viernes, 23 de marzo de 2018

Más de 663 millones de personas viven sin suministro de agua potable

Más de 200 millones de personas carecen de acceso a agua potable / FOTO: UNICEF

El 40 por ciento de la población mundial es afectada por la escasez de agua, el 80 por ciento de las aguas residuales se vierten sin tratamiento al medio ambiente y más del 90 por ciento de los desastres están relacionados con el líquido vital. Las cifras fueron advertidas por la ONU en el marco del Día Internacional del Agua.

Servindi, 23 de marzo, 2018.-“En la actualidad más de 663 millones de personas viven sin suministros de agua potable cerca de su hogar”, advierte la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el marco del Día Internacional del Agua, que se celebra cada 22 de marzo.

Esta situación, según detalla la ONU, obliga a las personas a pasar horas haciendo colas o trasladándose a fuentes lejanas y enfrentar los problemas de salud como consecuencia del agua contaminada que consumen.

Además del 40 por ciento de la población mundial afectada por la escasez de agua, el 80 por ciento de las aguas residuales se vierten sin tratamiento al medio ambiente y más del 90 por ciento de los desastres están relacionados con el líquido vital.

De acuerdo con el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para el año 2050, por lo menos una de cuatro personas vivirá en un país donde la falta de agua dulce será crónica o recurrente, lo que podría incrementar el riesgo de las disputas no solo entre comunidades, sino también entre naciones.

“Hasta ahora, históricamente, el agua ha demostrado ser un catalizador para la cooperación, no para el conflicto. Pero no podemos dar por sentados ni la paz ni nuestros preciosos y frágiles recursos hídricos”, sostuvo Guterres.

Durante el lanzamiento de la Década de Acción del Agua, el titular de la ONU hizo un llamado para que se actúe en materia de agua, saneamiento e higiene, ya que más de 200 millones de personas carecen de acceso a agua potable y más de 4 mil 500 millones carecen de saneamiento adecuados.

Asimismo, Guterres sostiene que, a pesar de que se cuenta con tecnologías para mejorar la forma de administración de agua, son inaccesibles para quienes más lo necesitan.

“Por ejemplo, las mujeres y las niñas de los países de bajos ingresos gastan alrededor de 40.000 millones de horas al año en la recolección de agua. Eso es el equivalente al esfuerzo anual de toda la fuerza de trabajo de un país como Francia”, advierte el secretario general.
La Década del Agua

La Década de Acción del Agua, que inicia el 22 de marzo del 2018 y finaliza el 22 de marzo del 2028, se crea con la finalidad de encaminar las iniciativas para enfrentar los desafíos relacionados con los recursos hídricos y enfatizar en el desarrollo sostenible y una mejor gestión del agua.

De esta manera, durante el decenio se trabajará en el logro de los objetivos sociales, económicos, ambientales, ejecutar proyectos que se relacionen con dichos objetivos.

Asimismo, buscará que la comunidad internacional impulse la adopción de Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 y el Acuerdo de París de 2015.

La Década de Acción del Agua resalta la importancia de “promover el uso eficiente del agua a todos los niveles” tomando en consideración la conexión entre el agua, la energía, los alimentos y el medio ambiente.

Fuente: Servindi

jueves, 22 de marzo de 2018

Prosiguen conversaciones hacia pacto mundial sobre migraciones.

Migrantes en la isla italiana de Lampedusa. Crédito: IPS

Las crisis humanitarias no desaparecen y el número de personas muertas va en aumento, lo que convierte la vida de refugiados y migrantes en una pesadilla total en el mundo.

Por Thalif Deen

Las crisis humanitarias no desaparecen y el número de personas muertas no hace más que aumentar, lo que ha convertido a la vida de refugiados y migrantes en una pesadilla total en todas partes del mundo.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) apuesta a resolver la crisis actual con el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular.

El documento de 24 páginas trata sobre varios asuntos como derechos laborales, acceso a asistencia legal, fronteras abiertas, protección consular, transferencia de remesas más barata y reintegración de migrantes y refugiados a las sociedades.

Las actuales negociaciones, en el marco de las cuales hubo una ronda de conversaciones que terminó el 15 de este mes y habrá otra en julio, culminarán con una conferencia intergubernamental sobre migraciones, que se realizará en Marruecos en diciembre de este año, con el fin de que los 193 miembros del foro mundial adopten el pacto mundial.

El proceso de negociaciones requerirá más debates sobre varios asuntos importantes, como la distinción entre migración regular e irregular, entre migrantes y refugiados, la implementación del pacto y la construcción de capacidades, así como el seguimiento y la revisión, indicó el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric.

Matthew Reading-Smith, oficial de comunicaciones de la alianza de la sociedad civil Civicus, con sede en Johannesburgo, dijo a IPS que en el mundo hay 250 millones de migrantes y refugiados, y que más de 5.000 murieron el año pasado en sus peligrosas travesías.

El riesgoso contexto llevó a la ONU a tomar medidas, precisó, refiriéndose a que el pacto buscará proteger los derechos de las personas desplazadas y ayudará a atender las raíces económicas, ambientales y sociales que obligan a las personas a abandonar sus comunidades y países.

Civicus señaló en un blog que un área en la que los documentos no logran cumplir su objetivo es en la atención de las causas subyacentes que obligan a las personas a buscar nuevos horizontes.

El texto apunta a “mitigar los factores estructurales adversos que impiden que las personas construyan y mantengan estilos de vida sostenibles en sus países de origen”, indicó.

Sin embargo, carece de compromisos viables para controlar las numerosas fuerzas, creadas por los seres humanos y que subyacen a las migraciones masivas.

“Las razones son diferentes para cada migrante y cada diáspora, pero sabemos que los desastres naturales son la causa número uno de los desplazamientos internos e internacionales”.

“Con el aumento del nivel del mar, la desertificación y los eventos climáticos extremos, la acción climática debe formar parte de cualquier acuerdo significativo”, añadió.

Por su parte, Emele Duituturaga, director ejecutivo de la Asociación de Organizaciones no Gubernamentales de las Islas del Pacífico, señaló: “el desplazamiento a causa del clima está entre nosotros. Se evacúan y se relocalizan comunidades costeras en todo el mundo”.

“En los países rodeados de mar del océano Pacífico, la desaparición de nuestros hogares insulares es inminente”, advirtió.

Para poder proteger a los migrantes climáticos, un punto de partida del pacto mundial es reafirmar la importancia del Acuerdo de París sobre cambio climático, suscrito en diciembre de 2015 en la capital francesa.

Además de acelerar los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados como máximo, en vez del objetivo más conservador y ambiguo de mantenerlo por debajo de los dos grados, respecto de los niveles registrados en la era preindustrial.

De no alcanzarse alguno de esos objetivos, millones de personas quedarán desplazadas, subrayó Duituturaga.

En un foro internacional realizado en enero en París, el director general de la Organización Internacional de las Migraciones, William Lacy Swing, destacó que la realización del evento fue oportuna y señaló que estamos en una nueva era de las migraciones que es una megatendencia de nuestro tiempo.

Y mencionó dos hitos, primero, el reconocimiento formal de las migraciones como una fuerza para el desarrollo humano sostenible, con la inclusión formal de objetivos vinculados al fenómeno en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

En segundo lugar, mencionó la histórica adopción de la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes y las consultas resultantes que formarán la base de las negociaciones formales que conducen a la adopción del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular.

Sarnata Reynolds, asesora en materia de migraciones y desplazamiento de Oxfam, dijo a IPS que la organización, en general, aplaude la mayor parte del contenido del pacto.

“Reconoce de forma consistente que todos los migrantes tienen derechos humanos, incluso el derecho a ser tratado con dignidad y a respetar su derecho de acceso a la educación, la salud, el debido proceso y la justicia ante la ley”, apuntó.

El borrador se escribió desde la perspectiva de los Estados, más que de la experiencia de los sujetos de derecho.

El proceso encabezado por los Estados, requiere que los gobernantes se pongan de acuerdo en el contenido del pacto, pero la implementación no será posible ni creíble si las experiencias de los migrantes, sus familias y sus comunidades no se integran del todo.

A medida que avanzan las negociaciones, Oxfam urge a los estados a que se comprometan a mejorar la seguridad en la circulación de los migrantes ofreciendo oportunidades laborales, educación, reunificación familiar y visas que cubran las necesidades de las familias y la industria, así como asistencia vital cuando los migrantes están en situación de crisis.

En particular, la experiencia de las mujeres como migrantes y, a menudo, principales encargadas de las familias, debe integrarse a todos los programas y enfoques para garantizar su capacidad de ejercer agencia y promover la obtención de un empleo justo y seguro.

Otra prioridad que señala Oxfam es la del reconocimiento legal y la protección de migrantes obligados a cruzar fronteras por desastres y/o los efectos del cambio climático.

“El pacto mundial es una oportunidad significativa y crítica que no podemos dejar pasar”, subrayó Kate Gough, investigadora del Centro para el Desarrollo Global, con sede en Washington.

“Los Estados miembro tienen la oportunidad de abordar la gobernanza de las migraciones, de acuerdo con las realidades migratorias actuales y futuras”, destacó.

Además, recordó los beneficios de las migraciones como la contribución significativa y positiva a los países a los que llegan y los que dejan; pero para maximizar el impacto positivo se necesitan políticas que permitan esos aportes, y no que los ahoguen.

Gough se refirió al retorno tan debatido en la actualidad, lo que es entendible por el grado de arribos, pero dijo que podía resultar contraproductivo, pues los esfuerzos en ese sentido no van a disuadir a las personas de no emigrar.

Las realidades demográficas indican las migraciones continuarán, y serán fundamentales nuevos caminos legales para los migrantes para gestionar las presiones migratorias, observó.

“La conversación sobre los retornos es válida y relevante, pero no debería ser la única parte del debate. De hecho, nuevos canales migratorios legales, aparejados con mejores fuerzas de control podría ser una herramienta de gestión migratoria efectiva”, opinó.

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Traducción: Verónica Firme
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miércoles, 21 de marzo de 2018

“El problema del agua no será una guerra dentro de 15 años. Lo tenemos encima”.

EL PROFESOR AARON WOLF, DURANTE SU CHARLA EN MADRID / FOTO: SANTIAGO SÁEZ

La Marea conversa sobre los conflictos por el agua con el profesor Aaron Wolf, una de las figuras más prestigiosas en la negociación internacional por los recursos hídricos.


Medio ambiente

El profesor Aaron Wolf, de la Universidad del Estado de Oregón (EEUU), es una de las figuras más respetadas en el mundo de la negociación internacional por los recursos hídricos. Hablamos con él tras una charla en Madrid sobre la gestión y transformación de los conflictos generados en torno al agua. Cuando inevitablemente le hacen la pregunta desde el público, a Wolf se le cambia la cara: “¿Es optimista?”. En ese momento, todo lo que eran sonrisas y notas de humor cambia. “No, soy pesimista”, responde el profesor y mediador internacional.

“No creo que el agua vaya a ser la causa de guerras entre Estados, pero sí que vamos a seguir viendo ejemplos intranacionales como el de Siria en el mundo subdesarrollado”, explica. En este país, incide el investigador, una sequía hizo que la gente migrara del campo a las ciudades, creando el caldo de cultivo necesario para una guerra civil que en marzo cumplirá siete años. “Suben los precios de los alimentos, se multiplica el desempleo, decenas de miles de personas sin trabajo, desarraigadas, enfadadas… Antes de que te des cuenta, tienes Siria. El problema del agua no será una guerra dentro de 15 años. El problema ya lo tenemos delante de los ojos”, afirma.

Aaron Wolf se define como “persona de agua”, y explica que él ve el mundo como una cuenca hidrológica, en la que las líneas sinuosas de los ríos no se ven interrumpidas por las fronteras. “Pero las fronteras existen, y existen por varias razones, así que tenemos que hacer lo posible por reconciliar esos dos mundos”, afirma. A ello se ha dedicado desde principios de este siglo, facilitando la negociación entre Estados para cooperación en temas de agua. Una cooperación que espera que resista los embates del cambio climático.

Para el académico estadounidense, la percepción pública de la conflictividad internacional sobre el agua es exagerada, y responde a la lógica mercantil de medios de comunicación sensacionalistas y políticos demagogos. “Nadie quiere ir a la guerra por el agua. Es tremendamente poco eficaz desde cualquier punto de vista, ya sea político, económico o estratégico”, afirma Wolf, que se apoya en datos compilados durante más de 20 años. De 310 cuencas internacionales, sólo hay tensiones en seis, y el 80% de los conflictos no pasa de la fase verbal: “Solo hemos registrado 38 casos de conflictos violentos. 26 de ellos han sido entre israelíes y árabes, de los cuales el último caso fue en los años 70”. Wolf añade que sólo ha habido una guerra internacional cuyo motivo específico haya sido el agua: la librada entre las ciudades-estado de Lagash y Umma, en la cuenca del Tigris y el Éufrates, alrededor del año 2500 A.C.

Curiosamente, todas las cuencas consideradas en riesgo (Nilo, Indo, Ganges, Jordán y Tigris-Éufrates) corresponden a áreas que pertenecieron al imperio británico. “Cuando se rompe un imperio surgen decenas de nuevos países, que antes no necesitaban tratados para colaborar en asuntos hídricos, y ahora sí los necesitan. Tienes unas normas para un gobierno, y de repente tienes dos, cinco o diez gobiernos sin tratados previos”. El tamaño de las cuencas y la situación geopolítica de los países afectados también influye. Wolf pone como ejemplo la Unión Soviética, cuya ruptura ha incrementado las tensiones en cuencas del Cáucaso y Asia Central, pero nunca al nivel de las ex colonias británicas.


Negociación no convencional

“Cuando entras en una habitación llena de personas enfadadas, que normalmente son hombres, lo que quiere todo el mundo es hablar. Pero si todos hablan ¿quién escucha?”, explica Wolf. Por eso, en su faceta de mediador, a menudo el profesor aboga por dejar de lado la ciencia y la política, típicos encuadres occidentales, y confiar en acercamientos a la negociación basados en otras tradiciones, así como en el instinto y la experiencia de las comunidades locales. “El enfoque occidental casi siempre trata de buscar datos y aplicar soluciones técnicas, pero en muchas ocasiones esto, simplemente, no es posible. Resolver las cuestiones técnicas es sólo la mitad del camino”, explica.

Al profesor no le da miedo implementar medidas basadas en la tradición al más alto nivel político. Desde técnicas de meditación budista para calmar los nervios propios y ajenos y escuchar con más atención , la disposición de las mesas de negociación, para obligar a los participantes a sentarse unos al lado de otros (como se hace al rezar) en lugar de enfrentados. “Estas son herramientas que vienen de las comunidades religiosas, pero es que funcionan. Yo soy científico, pero esto es muy útil”.

Fuente: www.lamarea.com

martes, 20 de marzo de 2018

San José: santo de los sin nombre, de los sin-poder y de los obreros.


Leo Boff

Junto a los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) que representan la inteligencia de la fe, pues son verdaderas teologías acerca de la figura de Jesús, existe una vasta literatura apócrifa (textos no reconocidos oficialmente) que llevan también, entre otros, el nombre de evangelio, como el Evangelio de Pedro, el Evangelio de María Magdalena y la Historia de José, el Carpintero, que vamos a comentar. No han sido aceptados oficialmente porque no se encuadraban en la ortodoxia dominante en los siglos II y III cuando surgió la mayoría de ellos. Obedecen a la lógica del imaginario y llenan el vacío de informaciones de los evangelios, especialmente acerca de la vida oculta de Jesús. Pero han sido de gran importancia para el arte, especialmente en el Renacimiento y en general en la cultura popular. La propia teología hoy, con nuevas hermenéuticas, los valora.

Este apócrifo, La historia de José, el carpintero (edición de Vozes 1990), es rico en informaciones sobre Jesús y José. En realidad se trata de una larga narración que Jesús hace a los apóstoles sobre su padre José. Jesus la inicia así: «Ahora escuchad: voy a narraros la vida de mi padre José, el bendito anciano carpintero».

Y Jesús cuenta que José era un carpintero, viudo, con 6 hijos, cuatro hombres (Santiago, José, Simón y Judas) y dos mujeres (Lisia y Lidia). «Ese José es mi padre según la carne, con quien se unió, como consorte, mi madre María».

Narra la perturbación de José al encontrar a María embarazada sin su participación. Narra también el nacimiento de Jesús en Belén, la huida a Egipto y la vuelta a Galilea. Termina diciendo: «Mi padre José, el anciano bendito, siguió ejerciendo la profesión de carpintero y así con el trabajo de sus manos pudimos manternos. Nunca se podrá decir de él que comió su pan sin trabajar».

Referiéndose a sí mismo, Jesús dice: «Yo por mi parte llamaba a María ‘mi madre’ y a José ‘mi padre’. Les obedecía en todo lo que me ordenaban sin permitirme jamás replicarles una palabra. Al contrario, los trataba siempre con gran cariño».

Continuando, Jesús cuenta que José se casó por primera vez cuando tenía 40 años. Estuvo casado 49 años hasta la muerte de la esposa. Tenía entonces por lo tanto 89 años. Estuvo un año viudo. Desde los esponsales con María hasta el nacimiento de Jesús habrían pasado 3 años. José tendría, pues, 93 años. Estuvo casado con María 18 años. Sumando todo, habría muerto con 111 años.

Después, con detalles, narra que su padre «perdió las ganas de comer y de beber; sintió que perdía la habilidad para desempeñar su oficio». Al acercarse la muerte, José se lamenta profiriendo once ayes. En ese momento Jesús entra en el aposento y se revela como gran consolador. Dice: «Salve, José, mi querido padre, anciano bondadoso y bendito». A lo que José responde: «Salve, mil veces, querido hijo. Al oír tu voz, mi alma recobró su tranquilidad». Enseguida, José recuerda momentos de su vida con María y con Jesús; hasta recuerda el hecho de «haberle tirado de la oreja y amonestado: ‘se prudente, hijo mío’» porque en la escuela hacía travesuras y provocaba al rabino.

Jesús entonces les hace esta confidencia: «Cuando mi padre dijo estas palabras, no pude contener las lágrimas y empecé a llorar, viendo que la muerte se iba apoderando de él». «Yo, mis queridos apóstoles, me puse en su cabecera y mi madre a sus pies… durante mucho tiempo tomé sus manos y sus pies. Él me miraba, suplicando que no lo abandonásemos. Puse mi mano sobre su pecho y sentí que su alma ya había subido a su garganta para dejar el cuerpo».

Viendo que la muerte tardaba en llegar, Jesús hizo una oración fuerte al Padre: «Padre mío misericordioso, Padre de la verdad, ojo que ve y oído que escucha, escúchame: Soy tu hijo querido; te pido por mi padre José, obra de tus manos… Sé misericordioso con el alma de mi padre José, cuando vaya a reposar en tus manos, pues ese es el momento en que más necesita de tu misericordia». «Después él exhaló el espíritu y yo le besé; me eché sobre el cuerpo de mi padre José… cerré sus ojos, cerré su boca y me levanté para contemplarlo». José acababa de fallecer.

En el entierro Jesús hace esta otra confidencia a los apóstoles: “no me contuve y me eché sobre su cuerpo y lloré largamente”. Termina haciendo un balance de la vida de su padre José:

“Su vida fue de 111 años. Al cabo de tanto tiempo no tenía ni un solo diente cariado y su vista no se había debilitado. Toda su apariencia era semejante a la de un niño. Nunca sufrió una indisposición física. Trabajó continuamente en su oficio de carpintero hasta el día en que le sobrevino la enfermedad que lo llevaría a la sepultura”.

Al terminar su relato, Jesús deja el siguiente mandato: “Cuando seáis revestidos de mi fuerza y recibáis el Espíritu Paráclito y seáis enviados a predicar el evangelio, predicad también sobre mi querido padre José”. El libro que escribí sobre San José, tras 20 años de investigación, quiere responder a este mandato de Jesús.

A decir verdad, José permaneció casi olvidado por la Iglesia oficial. Pero el pueblo guardó su memoria, poniendo el nombre de José a sus hijos e hijas, a ciudades, calles y escuelas. Él es el símbolo de los sin nombre, de los sin poder, de los obreros y de la Iglesia de los anónimos.

*Leonardo Boff es teólogo y ha escrito el libro: San José, la personificación del Padre, 2005.

Traducción de Mª José Gavito Milano.

domingo, 18 de marzo de 2018

Ética política ante la globalización del mercado y del capital.


por Agustín Ortega. 

Debido a algunas declaraciones y supuestas intenciones de Donald Trump, algunos han dicho de forma apresurada que estamos en una desglobalización. En donde se revierten los procesos mundiales de los mercados, las economías y finanzas que están marcando nuestra época. Más, como se ha mostrado por autores y la realidad misma, estamos lejos de esa pretendida desglobalización. La globalización ha venido para quedarse. Y es la que define la era en la que vivimos. No hay marcha atrás en los procesos científicos, tecnológicos e informacionales con la revolución de las redes informáticas y la economía del conocimiento. Todo lo cual ha sido aprovechado por la imponente economía financiera y especulativa que, con su tecnocracia del mercado y del capital e ingeniería bursátil-accionarial, es la que domina el mundo.

Los estados y gobiernos se encuentran a merced e impotentes ante todos estos poderes transnacionales, mercantiles y financieros que es el mayor poder conocido en la historia de la humanidad. Los auténticos amos y gobernantes del mundo son todas estas empresas multinacionales o corporaciones financieras-bancarias que concentran un poder mucho mayor que el de los estados. Entre otras cuestiones, esta imperante globalización del mercado y del capital tiene como prueba los numerosos y recientes casos de corrupción de gobernantes a manos de estas empresas y corporaciones.

La globalización no supone un proceso perverso e irreversible en todos sus aspectos, no es mala en sí misma. La revolución de las tecnologías y la técnica, per se, no tienen por qué ser malvadas. Y pueden -y en la realidad así lo han hecho- contribuir a unir con lazos de solidaridad y fraternidad. Aunque a nadie se le esconde la mala utilización y abuso de dichas redes tecnológicas e informacionales ya que, asimismo, paradójicamente, llevan al aislamiento, a la soledad, a adicciones, a la despersonalización e inhumanidad, etc. Como nos muestran todo tipo de estudios sociales e informes, el lado perverso de la globalización que se ha impuesto -la neoliberal y capitalista con su ídolo del mercado-capital- ha causado una creciente desigualdad e injusticia social, ambiental y global.

Cada vez más, unos pocos enriquecidos han acumulado en pocas manos la inmensa mayoría de los bienes y recursos. A costa del hambre, la pobreza y exclusión de la mayor parte de la humanidad. Entre las élites y ricos del mundo, ha generado mucho escándalo que el papa Francisco en su magisterio (véase sus encíclicas Evangelii Gaudium o Laudato si’) afirme que la causa de toda esta desigualdad e injusticia que padecen los pobres sea toda esta tecnocracia del mercado libre y de la especulación financiera. Es decir, la ideología neoliberal y capitalista, que impone ese fundamentalismo de la libertad de mercado y que lleva a su total autonomía, sin ningún control ético ni político. Como cualquier estudioso de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) sabe, desde sus inicios con León XIII (RN), los papas y la misma DSI se opusieron a aceptar esa libertad mercantil total. Por ejemplo, tal como ya nos muestra RN, en el ámbito del contrato de trabajo, sin ningún marco moral y gubernativo. Los empresarios podrán afirmar que disponen de libertad, con una legalidad formal, para contratar como quieran, pero si no se asegura un trabajo digno con un salario justo para el trabajador y su familia, entonces esa libertad de mercado se corrompe y se cae en la injusticia.

Y ya en 1931, después del crac del 29, Pío XI (Quadragesimo Anno) denunció todo este “imperialismo internacional” del dinero, que fue como la semilla de la actual globalización capitalista. Como es sabido, después de esta crisis, sobre todo fruto de las luchas del movimiento obrero, la economía y la política apuntalaron el estado social de derechos, hoy cada vez más destruido. Se hizo una intervención sobre los mercados para promover un empleo decente, una fiscalidad justa y políticas sociales en educación, sanidad, vivienda… que, en Europa, trajo una época de mayor solidaridad y justicia social.

Posteriormente siguiendo a Pío XI, el papa Pablo VI en su magisterio (Populorum Progressio y Octogesima Adveniens) insistiría en dicha cuestión de la injusticia del mercado capitalista libre, así como en la regulación ético-política de todo este mercado para orientarlo, al mismo tiempo, en la libertad e igualdad. En la línea de Francisco, ya en la época de la globalización, los papas Juan Pablo II (CA) y Benedicto XVI (CV), este último en el marco de la última crisis financiera global, reafirmaron que los mercados deben ser controlados por la sociedad civil y los estados, articulados con instituciones mundiales.

En este sentido, en el camino marcado por León XIII y con unos términos novedosos, Juan Pablo II (Laborem Exercens) mostró como el mercado de trabajo no sólo debe ser gestionando por el empresario como por la sociedad civil, los sindicatos, los gobiernos, etc. que han de velar y fiscalizar que el empleo sea decente. El mismo papa (Centesimus Annus), junto a los estudios de economía ética, nos mostró que en la sociedad y en el mundo no todo puede ser gobernado por el mercado y que este tiene unos límites, ya que la oferta y la demanda sólo funciona para quien es solvente y tiene dinero o recursos. En esta línea, hay bienes y recursos que, por su misma naturaleza, no pueden ser objeto de compra ni de venta mercantil.

Por todo ello, la economía y el mercado deben ser controlados con una ética política mundial, para que sirvan a la vida y necesidades de las personas, de los pueblos y los pobres, todos esos seres humanos, países y empobrecidos del mundo que no pueden acceder al mercado, y que impida que los bienes vitales como, por ejemplo, la tierra con los alimentos y la salud o la misma educación, sean productos de la mercantilización para el lucro, la privatización y la especulación.