sábado, 14 de noviembre de 2015

30 años en busca de los niños perdidos de Armero.

Fotografía del jamaiquino Michel duCille, tres veces galardonado con el premio Pulitzer de periodismo. /Foto: Blu Radio / Michel duCille - Pulitzer. Trabajo Armero

Son cientos de menores, de 236 familias.
La Fundación Armando Armero no cesa en su búsqueda. Al parecer, fueron entregados en adopción tras la avalancha que borró al pueblo luego de la erupción del volcán nevado del Ruiz.
Por: Olga Lucía Garzón Roa

“Mi nombre es Lizeth Salinas. Fui adoptada tras la tragedia de Armero. Me llevaron a Murillo (Tolima). Si alguien sabe de mis verdaderas raíces, por favor comuníquese con la Fundación Armando Armero”. “Mi nombre es Felipe Salama, soy sobreviviente de Armero. Cuando chiquito quedé como N.N. Me estoy haciendo la prueba de ADN para saber si algún día puedo encontrar algo”.

Como estos, son cientos los llamados angustiosos que, a través de la Fundación Armando Armero, hacen quienes siendo aún niños fueron arrancados de los brazos de sus padres por la furiosa e hirviente avalancha de lodo que sepultó a la población la fatídica noche del miércoles 13 de noviembre de 1985.

Aunque muchas madres, como Marta Lucía López, quien perdió a su niño Sergio, de cuatro años, no escatimaron esfuerzos para buscar a sus hijos, la ilusión del reencuentro tomó forma cuando Francisco González, creador de la fundación, inició la investigación, porque a él se acercaron muchas madres que los vieron en imágenes de televisión o periódicos de la época y otras personas que fueron testigos de niños que salieron con vida y que subieron a helicópteros, o los vieron en albergues, terminales de transporte y en sedes del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

Como el caso de Marta Lucía, han sido incontables las denuncias en contra del ICBF que, al parecer, entregó de manera irregular niños que creía desprotegidos a personas que posteriormente los trasladaron a países como Israel, Estados Unidos, España, Holanda o Suecia.

A Marta Lucía la habían contactado supuestos funcionarios del ICBF para manifestarle que su niño se encontraba en la sede de El Salitre, en Bogotá, pero al llegar negaron que la hubieran llamado. Luego supo que a Sergio lo habían dado en adopción y se encontraba viviendo en Italia. Historias como esta han sido expuestas por madres desesperadas, y probablemente fueron registradas en el Libro Rojo que por muchos años permaneció en el ICBF de Ibagué y que finalmente, y luego de numerosas peticiones, le fue entregado a la ONG.

Años de investigación han llevado a la institución a recolectar hasta hoy 236 historias en el que han denominado el Libro Blanco, que simboliza la ilusión y la pureza de padres y madres que han seguido por 30 años los pasos de sus hijos extraviados. Al mismo tiempo, el Libro Verde recoge la esperanza con la cual los hijos buscan a los padres.

La información de estos documentos actualmente es cotejada con el Libro Rojo, que en sus 273 folios contiene el registro del ingreso de cientos de casos de niños a la regional del ICBF en Ibagué. Aunque Francisco González pretendía presentar los resultados de la comparación entre los libros este viernes, durante los actos de conmemoración de la tragedia, al final se determinó esperar al menos un mes más, para no entregar un informe apresurado. Según él, hay mucha confusión en las páginas de lo que llama “un archivo de dolor”. Por ejemplo, dice, “hemos visto firmas sin cédula y espacios donde se nota que fueron arrancadas fotografías. ¿Por qué? ¿De qué manera se entregaron los niños?”.

El fundador de Armando Armero señala que se ha trabajado con un grupo pequeño de familiares de niños perdidos e incluso adultos adoptados, el cual se ampliará porque, al conocer la existencia del Libro Rojo, muchos pidieron participar, lo que le dará mayor veracidad al análisis.

La idea de este proceso es organizar un banco de ADN con la ayuda del laboratorio de Emilio Yunis y su hijo, por medio del cual se podrán determinar parentescos. Francisco González ha solicitado, a través de una misiva al presidente Juan Manuel Santos, que ceda un espacio diario de 30 segundos en televisión para que se cuenten historias y se invite a los colombianos que adoptaron menores en esa época a que cuenten la verdad y se pongan en contacto con la fundación.

Aunque la labor de la fundación ha sido poco apoyada por el Gobierno, ha tenido frutos en la búsqueda de niños perdidos. Uno de estos casos es el de Gui Raaijmaakerssu, que en 1985 tenía cuatro años y fue dado en adopción a una familia holandesa.

Su padre adoptivo le contó en 2012 que era un sobreviviente de la avalancha de Armero. La esperanza de encontrar a su familia biológica lo hizo contactar a la Fundación Armando Armero para que lo ayudara. Meses después encontró a su padre, Guillermo Cárdenas, quien lo había buscado constantemente desde que desapareció.

Y aunque finalmente se descubrió que el niño no hacía parte de los damnificados de Armero y sí aparecía en la lista de menores víctimas del desastre, se corroboró que, a través del trabajo de la Fundación Armando Armero y el Instituto de Genética Yunis Turbay y Cía., es posible devolverles la ilusión de un reencuentro a cientos de familias aferradas a la búsqueda que 30 años después lloran amargamente su incertidumbre.

González espera el apoyo económico del Gobierno Nacional para continuar con su labor, que se tramite una ley de víctimas de catástrofes naturales y se le permita tener acceso a todas las sedes del ICBF a donde llegaron niños provenientes de Armero, a todos los archivos de adopción de la época, a archivos que registren la salida de menores del país, a documentación de embajadas, Relaciones Exteriores, notarías y todas las entidades competentes que conduzcan a encontrar niños de la población.

Es por esto que la Fundación Armando Armero seguirá luchando, después de este 13 de noviembre, en la búsqueda de los desaparecidos, porque quiere devolverles la paz a madres, padres e hijos que el destino apartó ese día, cuando el pueblo donde habían nacido quedó sumergido bajo las toneladas de piedra y lodo que dejó la erupción del cráter Arenas del volcán nevado del Ruiz.



No hay comentarios:

Publicar un comentario