las tierras altas de la Cordillera Andina; para ello se basa en un estudio encargado por la revista "Global Change Biology" en 2010, del cual fue coautor, cuya conclusión fue que la región donde se ubica la ciudad de La Paz podría enfrentar una sequía catastrófica en este siglo, la cual disminuiría la disponibilidad de alimentos y de agua para sus más de 3 millones de habitantes.

En enero de este año el gobierno reaccionó solicitando a la Unión Europea una ayuda de 140 millones de dólares para instalar varias plantas de tratamiento de agua en la cuenca del Poopó; sin embargo, los científicos bolivianos opinan que podría ser demasiado tarde. Al efecto, Milton Pérez, investigador de la Universidad Técnica de Oruro, dijo, "No creo que volvamos a ver el espejo azul del Poopó. Creo que lo perdimos".

Más allá de las reacciones frente al hecho, para el biólogo Enrique Richard, profesor de la Universidad Mayor de San Andrés, será necesario que las autoridades hagan cumplir las normas que protegen el uso de la tierra y los recursos hídricos. Al respecto dice: "Un país no puede vivir al margen de las leyes que promulga; mientras no respetemos la Ley 1.333 de Medio Ambiente (…) este tipo de catástrofes van a seguir ocurriendo —y añade— el próximo será el lago Titicaca; eso va a ser terrible". Ojalá se equivoque.

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