jueves, 30 de marzo de 2017

El aumento global de temperatura, factor clave en el incremento de catástrofes naturales y humanitarias.



Santiago Sáez


Es oficial. 2016 batió, de nuevo, el récord de temperatura global media. La Declaración anual sobre el estado del clima mundial, publicada el pasado 21 de marzo por la Organización Meteorológica Mundial plantea un escenario preocupante: La temperatura ya ha subido más de un grado sobre niveles preindustriales y la concentración de dióxido de carbono ha superado las 400 partes por millón, superando en aproximadamente 14% el nivel considerado seguro (350 ppm).

Durante el año pasado, según el informe, el cambio climático ha sido el principal factor en desastresnaturales como las sequías que han azotado al sur y el este del continente africano, o el Huracán Matthew, que dejó al menos 603 muertos, la mayoría en Haití. Matthew provocó, además, pérdidas económicas por valor de más de 15.000 millones de dólares en Cuba, Bahamas, Haití y Estados Unidos.

A la actividad humana hay que sumar, en 2016, el calentamiento marino producido por El Niño, un episodio natural que eleva la temperatura en el Pacífico Sur, y que se repite en un intervalo irregular de entre dos y siete años, afectando sobre todo a América del Sur y el Subcontinente Indio. El Niño ha sido especialmente intenso este año y su combinación con el cambio climático ha influido directamente en desastres naturales como las sequías en África Oriental y Centroamérica.


El ártico, en situación crítica


El informe avisa de que el aumento de las temperaturas ha sido especialmente severo en el ártico. En algunas zonas (como el norte de Rusia, Alaska y Canadá) se han registrado temperaturas medias anuales 3ºC por encima de la media registrada entre 1961 y 1990. En las islas Svalbard (Noruega), la temperatura superó en 6,5 ºC la media histórica.

Estas temperaturas han significado una caída en picado de la cantidad de hielo en el norte del planeta. Las reservas árticas de hielo suelen derretirse en primavera y verano para recuperarse en otoño e invierno. Sin embargo, nunca ha habido tan poco hielo en el ártico: El punto álgido de congelación de 2016, alcanzado el 24 de marzo del año pasado, ha sido el más pobre desde que hay registros. Según el informe, la superficie congelada incluso se contrajo durante algunos días del mes de noviembre.

El hielo del ártico es fundamental para el mantenimiento de la configuración actual de las corrientes oceánicas. Funcionando como una especie de noria de agua, el hielo del ártico enfría las aguas procedentes de zonas más cálidas, aumentando su densidad y haciendo que se hunda al fondo marino. Esto pone en marcha las corrientes marinas mundiales en lo que se conoce como “cinta transportadora oceánica”. Sin embargo, de acuerdo con la Declaración, el deshielo está modificando estas corrientes, “afectando a las condiciones meteorológicas en otras partes del mundo”.


Avance de los desiertos en España


En España, los efectos del cambio climático amenazan al suelo de las zonas áridas, que constituyen aproximadamente un 74% del país. De acuerdo con el Informe Especial de Eventos Extremos de 2012, publicado por el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), en el sur de Europa va a llover cada vez menos (aunque más intensamente) durante el próximo siglo.

Los efectos del cambio climático, unidos a otros factores como la sobreexplotación agrícola y forestal, han encendido las alarmas en el Gobierno. El pasado 13 de febrero, el Portal de Transparencia publicó un informe del Ministerio de Medio Ambiente en el que se avisa que al menos un 74% del territorio nacional se encuentra en riesgo de desertificación, del cual el 18% está en riesgo alto o muy alto. En las próximas ocho décadas, no obstante, las zonas susceptibles de desertificarse podrían aumentar hasta abarcar el 80% del país.


En terreno desconocido


El factor decisivo asociado a los devastadores efectos del cambio climático sigue siendo la creciente concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. David Carlson, director del Programa Mundial de Investigaciones Climáticas de la OMM, admitió en una nota de prensa que la inacción a la hora de reducir las emisiones han empujado al mundo a “terreno desconocido”: “Aun sin la presencia de un episodio de El Niño en 2017, se observan otros cambios notables en todo el planeta que ponen a prueba los límites de nuestra comprensión del sistema climático”, afirmó.

La Declaración es un informe breve presentado por la Organización Meteorológica Mundial que se basa en los datos proporcionados por los servicios meteorológicos de más de 80 países y agencias de la ONU.

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