Escrito por Alfredo Elizondo
La contención salarial no es sino una estrategia que funciona para mantener y acrecentar la tasa de ganancia de la burguesía.
En las últimas semanas el debate en torno a la necesidad de decretar un aumento al salario mínimo ha sido más constante en los medios masivos de comunicación. El primer argumento a favor del aumento fue vertido por Miguel Ángel Mancera (MAME) en el marco del Día Internacional del Trabajo (1º. de Mayo). La premisa de la que parte MAME para defender su propuesta radica en la evidente condición de incapacidad para obtener lo más indispensable para vivir por parte de millones de mexicanos que, sin necesariamente percibir el salario mínimo, aún no tienen capacidad para poder adquirir productos y servicios mínimos para su supervivencia.
A partir de este evento se han generado toda una serie de argumentos a favor y en contra del aumento del salario mínimo en los medios de comunicación. Debido a que el acceso a dichos medios está restringido a personajes del reformismo y los diferentes sectores que integran a la derecha política del país, aún no se ha puesto sobre la mesa la primera premisa en torno al salario, partiendo de los principios de la crítica a la economía política de Marx, a saber, que el salario constituye sólo un pago parcial a cada trabajador por su fuerza de trabajo, pero existe una parte muy importante del proceso de producción que no es pagado al trabajador y que es apropiado por la burguesía, es decir, la plusvalía. A partir de lo anterior resulta necesaria la lucha por un salario que permita a la clase obrera y campesina mejorar su calidad de vida, aunque dicha lucha, dentro del capitalismo, no puede completarse a menos que sea abolido el trabajo asalariado.
El capitalismo y el trabajo asalariado
En el análisis del modo de producción capitalista, Marx descubrió que a diferencia de los modos de producción anteriores, el capitalismo se caracterizaba por la separación entre el trabajador y los medios de producción, propiedad del burgués, condición que obliga al proletariado a vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. Esa es la base sobre la que descansa hasta nuestros días el capital (a pesar de que muchos académicos aseguren que estamos en una etapa post-capitalista debido a la predominancia del sector servicios en la economía global), bajo la premisa de apropiación de la plusvalía generada por la clase trabajadora.
La intensificación de la explotación capitalista obedece a la necesidad de incrementar la tasa de ganancia de la burguesía a expensas de los trabajadores. A pesar de que han existido etapas de mejoras salariales, como el boom de la posguerra que culminó con la crisis del petróleo de los 70’s, la explotación no ha cesado. Otras concesiones arrancadas a la burguesía, como la seguridad social, aguinaldo y otros bienes y servicios, se dan en el marco de la lucha por la apropiación de la plusvalía entre la clase obrera y la burguesía.
La actual etapa de crisis mundial implica que, para mantener su base productiva, cada burgués debe mantener su cuota de ganancia, incluso a expensas de los trabajadores. Es a partir de ese hecho que podemos entender los despidos, la creciente flexibilización laboral (que en México culminó con la aprobación de la contra-reforma laboral) y la pérdida de prestaciones a los trabajadores.
Las históricas luchas de la clase trabajadora en México han obedecido a la necesidad de mejoramiento de los niveles de vida de los trabajadores, ello significa un choque con la burguesía, que prefiere antes la represión a los trabajadores que dar alguna concesión que signifique una disminución de sus ganancias.
Estructura del ingreso en México
A pesar de que el salario constituye sólo una retribución parcial al trabajo de cada miembro de la clase trabajadora, éste no es el mismo para cada trabajador, ya que existen factores de diferenciación como la rama de la producción, la productividad de la empresa, edad, género, calificación y hasta preferencia sexual, que sirven como base para otorgar diferentes montos salariales a los trabajadores. De manera sintética, a partir de la siguiente imagen podemos observar una caracterización de la estructura ocupación en el país:
Como puede observarse, los trabajadores en México se componen principalmente de quienes reciben un salario, sólo cerca del 4% son los que emplean mano de obra y oscilan entre la burguesía y la pequeña burguesía. Una vez conocida dicha estructura, a continuación se presenta la conformación de los salarios en el país:
La información presentada indica que cerca del 77% de los trabajadores en México no perciben más allá de 3 salarios mínimos (cerca de $6056 mensuales). Esto contrasta con el hecho de que la clase trabajadora mexicana es la que más trabaja a lo largo del año y menos remuneración recibe, de acuerdo con la OCDE.
Por otra parte, una de las medidas implementadas con la entrada del neoliberalismo, con el objetivo de “contener la inflación”, fue el control del salario mínimo, con el fin de contener el salario del conjunto de los trabajadores, desde 1976 se ha registrado una caída constante, aunque la inflación ha hecho aumentar de forma sostenida los precios de las mercancías:
La contención salarial no es sino una estrategia que funciona para mantener y acrecentar la tasa de ganancia de la burguesía. Incluso en el último periodo, caracterizado por la crisis económica mundial, la burguesía ha logrado incrementar sus ganancias. En México, las empresas más grandes del país lograron obtener un aumento del 46% de sus ganancias en 2014, con respecto al año pasado. Son precisamente esas empresas y sus voceros aquellos que se manifiestan en contra del aumento del salario mínimo, al final lo que sucede es que la ganancia del capital puede aumentar exponencialmente, pero el salario de los trabajadores debe mantenerse para evitar “desequilibrios macroeconómicos”.
Por su parte, la respuesta del gobierno de Peña Nieto ha sido apoyar a los empresarios y negarse a decretar el aumento del salario mínimo, a pesar de que incluso el propio CONEVAL (organismo recientemente nombrado como autónomo) muestra que el ingreso real laboral por persona, continúa en caída, con mayor énfasis en las zonas rurales del país:
Para el gobierno actual es imposible aceptar una propuesta de aumento del salario debido a que el crecimiento económico se mantiene en términos mediocres y dicho aumento generaría una caída en la tasa de ganancia de los capitalistas, ya que puede generar efectos colaterales de aumento salarial en aquellas personas que no necesariamente perciben el salario mínimo como lo demuestran Kaplan y Pérez Arce Novaro. La última medida que ha tomado el régimen es “aceptar un potencial aumento”, si existe antes un aumento en la productividad laboral y crecimiento económico, es decir, primero hacer ganar más al patrón antes de aumentar un céntimo al trabajador. Está claro que la clase dominante, al ser los dueños y señores de la situación, no permitirán ni la más mínima concesión a los trabajadores. La estrategia que sí mantendrá Peña Nieto es la del uso del presupuesto para operar programas que otorguen beneficios paliativos y puedan mantener o ampliar la estructura clientelar del PRI, tomando en consideración que el siguiente año tendrán lugar las elecciones intermedias, donde el actual partido en el poder busca consolidar su dominio en el Legislativo y arrebatar territorios a los otros partidos.
La lucha por un mejor salario
Las condiciones actuales hablan de un periodo de baja en las luchas de la clase obrera, producto de los ataques certeros de la burguesía y los tímidos intentos de los partidos reformistas y las dirigencias sindicales por enfrentar dichos ataques. A pesar de ello y en franco oportunismo, Mancera lanzó el debate en torno al salario con el objetivo de mejorar su imagen autoritaria, poco eficiente y represora al frente de la administración de la capital del país, que se arraiga cada vez más entre más habitantes de la Ciudad de México.
El objetivo que persigue Mancera es tratar de mostrar que, a pesar de actuar en contra de la lucha social y ser un alfil de Peña Nieto, puede tener ciertos gestos “progresistas” para los “más necesitados”. De la misma forma que la “defensa de la industria energética nacional” por parte del PRD ha resultado una farsa, la apuesta de Mancera no es sino un intento desesperado para recuperar “popularidad”. La clase trabajadora debe tener en cuenta que, mientras que la burguesía y sus partidos se mantengan en el poder y los trabajadores se mantengan pasivos, estas propuestas sirven como espectáculos mediáticos.
La lucha de los trabajadores en torno al salario es necesaria en el momento actual, la situación económica no mejorará en el mediano y largo plazo, aunado a que con la reforma energética el Estado dejará de percibir recursos que se reflejarán en recortes al gasto en salud, educación, vivienda, etc. Este momento es idóneo para que, ante la ola de ataques, se abra un debate entre los sindicatos y los trabajadores no afiliados, en torno a un plan de lucha que busque presionar al Estado por el aumento al salario, más allá del discurso del reformismo de izquierda e incluso del PAN.
Es posible empujar un frente a favor de la mejora salarial que no solamente se limite a instrumentos legales, sino que combine la movilización en la calle y la organización y acciones de los trabajadores ahí donde no existe, sería un muy buen punto de partida para revertir las reformas y evitar que se lancen nuevos ataques, como el desmantelamiento del sistema de salud que se prevé pueda ser el siguiente movimiento del régimen.
Por otra parte, es primordial que la lucha salarial no se encasille en los límites de los partidos o las direcciones sindicales actuales, que lucharán por un incremento pírrico pero que seguramente no irán más allá (como recientemente se ha visto en las diferentes luchas contra la reforma educativa y la reforma energética). De acuerdo a estimaciones del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, para que el salario pudiera alcanzar un nivel digno para los trabajadores tendría que aumentar hasta $185 diarios, este hecho puede servir como un primer objetivo a conseguir, pero hay que considerar que, incluso de obtenerse, podría ser perfectamente revertido debido a que la burguesía controla al Estado y mantiene la propiedad de los medios de producción, la lucha salarial sólo puede culminar con la expropiación de la burguesía y el control de los trabajadores de los medios de producción, bajo una democracia obrera.
Fuente: ApiaVirtual
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