Haití regresará a su vida normal, es una promesa
Pedro Echeverría V.
Haití, mi querida Haití, ¡cuánto te quiero!, pero lo que más amo son los negocios que podré hacer en tu nombre.
Imagina nada más cuánto me ayuda ayudar, cuánto me darán por dar y cuánto apoyo recibiré por apoyarles
Con las ayudas que te enviaré lavaré mis manchas y presencias tan odiadas en el mundo; con los soldados que hoy te auxilian aseguraré mis propiedades ante posibles levantamientos.
Mis aviones demostrarán la fortaleza de nuestro sistema de entregar ayudas desinteresadas frente a otros países que, por más que hagan, jamás lograrán lo que tenemos.
Cuando esta pesadilla termine nuestros muchachos se encargarán de limpiar la casa. Haremos todo lo que sea necesario. Ustedes saldrán débiles y adoloridos y nada podrán hacer.
Recuperarán sus vidas, volverán a la situación en que se encontraban y nosotros también regresaremos a lo mismo. Todo volverá a la normalidad.
El mundo nuevamente volverá a ver los esfuerzos que hacemos para salvar a la humanidad. Ha sido siempre nuestra histórica misión, aunque no todos las entiendan.
¿Cómo se puede decir y creer que nosotros provocamos estos fenómenos telúricos con nuestros experimentos que sólo buscan salvar a la humanidad?
Estas desgracias jamás podrán evitarse porque la naturaleza es así: también castiga cuando no hemos sido capaces de dominarla y controlarla.
Tengan confianza mis haitianos en que seguiremos viviendo en paz aunque nos sigan acusando injustamente de que nos aprovechamos de todo.
Fuente:
Los pecados de Haití
Eduardo Galeano
El voto y el veto
Para borrar las huellas de la participación estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil páginas de los archivos secretos. Aristide regresó encadenado. Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor,
La coartada demográfica
A fines del año pasado cuatro diputados alemanes visitaron Haití. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpeó los ojos. Entonces el embajador de
-Este es un país superpoblado -dijo-. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede.
Y se rió. Los diputados callaron. Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó que Haití es, con El Salvador, el país más superpoblado de las Américas, pero está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por quilómetro cuadrado.
En sus días en Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y llegó a la conclusión de que Haití está superpoblado... de artistas.
La tradición racista
Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces
Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava. En El espíritu de las leyes,
En cambio, Dios había puesto un látigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos también por naturaleza, y la naturaleza, cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo debía servir al amo y el amo debía castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino. Karl von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, había retratado al negro con precisión científica: "Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas". Más generosamente, otro contemporáneo, David Hume, había comprobado que el negro "puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras".
La humillación imperdonable
En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón
El delito de la dignidad
Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya
Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras
La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.
[Brecha 556,
* Escritor y periodista uruguayo
Fuente:
http://analisisafondo.blogspot.com/2010/01/los-pecados-de-haiti.html
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