viernes, 6 de noviembre de 2009

Desesperación del Vaticano



Por Francisco Gómez Maza.

La estructura jerárquica católica ansía cubrir masivas apostasías. Para ello, les abre la puerta a los anglicanos conservadores.

A raíz del Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Bueno, Juan XXIII, hace ya 43 años, muchos católicos se aggiornaron, se pusieron al día con el verdadero mensaje de Jesucristo: Amaos los unos a los otros, mandamiento que encierra todo lo que un seguidor del Maestro tiene que practicar en su vida cotidiana, en sus relaciones consigo mismo y con los demás, con sus próximos.

Practicar la justicia, la solidaridad, la ayuda, la comprensión, el consuelo, el amor sin retorno, particularmente con la población desprotegida, pobre, miserable, indigente, en un mundo agobiado por la neurosis. Cristo no vino a fundar una iglesia, una “religión”. Vino a enseñar a la humanidad un nuevo, misterioso, grandioso, modo de vida, basado en la caridad, que no es dar limosnas, sino amar, amar hasta las últimas consecuencias, sin esperar ser amados.

Al paso de los años, millones de católicos fueron organizándose al margen de los obispos, al margen de los sacerdotes, o acompañados por obispos y sacerdotes que entendieron el mensaje evangélico y rechazaron la idea de un dios opresor, controlador, castigador, para adoptar la concepción de un Dios liberador de los oprimidos de este mundo.

Se formaron las ahora cada vez más florecientes Comunidades Eclesiales de Base, que aceptaron en su seno a todos, católicos y de otras denominaciones y hasta agnósticos y ateos. Los movimientos de liberación nacional en los países dominados por el Imperio y las oligarquías criollas se nutrieron del pensamiento y la teología cristiana, la verdadera, la original, la de un Jesucristo que se pasó la vida con los leprosos, con los pobres, con las prostitutas, con el lumpen del proletariado y advirtió que era más fácil que un camello entrara por el ojo de una aguja (la pequeña puerta de las casas judías), que un rico en el reino de los cielos, pero no esos cielos que prometen los comerciantes de lo sagrado, conceptualizándolo como un sitio geográfico, sino el reino del espíritu, en donde caben todos en una misteriosa totalidad que es incomprensible para la mente humana.

Muchos católicos seguidores del Evangelio se han quedado dentro del catolicismo, pero bajo la mirada airada, recelosa, incómoda de sus “pastores”. Otros se han estado yendo, renunciando a su pertenencia a la iglesia romana, que ya se dio cuenta de que está despoblándose. Alguien me comentó recientemente que lo mejor que podría pasarle a la iglesia de roma es caer como cayó el Imperio romano, al cual sustituyó la llamada Santa Sede.

La iglesia católica dejó de ser católica y apostólica cuando se constantinizó y asumió el lugar que le dejaron los emperadores, convirtiéndose el papado en la sucesión de los Césares. Los papas se convirtieron en los amos del mundo corporal, dueños de vidas y haciendas, seguidores de Mamón y renunciantes de las enseñanzas de Jesús, el nazaretano, que entregó su vida porque las autoridades de su tiempo lo consideraron un subversivo que acabaría con sus privilegios e instauraría un reino de justicia y amor entre los hombres.

El papado ha ido perdiendo influencia entre los propios fieles católicos. Hasta movimientos de apostasía se han estado dando. Católicos que piden ser borrados de las listas de bautizados. Las mujeres siguen sin ser tomadas en cuenta dentro de la estructura clerical y sólo son usadas como cosas, inclusive para satisfacción personal de muchos ministros de culto. En estas condiciones, recientemente el Vaticano dio a conocer una Constitución Apostólica de Benedicto XVI, disponiendo algunas medidas de acogida de los anglicanos que han pedido ser recibidos en la Iglesia Católica.

Los anglicanos son casi católicos, con la diferencia de que no reconocen la autoridad de Roma. Pero lo que no se ha dicho es que muchos anglicanos están descontentos con el progresismo de la iglesia anglicana. No pueden comprender el sacerdocio para las mujeres, o para las personas homosexuales. Están escandalizados que haya obispas, u obispos “gays”, y quieren volver al seno del Vaticano, de donde se desprendió la iglesia de Inglaterra, cuando el rey Enrique VIII pidió al Papa Clemente VIII la anulación del matrimonio con su legítima esposa, Catalina de Aragón, para casarse con Ana Bolena. El Papa rehusó basado en el mandato de Cristo: "Lo que Dios unió, no lo separe el hombre" (Mc 10,9). Y el rey, obstinado en su propósito de divorcio, forzó la separación de la iglesia en Inglaterra de la comunión con Roma en el año 1534.

Estos anglicanos que llegan a la Iglesia Católica son en su mayoría anglocatólicos de la llamada "ala alta", que forma parte del ordenamiento eclesiástico del anglicanismo junto con el "ala baja" o evangélica. Estos anglicanos han experimentado en sus carnes el riesgo del cambio eclesial propiciado por el progresismo ideológico que afecta al anglicanismo, poniendo en peligro la estructura sacramental de la fe no menos que la moral y la disciplina eclesiástica.

Un cambio, pues, que afecta al "acuerdo sustancial" logrado gracias al diálogo ecuménico, que hacía albergar a católicos y anglicanos la esperanza de avanzar con seguridad hacia la unidad visible de la Iglesia. Esta es, en el fondo, la razón de la Constitución Apostólica susodicha. Así, los anglicanos conservadores, seglares, sacerdotes, obispos, que se pasen a la estructura vaticana vendrán a llenar los profundos huecos que han dejado en el catolicismo tradicionalista los católicos progresistas, verdaderamente evangélicos, que ya no se pliegan, como corderitos, como esclavos, a las reglas inmorales del catecismo romano.

Alguna vez les conté la anécdota de Dom Hélder Cámara con el Papa, cuando esté le manifestó su preocupación por el alejamiento de los europeos del catolicismo. El obispo brasileño le dijo al pontífice, palabras más, palabras menos: Deje el Vaticano y vaya a vivir a la iglesia (templo) más pobre de Roma y verá como la gente vuelve los ojos a la Iglesia. El Papa no respondió…+ (PE)

(*) Algunos años atrás Francisco Gómez Maza inició la columna “Análisis a fondo” que, por su relevancia, ahora es el blog http://analisisafondo.blogspot.com


FUENTE
Agencia de Noticias Prensa Ecuménica
598 2 619 2518 Espinosa 1493.
Montevideo. Uruguay
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