miércoles, 17 de mayo de 2017

Buenos enfoques y buenas prácticas ministeriales.


Emilia Robles-Proconcil

Estimado/a amigo/a:
Las dos entrevistas (una parcial, en Vida Nueva y una completa, en Religión Digital) a dos obispos brasileños, que les ofrecemos a continuación, son una muestra de un acertado enfoque sobre como lograr comunidades más vivas y corresponsables, donde el laicado (personas concretas con años de dedicación probada en comunidades y formadas específicamente) pueda ser incorporado a un tipo de ministerio presiteral diferente del que conocemos hasta ahora, complementario con el actual ministerio de los sacerdotes célibes, según la propuesta, cada vez más aceptada por su excelente fundamentación teológica y pastoral, del obispo Fritz Lobinger. (“Equipos de Ministros ordenados” y “El Altar Vacío”, Herder Editorial)

Como ya dijo el Papa en su momento al propio Dom Erwin Kráutler: se necesitan obispos valientes que hagan propuestas corajosas para sus diócesis.

Al mismo tiempo, hace falta que se vaya comprendiendo desde todos los ámbitos eclesiales que esta propuesta es una gran oportunidad para la Iglesia en su conjunto.


ENTREVISTAS
Erwin Kräutler: “Presidir la Eucaristía no debe ser prerrogativa de un sacerdote célibe”

“Dos tipos de ministerios sagrados podrían complementarse y enriquecerse mutuamente”, explica a Vida Nueva

Erwin Krautler, obispo emérito Xingu Brasil
Desde su llegada a Belém do Pará, en 1965, como Misionero de la Preciosísima Sangre proveniente de su Austria natal, Erwin Kräutler ha caminado junto al pueblo de Dios de Xingú, llevando la buena nueva del Evangelio y acompañando sus luchas en una de las regiones más conflictivas de la Amazonía brasileña. Actualmente, es el secretario de la Comisión Episcopal para la Amazonía de la CNBB y preside la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) en el país.

Su preocupación por la ausencia de sacerdotes que presidan la celebración eucarística continúa vigente, como ya se lo manifestó en su momento al papa Francisco (en 2014), y así lo ratifica a Vida Nueva.

PREGUNTA.- ¿Por qué la Iglesia católica debería considerar la posibilidad de que hombres casados con fe demostrada (viri probati) puedan asumir algunas funciones sacerdotales? Desde su experiencia, ¿cuáles serían los argumentos a favor?

RESPUESTA.- No se trata de poner en jaque el celibato. Hay muchas personas, tanto hombres como mujeres, que hacen esta opción y son felices con lo que eligieron, fieles a esta decisión que han tomado en edad madura. Defiendo, sí, la tesis de que presidir la celebración de la Eucaristía no debe ser una prerrogativa de un sacerdote célibe. Dos tipos de ministros sagrados, célibes y casados, podrían complementarse y enriquecerse mutuamente, y serían una ganancia inmensa para la Iglesia. Muchos obispos piensan –y yo soy uno de ellos– en la implantación de este otro tipo de sacerdote al lado del tradicional. En Xingú, para atender a casi 800 comunidades esparcidas en un inmenso territorio, hay apenas 30 padres, varios de ellos con más de 65 años. De ahí se puede sacar la conclusión: ¿cuántas veces el pueblo tiene realmente acceso a la Eucaristía para cumplir el mandato explícito del Señor: “Haced esto en memoria mía” (1 Cor 11, 24; Lc 22, 19)?

P.- ¿Qué sería lo específico de la vocación de estos viri probati en la Iglesia?

R.- No me gusta la expresión viri probati, pues restringe a priori el sacerdocio a los hombres. Además, ¿cuál es la instancia que decide si un hombre es vir probatus o no?, ¿cuáles son los criterios para llegar a esa conclusión? Soy mucho más partidario de la tesis que sostiene un obispo de Sudáfrica, monseñor Fritz Lobinger, de origen alemán, obispo emérito de Aliwal, que sugirió que las comunidades pudieran proponer un equipo (team of elders) de personas candidatas a ser ordenadas para presidir la Eucaristía en su comunidad, y solo en su comunidad, sin que ello implique abandonar su vida familiar o profesional. (…)

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