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sábado, 21 de junio de 2014

EE.UU.: rápida deportación a niños inmigrantes ilegales.



CASA BLANCA DISCUTE EL TEMA CON LÍDERES REGIONALES


El Gobierno de Estados Unidos decidió deportar en forma prioritaria a los miles de niños inmigrantes ilegales, un problema que ingresó en el debate político en el país y originó contactos con los mandatarios de la región.


WASHINGTON AFP, ANSA, EFEsáb jun 21 2014


La medida se produce en momentos en que el vicepresidente Joe Biden se encuentra en Guatemala para tratar el problema. El presidente Barack Obama habló también el jueves con su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, para discutir una "estrategia regional" ante las migraciones masivas de menores.

Mientras tanto, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, instó a Obama a mandar a la Guardia Nacional a la frontera sur por "la crisis humanitaria" que vive el país.

Estados Unidos está en alerta tras el arribo de una oleada sin precedentes de menores de edad, principalmente de El Salvador, Guatemala y Honduras, huyendo de la violencia en sus países y en busca de sus familias.

En los últimos ocho meses, más de 47.000 niños, algunos hasta de apenas dos años, ingresaron clandestinamente al país sin la compañía de un adulto, lo que rebasó a las autoridades migratorias e impulsó a Obama a declarar una crisis humanitaria.

La crisis de los menores ha exacerbado el debate político en Estados Unidos sobre su sistema migratorio, pero el Gobierno ha subrayado que los niños que han cruzado la frontera en los últimos meses no obtendrán estatus legal o ciudadanía, y que en cambio son considerados "prioritarios" para ser deportados.

Expertos en migraciones señalaron que el mayor flujo migratorio proviene de Guatemala. Las autoridades de ese país, por su parte, afirmaron que cerca de 1.550 niños emigrantes se encuentran actualmente en refugios en Texas y Arizona.



Honduras informó a su vez el miércoles que se preparaba para recibir a alrededor de 13.000 niños migrantes indocumentados detenidos en Estados Unidos y México.

La Casa Blanca dijo que el gobierno reforzará los recursos para juzgar a los menores y los adultos que los trasladan ilegalmente al país.
Audiencias.

Un boletín informativo de la Presidencia estadounidense indicó que las audiencias se celebrarán "lo más rápida y eficientemente posible, de la misma manera que se protegerá a quienes buscan asilo" para permitir que los servicios estatales de aduanas e inmigración devuelvan a los inmigrantes ilegales a su país tan pronto como puedan.

Un grupo de congresistas demócratas reclamó sin éxito que los niños inmigrantes fueran declarados refugiados.

Otros legisladores estadounidenses propusieron aumentar los fondos a una iniciativa de seguridad en Centroamérica para contener la oleada de inmigrantes indocumentados, incluyendo la inédita bandada de menores de edad.

El plan se propone ayudar a los países de Centroamérica a garantizar "una mayor seguridad a sus ciudadanos", para que "no tengan la necesidad de venir a los Estados Unidos en primer lugar", anunció el presidente de la comisión de Asuntos Exteriores del Senado, Robert Menéndez.

La Casa Blanca, además, activó una línea telefónica para que los centroamericanos que piensan que sus hijos están entre los niños que llegaron solos hasta la frontera y están en albergues o centros de detención puedan contactarlos.

Fuente: elpais.com.uy


La migración de niños que viajan solos, una crisis humanitaria: Solalinde.




Galería: Los niños migrantes

La migración de menores no acompañados se ha disparado desde México a Estados Unidos, y el gobierno de Enrique Peña Nieto no puede eludir el problema, que se ha convertido en una crisis humanitaria, alertó el cura Alejandro Solalinde, fundador del albergue Hermanos en el camino.

Tenemos un problema serio: se incrementó la migración de niños y mujeres. Esto va a seguir pasando ¿Qué va a hacer México? ¿Contenerlos, regresarlos a lo mismo, para que los expongan, los maten? ¿Qué va a hacer?, cuestionó, en el contexto de la Caravana viacrucis del migrante, que encabezó a la Cámara de Diputados.

Previo a una reunión con la Comisión de Asuntos Migratorios, Solalinde reprochó que los gobiernos de Centro y Sudamérica, así como el de México, han desatendido la agresión que sufren los indocumentados.

Sostuvo que debe desaparecer el Instituto Nacional de Migración (INM), ante el alto grado de corrupción que exhibe, y porque las estaciones migratorios se han convertido en cárceles de máxima seguridad, donde se mantiene a los indocumentados como si fueran integrantes del crimen organizado.


Indicó que no sólo el INM se ha corrompido, sino que también las autoridades tapan esa corrupción y no se hace justicia. Cuánto hemos denunciado y hemos hasta filmado; tenemos las pruebas, tenemos las filmaciones de víctimas de Acayucan, Veracruz, y otros lados, y esto no para.

Consideró que México debe abandonar su papel de policía para contener a los migrantes y regresarlos a sus países.

Tiene que sentarse con los gobiernos de origen, que (a éstos) no les dé miedo, que no les impongan políticas públicas de silencio, que hablen, que puedan defender a sus connacionales y que entre todos podamos construir una protección humana para nuestra migración, para todas las personas que vienen del sur pidiendo trabajo, indicó.


Solalinde explicó que la caravana-peregrinación se explica porque se ignoran las denuncias y las demandas de protección y ayuda a ciudadanos si documentos.

¿Por qué tenemos que venir acá para denunciar todo esto? ¿Por qué tenemos que venir a pedir protección para los migrantes? Porque simplemente nos ignoran; pretenden hacer componendas de cúpula, de gobierno a gobierno, arqueando con organizaciones internacionales sin tomar en cuenta a los pobres, los albergues y, sobre todo, a los migrantes, resaltó.

Denunció que ante las quejas por abusos del INM, se les ofrece protección a los migrantes, pero en realidad el gobierno les exige callar y los amenaza para que no hablen.

Solalinde presentó el caso del nicaragüense Elvis Ariel Garay, quien relató cómo se enfrentó a la arrogancia y las advertencias de la subsecretaria de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, Paloma Guillén Vicente.

Garay fue encerrado y vejado en la estación de Iztapalapa, porque se le venció su permiso para permanecer en México.

Solalinde le dijo: Habla fuerte, no tengas miedo. Y Garay así lo hizo: “Señora Paloma Guillén, acá estoy. ¿Recuerda que en su oficina, a solas, me dijo que me iba a enfrentar a un monstruo? Me dijo: ‘estás solo frente al monstruo. Somos muchos contra ti. Yo soy la jefa y te vamos a regresar tu documentación’. Usted me engañó”.

martes, 24 de septiembre de 2013

Después de 50 años de la marcha de Martin Luther King, ¿Quién marcha en USA?


Por Gisella Evangelisti*

23 de setiembre, 2013.- Los afroamericanos habían llegado en 250.000 de todo el país, en buses, trenes, coches, hacia Washington, el corazón del poder, ese 28 de agosto del 1963, desafiando las autoridades. Vestidos de fiesta, como les había recomendado el reverendo Martin Luther King. Pedían trabajo digno y libertad: “Jobs and Freedom”, habían escrito en grandes pancartas.
¿Cómo era posible que una mujer ganase 5 dólares la semana limpiando casa de una familia que ganaba 100 mil dólares al año?

¡Están llegando los comunistas! Hoteles e instituciones cerraron sus puertas con candados. 4000 entre soldados de base área y naval, más policía local, agentes de FBI y del servicio de inteligencia del ejército, vestidos de paisanos, esperaban a los manifestantes en estado de pre alarma. Se preveían incidentes, como habían pasado en Harlem, Newark, Watts o Detroit. A John Lewis, presidente del Comité de Coordinación de Estudiantes No violentos, (SNCC en su sigla inglés) que pedía “Libertad Ya!”, le tocó bajar el tono de su inflamado discurso.

El policía John Collins, que ahora tiene 78 años, estaba asignado a acompañar al atril Martin Luther King, el último de los ponentes de ese día. Los dos intercambiaron por unos instantes una mirada. “Me di cuenta de qué tipo de persona se trataba: comprensivo, honesto. Esto me reordenó la mente”, recuerda Collins. Martin Luther King comenzó su oración con su famoso: “I have a dream”.“Sueño un mundo donde blancos y negros se den la mano, donde mis hijos puedan tener un futuro mejor. Un mundo sin pobreza, sin racismo, sin guerra…” Muchos se secaron unas lágrimas. El policía Collins, escuchando sus palabras, pensó: “¿Por qué el mundo entero no puede ser así? ¿Por qué cada uno de nosotros no puede apostar a la no violencia y al amor?” Después del discurso, blancos y negros se dieron la mano y cantaron We shall overcome. “Venceremos, algún día”. No hubo sombra de incidentes. “Una farsa, un circo”, definió la manifestación para los derechos civiles Malcom X, el leader del movimiento Black Panters, (Panteras Negras), que apostaba a una revolución más radical contra el sistema capitalista.

La época era dura, la organización racista del Ku Klux Klan atacaba y mataba niggers, (términos despectivo para “negros”): dos meses después de la marcha, John Kennedy fue asesinado, y cinco años más tarde, tras el asesinato de Martin Luther King, hubo revueltas en 100 ciudades. Al nuevo presidente Lyndon B.Johnson le tocó firmar a regañadientes unas leyes contra el segregacionismo, y sobre todo el Voting Rights Act, que facilitaba el derecho al voto para la población negra. La guerra en Vietnam terminó en 1973 con la retirada del ejército estadounidense, con un saldo de 58000 bajas, 300 000 heridos, centenas de miles ex soldados adictos a drogas y con problema de adaptación a la vida civil. El Vietnam por su lado había tenido entre 3,8 y 5,7 millones de víctimas, sobre todo civiles, porque los estadounidenses habían descargado sobre el pequeño país más bombas que en toda la segunda guerra mundial, y utilizado agentes químicos como el napalm. John Kerry, un teniente de espesa cabellera, que había participado en la guerra, y ahora jefe de la diplomacia estadounidense, testimonió sobres sus horrores. Pero esos no terminaron con la derrota de Estados Unidos. Pol Pot, el líder maoísta del vecino país de Camboya, fue responsable de 200.000 ejecuciones de intelectuales y de la muerte por desnutrición o por trabajos forzados de un cuarto (casi dos millones) de sus conciudadanos de Camboya.

Todo esto tenía que pasar todavía, cuando los afroamericanos confluyeron hacia Washington, vestidos de fiesta, cantando gospels e himnos de esperanza. “Yo nací gracias a esa histórica marcha”, cuenta al Washington Post, Dana Milbank, la hija de dos estudiantes veinteañeros que se conocieron y enamoraron frente al Lincoln Memorial, el 28 de agosto del 63.

La chica creció escuchando canciones de Joan Baez y Bob Dylan. En su habitación había un afiche que decìa: “La guerra no es saludable para los niños y otras cosas vivientes”. Recuerda también el boicot a la Nestlé por impulsar el uso de leche en polvo en países pobres (con desastrosas consecuencias, por no ser usada con agua hervida), y las grandes manifestaciones contra la guerra del Vietnam. “Estas eran las luchas de la generación de mis padres. También en la mía, la de los que nacimos a final de los Sesenta, han habido nobles causas, como la lucha contra la discriminación de los gays, o la defensa del medio ambiente, pero ninguna ha capturado mi generación, o requerido el tipo de sacrificio que pidió el movimiento por los derechos civiles de los Sesenta. La amenaza de la guerra fría hasta la caída de la URSS para nosotros era teórica, en realidad hemos crecido sin amenazas, sin desafíos e inspiraciones. Cuando hubo los ataques a las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2010, y estábamos preparados a defender la nación, el presidente Bush nos dijo de ir de compras”, sostiene Dana.

Han pasado 50 años, desde ese inolvidable agosto del 63. Para recordarlo, hace unos veinte días, el 24 agosto del 2013, frente al Lincoln Memorial de Washington se han congregado unas cien mil personas, afroamericanos en su mayoría, llevando pancartas de asociaciones, universidades, movimientos gays. Había bandas juveniles de músicos, y unas pintorescas abuelas, ataviadas con grandes sombreros floreados, las “abuelas indignadas”, cantaban antiguas canciones de lucha contra la esclavitud. Compañías de gaseosas y de agua distribuían gratuitamente botellas. Era un día caluroso y festivo. La gente, ahora como antes, se refrescaba los pies en el gran espejo de agua frente al Lincoln Memorial.


La sociedad estadounidense, mientras tanto, ha cambiado. Ya no hay la venenosa dualidad blancos- negros de los Sesenta, sino un caleidoscopio de colores. Los latinos han superado los afroamericanos, y los asiáticos han entrado con fuerza: en 2012, casi la mitad de los niños menores de 5 años eran no-blancos, entonces se prevé que en futuro disminuirá la importancia de los republicanos, tradicionalmente blancos, rurales, regionales. En el mundo, China ha superado Estados Unidos en la producción de manufacturas, y está construyendo una flota de gran calado para la navegación oceánica. Mientras tanto, ¿cuánto ha cambiado la vida de los afroamericanos el tener un presidente mulato, hijo de un keniota y una estadounidense blanca? ¿Para qué luchan ahora? Preguntamos a algunos de los manifestantes.

“Por cierto, unos cuantos de nosotros los black han logrado entrar en puestos de mando en administraciones públicas o privadas, pero el grueso de la población negra sigue en desventaja, como reconoce el mismo presidente Obama”, explica Jacob Presley, un manifestante del Progressive Labor Party. “A los black nos tocan escuelas pésimas, por lo tanto seguimos condenados al subempleo y trabajos precarios. El problema es que el capitalismo neoliberal, en vez de mejorar la vida de la población negra a nivel de la blanca, está empeorando la vida de la clase media blanca, pues con la crisis desencadenada por la especulación financiera y la disminución de las ganancias de los empresarios, se están atacando los salarios. Mientras las rentas de los 400 más ricos billonarios se ha vuelto estratosférica, en cualquiera de los Mc Donald’s o Burger Kings, seguimos trabajando como burros, sin seguridad ni contratos…”

Nda. Pancarta, “Sueño con un salario mínimo”.

Hay más. “Vivimos en barrios hacinados y violentos: es un círculo vicioso. El mayor número de homicidas y de victimas de homicidios son negros. La mayoría de huéspedes de las cárceles son negros”, agrega David Wallace, un informático que lleva una pancarta contra el aislamiento en la cárcel, un sistema punitivo inhumano y desesperante. “Tenemos un sistema judicial absurdo. Puedes terminar preso por una tontería, como usar unos gramos más de droga de la permitida, y si tienes algún ulterior pequeño delito en tu historial, como haber respondido agresivamente a un policía, o peleado con un vecino, pueden meterte a una celda de por vida. Has oído bien, de por vida. Aislándote por cuanto tiempo les dé la gana. La industria carcelaria es un negocio, manejada por empresas, con muy pocos programas de rehabilitación”.

Unos hechos recientes han indignado la opinión pública. El 26 febrero del 2012 Trayvon Martin, un chico afroamericano que caminaba desarmado en Sanford, Florida, con un polo con capucha, fue perseguido por un vigilante de barrio que bajó del coche y acabò asesinàndole. Un año después, el vigilante, George Zimmerman fue declarado inocente: “Pensé que era un maleante, por cómo iba vestido”, se disculpó. En cambio, Marissa Alexander, una joven afroamericana de Jaksonville, Florida, que para defenderse del marido (un maltratador abusivo que estaba a punto de acuchillarla), había tomado la pistola de él y le había disparado al aire, sin lastimarlo, fue condenada en 2010 a 20 años de prisión. Una condena que también le separa de sus tres hijos.

Obama en un primer momento salió a comentar el trágico episodio de Trayvon, declarando que hay que obedecer a los jueces. Pero después de una semana de sit in y protestas de grupos de afro americanos en 100 ciudades a lo largo del país se lo pensó mejor y llegó a emocionar sus conciudadanos diciendo: “Yo también, de joven, hubiera podido ser Trayvon. ¿Quién, nacido con piel oscura, no se ha encontrado con miradas hostiles o alguna vez en un ascensor, con una mujer que se guarda el bolso nerviosa, como si estuvieras por robarla?” Aunque no creció en barrios negros, sino en Indonesia y Hawaii en familias multiculturales, y después con sus abuelos blancos, Obama de joven se había metido en los barrios más problemáticos de Chicago para apoyar la organización comunitaria.

Ahora, mucha gente de su color está decepcionada con su actuación como presidente o lo disculpa, pues “una sola persona no puede cambiar todo un sistema”. O, mejor dicho, piensa que hay cambiar el sistema. En estos últimos años, tres grandes temas políticos están al orden del día: la reforma sanitaria, la nueva ley migratoria, y una ley para reducir el uso de las armas. Obama ha obtenido escasos resultados en las tres, sin contar el fallido intento de subir el salario mínimo, a causa del obstruccionismo del Congreso en mano a los republicanos, según denunció en la conmemoración oficial de Martin Luther King, el 28 de agosto. Cualquier intento de reforma en estos temas cruciales está destinado a meses y meses de discusión que llevan a un paso adelante y dos atrás.

El peor de ellos, sobre todo porque se da en la mayor democracia del mundo, es el recorte, en la práctica, de los derechos de voto a los pobres, latinos o afroamericanos, que no puedan permitirse conseguir, por falta de tiempo o de dinero, una cédula de identidad como documento esencial para votar. Es la nueva regla que se está imponiendo en algunos estados del Sur después de un fallo del Tribunal Supremo: una trampa de los republicanos para quitar votos a los demócratas.

Congreso estadounidense.

“El sistema político estadounidense es esclerótico, siendo bloqueado entre dos partidos políticos, los demócratas y los republicanos, prácticamente con la misma fuerza”, comenta Pilar Weiss, una joven analista política que ha apoyado la campaña de Obama y trabaja capacitando asociaciones en temas de ciudadanía.

“Los demócratas son favorables a ampliar la reforma sanitaria, para que uno no tenga que morir como un perro en la calle, si no puede pagarse el hospital con un costoso seguro médico. Son más sensibles al tema de los derechos humanos, y a que más gente pueda tener una casa y un trabajo decente. Los republicanos en cambio quieren un estado reducido al mínimo, donde no haya que pagar impuestos. Para ellos, los ricos son los que han triunfado por tener una mentalidad de ganadores: los demás, los que protestan o exigen más derechos, sólo son “perdedores”. Del estado, lo más importante es que exista un fuerte ejército, para mantener el poderío estadounidense en el mundo.

“Tengo una vecina muy amable”, cuenta Pilar. “Cheryl está siempre dispuesta a ayudarme cuando llego cargada con las bolsas de la compra, o cuando me falta un limón. Pero sus razonamientos me dan escalofríos. Es miembro del Tea Party, un grupo de republicanos radicales.

Pancarta, “Amo a mi país, le temo al Gobierno”.

“¿Para qué dar medicinas y asistencia pública a cualquiera de estas madres solteras negras, que hacen hijos con una pareja tras otra, tratando de retenerla? Mejor ayudar directamente a alguien que conocemos, por ejemplo una señora fiel de nuestra iglesia, Catherine, que padece leucemia”, afirma Cheryl. “Preferimos hacer donaciones a nuestras iglesias, como hacen nuestros políticos(cuyas campañas electorales son a su vez financiadas por compañías petroleras, farmacéuticas, alimentarias o de armas para que hagan leyes favorables a ellas). Nosotros después los agradecemos con el voto, y la iglesia ayudará a la pobre señora Catherine, que todos conocemos. Al menos sabemos a quién va el dinero”, sostiene Cheryl. Pero mira que vuelta dá la ayuda que debería llegar a la pobre Catherine, si ese día las compañías de armas, las farmacéuticas, etc., los diputados, las iglesias y los fieles se despiertan generosos, con ganas de hacer “caridad”. ¿Y si se despiertan cabreados? Aguanta tu leucemia, Catherine, y sigue rezando.

“Obviamente, Cheryl se considera buena patriota creyendo que Estados Unidos debe seguir siendo el policía en el mundo. Nuestras guerras según ella siempre han sido “justas”, no solo cuando se trató de parar a Hitler, sino también cuando se las hizo para derrocar gobiernos democráticos e imponer dictadores crueles, en zonas importantes para nuestros negocios, o con petróleo abundante. Y se conmueve en los desfiles del “Día del Veterano de guerra”, cuando llegan por millares nuestros boys, los ex soldados que recorren las amplias avenidas de Washington manejando poderosas Harley Davidson, saludados por la gente. Vienen recontra decorados “a lo macho”, con tatuajes o cadenas, y pañuelos de piratas en la cabeza. Cuanto le gustan, a mi vecina Cheryl. Ella cree que pueden defender América no sólo de los comunistas, sino hasta de los ovnis, comunistas y no. En fin.

“Tampoco podemos estar orgullosos del culto a las armas en nuestro país, donde casi no hay películas donde no disparen o maten, como algo normal”, opina Pilar. “¿Ves estas mansiones, con sus bellísimos jardines abiertos? Te sorprenderá que no tengan rejas o guachimanes, como se ve en América Latina. ¿Es que no tienen miedo a agresiones? No. Prueba a acercarte más de lo debido, y te descargarán en contra un entero arsenal. “Ellen tiene su arma”, leemos en un afiche publicitario, “Obama quiere quitársela”. O sea, el malo de Obama estaría promoviendo una ley para reducir el uso de armas y quitar a la pobre Ellen de la publicidad (una joven con aire de esforzada profesional) el gusto a participar en un saludable y emocionante tiroteo, con verdadero derrame de sangre, y no de salsa de tomate como en las películas.

Padres, masacre en la escuela de Sandy Cook (Reuters).

“Pero algo está cambiando en la opinión pública, por suerte”, concluye Pilar. “Obama ha sido elegido, entre otros motivos, por su promesa de poner fin a una década de guerras (aunque haya seguido con Afghanistan, con Guantanamo, con los drones, y con una política antiterrorista que espía a todo el mundo…), pues hay problemas de sobra de que ocuparse en el país. Después de tantos asesinatos de niños y adolescentes por mano de desequilibrados, finalmente se está formando un movimiento de madres que quieren sensibilizar la opinión pública contra el excesivo uso de armas en el país. Se trata todavía de un movimiento inicial, que esperamos se consolide. Lamentablemente los republicanos, que tienen el listado de los propietarios de armas, en unas horas pueden hacerles 4000 llamadas, para que presionen sobre los políticos y no toquen su sagrado derecho a poseer armas”.

Sí, hay movilizaciones en el país, aunque no se logre formar todavía un gran movimiento nacional, como el de los años Sesenta, sostiene entre otros también John Lewis, el antiguo líder de los Estudiantes No Violentos que en 1963 pedía ¡Libertad Ya! , cuando pedir derechos civiles significaba arriesgarse la vida. Por ejemplo, los jóvenes “Dream Defenders” de Florida, mayoritariamente morenos, han ocupado el Capitolio pidiendo el fin de los continuos registros y encarcelamientos de masa realizados por la policía. Pero el famoso movimiento contra la especulación financiera, “Occupy Wall Street”, ha sido removido rápidamente de plazas y aceras por la prohibición de ocupar espacios públicos. Las manifestaciones sindicales son programadas en sus objetivos y alcances; los activistas son arrestados por dos o tres horas y registrados, de acuerdo con la policía, en un juego de roles. Lo importante es que salga en los periódicos, y se difundan los resultados.

En cuanto a John Lewis, a quien en el ’65 unos policías rompieron el cráneo, ha seguido con su espíritu de luchador no violento, como diputado demócrata, pronunciándose contra el NAFTA (tratados de “libre comercio” entre países norteamericanos ), contra la guerra de Iraq o a favor de los derechos de los gays.

Muro de frontera entre Estados Unidos y Mèxico.

¿Qué pasa ahora con los inmigrantes? Otro tema candente en Estados Unidos es el de la reforma migratoria. Noam Chomsky recuerda que hasta 1994 la circulación entre México y Estados Unidos era casi libre. Pero la firma del NAFTA, que penalizaba los campesinos mexicanos privilegiando las multinacionales estadounidenses, hizo prever una gran ola de migrantes, y Bill Clinton ordenó militarizar la frontera. Ahora, los republicanos tratan de asustar la opinión pública con la idea que si se regularizan los indocumentados con una nueva reforma inmigratoria, llegará una avalancha de mexicanos, que bajarán los salarios en Estados Unidos. Sin embargo, desde una década el flujo de los trabajadores que regresan a México está superando el de los que entran, pues ahora existen en el país sureño, mejores oportunidades de educación y trabajo.

Al contrario, legalizar los trabajadores extranjeros obligaría las empresas a dar salarios decentes, y ellos contribuirían a la economía nacional pagando impuestos: una ventaja para todos. Según el Center of American Progress, legalizar los 11 millones de trabajadores indocumentados que existen en EEUU agregaría 1, 5 trillión a la economía en los próximos diez años. Sin contar el tremendo aporte de los talentos extranjeros a gran parte de las compañías norteamericanas: para dar sólo unos ejemplos, un cofundador de Google es un ruso, el fundador de eBay es hijo de un iraní, el cofundador de Yahoo es emigrado de Taiwán. Según los sondeos, también la opinión pública es favorable a crear un procedimiento accesible a la legalización de los millones de inmigrantes que ahora viven en la incertidumbre, pero como se ha visto, la batalla política en el Capitolio no está todavía ganada.

Velas frente a la Casa Blanca, por la reforma inmigratoria.

Brillan unas velas, de noche, frente a la Casa Blanca. Hay un sit in con cantos y oraciones, en estos días, para decir NO a la guerra en Siria. En la tensión de la semana pasada, cuando Obama había anunciado, contra viento y mareas, su intención de atacar el país medio oriental “para castigar a Asad” (terminando con destrozar del todo un país ya destruido por la guerra civil, y un pueblo sin culpa por tener un tirano) le había llegado, como un mensaje en botella, la carta de ex soldado estadounidense. “El país está harto de guerra”.

Sí, el país y el mundo están hartos de guerras, podemos confirmarlo, señor Presidente. Y quizás, que al final, también la belicosa Cheryl no se lo esté pensando mejor, pues muchos republicanos están en contra de esta guerra. Pero para que explote la paz, muchas y muchas velas más, deben seguir brillando en la noche.
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*Gisella Evangelisti es escritora y antropóloga italiana. Nació en Cerdeña, Italia, estudió letras en Pisa, antropología en Lima y mediación de conflictos en Barcelona. Trabajó veinte años en la Cooperación Internacional en el Perú, como representante de oenegés italianas y consultora del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, en inglés) en países latinoamericanos. Es autora de la novela “Mariposas Rojas”.
Otras noticias:

Fuente: Servindi

miércoles, 10 de julio de 2013

Nueva ética imperial… ¡Cuidado! Nos espían!


“Los teólogos no producen las crisis, simplemente las señalan” - Hans Küng

por  Ángel Manzo Montesdeoca

Probablemente era un “secreto a voces”, sin embargo eran necesarias las voces que evidenciaran la realidad de este delito y atentado a la intimidad y soberanía de los pueblos. ¿Quién peca más, los que espían o los que denuncian el espionaje? Primero fue Julian Assange con sus denuncias al espionaje y a las injerencias estratégicas de los EE.UU en diversos países por medio de los cables o pasquines publicados por Wikileaks. Ahora es Edward Snowden, ex funcionario del servicio especializado de los EE.UU, quien lo da a conocer al mundo a través de las comunicaciones de millones de estadunidenses y diversos países, como muestran las recientes revelaciones en cuanto a la sede de la ONU, Alemania y la Unión Europea, amigos y aliados de los EEUU. Si esto sucede con los “amigos” podemos imaginarnos qué podrá suceder con aquellos que se consideren “enemigos”.

La respuesta de la Casa Blanca por medio de sus voceros, ha sido facilitar toda la información, pero que sin duda, en nombre “de la seguridad nacional” se transparentará todos los procesos del espionaje. De nuevo nos encontramos ante el debate de la vieja máxima de que “el fin justifica los medios”. ¿Será que nos encontramos ante nuevas formas de imperialismos tecnológicos propios del siglo 21? Es probable que antiguas prácticas de espionaje sigan presentes por medio de las novedosas tecnologías al servicio de estos fines, contribuyendo al sistema de control y la “prevención de cualquier atentado contra la nación”, para lo cual, se justifica el abuso e intromisión a la soberanía de otras naciones.

Sin esperarlo, por esas cosas del destino y paradójicamente, mientras el Ecuador, establece una Ley de Comunicación que ha esperado más de un año y que entró en vigencia para promover una regulación y responsabilidades ante la comunicación como derecho social y la promoción nacional, nos llegan amenazas e intimidaciones de los EE.UU, en caso de dar asilo a Edward Snowden. El antiguo dicho que quien pone el dinero pone la mesa es muy real en países latinoamericanos, que a costa de sus necesidades o por ingenuidad, ceden a este tipo de chantaje bajo la figura de “cooperación”, “ayudas”, “ONG”, entre otras metáforas sociales que condicionan las decisiones de una nación o sirven de informantes como ya lo reveló Wikileaks.

Nuestro país, rechazó este tipo de prácticas por parte de los imperios y constantemente las ha denunciado al mundo, así como decidió renunciar a los beneficios mercantiles de EE.UU, que son usados como medidas de “estímulos conductistas” y mecanismos de control para incidir en las decisiones soberanas de una nación. El presidente Rafael Correa anunció la renuncia “unilateral e irrevocable” a las preferencias otorgadas por EE.UU, en el marco de la ley ATPDEA[1], frente a lo que consideró una “amenaza, insolencia y prepotencia de ciertos sectores estadounidenses que han presionado para negar esos beneficios comerciales por el caso Snowden”. En fin, ¿se trata de soberanía o de ATPDA, como lo expresó un titular de prensa, o tal vez, de no “vender nuestra alma al diablo”, en términos del popular Hugo Chávez?

Ante estas formas posmodernas de imperialismos, que atentan contra la vida, el derecho y la soberanía de los pueblos me pregunto desde el imaginario bíblico: ¿Qué nos dirían Isaías y Jeremías ante las alianzas con países extranjeros que intentan pactar desde condiciones de desigualdad y prostituirnos con sus prácticas? ¿Qué nos diría Jesús ante su sentencia de “Devolver al César lo que es del César y a Dios lo que le corresponde”, en el contexto político y social de la Palestina de su época, conquistada por el imperio Romano y sumida en la pobreza? Nuestras comunidades de fe, ante cualquier atropello y atentado a la dignidad, ¿acaso deberían levantar su voz y censurar toda forma de inmoralidad internacional que se legitima desde un capitalismo que sacrifica la vida de millones de seres humanos? ¿Hasta qué punto la hegemonía de los imperios y sus vecinos participan como cómplices, convirtiéndose en defensores de los derechos según sus intereses? ¿A qué nos mueve y convoca la espiritualidad cristiana frente a nuevas formas de control y falta de respeto a nuestros pueblos?

Me he preguntado si, para algunas generaciones, especialmente jóvenes poseídos por el espíritu de la Primavera Árabe, indignados y comprometidos con otro orden de cosas, Assange y Snowden aparecen como símbolos de resistencia y de denuncia ante este tipo de orden, donde los poderosos juegan al gato y al ratón para justificar sus acciones desde intereses particulares.

Una teología apasionada por la vida, por lo humano como lugar teológico, no puede rechazar contribuir con la denuncia profética y con la militancia activa desde sus espacios por la libertad y la justicia para todos, asi como también con el señalamiento de aquéllos que sostienen un sistema de poder para sus beneficios en nombre de la caridad y el servicio social hacia los más necesitados.

Es cierto, como dijo Hans Küng: “Los teólogos no producen las crisis, simplemente las señalan”; pero como también diría Sobrino, siguiendo a Ellacuría, además los teólogos debemos “aprehender la realidad y enfrentarse con ella” desde cuatro actitudes: hacerse cargo de la realidad, cargar con la realidad, encargarse de la realidad, y dejarse cargar por la realidad [2].

[1] Tratado de Preferencias Arancelarias (ATPDEA) con Estados Unidos. Según el secretario de Comunicación, Fernando Alvarado: “Las preferencias fueron otorgadas a los países andinos como compensación a su lucha contra las drogas, pero pronto se volvieron un nuevo instrumento de chantaje. En consecuencia, Ecuador renuncia de manera unilateral e irrevocable a dichas preferencias”, agregó en conferencia de prensa el jueves 27 de junio de 2013.


[2] Jon Sobrino, Fuera de los pobres no hay salvación-Pequeños ensayos utópicos-proféticos, Editorial Trotta, Madrid, España, 2007, pág. 18.
Autor/a: Ángel Manzo Montesdeoca


Ángel Manzo es ecuatoriano, Pastor de la Iglesia TEAMO de la ACyM en Guayaquil, ministerio que dirige con su esposa Dolores, y sus hijos: Samantha, Andrés, Cristopher y Madelaine. Expositor del programa radial Reflexiones de Actualidad que se transmite por HCJB2, por más de 10 años al aire. Licenciado en Ciencias