Jaume Patuel, 17-Julio-2013
El silencio es un tema aunque paradoxal se habla mucho hoy en día. Parece querer recuperar una situación de antaño, Un valor, como se dice hoy en día, que responde a una necesidad vital. No es algo superficial sino una necesidad para poder vivir con más armonía, tranquilidad y paz interior. Otros dirían para obtener o conseguir la felicidad.
El silencio no es tanto ausencia de ruidos exteriores, que hay muchísimo, sino un poder traspasar por encima de las sensaciones, las emociones, los sentimientos como los pensamientos. Un encuentro con el mundo interior. Este mundo tan olvidado, descuidado y sobre todo, negado. El contacto es comprometedor. Un compromiso de tener que responder a muchos interrogantes. Interrogantes hechos desde siempre: ¿Qué es la vida? ¿Qué es el amor? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es la amistad? ¿Qué es la felicidad? ¿Quién es Dios? Y para sintetizarlo: ¿Qué es la realidad o lo real?
El yo intenta dar respuestas pero el fragor exterior entre ellos, las cantidades de teorías explicaciones no son satisfactorios. Todo son mapas. Y el silencio interior permite sentirse en su propio territorio. Territorio del cual han de emerger las palabras que formularán la explicación, pero una explicación vivida, propia, existencial y personal. El encuentro en el silencio, el encuentro en el paisaje. El encuentro en el vacío, pero lleno al mismo tiempo. El encuentro en y con el Fondo sin ninguna Forma. Y el fondo genera la propia forma.
Así se puede comprender el valor del Silencio. Un silencio escalonado, consciencial. Según la capacidad de cada subjetividad. Capacidad educada desde la infancia, más que llenar cabezas de respuestas a preguntas nunca formuladas. La estética, la sensibilidad, la delicadeza son aproximaciones a ver sin los ojos y a vivir sin respirar esta Fundaría o Ultimidad que siempre es y está: Antes de nacer y después de morir. ES AHÍ.
Tan importante es este silencio que intencionadamente se ha tomado como eslogan de propaganda para vender coches. Como bien se sabe, para muchas personas, que su tiempo pasa en el volante, puede ser la celda de ermitaño o del monje o para otros la discoteca ambulante. Pero sí que se valora “el silencio y paz interior” que pueda dar la compra de un vehículo. ¿Quién lo aprovecha? Es cierto y afirmado y confirmado por la psicología de las profundidades. La estructura psíquica de todo Ser Humano es estructura de Deseo, estructura de Anhelo, estructura de Búsqueda. Tendencia hacia el Absoluto (No-ligado). Pero, entonces, esta búsqueda en el silencio, es un valor también para otras dimensiones de nuestro vivir cotidiano.
Un silencio que genera una escala de valores, una axiología que no es fruto de la codicia ni de la ambición, La codicia y la ambición son manifestaciones tan claras que se pueden ver como la sociedad actual, al menos la occidental, está ahí y es víctima de ello. Sin Silencio no emerge la Palabra liberadora. la Palabra liberadora es dinámica, generosa, comprometida, altruista. Todo se puede resumir con la palabra tan usada, pero tan vital: Amor, que atraviesa el mundo neuronal, el emocional, el cognitivo y lleva más allá. Al Fondo.
Todo trabajo interior como todo tratamiento psíquico tienen que dar las posibilidades de apertura o obertura hacia el mundo interior, donde los ruidos, las tempestades no ahoguen este acercamiento.
La crisis actual económica, ciertamente con graves consecuencias a niveles individuales como grupales o familiares, no deja por ello de ser superficial (de superficie, no de ligereza). Crisis predicha o predicada, pero no escuchada. Una crisis de total falta de axiología, de valores, de ética, de comprensión y respeto a la dignidad de todo Ser Humano.
O en palabras de Octavio Paz:
y a Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al Silencio
en donde los silencios enmudecen.
Jaume PATUEL i PUIG
Pedapsicogog i psicoanalista
Fuente: Atrio
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