En los tiempos que corren debemos permanecer vigilantes y atentos a tantos frentes abiertos a nuestro alrededor, repletos de trincheras.
Debemos movernos con paso firme esquivando timos, estafas, golpes, ninguneos y todo el muestrario de agresiones, cada vez más sofisticadas, que nos sirven en bandeja desde que los “Mercados” y sus “leyes” marcan el son al que bailan, como pulgas de circo, los Estados soberanos abanderados por sus representantes políticos. Por lo que vamos viendo y sufriendo, estamos en peligro.
Cuando era pequeña y mi madre decía que se iba al mercado, aquello sonaba bien; siempre volvía cargada de buenos alimentos que luego preparaba y todos comíamos. Ir al mercado era sinónimo de que yo iba a seguir creciendo.
Hoy, oír hablar de “Mercados”, pone los pelos de punta. Los que van de compras y ventas a esos “Mercados” no son comerciantes, ni tenderos, ni gente que se quiere ganar la vida honradamente, como los del mercado al que iba mi madre y como tantos otros que están cerrando sus pequeños y medianos negocios en esta guerra económica que deja bajas por todas partes.
Los que frecuentan esos “Mercados” se denominan “Especuladores” y para que ellos crezcan, los demás tenemos que menguar (y esto no tiene nada que ver con el evangelio); para que ellos sigan acaparando, muchos pierden su empleo y medio de vida; para que ellos sigan marcando el ritmo desenfrenado de ambición y corrupción, muchos derechos y logros alcanzados por hombres y mujeres que lucharon por ello, quedan derogados por ley o por que “esto son lentejas”.
Permanezcamos vigilantes e intentemos esquivar golpes, compartiendo y comunicándonos, pues todos estamos en lo mismo y muchos podemos hacer más que uno a uno. Seamos astutos y no dejemos que los “hijos de las tinieblas” -que saben ser astutos en sus negros asuntos- nos desconecten y apaguen la energía de “hijos de la luz” (para más información reflexionar sobre lo que dejó escrito Lucas 16,8).
Revisa las comisiones de los Bancos, reclama, protesta, negocia. Rebaja el uso de tarjetas de crédito para el pago en pequeños comercios, evitando así las comisiones que cobran a los propietarios. Mantén a raya a las compañías de telefonía diciendo que te marchas a otra… eso les duele.
Cuando te venza el seguro del coche, no hagas caso a la coba que te dé la aseguradora diciendo que “como usted es un buen conductor, este año premiamos su fidelidad y su buen hacer y no hemos subido el precio de la renovación de su seguro”. Haz un “sondeo de mercado” y mira a ver qué ofrece la propia compañía y otras del sector a clientes de nueva captación. Por mi parte, hoy me he ahorrado el 40% en el seguro anual, con las mismas prestaciones. Si no investigo… no me entero y, si no me entero, vivo engañada creyendo que han sido bondadosos por no subir el precio. Indecente ¿no?
Estas son algunas de las prácticas de los “Mercados”: la adulación, la falta de transparencia y la mentira.
Ayudémonos unos a otros contando y denunciando la injusticia que está causando tanto dolor y dejando en la cuneta a muchos inocentes.
Debemos andar sabiendo en Quién ponemos nuestra confianza para saltar trincheras y señalar con el dedo a quienes se apropian de lo que muchos necesitan para vivir; denunciando el hecho de que el dinero de nuestros impuestos sea utilizado para sanear a quienes provocaron el demencial desequilibrio económico y financiero que sufre nuestra sociedad. La ambición rompió el saco y están poniendo remiendos que ahogan y no resuelve la situación.
Mis dedos se han movido con rabia sobre las teclas del ordenador mientras escribía. Se han solidarizado con mi estado de ánimo recordando noticias y telediarios, sin ir más lejos, los de ayer. Es difícil evitarlo recordando las situaciones de personas que han perdido sus trabajos, sus casas por impago de hipoteca y los que están pagando con sus escuetas pensiones los gastos diarios de hijos y nietos.
Pero un suave susurro interior ha resonado como agua fresca: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde” (Jn 14, 27). Efectivamente, desde ahí habrá que actuar.
Escucho por aquí y por allá el anhelo común de un grito claro y contundente de denuncia que salga de nuestros pastores, en plan oficial, a nivel local, nacional y eclesial… incluso individual. Un grito que suene exactamente igual que cuando un padre y una madre claman en la defensa de la vida y los derechos de sus hijos y se ponen delante, como fuerte barrera, para intentar detener la injusticia que pueda herirles.
¡Ah… y también queremos abrazos!
pazsantos@pazsantos.com.- MADRID.
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Fuente: Redes Cristianas
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