Redacción de Atrio, 23-Agosto-2012
Los temas sobre el pueblo -o la sociedad alternativa de iguales- están muy activos, desde diferentes ángulos, en ATRIO, sobre todo en los últimos meses, por la crisis, lalectura de Marcos y la de-construcción del tinglado de la ICAR. A alguien le puede interesar disponer de un texto que de manera orgánica desarrolle todo el tema de pueblo, pobres e Iglesia. Lo hizo en sus últimos años José Comblin (1923-2011) en este libro El Pueblo de Dios (260 pp.) que hoy ofrecemos a todos en doble formato: PDF y WORD(Pinchar en la versión que interese, para imprimir o guardar en carpeta y leer en pantalla). Y, como adelanto, reproducimos sólo tres breves párrafos del libro, el ÍNDICE y la CONCLUSIÖN:
Tres citas claves del libro El Pueblo de Dios
1.- Los puritanos consiguieron conquistar el poder en Inglaterra — fue la Revolución de los santos en Inglaterra. Esta Revolución que duró de 1640 a 1660, fue la primera gran manifestación del concepto de pueblo en la historia de Europa. Durante 20 años los puritanos gobernaron a Inglaterra en nombre del pueblo. Rechazaron la monarquía de derecho divino y la Iglesia anglicana jerárquica unida al rey. El gran líder puritano Baillie decía: “El pueblo y el país deben limpiarse para ser un pueblo elegido de puros, digno de su gran misión; deben crear un nuevo cielo y una nueva tierra. La fe religiosa se torna política: el reino de Dios se convierte en una realidad total sobre la tierra. Al servicio de Dios, los hombres crean una nueva sociedad y cambian radicalmente las relaciones sociales; construyen una ‘comunidad de santos’, una democracia inspirada. En la comunidad, en la asamblea del pueblo habla el Espíritu Santo por la boca de los nuevos conductores del pueblo y de los que están poseídos por el espíritu de la totalidad” (páginas 45-46)
2.- Se atribuye a la influencia de san Vicente el famoso discurso de Bossuet sobre la eminente dignidad de los pobres. Vale la pena recordar las palabras de Bossuet, porque muestran que, en pleno triunfo del absolutismo monárquico, y en pleno triunfo de la contra-reforma católica, no se perdió la conciencia de la realidad de la verdadera Iglesia: “Construir una ciudad que fuese verdaderamente la ciudad de los pobres sólo podía ser cosa de nuestro Salvador y de la política del cielo. Esta ciudad es la santa Iglesia. Y si ustedes me preguntan por qué la llamo la ciudad de los pobres, diré la razón por medio de la siguiente proposición: La Iglesia, en su plano original, fue construida solamente para los pobres, y ellos son los verdaderos ciudadanos de esta feliz ciudad que la Escritura llama Ciudad de Dios. Aunque esta doctrina les parezca extraña, no deja por esto de ser verdadera”… “En su fundación, la Iglesia de Jesucristo era una asamblea de pobres, y si los ricos eran recibidos en ella, se despojaban de sus bienes al entrar y los colocaban a los pies de los apóstoles, para entrar en la ciudad de los pobres (que es la Iglesia) con el sello de la pobreza” (página 157)
3.- En su Catecismo socialista Luis Blanc comienza con esta pregunta: “¿Qué es el socialismo?” Y responde: “Es el evangelio en acción” (página168)
INDICE
3 INTRODUCCIÓN
10 CAPITULO 1. EL PUEBLO DE DIOS EN EL VATICANO II
10 1. Los textos
13 2. La realidad humana de la Iglesia
20 3. La realidad ecuménica del pueblo de Dios.
24 4. La promoción de los laicos en el pueblo de Dios
32 CAPITULO 2. LA HISTORIA DEL CONCEPTO DE PUEBLO DE DIOS
32 1. El modelo jerárquico anterior al Vaticano II
35 2. La “otra” Iglesia
50 3. El retorno a los orígenes
55 CAPITULO 3. EL PUEBLO DE DIOS EN AMERICA LATINA
55 1. La teología del pueblo de Dios en América Latina
56 2. El pueblo de Dios y la Iglesia de los pobres
66 3.La Iglesia de los pobres en proceso
72 CAPITULO 4. LA VIRADA DEL SINODO DE 1985
72 1. La teología del cardenal Ratzinger
73 2. La teología del Sínodo
78 3. Las ambigüedades del concepto de “comunión”
83 CAPITULO 5. LA IGLESIA COMO PUEBLO
83 1. El alcance de la elección del tema pueblo de Dios
92 2. El pueblo: comunidad de vida integral
98 3. El pueblo: comunidad de destino
102 4. El pueblo y sus mártires
111 5. El pueblo y su cultura
118 6. El pueblo en el tiempo
124 CAPITULO 6. EL PUEBLO COMO SUJETO
124 1. La afirmación del pueblo como sujeto
128 2. El pueblo: sujeto de la historia
132 3. El pueblo en la escatología
136 4. El pueblo es libertad
141 5. El pueblo es alianza
148 CAPITULO 7. EL PUEBLO DE LOS POBRES
150 1. La búsqueda de los pobres de Jesucristo
154 2. La Iglesia para los pobres
159 3. La defensa de los pobres
163 4. La conciencia de los pobres
165 5. El pueblo de los pobres
177 CAPITULO 8. EL PUEBLO DE DIOS DENTRO DE LOS PUEBLOS
179 1. Lo que la Iglesia recibe de los pueblos
189 2. Sobre la inculturación
194 3. Lo que la Iglesia da a los pueblos
201 CAPITULO 9. EL ACTUAR DEL PUEBLO DE DIOS EN EL MUNDO
201 1. La búsqueda del actuar del pueblo de Dios
205 2. Las condiciones del actuar como pueblo de Dios
210 3. El actuar del pueblo de Dios en el pasado
216 4. Experiencia de la praxis latinoamericana
223 CAPITULO 10. EL PUEBLO DE DIOS Y LA INSTITUCIÓN
224 1. Debate del Vaticano II sobre el lugar de la jerarquía en el Pueblo de Dios.
230 2. La participación del pueblo en la liturgia después del Vaticano II
233 3. La presencia del pueblo de Dios en el gobierno de la Iglesia
240 4. La participación del pueblo de Dios en el magisterio
244 5. La relación entre el clero y el pueblo
252 6. Clero y laicos en América Latina
255 CONCLUSION
CONCLUSIÓN
Hay un texto de I. Ellacuría que expresa claramente la cuestión de la Iglesia de los pobres, o sea, la cuestión del pueblo de Dios, en América Latina: “El problema real no consiste, en su plano fundamental, en una oposición entre una Iglesia estructurada con su propia corporeidad histórica y una Iglesia desarticulada y espiritualista, sino entre una Iglesia que con el poder social e incluso político se pone en relación de conveniencia con otros poderes sociales y políticos y esa misma Iglesia que, como pueblo de Dios unificado por el Espíritu y hecho cuerpo en la historia, se pone directamente al servicio del Reino: una Iglesia seguidora de Jesús.
En esa Iglesia seguidora de Jesús hay obispos, tal vez haya conferencias episcopales, hasta incluso una conferencia general de obispos como Medellín.
Hay congregaciones religiosas, parroquias, cartas pastorales, etc. Esta Iglesia siempre estuvo viva, contribuyó y contribuye a la liberación de los más oprimidos.
Pero existe la otra vertiente de la Iglesia, la Iglesia mundana y secular, que se configura según los poderes y los dinamismos de un mundo de pecado, que vive de espaldas al pueblo de Dios. Cuando se rechaza la Iglesia institucional, es esta Iglesia mundana la que se rechaza, y se rechaza con razón .
Vale la pena notar que el autor usa la expresión “pueblo de Dios” solamente cuando habla de la Iglesia de los pobres, y se siente incapaz de usar la misma expresión cuando habla de la Iglesia prisionera de los poderes del mundo. De hecho, solamente la Iglesia de los pobres puede tener conciencia de ser pueblo de Dios. Una vez que la consideración se aleja de los pobres, la expresión “pueblo de Dios” se torna irrelevante, vacía de contenido. Quien vive como pueblo son los pobres, o por los menos solamente ellos tienen condiciones para ser pueblo de Dios. Los otros son fieles, “laicos”, individuos aislados, cada uno contribuyendo para su salvación eterna.
Entre las dos vertientes, la Iglesia debe escoger, definirse. No definirse ya quiere decir haberse definido. Si guarda silencio, es señal de que escogió la alianza con los poderes. Quien está con los poderosos nunca reconoce que está con los poderosos: se queda callado, porque no puede o no quiere decir que está con los pobres.
Por eso la expresión “pueblo de Dios” es tan importante. Ella significa una opción, la opción de Medellín. Quien está con los poderes no puede tener una preocupación por el pueblo. No necesita del pueblo y el pueblo incomoda su vida. Quiere ser el mismo, de acuerdo con el modelo neoliberal, y nada más. Pueblo quiere decir realidad humana corporal, materia, histórica, angustia y esperanza. Quien tiene poder ve en el pueblo solamente un sujeto que limita la libertad individual, la libertad de los poderosos, que es dependencia de la voluntad de poder.
No podemos tener la ilusión de pensar que la Iglesia toda podría hacer la opción por la vertiente de los pobres. Basta que esa Iglesia de los pobres pueda subsistir. Desde el inicio del cristianismo existen las dos vertientes, y ellas van a permanecer hasta el fin del mundo. Sin embargo, el desafío es no desanimarse nunca y continuar luchando para la conversión permanente de la Iglesia, justamente porque sabemos que esa lucha durará hasta el fin de los siglos.
Lo que se esperaría del próximo pontificado [escrito antes de 2005 y B16. ¡Qué desilusión tuvo el buen José y muchos con él!] sería una mayor aproximación de la Iglesia con el pueblo de Dios: una Iglesia de los pobres. Para fundamentar esto, ¿sería demasiado esperar a alguien con la visión de mundo de Juan XXIII?
Fuente: ATRIO
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