Christian Rea Tizcareño
La homosexualidad, bisexualidad o transgeneridad no se contraponen con la espiritualidad. Hay personas de la diversidad sexual que consideran importante llevar una vida religiosa, que les provea de la paz y la guía que precisan. Para esta tarea existen en México cada vez más grupos derivados de las religiones monoteístas con más adeptos en el mundo, pero que dan una lectura diferente a sus textos sagrados para dar cabida a la feligresía no heterosexual.
Es la fiesta de Pentecostés en la Iglesia de la Reconciliación. Los fieles le cantan a la Espíritu Santa. Oran a Madre y Padre en un templo litúrgicamente ataviado de rojo. Al fondo, hay un vitral que narra la historia de la salvación. Del Génesis a Jesucristo con un resplandor arcoíris. Alcatraces y girasoles adornan el altar; en el techo hay ángeles entre nubes y pétalos de rosas, y en sus asientos, los feligreses proclaman a un Dios trinitario que ama sin discriminación.
Desde hace 31 años, homosexuales, lesbianas, bisexuales, travestis, transexuales, transgéneros, intersexuales y heterosexuales comparten el servicio de adoración dominical en la primera iglesia incluyente de la diversidad sexual en América Latina.
Entre los feligreses está Tere, una mujer heterosexual que recuerda con emoción al reverendo Jorge Sosa, el fundador de la iglesia. Lo conoció en un grupo de autoayuda y tras su muerte, en 2009, ella siempre lleva consigo las frases de su pastor: “Si amas a alguien para cambiarlo, es igual que asesinarlo”.
El Dios que ella reconoce no es un ser castigador ni vengativo, sino una fuerza amorosa que le da la libertad a las personas de hacerse responsables de sus propios actos.
Olga, Lupita y Conchita también extrañan a Jorge, a quien califican como un hombre carismático, con gran sentido del humor, que siempre las hizo sentir en familia y cada que podía, les reiteraba: “las iglesias tienen una deuda histórica con las mujeres”.
Ana se integró a la iglesia en 1992, después de que la hermana de su entonces novia la invitara a una boda gay. “En ese tiempo hasta daba miedo salir porque pasaban personas amedrentando, gritando insultos completamente homofóbicos, pero esto ha disminuido mucho con el paso de los años”.
La homilía en este templo busca ser lúdica y didáctica. La grey rememora, por ejemplo, los sermones de Jorge Sosa, su Ángel de Amor, enaltecidos con fragmentos de ópera. En esta ocasión, Alejandro González, el pastor, invita a escuchar El Farolero, del compositor Rafael Pérez Botija, y Omhaidakhandi, en sánscrito, para reflexionar sobre la homofobia y los dones de la Espíritu Santa.
Juan Manuel, profesor de educación básica jubilado, llegó a la iglesia hace 27 años, prácticamente la mitad de su vida, pues en este sitio encontró la “paz espiritual” que necesitaba para resistir la violencia homofóbica.
El reverendo Rodolfo Albarrán, quien fue la pareja de Jorge Sosa, cuenta que a más de tres décadas, cerca de 700 parejas del mismo y diferente género han celebrado la Santa Unión en un lugar de puertas abiertas, donde nadie hace “separaciones entre hijos (de Dios) de primera y de segunda clase”.
Los sustantivos impresos en las hojitas dominicales terminan en “@”, para remarcar la igualdad de género. Saludos de paz, ofrendas y plegarias al rostro femenino de la primera persona de la Santísima Trinidad. El sacramento de la comunión se recibe solo, acompañado o en familia, y no se consagra vino, para incluir a las personas en recuperación del alcoholismo.
En Reconciliación, se busca a la divinidad con un afán ecumenista, es decir, la convivencia de diferentes credos cristianos sin el predominio de uno sobre otro, sin códigos de vestimenta y bajo la cálida advertencia que se encuentra en la fachada del templo: “Dios te ama como eres”.
¿Musulmanes y judíos homosexuales?
Las tres grandes tradiciones monoteístas, es decir, el cristianismo, el judaísmo y el islamismo, han calificado la actividad sexual entre personas del mismo género como un hecho pecaminoso, por lo que miembros de estas denominaciones religiosas han salido de sus comunidades de fe para exiliarse en espacios alternativos.
Tal es el caso de la asociación Homosexuales Musulmanes de Francia, fundada en 2010 por el franco-argelino Ludovic Lotfi Mohamed Zahed, quien se casó con otro hombre y abrió en París la primera mezquita gay y feminista de Europa en 2012, a contracorriente de las versiones más radicales del islam, que en otros países del mundo aplauden la pena capital contra los homosexuales.
En la Universidad del Sur de California, Estados Unidos, Eli Nassau fundó Jewish Alliance for GLBTs and Straights, y hace un año, impulsó con otros judíos en México el grupo Guimel, como la letra número 3 del alfabeto hebreo, pues se trata de la tercera organización creada en el país para integrar la diversidad sexual y esta tradición religiosa.
El activista comenta que la homosexualidad, así como el uso del condón y la masturbación, son rechazados en el judaísmo porque no abonan a la reproducción de la especie, “como las estrellas del cielo y la arena a la orilla del mar”.
Eli tiene 26 años, es el primogénito de la casa, se considera una persona espiritual, trabaja en una productora y dirige teatro en sus ratos libres. Cuando sus padres se enteraron de su homosexualidad, “tuvieron que revalorar sus expectativas. En vez de tener una esposa, voy a tener un hombre, y además, sí quiero tener hijos. Eso les cayó muy bien a mis papás”.
Considera que la homosexualidad no está peleada con las tradiciones y valores judíos aprendidos desde la infancia, como el sentido de pertenencia y comunidad, además del precepto de hacer el bien al mundo.
Guimel –que tiene como antecedente el extinto grupo Shalom Amigos, creado en 1994– da apoyo a los judíos no heterosexuales, a sus familias y busca sensibilizar a la sociedad mexicana, “pues una persona que se siente aceptada es feliz, plena y puede aportar mucho más a los demás”, enfatiza Nassau.
Evangélicos contra la “homofobia religiosa”
“No hay acepción de personas para Dios” (Romanos 2:11). Octavio Parra resume así la misión de Puertas Abiertas: Una iglesia cristiana interdenominacional liderada por jóvenes homosexuales, lesbianas y transexuales.
Atribuye las frases condenatorias de la homosexualidad a traducciones erróneas de La biblia, cree en Jesús de Nazaret desde hace 15 años y confiesa que enfrentó tanto la homofobia como el rechazo de su padre hacia las iglesias protestantes. “Imagínate: hijo gay y cristiano. Sí le costó trabajo, pero un día me dijo: ‘te acepto tal y como eres’”.
Hace tiempo, Tavo decidió participar en un congreso de Exodus Latinoamérica –organización cristiana enfocada a “sanar, superar, liberar y redimir” a los gays–, donde habló de un joven que había dejado de ser homosexual por asistir a este tipo de reuniones, y les reveló el motivo con crudeza: “¡Se suicidó por la homofobia religiosa!”, frase ante la cual, se enfriaron las loas y aplausos en la sala de testimonios.
Otra de las integrantes de la agrupación evangélica es Daniela, cuyos padres se preparan para ser pastores en una iglesia cristiana donde hicieron todo lo posible para revertir la lesbiandad de su hija, y al no tener éxito, la corrieron de la casa, pues “para nosotros ya estás muerta”.
Isael Zamora, también servidor de esta comunidad, se inició con su madre en el cristianismo por un diagnóstico de cáncer, pero “en la iglesia donde iba sí se hablaba de la sodomía, de la ‘abominación de varón que se echa con varón’. Llegué a llorar amargamente porque la gente ora para que tu orientación cambie, pero después descubrí que Dios es incluyente, te ama de manera irrevocable, y que todo lo escrito en La biblia tiene un contexto histórico y social”.
Según Octavio, además de la homofobia en las iglesias, los cristianos homosexuales también son blanco de la discriminación de otros gays, quienes critican su relación espiritual con Dios bajo el argumento de que es incoherente asumir un credo que siempre los ha rechazado, pero reitera: “sí se puede ser sexualmente diverso y cristiano”.
En México, hay más de una veintena de ministerios cristianos a favor de la diversidad sexual, cinco de los cuales están en la capital del país, y Puertas Abiertas también mantiene una hermandad con iglesias similares en Estados Unidos, Latinoamérica y África.
“Oramos por la comunidad LGBTI. Aquí no importa ni la orientación sexual ni la condición social. No necesitas alzar las manos o hablar el don de lenguas para ser aceptado. Aquí no tachamos a nadie, porque el único pastor es Jesucristo”, resume Isael su profesión de fe.
Buda y las uniones del mismo sexo
En el mundo de las doctrinas espirituales, también hay comunidades que no condenan la homosexualidad. El 11 de agosto de 2012, las taiwanesas Fish Huang y You Ya-ting se vistieron de blanco para darse el “sí” delante de la estatua de Buda en el monasterio de Taoyuan, ante cerca de 300 fieles que recitaron sutras en honor a la pareja.
El 11 de septiembre de 2011, el Dalai Lama, líder del budismo tibetano, congregó a cerca de 30 mil mexicanos en el Estadio Azul del DF, donde impartió la conferencia Hallando la felicidad en tiempos difíciles, y entre los seguidores del Premio Nobel de la Paz, había parejas del mismo sexo.
Marco Antonio Karam, director de Casa Tíbet México, sostiene que la tradición budista manifiesta un total respeto hacia las diferentes orientaciones sexuales, mientras éstas se practiquen éticamente, es decir, que no impliquen la deshumanización del individuo, se lastime físicamente al prójimo o se rompa con algún compromiso moral.
La formalización del matrimonio en el budismo no se ve como un sacramento, sino como un acuerdo entre dos personas. El texto que se lee depende de cada tradición, pero aplica tanto para parejas heterosexuales como homosexuales, pues se trata de la expresión de un compromiso, y por lo tanto, de un acto de felicidad, integridad y autenticidad, enfatiza Karam.
Iglesias incluyentes vs “el club de heterosexuales”
Francisco Javier Lagunes Gaitán, capellán laico de la Libre Congregación Unitaria de México, explica que forma parte de una comunidad interreligiosa donde no hay un credo obligatorio, se busca practicar los valores más elevados de la humanidad y se rechaza el proselitismo en la fe, los actos que atropellen la libre conciencia y la discriminación.
De acuerdo con el también activista gay, en la Congregación Unitaria coexisten creyentes y ateos, heterosexuales y homosexuales, hombres y mujeres, en un plano de igualdad, bajo la idea de que la espiritualidad no está en un templo, sino en cómo las personas se ganan la vida, de qué manera se tratan a sí mismas y a los demás.
Dice que desde 1970, la Asociación Unitaria Universalista inició un plan de Congregaciones Aceptantes para la gente LGBTI, por lo que el tema de la homofobia se aborda en esta iglesia desde la infancia y se celebran bodas del mismo y diferente sexo, e incluso poliamorosas.
Lagunes reitera que “como toda comunidad religiosa, la Congregación Unitaria también sirve como un hospital para personas que hayan sido dañadas, pero nuestra vocación es la de una iglesia, ecclesia en griego, que es la asamblea de los fieles y siempre tiene que estar abierta. No puede ser un ‘club cerrado de heterosexuales’ y tampoco ‘un club LGBT’”.
“Las religiones tienen el reto grande de aprender a vivir la modernidad. Vivimos en un mundo cada vez más plural, con diferentes creencias y no creencias, y una libertad de conciencia y de culto”.
Lagunes comenta que si bien se han erigido proyectos de fe en el exilio, bajo un perfil de “sanatorios espirituales”, cada vez hay más religiones históricas que asumen la defensa de los derechos humanos de la diversidad sexual, como los cuáqueros de Inglaterra y las Iglesia Unida de Cristo –la comunidad de creyentes liberales más grande en Estados Unidos, con cerca de millón y medio de miembros–, a la cual se fusionó la Catedral de la Esperanza, que perteneció a la primera denominación abiertamente LGBT, la Iglesia de la Comunidad Metropolitana.
Fuente: ApiaVrtual
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