María Luisa Juliá Maristany, 22-Octubre-2012
Fue tal vez por el comentario que hice en ATRIO a principios de Septiembre a propósito de ver aparecer en su columna derecha el titulo de un libro “IGNACIO ELLACURÍA intelectual, filósofo y teólogo” y cuyo contenido preveía de gran interés para mí, que Antonio Duato no solamente me lo obsequió sino que además me confió la tarea de hacer alguna reseña del mismo para este portal.
La verdad es que lo que a mí me llamaba enormemente la atención era saber de qué modo contribuyó la filosofía zubiriana en el pensamiento de I. Ellacuría y cómo éste la aplicó a la realidad americana en su proyecto de opción y compromiso por la sociedad empobrecida.
El libro recoge las ponencias presentadas en el I Congreso Internacional sobre Ignacio Ellacuría, llevado a cabo en la ciudad de México en agosto de 2009 a los veinte años de su asesinato. Dicho Congreso fue dirigido por el profesor Juan José Tamayo Titular de la Cátedra Ignacio Ellacuría en la Universidad Carlos III de Madrid
Las ponencias fueron presentadas por especialistas de gran renombre en el estudio del pensamiento filosófico de Ignacio Ellacuría como Rodolfo Cardenal, Enrique Dussel, G.Martinez Cristerna, Héctor Samour, Jon Sobrino, A. Rosillo Martinez y J.J.Tamayo. En todos ellos, al leerlos, descubro el influjo que tuvo en Ellacuría la filosofía de Xavier Zubiri ya que si bien anteriormente en su andadura intelectual, como señala R. Cardenal, influyeron en su pensamiento otras importantes personalidades, éste, más tarde queda configurado en el horizonte liberador de la filosofía zubiriana que lo acerca a lo más real de la realidad a partir de lo cual desarrollará una ética de la praxis que le abrirá a inmensas posibilidades.
Zubiri, aunque no escribió nada sobre ética normativa, en su filosofía ha lanzado distintos modos de fundamentación moral: Tres (por lo menos), que se corresponden con tres etapas de su evolución filosófica, cada una de ellas paradigmáticamente representadas por tres de sus obras: “Naturaleza, Historia, Dios”, “Sobre la esencia” e “Inteligencia Sentiente”. Pues bien, Ignacio Ellacuría elabora su ética apoyándose sobre todo en la interpretación de Sobre la Esencia (1960) y también en los cursos que Zubiri imparte en estos años, de contenido principalmente antropológico, en los que ya se ve vislumbrar posibilidades nuevas de fundamentación ética y que serán la base de su trilogía “Inteligencia y Realidad” o “Inteligencia Sentiente”.
La ética de Ellacuría es una ética de la liberación. Su objetivo fue elaborar una ética y una filosofía de la historia a partir de la filosofía zubiriana. Cree que desde ella se puede fundar un modo nuevo de entender la historia, de ahí que uno de sus libros más conocidos se titule “Filosofía de la realidad histórica”. A partir de aquí surge en el contexto del momento –en el que la teología no tenía nada que ver con la lucha de clases o con las desigualdades sociales– un concepto esencial que es el de “opción fundamental”. Un concepto que situará el tema de la pobreza en el centro de la cuestión y ya no solamente afectará al plano social o categorial sino también al orden trascendental. Y, en este sentido, la cuestión que se plantea en este momento es la de determinar cuál tiene que ser la opción fundamental de la iglesia con respecto a la realidad social.
Ellacuría cree que esa opción ha de ser la opción por los pobres, porque la opción fundamental no es sino lo que el creyente añade al acto ético que en si mismo es autónomo. Es la dimensión trascendental del mundo, es decir, un modo de ver las cosas y la realidad muy distinto al idealismo hegeliano y al materialismo marxista y por tanto se está ante un modo nuevo de entender la historia y por consiguiente la ética: ni idealista ni materialista, sino realista.
Ahora bien, aunque el tema de la pobreza mediante esta opción haya superado el plano social y se contemple además desde la perspectiva teologal, en esta coyuntura se plantea un problema. Y es que, como el análisis de la pobreza ha de realizarse desde la sociología, y la sociología del momento es sobre todo marxista. Es ahí, en esa encrucijada precisamente, cuando Ellacuría echa mano de Zubiri. Está convencido de que desde su filosofía de la materia, la cual está basada en una epistemología de la sensación, se puede elaborar una ética de la praxis y fundar un tercer modo de entender la historia. Los resultados de sus esfuerzos en tal sentido, aparecieron en el libro póstumo ya mencionado “Filosofía de la realidad histórica” publicado en el año 1991 y del cual hablan los distintos autores que integran el presente libro.
Con todo, sin embargo, en esta opción por la realidad de los pobres, defendiendo su dignidad frente a los explotadores y dictadores, en Ellacuría influyó decisivamente el ejemplo de su arzobispo y amigo Oscar Ranulfo Romero. De ello hablan en el libro Rodolfo Cardenal y sobre todo su compañero Jon Sobrino, quien titula su artículo “El Ellacuría Olvidado. Lo que no se puede dilapidar” sobre el cual y para finalizar me permito extraer el siguiente párrafo.
“Las razones por las que se olvidan estos temas me parecen ser las siguientes. Laprincipal es que introducirnos en serio en ‘el pueblo crucificado’ nos cuestiona e incluso puede llegar a acusarnos: sí y qué tenemos que ver nosotros, como personas e intelectuales, con la crucifixión de los pueblos. ‘La civilización de la pobreza’ y su potencial salvifico nos desinstala, pues para la razón tiene mucho de locura y escándalo. Y ‘el Dios que se hace presente en mártires y víctimas’ –Dios mayor y simultáneamente menor– al no creyente comprensiblemente le puede dejar indiferente, auque no necesariamente, pues en su experiencia puede asomar la pregunta de a través de qué se hace dinámicamente presente –si es que lo hay– lo último positivo de la historia. Y al creyente le exige preguntarse en qué Dios cree y en qué Dios no cree, sin poderse defender con nada, ni con doctrinas y liturgias, de la radicalidad de la pregunta”.
Fuente: Atrio
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