domingo, 23 de mayo de 2010

América Latina busca recuperar el camino de la independencia


Por María Laura Carpineta. (*)

Buenos Aires.

En un artículo exclusivo para El Estandarte Evangélico Digital, revista de la Iglesia Metodista en Argentina, la periodista María Laura Carpineta aprovecha la efeméride del bicentenario para analizar los desafíos de la integración regional de Argentina frente a la hegemonía política, económica y cultural del norte.

Argentina llega al Bicentenario en sintonía con el resto de la región, pero ya sin verdaderas aspiraciones de liderar el proceso de integración. Desde el 2003, el ex presidente Néstor Kirchner junto con su par brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el venezolano Hugo Chávez y los mandatarios de Bolivia, Ecuador, Chile y Uruguay han coincidido en la necesidad de romper con la hegemonía política, económica y cultural de Estados Unidos en América latina.

Para ello impulsaron un proceso de integración, desde lo energético –construyendo rutas, gasoductos y represas hidroeléctricas conjuntas- hasta lo político –afianzando las relaciones bilaterales y creando un nuevo foro regional, la Unasur-. Pero más allá de las declaraciones públicas y el protagonismo diplomático de los últimos gobiernos argentinos en el Mercosur, el Grupo Río y la Unasur, el despegue político y económico de Brasil puso fin a la larga puja entre Brasilia y Buenos Aires por el lugar de líder latinoamericano.

Mientras los ocho años de Lula sirvieron para afianzar un proyecto político reconocido no sólo por la oposición brasileña sino también por las principales potencias mundiales, en Argentina los últimos dos gobiernos marcaron un giro político y económico parcial, pero una polarización total que obstaculizó mayores avances. No obstante, Argentina mantuvo el reconocimiento de sus vecinos, aunque no del resto del mundo. Los países latinoamericanos siguen viendo a nuestro país como un actor importante en la integración de la región y un aliado poderoso a la hora de enfrentar a Brasil o México, los dos actores más poderosos de América latina.

La región se encuentra en una encrucijada. Ocho años de mayoría de gobiernos de centro-izquierda crearon las bases de una integración, que aún debe madurar y asentarse. Este año Brasil elegirá nuevo presidente y si las encuestas aciertan y la socialdemocracia, el partido de Fernando Henrique Cardoso, vuelve al poder, las cosas cambiarán para Argentina y el resto de la región. Chile ya cambió de signo político y se acercó más a Colombia y Perú, dos gobiernos aliados a Washington. El golpe de Estado en Honduras también estableció un antecedente preocupante.

Pero no todo está perdido. El péndulo, como lo llaman los analistas, aún no se inclinó de forma marcada. A 200 años de la independencia del imperio español, América Latina aún lucha por liberarse de los mandatos externos. No es un camino fácil ni exento de desvíos. Los más optimistas sostienen que en esta última década la región recuperó su camino. Esperemos que el próximo aniversario nos encuentre todavía transitándolo.+ (PE)

(*) María Laura Carpineta. Periodista de Página 12 desde 2005, especialista en política Latinoamericana y corresponsal de las Revistas Brecha (Uruguay), ALMA (Estados Unidos) y Actitud (Argentina).

Nota. La publicación del artículo en fecha de la realización del Bicentenario se debe a la gentileza y rápido envío del material por parte del pastor Leonardo D. Félix, Director de El Estandarte Evangélico Digital.
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Fuente: ECUPRES
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Masiva marcha aborigen en Plaza de Mayo

Por José Capataz.

El comentario generalizado fue que la de anoche, jueves 20, fue la marcha aborigen que reunió más gente y de una gran diversidad de sectores de todas las que se hicieron hasta ahora.

Luego de una peregrinación de una semana y un día, que pasó por varias ciudades bajando desde el norte, la marcha se instaló en el centro del poder político que es la Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires. Los reclamos fueron los legendarios pedidos de tierra y justicia para las ancestrales comunidades que incluye concretos reclamos culturales. De hecho el lema central y lanzado con todo el poder de sus convicciones fue “La tierra, robada, será recuperada”

Era inescapable las críticas a las empresas que destruyen la tierra y las de explotación minera contaminante. Junta a ellas el rechazo a la dirigencia política que se vende a esos intereses o que por inacción no actúa sobre esos particulares.

Unos novecientos metros ocupaba la marcha sobre la Avenida 9 de Julio antes de entrar en la de Mayo para dirigirse a la histórica Plaza. Un escenario de asfalto y edificios totalmente distintos a la de sus poblaciones fue cubierto con el andar de miles y miles de personas con ropajes no habituales a ese escenario que, al mismo tiempo, se le agregaron ciudadanos y ciudadanas que con otra ropa, pero con similar convicción, vinieron desde los barrios de la Capital Federal y de las zonas suburbanas de Buenos Aires.

La convocatoria partió de organizaciones del sur, la Confederación Mapuche de Neuquén; del oeste, la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita de Tucumán; del norte, Kollamarka de Salta, Consejo de Autoridades Indígenas de Formosa, Movimiento Campesino de Santiago del Estero y Tupac Amaru de Jujuy. En Plaza de Mayo los esperaban Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), entre otras organizaciones.

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, dialogó con representantes de la marcha por espacio de una hora asegurando que atenderá a los reclamos expuestos aclarando que hay puntos sobre los cuales difiere en el criterio de los pedidos. Según informaciones se habría consensuado una agenda de trabajo para la segunda quincena de junio.+ (PE)
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Fuente: ECUPRES
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