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domingo, 8 de enero de 2012

El lenguaje: mucho más que palabras.


por Carlos López-Aguirre

El Consejo Nacional de Educación del gobierno de Sebastián Piñera, ese presidente de Chile que está convencido que la educación es un “bien de consumo”, ha decidido cambiar de los libros de texto de primaria la palabra “Dictadura” por “Régimen Militar”, argumentando que de esta manera “se deja de mirar la historia de una sola óptica”. Curioso, pues los militares no se fijaron en este tipo de matices durante sus años en el poder. No obstante, lo interesante de esta noticia es que el lenguaje sigue siendo tema de debate en un tiempo en que la palabra, oral o escrita, se encuentra en franca devaluación.
El lenguaje es un material tan sensible que su manejo requiere de cuidados extremos. Porque cada cosa que escribimos o leemos va cargada de una intención, de una idea (o ideología) e incluso de un sentimiento que no puede escapar de nuestra conciencia. Sí, el lenguaje es libre y, por lo tanto, debemos ser responsables al utilizarlo.
Curiosamente, en esta era digital, cuando quizá se escribe y se lee más que en cualquier otra época de la historia, el lenguaje ha perdido valor debido a que, y me atrevo a dar una hipótesis arriesgada, los nativos digitales consideran el lenguaje como un compañero habitual con el cual pueden comunicarse, pero no son conscientes de su influencia en su vida, en su forma de pensar o de sentir. Porque para los nativos digitales leer y escribir es un hábito. La computadora o el celular han sido sus compañeros desde que tienen uso de razón, pero esto no significa que hayan recibido una guía adecuada en su utilización, y no me refiero sólo a sus especificaciones técnicas.
Cualquier hábito necesita de una guía. Para comer debemos saber cómo se utilizan los cubiertos, al lavarnos los dientes debemos saber la mejor forma de utilizar el cepillo, entre muchos otros ejemplos. Así que saber utilizar el lenguaje correctamente no debe ser la excepción.
Hace un mes surgió una polémica en internet debido a la carta de un profesor universitario que decidió dejar de dar clases decepcionado de que sus alumnos fueran incapaces de escribir un párrafo sin errores. Sólo pedía eso y no lo lograron en todo un curso. En su carta da algunas hipótesis sobre esta falta de ambición en el manejo del lenguaje, y en especial menciona el uso sin guía ni control de las nuevas tecnologías, donde la ortografía y la sintaxis es lo de menos.
Las respuestas no se hicieron esperar. En especial destacó la de una alumna de la misma universidad que criticaba especialmente que el profesor pensara “que el único conocimiento válido es el que reside en los libros” y argumentaba que tal vez le faltó motivar a sus alumnos con otro tipo de materiales. Quizá sea cierto, pero si no podemos asimilar el conocimiento de un libro y expresarlo con nuestras propias palabras, seremos incapaces de comprender cualquier otro tipo de lenguaje, porque todas las interpretaciones nacen de las palabras, no contamos con ningún otro elemento.
Las nuevas tecnologías son tal vez los mejores medios de comunicación que han existido en toda la historia de la humanidad, pero si matamos el lenguaje por una falta de rigor, comenzará a imperar el reinado de la ignorancia y, por lo tanto, de la injusticia. Y no estamos muy lejos de llegar a ese momento. Un ejemplo claro es México: el candidato del PRI a ser presidente del país en las próximas elecciones,Enrique Peña Nieto (@EPN), fue incapaz de mencionar los tres libros más importantes en su vida en plena Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Después de balbucear que uno era la Biblia y mencionar otros con los títulos y los autores equivocados, tuvo el cinismo de decir que él y su equipo tenían la culpa de no haber preparado la respuesta a una pregunta obligada en una feria literaria. Hoy sigue siendo el candidato favorito en las encuestas y es casi segura su victoria en julio próximo. Seguramente hará una buena amistad con su homólogo chileno.
Fuente: expresiones crónicas

jueves, 5 de enero de 2012

Chile cambia la expresión dictadura por "régimen militar" en los libros de texto.



La decisión del Gobierno de Sebastián Piñera de cambiar en los textos para los escolares de enseñanza básica la denominación del periodo deAugusto Pinochet de “dictadura” a “régimen militar” desató una intensa polémica con la oposición, que denuncia un intento de maquillar la realidad, e incluso dentro de las propias filas de la coalición gobernante de derecha, donde algunos discrepan de la modificación.
El episodio sería casi meramente anecdótico si no fuera porque no es el único que ha ocurrido en los casi dos años que ha gobernado Piñera, que pudo llegar a La Moneda en marzo de 2010, después de 20 años y cuatro administraciones de centroizquierda, justamente por haber sido un opositor de la dictadura.
El cambio de “régimen militar” por “dictadura” fue propuesto por el exministro de Educación Felipe Bulnes y aprobado el 9 de diciembre por el Consejo Nacional de Educación, en el que participan distintos sectores. El nuevo concepto, más general pero a la vez menos preciso y descriptivo de lo que significó para los chilenos el Gobierno de Pinochet (1973-1990), se aplicará en los textos escolares de Lenguaje, Historia, Geografía y Ciencias Sociales de los escolares de primero a sexto grado.
El concepto de régimen militar admite que "puede haber diferentes puntos de vista y experiencias” sobre ese periodo, dice Loreto Fontaine,  del
Ministerio de Educación
El nuevo ministro de Educación, Harald Beyer, un académico conservador y riguroso que llegó al cargo en vísperas de fin de año en reemplazo de Bulnes, debió estrenarse con la defensa del cambio de concepto, ácidamente criticado a través de las redes sociales. “Yo reconozco que fue un gobierno dictatorial, así que no tengo problemas”, afirmó Beyer, pero se usa el término más general, “que es régimen militar”. La coordinadora de currículum del Ministerio de Educación, Loreto Fontaine, explicó en declaraciones al portal electrónico El Mostrador que el concepto de régimen militar admite que “puede haber diferentes puntos de vista y experiencias” al describir el periodo.
La administración de Piñeraha estado plagada de pequeños incidentes de este tipo, en que el espíritu más ultramontano de la derecha se ha desbordado sobre las costumbres del vaso republicano. Al propio Piñera estas manifestaciones o deslices, según se quiera ver, no le han agradado. En noviembre, una funcionaria de La Moneda envió en nombre del presidente sus “felicitaciones y los mejores deseos de éxito” al acto en homenaje al extorturador Miguel Krasnoff, condenado a 144 años de cárcel en 23 condenas por violaciones a los derechos humanos, y Piñera la destituyó en su cargo. Una funcionaria media de promoción del turismo decretó la prohibición de usar pantalones y la medida debió ser retirada. La campaña para prevenir el sida no se refiere a la principal medida de contención, el condón. La directora de un organismo que concede becas a escolares instaló una efigie de una virgen en el acceso a las oficinas, aunque el Estado chileno no se define como confesional.
“Eso es dictadura, le pongan
el nombre que le pongan”, 
dice Osvaldo Andrade, 
presidente del 
Partido Socialista
En la oposición, el presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade replicó el concepto de régimen militar con un ejemplo de zoología: “Tiene orejas de gato, cuerpo de gato, maúlla como gato y algunos quieren que se llame perro. Eso es dictadura, le pongan el nombre que le pongan”.
Para la directora del Instituto de Derechos Humanos, Lorena Fríes, hay sectores en el gobierno a los que les incomoda el concepto de dictadura, “pero es la verdad y se usa en todas partes del mundo donde hubo gobiernos totalitarios que violaron de manera grave y sistemática los derechos humanos”. La presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Lorena Pizarro, consideró la modificación como una ofensa y falta de respeto grave que “altera la verdad de la historia”. La polémica incluso llegó a la derecha, donde los sectores más liberales —y cercanos al propio Piñera— reconocen que Pinochet fue dictador.
Para los diputados más cercanos a Pinochet, el cambio es positivo porque a su juicio en los últimos años se ha contado la historia desde una sola óptica, informa Efe. “Que se hable de dictadura es una forma de estigmatizar a un gobierno que entregó democráticamente el poder”, declaró el congresista Iván Moreira, de la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente.
Si bien las editoriales de los textos escolares tienen libertad para su elaboración, si respetan los contenidos curriculares, es difícil que desoigan la decisión del Ministerio. El Consejo de Educación podría revertir o revisar la medida después de la polémica que esta ha desencadenado. Uno de sus miembros, Alejandro Goic, reconoció que la modificación del concepto les pasó inadvertida y que el Ministerio de Educación no les informó previamente. Goic espera que la decisión pueda revertirse porque “a las dictaduras hay que llamarlas dictaduras y a las democracias, democracias”, según declaró a Radio Cooperativa.